Es ley del fútbol que los grandes jugadores, tras su retirada, regresen a los banquillos como entrenadores. Di Stefano, Beckenbauer, Cruyff… son solo algunos ejemplos de los que han recorrido el camino de ida y vuelta a los vestuarios. La cuestión determinante es la comprensión profunda del juego. No solo hace falta una carrera dilatada vestido de corto, también haber ocupado posiciones en el terreno de juego que permitían una visión del fútbol desde una perspectiva privilegiada, difícilmente se puede obtener un conocimiento táctico mejor de otra manera.
Si jugaron en equipos punteros o en selecciones que llegaron a lo más alto, obviamente también su experiencia en situaciones de alta presión es fundamental para gestionar a chavales que se enfrentan al miedo escénico de partidos de máxima tensión.
A los clubes también les gusta incorporar a sus leyendas. En términos de marketing y atractivo para los fans son un win-win. Si conocen las estructuras de los equipos, también a los personajes que habitan en ellas con largo recorrido, lo tienen más fácil para gestionar mejor a los jugadores.
El fútbol de los años 10 vio brillar como entrenadores a exjugadores de la talla de Pep Guardiola, Zinedine Zidane. Fueron estrellas indiscutibles en los 90. En la posición de Guardiola no hubo nadie que alcanzase su nivel en todo el mundo. Zidane, considerado el mejor jugador del mundo de su tiempo, ganó un Mundial y regaló otro con el brillo y las extravagancias que solo pueden permitirse los genios.
Luego, como entrenadores, si Pep Guardiola manejó los hilos de posiblemente el equipo que mejor ha jugado en toda la historia, Zidane con menos estética, apostando por la competitividad, consiguió que su Real Madrid fuese el único equipo del mundo en ganar tres veces seguidas la Champions desde que fue reinstituida en 1992.
En los años 20, como en una rueda sin fin, el que se ha incorporado ha sido Xavi Hernández, que no tardó en ganar una liga con el Barça. Y ahora hay un nombre que empieza a verse en el horizonte del Real Madrid, su mítico centrocampista Xabi Alonso. Ambos fueron campeones de Europa y del mundo con España y supieron lo que era levantar una Champions.
Alonso empezó su andadura en los banquillos de la elite en el Bayer Leverkusen en octubre de 2022. Antes se había iniciado en los sub-14 del Real Madrid. Consiguió que ese equipo de chavales de categorías formativas fuese campeón, lo que le sirvió para volver a su casa original, Zubieta, en San Sebastián, para hacerse con el filial de la Real Sociedad, uno de los más fecundos de España.
No obstante, ha sido en la Bundesliga donde ha dado el puñetazo en la mesa. Su equipo está en lo más alto de la competición y eso supone una visibilidad inaudita. La razón es fácil de explicar. Desde la temporada 2012-13, el Bayern de Munich ha ganado todos los campeonatos nacionales de liga alemanes. Once seguidos. Si con 11 jornadas disputadas el equipo de Xabi Alonso sigue en cabeza de la clasificación, cada semana es un espectáculo comprobar si seguirá manteniendo la distancia con el Bayern, que ya le acecha en la segunda posición.
Basta comprobar los nombres que hemos ido mencionando en este texto para advertir que algo tienen los centrocampistas, que suelen brillar después como entrenadores. Dice el cliché que deben comprender todos los aspectos del juego y tener una visión táctica integral, pero hay algo mucho más importante. Es el rol de cerebro de sus equipos. Son los que suelen tomar las decisiones. Los que establecen las estrategias de recuperación tras pérdida, los que inician los contraataques, los que echan el equipo arriba o lo mantienen atrás cuando hay que apurar los minutos de un partido con el marcador a favor.
Con tanta experiencia en la elite desde ese lugar del campo, el Xabi entrenador a llevado a cabo una transformación impresionante en Leverkusen. En trece meses, un equipo que estaba para descender ahora ocupa los primeros puestos. El fútbol alemán es uno de los más divertidos del continente, pero Alonso ha vuelto a las esencias germanas y ha implantado un juego posicional, una organización táctica férrea, con precisión en los pases, sin rifar un solo balón y jugando, ni más ni menos, como era él, no muy rápido, pero implacable y eficaz. Las características más codiciadas por los alemanes.
Si las cosas salen sobre el césped, la moral sube como la espuma y ahí se ha visto que Alonso también tiene mimbres como motivador. Su equipo ahora mismo está luchando por un campeonato con el cuchillo entre los dientes. Parece un barco pirata al asalto, se saben inferiores al todopoderoso Bayerm, pero el español ha logrado que el viento que no sopla de cara, se convierta en motivación. Les ha hecho crecer en la adversidad.
Han pasado muy pocos meses, apenas un año, pero todas las miradas se han posado en él. El enigmático Ancelotti no es un valor seguro. Es tan probable que acabe el año con títulos como que deje al club de vacío. La incertidumbre es cada vez más frecuente en la masa social madridista y ahí Xabi Alonso ha aparecido en todas las quinielas.
Se empieza a hablar de Xabi Alonso como el principal candidato para suceder al italiano. Alonso tiene una cláusula de rescisión en su contrato actual, que llega hasta 2026, que le permitiría dejar el club si se presenta una oportunidad adecuada. Una tan importante como la del club de su vida, que a la vez es uno de los banquillos más deseados del mundo. Los próximos meses serán clave para comprobar la solidez del «milagro alemán» del vasco.
Si todo transcurre como en los últimos trece meses, no cabe duda de que el banquillo del Madrid, del que se tiene cada vez más claro que Ancelotti lo abandonará en 2024 para marcharse a Brasil, tiene un candidato de los que le gustan al fútbol: los que ya han sido leyenda vestidos de corto.
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