Tooony… Tooony… Tooony
Estamos a 1 Km de la cima y un murmullo se oye allá en las faldas del monte Naranco.
Tooony… Tooony… Tooony
Los decibelios suben, la gente se emociona, cuatro curvas más abajo las banderas azules y amarillas comienzan a ondear.
Tooony… Tooony… Tooony.
Explosión. Maillot amarillo, gorra azul, cara desencajada. Un asturiano de Suiza se retuerce completando una gesta que será recordada durante años. Ganará su segunda Vuelta ante su afición, para Asturies.
Es 14 de mayo de 1993, momento culmen del sentimiento de una afición por su escuadra, el equipo del pueblo. El CLAS.
¡¡¡Atención!!! Tú; sí, tú. El de la piel más fina que el papel de fumar. Lo que va a continuación son recuerdos y conversaciones de un rapaz de Lluanco, o lo que es lo mismo, tal y como yo viví aquellos años.
«IsquiyiibiquinIndiríin».
Vale, pues enhorabuena por el tercer Tour.
(suspiro)
La familia.
Había un tiempo que en Asturies una persona podía trabajar en la fábrica por la mañana, con las vacas por la tarde y cerraba la jornada tomando unes botelles en el chigre. Un territorio que podría subsistir por sí mismo (igual emplear la palabra independencia puede crear sarpullidos a determinados lectores). Mar, agricultura, ganadería y minería fortalecían una industria en auge que dotaba de riqueza a un país realmente pequeño. El sector secundario se encargó de explotar todos los beneficios que venían del primario y así, a finales de los años 60 y principios de los 70, un grupo de ganaderos decide comercializar sus propios productos y crear, entre otras, la Central Lechera Asturiana.
Son estos trabajadores los que, allá por 1978, tratan de buscar un entretenimiento para sus hijos en edad escolar. Los Román Pintado, Ismael Parajón o Manuel Dosal ven en el ciclismo una oportunidad para que estos niños puedan desarrollar una actividad deportiva, crean un equipo alevín, otro infantil y, venga, a competir por las carreteras y pueblos asturianos. Un maillot hecho con remiendos por una de las madres (sí, seguramente de su madre), los bocadillos que se encargaba otra de prepararles, los viajes juntos en el coche de aquel padre… pronto se empezó a hablar de familia, un equipo que heredaba lo que ya existía en la fábrica.
A medida que crecían los niños, se creaba la necesidad de ir haciendo más categorías hasta que, llegado el momento, tenías cubierto todo el ciclo. Alevín, infantil, cadete, juvenil y, por fin, aficionados. Para ello, la directiva decide contar con dos ex ciclistas que habían cosechado triunfos años atrás. El recién retirado José Enrique Cima y un tipo de Limanes que llegó a ser el rival más temido por Eddy Merckx en la montaña. Un tal José Manuel Fuente. «El Tarangu».
Fuente coge al vuelo rápidamente el concepto familiar del equipo y mantiene esa máxima durante los años en los que permanece en el CLAS. Ya en el salto al profesionalismo en 1988, la obsesión de Fuente es conseguir un equipo en el que el bloque tanto de corredores como de directores y auxiliares sea puramente gente de casa, asturianos o allegados, con dos o tres incorporaciones que puedan reforzar la escuadra. Los triunfos es lo de menos, cuestión de tiempo. Si ganaban en aficionados, «a nada que retoquemos un poco las cosas y cojan experiencia en profesionales, pronto conseguiremos subir a lo más alto de los podios de carreras importantes», pensaba El Tarangu.
Pero esa no era la idea de la directiva. Había una gran inversión puesta encima de la mesa y querían ver resultados ya. Urgía fichar bien, corredores ya contrastados, con nombre o que te pudieran garantizar triunfos a corto plazo. Además, debería cambiar la mentalidad del equipo, hacerlo, por decirlo de alguna manera, más profesional, chocando con la idea de Fuente. Y claro, su mala hostia salió a relucir en todo su esplendor, pegando un puñetazo y abandonando un proyecto en el que había puesto todo su cariño e ilusión. Llegaba así Juan Fernández.
Se abre el equipo, empiezan a fichar gente de fuera, y llegan victorias más importantes. Pero lo que el de Limanes presagiaba como un final de aquel ambiente familiar no hizo más que aumentarlo. «Yo trabajé solo un año con El Tarangu, el resto del tiempo fue con Juan y todos los que formábamos parte de aquel equipo teníamos la sensación de pertenecer a una familia, quizás más incluso que antes de su llegada», comenta Alejandro Torralbo, mecánico del CLAS. Hasta qué punto había esta unión y forma de trabajar, que incluso cuando llegó la fusión con Mapei, el bloque «asturiano» se mantuvo unido, eran dos equipos diferentes, dos formas distintas de trabajar dentro de una misma firma. Incluso décadas después todavía cuentan que existe un grupo de Whatsapp con esta generación.
El sentimiento
CLAS y Asturies no se puede separar, como el nuevo tapón de sus cartones de leche. Y ya no solo por la A de sus siglas, sino porque desde el primer momento existió un sentimiento de pertenencia dentro de los aficionados asturianos.
Así como en el fútbol había división y enfrentamiento entre sportinguistas y oviedistas, en el ciclismo todos remaban en el mismo barco. Daba igual de dónde fuese el corredor al que había que animar. Vasco, madrileño, maño, suizo… Tú ibas a la cuneta y animabas al CLAS; A Asturies. Quizás el momento más significativo es el Tour del 93. Induráin venía de ganar las últimas dos ediciones de la ronda gala y del Giro de Italia, Rominger hacía lo propio con La Vuelta.
– Por fin Tony va demostrar quién ye el meyor ciclista del mundo.
– No me jodas que vas con Rominger
– Y con quién voy dir, ho.
– Indurain es español, sería lo lógico.
– Pero Rominger ye del CLAS
– INDURAIN INDURAIN INDURAAAAAIN…. INDURAAAAIN… IN – DU – RAIN
– El CLAS, cago en mi mantu, el CLAS, el equipo d’equí… babayu.
Se compara mucho a la escuadra asturiana con el Euskaltel; también con el Rabobank. Por los seguidores y ese sentimiento de pertenencia, supongo. Y, sí, claro. Tiene mucho parecido a esos equipos. La extraña paradoja que lo acerca quizás más a deportes colectivos como el fútbol, balonmano, baloncesto… En un deporte en el que los éxitos los consigue, de manera visible, un corredor, resulta sorprendente que la afición se identifique más con el conjunto que con el individuo. Si daba igual que en el fútbol metieran gol Jankovic o Stanic porque el equipo ganaba, en el ciclismo lo mismo daba que el Tour lo ganara un suizo si éste corría para Asturies. Insisto en que la mayoría de los aficionados a les bicicletes en esa década de los 90 quería antes ver a Rominger vestido de amarillo en París que al propio Induráin, un icono del deporte español más en ese momento.
Hablábamos más arriba de la mítica etapa del Naranco en La Vuelta del 93. Unas 15.000 personas (de las cuales 14.999 mostraban signos de embriaguez) abarrotaban la carretera a lo largo de los 5 kilómetros de ascensión, subidos en los montículos, gritando, alentando a ese señor con baba que vestía de líder, pero con los colores de Asturies en el corazón y en la bicicleta. El día que para muchos será recordado por el famoso «electrisidad culo, mi bisi debajo flogues» de Zulle, para otros tantos, estará grabado que nunca antes (ni después) una carrera había congregado tanta gente; una afición volcada con su paisano venido de centro-europa que pintaría el ciclismo mundial de azul y amarillo.
CLAS consiguió acercar más aficionados a las carreteras. A veces se convertía en una romería. El olor a sidra, kalimotxos y bollos preñaos en los puertos era notable. La fiesta empezaba desde por la mañana (hubo ocasiones que incluso la noche antes). Y esto a veces… Tú metes en una marmita una afición que siente al equipo de su tierra como tal, una competición muy abierta y peleada de poder a poder, con un corredor que te puede quitar tu Vuelta, alcohol, fiesta… Venga, vamos a encender el fuego, a ver qué pasa… Dale…
BOOOOMMMM!!!
Lo que ocurre en el fútbol.
Comenta Manolo Saiz, en aquel año 93 director del Grupo Deportivo ONCE (equipo de Zulle, rival de Rominger), que «toda esta mezcla, ligada a que en Asturias se vive el ciclismo desde la interioridad, se podría denominar ‘hooliganismo de capital’, algo que lo acerca al fútbol, que hizo que se vivieran momentos desagradables, sobre todo en aquella tarde de mayo, pero que por suerte fueron hechos puntuales dado que el comportamiento de la afición fue girando».
Entre tanto aficionado también es normal que haya chavalinos que se sientan atraídos por el deporte e intenten probar suerte como ciclistas desde las escuelas. Chechu Rubiera fue creciendo como corredor de base durante los años gloriosos del CLAS, pero tuvo la mala suerte ya que a medida que iba subiendo de categoría, ésta desaparecía del organigrama de la Central Lechera. Solo al llegar a profesionales tuvo la oportunidad de llevar a Asturies en el maillot, pero la marca ya compartía patrocinio con los italianos y el sueño de Chechu, como el de muchos asturianos, se esfumó. Para Samuel Sánchez el CLAS (junto con Induráin y Perico) fue el culpable de engancharse al ciclismo y también veía con ilusión formar parte de su plantilla y conseguir éxitos con los colores de la tierra. Lo tuvo más difícil que Chechu porque cuando pasó a profesional ya hacía años que los de la leche habían cerrado el grifo.
El final
Ya a finales de 1991 la directiva empresarial de la Central Lechera Asturiana amenazaba con no apoyar más al equipo ciclista, pero un cabezón Juan Fernández se puso a trabajar para intentar conseguir una estrella que diera los éxitos que ansiaban en ese año 1992. Se habló, se rumoreó, aquel decía que si Perico, el otro que si Charly Mottet… Unos desmienten, otros afirman… El caso es que ni el segoviano ni el francés llegaron a vestir la elástica asturiana.
Sí lo hizo un suizo que no convencía mucho a los mandamases. Era un grandísimo corredor en pruebas de una semana (venía de ganar París-Niza y Romandía el año anterior) pero que en carreras de tres semanas se le hacían más largas que ponerte a escuchar la discografía de Melendi. Dudas por parte de la directiva, dudas por parte del propio Tony Rominger… Pero desde el día de su llegada a Asturies el corredor fue un miembro más de la familia. El resto es historia.
Al terminar la temporada de 1993 no debieron ser suficientes las 2 Vueltas ganadas más un Eneko Carrillo Tour que podía haber sido suyo (una rigurosísima sanción alejaba a Tony de disputar la ronda gala al navarro): una decisión empresarial retira gran parte del patrocinio al equipo. Querían victorias, las tienen. ¿Y ahora? ¿No es suficiente? Se conoce que no. El equipo se fusiona con otro italiano de marca de adhesivos, Mapei. Llegaría la tercera vuelta de Rominger y un Tour en el que participó pero que unos problemas estomacales le impidieron disputar.
Se acabó. Ya en 1995 la empresa deja de apostar por el ciclismo y, aunque aún continúa gran parte de la estructura en Mapei, el nombre de Asturies deja de estar representado en el pelotón internacional.
A los asturianos no solo les habían quitado desde Europa gran parte de las fábricas y miles de vacas. Ahora también dejaban de tener su equipo. Eso sí, el chigre que no lo toque ni Dios. Fueron años de gloria, en el que te veías peleando de tú a tú con los mejores del mundo en escenarios antes impensables. Era motivo de orgullo, de emoción. Te sentías grande, joder. Capaz absolutamente de todo.
Ahora quedan pocas escuelas ciclistas, ya no está aquella Vuelta a los Valles Mineros (a nivel profesional), la Vuelta a Asturias carece del prestigio de antaño (aunque se trabaja por intentar colocarla otra vez en un lugar importante), tan solo Iván García Cortina nos puede ilusionar y depositamos esperanza en el futuro de Pelayo Sánchez…
Nos queda, eso sí, L’Angliru, Llagos, Gamoniteiru,… y cada año Guillén “nos descubre” una nueva cima en La Vuelta a España.
La afición va a las cunetas. Vibra, disfruta. Pero huérfana.
Huérfana de algo que no fue un sueño, sino realidad.
Nuestro equipo. El equipo del pueblo.
L’equipu d’Asturies.
Buenísimo!!!! Me hiciste volver a mi juventud….a la cima del naranco!!! A Milan Giro del 1995. Gracias Eneko.
Gracias a ti por todo. Estaba bien haber puesto la foto que tenéis Alejandro, Torron y tú en Milán con Tony. Un abrazo, amigo.
Gran historia!
El equipo de Fede Etxabe, Iñaki Gastón y Rominger….muy asturiano no era…
Por otro lado fue una inversión nefasta, porque el gran público no relacionó la marca deportiva de CLAS con la empresa de Central Lechera Asturiana que ponía el dinero. Así fundamentó, con estudios de terceros, la dirección de la compañía su decisión de cerrar el equipo.
Era tan asturiano como vasco el Euskaltel, con el asturiano Samuel Sanchez de líder durante lustros…
Muchas gracias por el escrito.
Así eramos,una familia.Yo tube la suerte,de tener como director, al igual que el resto de mis compañeros como director al gran Ismael Parajon, mi segundo padre.Ismael era un paisano de los pies a la cabeza.
Todos salíamos a las carreras con ilusión y pundonor,la ilusión de un guaje que sueña con llegar a lo más grande,correr con Perico,Lejarreta etc.En fin no pudo ser pero,pensando pensando éramos felices y no lo sabíamos.
Siempre nos quedarán esas risas,las anécdotas y la maravillosa gente que nos ayudo a soñar que querer es poder.
Me alegro que guste el artículo a alguien que formó parte de aquellos inicios. Muchísimas gracias por tus palabras.
Un artículo muy bonito. Me hace volver a aquellos primeros años de andadura de ese proyecto que intentaban sacar adelante aquellos trabajadores. Enseñándonos unos valores de amistad y cariño
Muy prestoso recordar aquello.
Romminger era un fenómeno
Un bonito recuerdo de mis tiempos mozos…cumplo los 47 el día 8 de enero y me devuelves a cuando corría en la peña ciclista de Navia todos los fines de semana en un concejo asturiano, qué tiempos!
El Clas permanecerá en nuestro recuerdo por y para siempre. Aquellos chavales nunca dejarán de hablar del equipo que nos hacía sentirnos orgullosos de nuestra tierra. Un saludo y gracias.
Gracias por las palabras y Felicidades por tu cumpleaños.
Muy bueno Eneko!!!
Muy bueno Eneko, que recuerdos y días del ciclismo del bueno, en ASTURIES se echa de menos ese equipo de todos los asturianos,gracias y un saludo
Magnífico artículo, me ha llevado a mi juventud, leyendo las gestas de este gran equipo !!!
Me encanta!!! Yo era acerrimu del Clas q grandes años inigualables
Yo estaba en las faldas del naranco. Y me arrepentí de haber ido. No se respiraba un ambiente sano, deportivo. Eran 5 km de botellón. Vergüenza ajena pasé.
En cuanto a la rivalidad Indurain-Rominger era en Asturias un 50-50. Por mucho que el suizo fuese de la casa, Indurain era español y el tour lo gana el país que representa al ciclista vencedor, no a la escuadra donde milita.
Yo estuve en el Naranco ese día sin ser consciente de lo que iba a suponer el acontecimiento y, efectivamente, fue tal cual lo describes. Gracias por el artículo. Los pelos como puntes d’aceru.
Impresionante el Naranco aquel día. Nunca lo olvidaré. Gracias
Enhorabuena y gracias por el artículo. Uno más nacido en la primera mitad de los ochenta y que mientras daba sus primera pedaladas en un pequeño club de Luarca, se siente totalmente identificado con aquello de animar a Rominger antes que a Indurain.
Gran crónica de una época en la que los chavales gritábamaos ante el televisor y amábamos esa manera de sentir el deporte de la bicicleta.
Unes botelles, Asturies, los niños, les niñes y los mamarraches. No mezcles idiomas, copón.
Que guapo fué aquello. Aquellos días en que el Naranco se llenaba, o que en los Lagos no cabía ni un alfiler, tiempos en que los ciclistas se saludaban cuando se cruzaban en la carretera.
El menda también estuvo ese día en el Naranco.Grande Rominger!!!…y su esposa una de las mujeres más guapas que vi en mi vida!!!
En el Naranco estuve aquel día viendo al gran Rominger. Y del CLAS es el único maillot de ciclismo que tengo, el cual he paseado por todos los países que he visitado en bicicleta. Qué recuerdos. El equipo de todos los asturianos, como bien dice Eneko. También me prestó recordar a Jankovic y Stanic. Pedazo de delanteros (la camiseta de Croacia de 1998 con el 13 de Stanic también está en mi colección).
Gran texto!!!
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Asturiano, lo que se dice asturiano… En su origen si, pero sus años de éxitos era un equipo con vascos y un suizo sin ninguna vinculación a España. De hecho cuesta encontrar algún ciclista asturiano de cierto nivel en sus filas, Coque Uría tuvo su mejor rendimiento con los equipos de Maximino, se echó al Tarangu para poner a un novel director como Juan Fernández y además su época de esplendor se reduce a 1992 y 93 y con la fusión con Mapei ya pierde todo lazo asturiano