Acaba de salir de comer Rodrigo Palacio con su familia.
Qué grande, Rodrigo, un amigo, por supuesto.
Diego Milito acaba de aterrizar en Milán en el segundo vuelo de la mañana proveniente de Barcelona, donde la noche anterior había comentado el Barça–Inter de Champions para Amazon Prime. El primero lo perdió, quizás porque aún estaba corriendo detrás de Robin Gosens, queriendo rememorar –en un latigazo de nostalgia– la mítica carrera de José Mourinho en 2010 mientras Valdés trataba de parapetarle.
La cita es en la terraza del lujoso Hotel Meliá en una sobremesa plomiza de esas que tanto gustan a Milán. El estadio de San Siro está a una manzana de allí. Antes de atendernos, se disculpa por el retraso y pide que le dejemos comer rápidamente. También tomarse el café. Esa noche se quedará a dormir en casa de otro amigo: Esteban Cambiasso. Está algo cansado, pero muy contento por el éxito del club nerazzurro en la máxima competición continental. La entrevista comienza justo cuando se queda ensimismado viendo la portada de la revista con las viñetas de Quino, quizás uno de los pocos héroes no discutidos de Argentina.
Tus abuelos son de Calabria
Sí, exacto. Los padres de mi padre eran de Terranova da Sibari, provincia de Cosenza. Luego se marcharon a Argentina por trabajo, y allí nació mi padre. Tengo sangre argentina, italiana y española, porque mi abuelo por parte de madre nació en Pamplona. A los nueve meses se marchó a mi país, pero nació en España, sí. Tuve la suerte de crecer en una espléndida familia, de tener muy cerca el cariño de todos mis abuelos.
Tu infancia fue en Bernal, un barrio de Quilmes (provincia de Buenos Aires), en el seno de una familia de clase media. Si decimos que fuiste pobre se engrandecería aún más tu historia, pero no fue así por suerte. ¿Qué recuerdos tienes?
Éramos de clase media como dices. Teníamos la escuela enfrente de mi casa. Allí hicimos Primaria mis dos hermanos y yo. En Secundaria me fui a otro lugar, a unos quince minutos en coche de mi hogar. Recuerdo mucha escuela y mucho fútbol. Mi hermano Gabi y yo nacimos con esta pasión. Nos lo transmitió mi viejo, que es muy futbolero, aunque jamás fue profesional. Toda mi familia está loca por el fútbol: mi padre es hijo único, pero por el lado de mi mamá, mi tío también es muy futbolero. Mis abuelos, por supuesto. Ellos también lo son.
¿De qué equipo eran?
Los tengo a todos mezclados. El materno de Independiente. El paterno, por su parte, de Racing. ¡Es que mi padre se crio con sus primos y todos eran de Racing de Avellaneda! Gracias a mis primos soy de Racing.
¿Comenzaste a jugar en la calle? Recuerda que si dices que te pasaste lustros en los potreros con el balón todo quedaría mejor.
(Risas) Empecé con mis amigos en la calle, como todo el mundo. Luego en el club Viejo Bueno de Quilmes. Allí jugaba a fútbol siete con mi primo, que era un año mayor. Dos años después, con nueve años, entré en los infantiles de Racing. Ahí comenzó todo. Era muy pequeñito.
Antes de centrarnos en tus dos etapas allí (1999-2004/2014-16), en el Zaragoza o el Inter del triplete… ¿No tienes la sensación que tu explosión fue algo tardía? Es cierto que hoy siguen dando guerra viejos rockeros como Benzemá, Cristiano, Messi o Lewandowski, pero a la edad que tú fuiste el mejor delantero del mundo Van Basten -por ejemplo- ya se había retirado con la mochila llena de scudetti, Copas de Europa y Balones de Oro.
Fue ascendente, con los pasos lógicos. Quizás el reconocimiento me llegó tarde. Debuté en Primera División con casi 21 años, y al Inter llegué con treinta. Todo parece que, relativamente, se dio tarde, pero fue perfecto así. Me siento orgulloso, pero sí, es cierto que en Argentina al menos se debuta mucho más jovencito. Los hay que con quince o dieciséis años ya han jugado muchos partidos.
Naciste en el 79, un año después del Mundial que ganó Argentina contra Holanda en medio de la dictadura del general Videla. ¿Qué te contaron de él?
¿Del Mundial? Fue bárbaro, muy hermoso. Una alegría para el pueblo argentino. Fue nuestra primera Copa del Mundo, además en nuestro país. Lograr eso fue mágico, porque somos un país que vive y respira fútbol. Además, ese periodo con la dictadura fue muy complicado. Era necesario ganarlo.
¿Cómo se gestiona en Argentina la polémica de que ese Mundial presuntamente estuvo comprado? ¡Ni siquiera Cruyff participó!
Nosotros separamos siempre fútbol y política. Está el famoso 6-1 contra Perú, que dio la clasificación. Se habla mucho de todo eso, pero no hay pruebas de nada. Sí de que teníamos una gran selección con un entrenador extraordinario. Ganamos en el terreno de juego, donde corresponde. Si con 1-1 en el marcador Rob Rensenbrink hubiera anotado el tanto para Holanda nadie habría hablado de complots, propaganda del régimen y estas cosas. Por suerte el balón dio en el palo y en la prórroga Kempes hizo lo que tenía que hacer.
El seleccionador era Menotti. Parece que en el mundo siempre hay dos tótems -al menos- en cada campo, y los demás tenemos la obligación moral de elegir. En Argentina, salvo Quino y Gardel, siempre tenéis que decantaros por uno… Entre Cortázar y Borges, el peronismo y su némesis, Messi o Maradona, Menotti o Bilardo. ¿Tú de quién eres?
Es la famosa vieja grieta argentina. No sabemos disfrutar porque nos perdemos en las comparaciones. ¿Por qué no disfrutamos ahora de Messi como antes lo hicimos con Diego? Somos un país que no sabe ser feliz, al menos al cien por cien. Nos cuesta muchísimo. Nos perdemos en tonterías diciendo que Maradona, por ejemplo, tenía más personalidad, cantaba el himno, nos representaba mejor. Ahora Leo ganó la Copa América, y decimos que es un fenómeno. Somos afortunados porque tenemos dos argentinos entre los mejores futbolistas de todos los tiempos, pero no sabemos apreciarlo como se merece. A mí, sin embargo, me llena de orgullo. A Diego lo vi jugar, y de Leo, qué decir, es maravilloso haber sido contemporáneo suyo.
De Bilardo no me dijiste nada.
Conozco a ambos. Bilardo y Menotti fueron dos entrenadores únicos. A Carlos fui a visitarle varias veces cuando era seleccionador. Hablamos de un tipo extraordinario, que te enseñaba con su experiencia, sus consejos, una palabra, una charla. Cuando estaba en el Inter, me lesioné en la rodilla. Entonces me marché a Argentina a recuperarme. Usaba los campos de entrenamiento de la Federación, y allí estaba él, en las oficinas. Me dijo que todas las instalaciones estaban a mi disposición para cuando lo creyera conveniente.
¿Y qué decir de César? Es un libro abierto de fútbol. Cada frase suya es para patentarla, digna de ser compartida con todos los amantes de fútbol. Para ser mejores hay que quedarse con lo mejor de cada uno, pero Argentina aún no sabe. Tiene que aprenderlo, tiene que cambiar para no sufrir tanto.
Me llama la atención que en un país muy desarrollado en el tema del psicoanálisis tenga tanta dificultad para conocerse, aceptarse o modificar lo que pueda ser un agravio para el alma.
No sé darte una respuesta. Nos sucede con todo. Tendemos siempre al conflicto, a generar y alimentar esta grieta. Somos un pueblo hecho así, experto en generar conflictos en lugar de ser solidarios o ligeros. Somos demasiado profundos.
Referente a las comparaciones, en España también somos así. Yo recuerdo que entre mis amigos decíamos: ¿Tú a quién de los dos Milito te llevarías a tu equipo? Casi nadie respondía que a los dos porque la sociedad nos obligaba a elegir. También hoy sucede.
(Risas) En nuestro caso era más fácil, porque uno era defensa y otro delantero. Pero sí, hay una obligación moral de tener que escoger siempre, y así no se saborea casi nada.
Hasta Zaragoza no os encontráis. Porque tú comenzaste en Racing y él en Independiente de Avellaneda.
Cuando llegué a Racing no fue fácil. Estaba, el club, atravesando un periodo complicado, sobre todo económicamente. No disponíamos de instalaciones propias, teníamos que cambiar cada día… Por otra parte, decir que hablamos de una entidad hermosa. Soy hincha, y les tengo un gran cariño. En mi caso, me forjó la personalidad y me hizo desarrollar unos valores que incluso hoy me acompañan.
En Avellaneda ganas el Apertura de 2001 y el Torneo de Transición en 2014, que supuso un epitafio perfecto para una carrera sublime. En aquel club comenzó a entrenar Simeone, y allí también surgió Lautaro Martínez, a quien le comparan contigo ya. Obviando las manidas confrontaciones, dime qué recuerdas de tu primer título allí.
Debuté en el 99. El capitán era Claudio Úbeda. Como delanteros teníamos a Canobbio y el Chelo Delgado. Era un plantel como mucha experiencia. Mi sueño era simplemente debutar en Primera, y fue en Santa Fe. La emoción de decírselo a mis padres fue linda. Hicieron muchos esfuerzos por mí y por mi hermano.
Hoy con esa edad hay jóvenes por los que ya han pagado más de cien millones de euros. Imagino que tú ahí, con 21 años, no eras ni mucho menos rico. ¿Hacia dónde va el fútbol? ¿Hay una especie de desarrollo sin progreso como diría Pasolini?
No tenía mucho dinero entonces, claro. Veo a estos jóvenes, no sé, tú me citabas fuera de grabación a Joao Félix… Y creo que si no tienes equilibrio mental es todo muy difícil de manejar. En mi caso fue clave mi entorno: padres, mi mujer… Es que hay cifras que te pueden confundir, y es lógico. Insisto con el entorno, consultarle para tomar decisiones es clave. Ellos tienen que dar su opinión, porque son después los que te acompañarán, te apoyarán.
¿Quién te llamó del Genoa? Entonces estaba en Serie B
Era enero de 2004, mi representante entonces me comenta la posibilidad de fichar. Su presidente, Enrico Preziosi, quería hablar conmigo. Me chocó, porque yo ya había ganado títulos con Racing y debutado con la Selección. Parecía un paso atrás, porque esas no eran mis expectativas. Todo cambió cuando hablé con el presidente, quien me convenció. Me interesó mucho el desafío. Acepté porque eso suponía irme de mi casa y crecer humanamente como persona. Dejé mi país y maduré muchísimo.
¿Qué te dijo tu padre?
Me preguntó si estaba seguro, porque económicamente no era mucho, la verdad. Es decir, no era algo descabellado que hubiera que aceptar a toda costa. No, ni mucho menos. Lo tomé por el desafío, la posibilidad de crecer y madurar. Mi instinto me llevó allí, sentía que debía ir y punto. Tengo esta sensibilidad desarrollada… Sé dónde tengo que ir. Lo siento. En ese periodo sentía que Génova era el lugar. Tenía casi 25 años, y los primeros meses no fueron sencillos. Tenía que acostumbrarme a un país nuevo, una vida nueva. Dejé la casa de mis padres y me marché a vivir con mi novia a Italia. A los seis meses regresamos a Argentina y nos casamos.
Génova tiene mucho de Argentina.
Sí, pero más para el lado de Boca. Aparte de bromas, se respira mucho fútbol. Es una ciudad histórica de fútbol.
Tras un año y medio te llama el Zaragoza.
Déjame que te cuente lo del Genoa. ¡Ascendimos a Serie A!
Sí, pero al club le descienden por amaño de partidos.
Bajamos a Serie C. Habíamos hecho un gran campeonato. Yo era el goleador del equipo, así que llegaron muchas propuestas. Hago la pretemporada con ellos aún con la incertidumbre de qué sucederá, si le bajarán o no. Sí, finalmente lo hacen. Entonces Preziosi me dice que tiene que venderme porque no podía jugar en Serie C.
¿Sólo te llama el Zaragoza de España?
Sí, porque allí estaba mi hermano. El director deportivo era Pedro Herrera, que me conocía de Racing. Justo se había marchado David Villa al Valencia, así que necesitaban un delantero. Todo era perfecto. No sólo por ir a la Liga española, muy linda, sino poder jugar por vez primera con mi hermano en un club. Antes lo habíamos hecho en la selección solamente. Disputamos muchos derbis como rivales, pero juntos era una ilusión para nosotros y toda la familia. Él me llamó muchas veces para convencerme. Me dijo que la ciudad era hermosa, el club espectacular, que lo querían mucho. Sabía que ese era mi lugar. Me encantaba la idea porque era un club histórico. Además, allí también estuvo el Kily.
Sánchez, Zapater, Gabi, Álvaro, Ponzio, Generelo, Óscar, Celades, Cani, tú y Ewerthon. ¿Te suena esta alineación?
Sí, fue el mítico partido de Copa en La Romareda contra el Madrid de los Galácticos. Temporada 2005-06. Ganamos 6-1 con cuatro goles míos. Nuestro entrenador era Víctor Muñoz.
En la vuelta perdéis 4-0, pero alcanzáis la final y caéis derrotados contra el Espanyol. ¡Increíble!
Sí, porque eliminamos al Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid. Se lo comentaba ayer a Julio César y Seedorf mientras retransmitíamos el Barcelona-Inter para la tele. ¿Qué quieres que te diga? Así de lindo es el fútbol. Nos faltó culminarla, pero la gente ese año disfrutó mucho del camino. Mucho más en Zaragoza, una ciudad muy copera. La gente se acuerda aún de esa Copa.
Sí, exacto. Se acuerda de tus cuatro goles, del fútbol de ese Zaragoza. Casi más que del campeón. Yo lo tuve que buscar incluso.
Sí, por supuesto. Cada vez que vuelvo a Zaragoza me rescatan ese partido. La gente lo tiene marcado, muy presente. Me paran, me piden que hablemos de esa noche. Hicimos un partido perfecto. Maravilloso.
Después llega Víctor Fernández, con quien estás dos años. Siempre le gustó el buen fútbol.
Gran entrenador. Hacía jugar muy bien al equipo. Le gustan los buenos jugadores, y tenía muy buena relación con los argentinos. Le encanta nuestro país. Construyó un equipazo. Mi segundo año de Zaragoza fue alucinante. Teníamos a D’Alessandro, Aimar, Sergio García, Piqué, mi hermano, Juanfran, Diogo… Entramos en la UEFA. Terminamos sextos en el campeonato, y en eso tuvo que ver mucho Víctor.
Ese equipo me recuerda al Villarreal de Pellegrini.
Sí, pero no pudimos jugar nunca la Champions como ellos.
Los puristas del resultado aún echan en cara a ese Zaragoza, como el Villarreal del Ingeniero, que no ganara nada. ¿Te pesa?
No es fácil ganar ni siquiera con los clubes grandes. No nos tocó vencer, pero sí disfrutar.
Pablo Aimar fue, quizás junto a Riquelme, el primer nuevo Maradona. ¿Cuánto le hizo mal esto? Parece que sólo Leo soportó esa tremenda losa. Cuando se retire, eso sí, comenzarán con el nuevo Messi. La gente se mueve por clichés y estereotipos, sobre todo en el periodismo.
Es la tendencia del fútbol, de la vida. Eso un jugador lo lleva muy mal. No me gustan las comparaciones, reniego de esto. Cada uno tiene su impronta, su estilo… Ayer me decían de Lautaro Martínez… No, no se parece a mí. Puede tener similitudes, pero hay muchas variantes, muchos contextos. Hay que disfrutar de cada momento, cada jugador. Es lo más justo.
En Zaragoza tu hermano y tú erais los mejores. Gabi, antes de ir allí, fue descartado por el Madrid a causa de una presunta lesión de rodilla. Luego, ya en el Barça, se lesiona de gravedad el último año de Rijkaard. Recuerdo muchos comentarios dañinos diciendo que el Madrid tenía razón. ¿Cómo vivió tu hermano todo eso?
En junio de 2003 viene el Madrid a buscarlo. En las pruebas médicas le encuentran algo, aunque no se sabía muy bien qué. El caso es que lo descartan. Luego llegó el Zaragoza, donde jugó cuatro años sin problemas a un nivel altísimo. El primero incluso le ganó la Copa del Rey al Real Madrid. 3-2, con el tanto decisivo de Huesitos Galletti. Después lo compró el Barça, donde alcanzó la semifinal de Champions contra el Manchester United.
Sí, pero ¿cómo vivió esos comentarios desacertados y ventajistas?
Muy mal, con muchísimo sufrimiento. También toda la familia sufrió mucho con él. Era una frustración terrible, agravada con estos comentarios, exacto. Tuvo mala suerte con esta lesión, le costó mucho recuperarse. Fue duro para su mujer, sus hijos, mis padres… También para mí, lógicamente. Veías el esfuerzo que hacía para estar bien y se te partía el alma como hermano.
Guardiola le espera. Con el Barça ganó las dos Champions. Fue su premio.
Sí, él está muy agradecido a Pep. Cuando se lesiona, Guardiola acababa de llegar al club. Fue a visitarlo y le dijo que iba a esperarlo, que contaría con él, que no tuviera prisa. Le tiene respeto porque se portó muy bien con él en un momento durísimo, de mucha dificultad.
En ese momento que tu hermano va a Barcelona a ti te quiere el Madrid. ¿Es cierto?
Sí, antes de volver al Genoa y luego al Inter, el Madrid se interesa por mí. Tuve la posibilidad de ir, pero no sé qué sucedió al final. El Madrid ganó la Liga de Capello, y yo quedé segundo máximo goleador tras Van Nistelrooy. Era mi segundo año con los maños, llegó Schuster como entrenador y pude fichar por ellos. Pero bueno, no me arrepiento de nada.
Un año más en Zaragoza y te ficha el Genoa nuevamente, donde sigues marcando goles
Juego un año. Coincido con Thiago Motta. Quedo segundo máximo goleador solo por detrás de Ibrahimovic. Di Vaio y yo empatamos en el segundo puesto, pero después llega el Inter. La cima total. Disfruté mucho ese año en Génova, con ese derbi hermoso que parece inglés. La ciudad vive para este partido. Recuerdo que cuando fiché, en agosto, ya me preguntaron por la fecha del derbi della Lanterna con la Sampdoria, que era en diciembre. Fue fantástico. Quería volver allí para cerrar un círculo. Ese año gané los dos derbis con Gasperini en el banquillo. Un grandísimo entrenador que también sufrió la difícil herencia de Mou en el Inter. Es extraordinario, y se ve a día de hoy en el Atalanta.
¿Te llamó Mourinho?
Ya en enero se hablaba que me querían, pero Preziosi no dejaba marcharme a mitad de año. Sí al final. Era 2009, y sí, José me llamó cuando ya era todo oficial. Me dio la bienvenida, me habló del club, me dijo qué me iba a encontrar, qué iba a querer de mí. Estuvo muy amable. Me preguntó si quería jugar con la camiseta 22… Estuvo muy cariñoso. Le aprecio por todo lo que me enseñó y transmitió. También por la posibilidad de poder llegar a un gran club.
En el Inter partes con ventaja. Allí están Zanetti, Cambiasso, Samuel…
Eran y son amigos. Tengo contacto permanente con ellos. Ese Inter viene de ganar el scudetto con Mourinho, pero quizás eso ya se le quedaba pequeño porque con Roberto Mancini ya había logrado muchos.
Se va Ibra y llega Eto’o. ¿Estás de acuerdo con que ese Inter no partía ni siquiera entre los tres-cuatro favoritos para logar la Copa de Europa?
Sí, por supuesto. Éramos un gran grupo. Te recuerdo que también fichamos a Sneijder, de gran calidad y experiencia en Champions como el propio Samuel. Se integraron en un bloque que venía de lograr cuatro campeonatos consecutivos. La Champions el Inter la quería, y es cierto que necesitaba dar un paso más. Se dio todo perfecto, todas las piezas encajaron, se alinearon los planetas, cada jugador hizo lo que tenía que hacer… El resultado fue un triplete histórico.
¿Cómo es el poder de seducción de Mourinho?
Enorme. Te convence de lo que quiere. Tiene esa virtud. Se adentra en lo más profundo de ti, gestiona los momentos difíciles muy bien, es un ganador… Sabe cuándo reñir y acariciar. ¿Sabes? Mourinho, dicho metafóricamente, sabe acariciar muy bien. Otra cosa es lo que pensáis vosotros desde fuera. Dentro es cercano, ameno, atento, único.
¿Te da rabia cuando escuchas que ese Inter era todo táctica, todo defensa? Lo que sí es cierto es que Eto’o y Pandev jugaban de laterales en muchos partidos.
Yo animo a los críticos a ver los partidos de ese Inter sin prejuicios ni clichés. Yo lo veo al revés, porque creo que jugábamos con cuatro o cinco delanteros: Samuel, Pandev, Sneijder, Maicon y yo. La virtud del Inter, de Mou fue que los futbolistas ofensivos tuvieran sacrificio defendiendo. Para lograr todo eso era necesario anteponer el nosotros al yo. Éramos muy solidarios… E insisto: teníamos un corte mucho más ofensivo que defensivo.
¿Cómo se convence a Eto’o, todo ego, a jugar atrás? Para más inri, ese año tú eres el máximo goleador del club. Killer en la Serie A y anotando goles en las finales de Champions contra el Bayern y de Copa contra la Roma. No tuvo que ser fácil para Samuel aceptar ese papel de gregario.
Eto’o es y ha sido un grande de verdad, pero sobre todo por todo esto. Más incluso que por sus treinta goles y lograr un triplete con Guardiola. Llegó y se puso a disposición del equipo. Jugó de lateral izquierdo y lo hizo sin problemas. Es grande porque nos hizo ganar títulos. Su actitud siempre fue ejemplar, jamás tuvimos problemas de ego. Mourinho nos convenció a todos que era necesario así para ganar.
Pero no tuvo que ser fácil para él tener ese rol aparentemente secundario.
Mira, te voy a decir una cosa… Ver a Eto’o saliendo de la zona donde siempre fue determinante, el área, para ponerse a disposición del equipo fue algo emocionante, de lo más bonito de ese año. Defendía, atacaba, marcaba. Recuerdo el 0-1 en Stamford Bridge con gol suyo jugando de lateral. Era el Chelsea de Ancelotti, uno de los favoritos para la victoria final tras el Barça. Ahí fue la primera vez que nos creíamos de verdad que podíamos ser campeones. Precisamente viendo ese partido del camerunés. Eso es un ejemplo también para jóvenes, que si ven a una super estrella corriendo por el lateral, con ese sacrificio, esa humildad… Algo mágico.
Balotelli no lo captó.
Era singular. Era un chico con un carácter difícil. Con virtudes y calidad increíble, pero complicado.
¿Qué os dijo Mourinho tras la derrota en el Camp Nou y la clasificación para la final? La noche de la mítica carrera. Ahí ya estaba fichado por el Madrid.
No lo sabíamos en ese momento. El vestuario era todo ilusión. Preparamos muy bien el partido, y él nos dio tranquilidad en la previa. Eso quiero destacar. Antes de nada, decir que esa noche el estadio estaba muy exaltado, muy nervioso, era un clima muy agresivo. En el banquillo estaba Mourinho, junto a él se sentó Figo, la final iba a ser en el Bernabéu… Estaba ese condimento importante.
También sintieron, los culés, que en la ida el árbitro les robó. Tu gol fue en fuera de juego.
Sí, bueno. Mourinho nos dijo que persiguiéramos el sueño, porque la gran diferencia que teníamos con el Barça es que la Champions para nosotros era un sueño y para ellos una obsesión. Creo que era realmente así. Ellos estaban obsesionados, de hecho lo han reconocido muchas veces. En nuestro caso, se fue construyendo ese sueño. Comenzó tras ganar los dos partidos al Chelsea en octavos y culminó en el Bernabéu.
Sorprende escuchar a Mourinho decir “salid y disfrutad del sueño”. Algo así dijo Cruyff a sus hombres en la final de Wembley contra la Sampdoria.
Fue así. Nos pidió que nos divirtiéramos con ese sueño. Le hicimos caso como se pudo ver.
Doblete en la final. Para mí en ese momento eres el delantero más en forma del panorama mundial. Lo curioso es que no entras en la lista del Balón de Oro. A pesar de todo, ¿Qué sientes? Se ven imágenes emotivas con tus niños en el césped del Bernabéu. Zanetti llorando, Eto’o también, Moratti, el sueño anhelado de Moratti…
Difícil explicarlo en palabras. Tenía treinta años. Fue como tocar el cielo con las manos. Mi sueño, uno de ellos, fue también debutar en Champions, pero jugar un partido, ni siquiera ganarla. Lo comentábamos con mi hermano cuando era pequeñito y vivíamos en Argentina. Quiero destacar también que una de las cosas que más felicidad me provocó fue ver a Moratti así de feliz. Su padre ya la ganó en los tiempos de Helenio Herrera. Sé lo que luchó para poder ganarla. Él sí que la deseaba. Era nuestro padre Moratti, un presidente extraordinario, siempre presente.
Lo que fue sorprendente es lo rápido que se disuelve ese equipo. Llegó Rafa Benítez. Se hablaba de un posible motín en contra del entrenador liderado por Materazzi.
Nada, nada. No hubo motín. Era un equipo de una cierta edad, con ciertos vicios buenos, pero vicios, al fin y al cabo. Un bloque con mucha experiencia, y Rafa quiso implementar algunas cosas que no cayeron del todo bien. Aún así ganamos el Mundial de clubes y la Supercopa de Italia. Al año siguiente también la Coppa. Lógicamente bajamos el nivel, pero ganar tripletes no es fácil. Fue difícil mantenerse ahí arriba.
¿Qué vicios? Bueno, sé que no me los vas a decir con pelos y señales.
Maneras de entrenar, metodologías… Él tenía una metodología más grupal… De lo que no hay duda es de que Rafa es un grandísimo entrenador.
¿Mourinho te quiso llevar al Madrid?
Sí, tuvimos charlas. A él le habría gustado porque me lo dijo, pero sabía que el Inter no me iba a dejar ir.
Tú sigues marcando goles. En 2012 anotas un póker al Palermo. Terminas con 28 tantos. Lo curioso es que ningún entrenador se consolida ahí. ¿Por qué? La sombra de Mou era tan grande como la de Guardiola en el Barça o será la del Cholo en el Atlético. ¿O me equivoco?
Sí, además de los mencionados Benítez y Gasperini, pasan Ranieri o Stramaccioni. No es fácil ser eternamente competitivo. El bloque era veterano. Yo a medio plazo tenía la idea de volver a Argentina.
En ese Inter aparece un joven con talento. Coutinho, ¿cómo era?
Jugador extraordinario y un chico de oro. Al menos el futbolista que yo conocí en el contexto Inter. Técnica exquisita, un fenómeno. Se vio también en el Liverpool. Era joven, y nos ayudó muchísimo en esos meses.
Parece ser que no irá al Mundial con Brasil. Tú sí jugaste un Mundial: Sudáfrica 2010, con Maradona como seleccionador. ¿Qué me puedes contar de él que aún no sepamos?
Cuesta hablar de Maradona en pasado, que ya no esté aquí. Fue el ídolo de todos, deportivamente hablando. Después tuve la oportunidad de conocerlo en profundidad. Un tipo con gran corazón, gran persona. Tal vez haya muchos maradonas, y que cada persona haya conocido el suyo propio. Yo creo haber conocido al verdadero. Todo bondad.
Recuerdo que en el Mundial debutamos el 12 de junio contra Nigeria. Ganamos 1-0. Estamos en el vestuario, se apagan las luces y llegan con una tarta mientras todos me cantan feliz cumpleaños. Luego se acerca Diego, mientras yo soplaba las velas, y me da un regalo envuelto en papel de periódico. Pensaba que me estaba tomando el pelo. Lo abrí y era su pendiente. Un gesto extraordinario, único. Aun hoy lo conservo. Le define como persona.
Una religión en vuestro país, El Pelusa. Por cierto, ¿Por qué el Papa aun no ha visitado Argentina desde que preside la cátedra de Pedro? Hay muchos argentinos que no le quieren. Volvemos a lo de la grieta.
No ha venido a Argentina, es cierto. Quizás haya gente que no le gusta el Papa, pero para muchos es un orgullo. Seguro que alguna vez vendrá. Además, es muy futbolero.
Unas desavenencias con el presidente de Racing (el español Víctor Blanco) hizo que dejaras tu cargo de secretario técnico hace un par de años. Así podrás gozar tranquilo del próximo Mundial en tu Argentina natal. Hoy la gente allí se divide, políticamente hablando, entre pro Macri o liberales. Entre un sinfín de cosas. ¿La victoria final en Qatar podría minimizar ese daño?
La grieta en Argentina no tiene fin. Hace daño y mucho. Creo que el fútbol une, porque la gente se olvida del fanatismo ideológico para un lado u otro. Ojalá pueda ganar el Mundial.
En ese caso, ¿Scaloni sería bilardista o menottista?
Scalonista. Hay que salir ya de esa disyuntiva.
Bueno, siempre quedarán Quino, Carlos Gardel… Y quizás Evita.
Gracias, me tengo que marchar.
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Como interista echo una barbaridad de menos al Príncipe. Ya me encantaba de su paso por Racing, Genoa y Zaragoza, por eso nada más confirmarse su fichaje como nerazzurro me compré su camiseta de ese curso. La del Triplete. Un crack, además en Racing dejó un legado muy importante, más incluso en la faceta como director deportivo modernizando el club en ese aspecto, que como jugador, y eso que salió bicampeón.
Saludos.
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