Pese a las dificultades que conlleva que el Consejo Superior de Deportes no reconozca el Ultimate Frisbee como deporte, España ha brillado en el Mundial de Ultimate Playa celebrado en Hunington Beach, California, con la participación de 45 equipos nacionales. Todas las selecciones del equipo nacional consiguieron medalla, un éxito histórico si se compara con el número de licencias.
En la categoría Open, la selección ha sido plata. El equipo por fin logró superar el fantasma de los cuartos y realizó un torneo en el que se aferró a su competitividad, especialmente en los cruces, salvando en un gol de oro un partido contra una Francia casi perfecta en ataque y cayendo solo en la final ante una Estados Unidos intratable por 13 a 7.
Este éxito comenzó a gestarse en 2017, cuando España terminó quinta en Royan, tras muchos años remando, trabajando en precario y con voluntad personal. Estados Unidos es el líder mundial de este deporte. La selección femenina logró el bronce en su categoría derrotando a Filipinas en la final por 11 a 8. Y la selección mixta también consiguió la plata. Fue derrotada en la final por Francia por 9-12, en la que fue su única derrota en todo el torneo.
En una conversación posterior al torneo entre seleccionadores, alguien preguntó a un técnico estadounidense cuántas licencias creía que había en España después de ver el nivel que había mostrado la selección. Calculó que en torno a doscientas mil. Sin embargo, la realidad es que en España hay unas mil frente a las cuatro millones que tienen en Estados Unidos.
España venía de enviar siete selecciones a los europeos de Portugal de 2019 y conquistar seis medallas. Es una potencia mundial en Ultimate Frisbee playa. Sin embargo, el CSD no lo reconoce como deporte. Esto supone un problema, como ocurre en tantos otros deportes semi-profesionales, para afrontar los entrenamientos y, sobre todo, los grandes torneos.
Un trabajador convocado por una selección nacional, aunque la empresa no cubra los gastos de los días que falta, tiene derecho a cogerse esos días. Si el deporte no está reconocido, la ley no tiene efecto. Por este motivo, España, aunque ha logrado un éxito histórico en California, lo ha hecho también con grandes ausencias, lastrada por los altos costes, asumidos por los propios desportistas, y la falta de apoyo.
Todo esto ocurre en una época en la que el deporte olímpico está transformándose. Muchas especialidades tradicionales están en el punto de mira, como la marcha, al mismo tiempo que surf y skate han alcanzado su reconocimiento y béisbol, softbol, cricket, flag football y lacrosse están a un paso de colarse en Los Angeles 2028. El COI ya reconoció el ultimate en 2015, aunque no ha conseguido todavía ser incluido en los programas de las próximas citas olímpicas.
Si hubiera una estrategia audaz en el deporte español, esto es, a largo plazo, se tendría en cuenta una modalidad deportiva en la que no solo se están viendo resultados impresionantes en España, es que, además, este es un país idóneo para la explosión de este deporte por sus kilómetros de playa con libre acceso garantizado por la Constitución. Pocos países pueden presumir de esta situación, que debería ser explotada al máximo por las autoridades. Pero ahora mismo la Federación Española de Disco Volador (FEDV) es alegal y no puede acceder a ningún tipo de ayuda.
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