El dominio económico de la Premier League al que hemos aludido en ocasiones anteriores en Jot Down Sport, se puso de manifiesto durante los 30 días en los que todos los equipos intentan solapar sus miserias y sus errores con fichajes rimbombantes, extraños, encarecidos o desconocidos. Hablamos del mercado de invierno, amigas y amigos. Ese zoco persa en el que un souvenir cuesta (que no vale) lo mismo que un jarrón de la dinastía Ming.
Este enero hemos asistido a un nuevo giro de tuerca. Si los Lannister se jactaban de pagar siempre sus deudas, la Premier se ha propuesto financiar a todos los ejércitos de los 7 reinos y pertrecharlos para un final de temporada con muchos frentes abiertos. El gasto de fichajes en Inglaterra ha sido de 829,81 millones de euros. Una inversión que aplasta al realizado por el resto de las grandes ligas europeas. En Francia se han gastado 131,40 millones, la Bundesliga desembolsó 68,27 millones; mientras que en LaLiga los clubes sacaron la chequera para expender 31,88 millones. La última de las grandes competiciones europeas de la regularidad en cuanto a gasto, fue la italiana con 31,22 millones. El dato es más bestia si vemos que la suma del montante en Francia, Alemania, España e Italia es de 262,77 millones. Un sumatorio insignificante comparado con el de una Premier League grande y poderosa como Gregor Clegane.
Según la rama deportiva del gabinete de auditoria británico Deloitte, la Premier League ha roto ampliamente su techo de gasto en transferencias invernales. Deloitte afirma que este monto histórico es superior en un 90% al precedente récord que databa de 2018 y casi tres veces más importante que el gastado el año pasado. Añadiendo gastos efectuados durante el mercado de verano (2.200 millones de euros), los clubes de la Premier League desembolsaron 3.100 millones de euros en la temporada 2022/2023, lo que es también un récord. Dentro del mercadeo y del festival de euros (despilfarrados) hay un claro protagonista. Si la Premier es de la Casa Lannister, el Chelsea es Lannister por parte de padre y de madre (algo tienen que decir Cercei y Jamie, seguro).
Los inquilinos de Stamford Bridge han roto la banca y han gastado 359,5 millones de euros. El total de la temporada, incluyendo el mercado estival, linda los 600 millones. Ya no es que los «blues» hayan gastado más que las ligas española, francesa, alemana e italiana juntas; es que, si sumásemos el gasto de las ligas portuguesa y neerlandesa, seguiría superando la inversión en fichajes. Además, tiene cuatro incorporaciones entre las 10 más caras del mercado de invierno; siendo la del argentino Enzo Fernández la transferencia más alta con 121 millones de euros.
El nuevo propietario del club, el estadounidense Todd Boehly, se ha propuesto dejar la inversión de su antecesor, Roman Abramovich, como una zapatilla rusa —nunca mejor dicho—. El tema es tan impactante que desde estamentos como LaLiga, se ha denunciado públicamente que la Premier League es una competición «dopada» económicamente.
Vamos a poner un poco de luz sobre esto: Cada liga tiene un reglamento de control diferente y, aparte, la UEFA impone en sus competiciones que los clubes participantes deban cumplir el famoso fair play financiero. Valga como ejemplo que en España hay un límite salarial. Se habla mucho de ello, pero tampoco se tiene el conocimiento exacto de qué es. Bien, textualmente según la web de LaLiga: «Los conceptos que se incluyen en el límite de coste de plantilla deportiva inscribible y no inscribible son: salarios fijos y variables, seguridad social, primas colectivas, gastos de adquisición (incluidas comisiones para agentes) y amortizaciones (importe de compra de los jugadores imputado anualmente en función del número de años de contrato del jugador)».
Por el contrario, en el fútbol inglés la regulación se ciñe al control de pérdidas. los clubes pueden perder 105 millones de libras —casi 118 millones de euros— durante un período continuo de tres años. Las reglas de la UEFA son diferentes, y solo permiten 53 millones de libras —casi 60 millones de euros— durante ese trienio.
Los últimos resultados financieros del Chelsea mostraron pérdidas de 387 millones de libras (casi 435 de euros) en tres años, pero el impacto de la COVID-19 en los ingresos ha provocado una relajación de las regulaciones, además de las ventas de futbolistas realizadas, que dieron aire sobre todo los dos pasados veranos. Entonces, ¿cómo puede el Chelsea «saltarse» esa normativa de la UEFA (la de 60 millones de pérdidas en un trienio)? La clave está en la amortización de los fichajes.
Vamos a poner un ejemplo práctico para entenderlo. El del ucraniano Mudryk. Hay que mencionar que por el fair play se entiende la división del coste total del traspaso del jugador entre el número de temporadas que firma con el club. De este modo, si Mudryk ha costado un total de 100 millones de euros en el Chelsea con un contrato de 8 temporadas y media, hace que el cómputo en el fair play del jugador sea de sólo 12,5 millones por temporada, un coste inferior al que hubiera supuesto firmar un contrato de 5 temporadas con su nuevo equipo.
Esto no deja de ser controvertido —incluso se podría pensar que raya lo temerario— pero legal… hasta ahora. Tal ha sido el impacto y el malestar en el mundo del fútbol que ha generado la actitud del Chelsea, que la UEFA —es como la policía, no es tonta— se ha puesto en plan: «Aquí huele como que han fumado» y ya ha avisado que la reglamentación cambiará y no se permitirán los contratos superiores a las 5 temporadas. Evidentemente esto no puede aplicarse de manera retroactiva y no afectará a lo que el Chelsea se ha gastado en este mercado.
En lo deportivo también tenemos que hacer referencia al Chelsea. Los de la Casa del León atraviesan una situación crítica. Alejados —mucho— de los puestos que dan acceso a la Champions League y con un Graham Potter cuestionado por la parroquia local. Las llegadas de Mudryk, Enzo Fernández, Badiashile, Madueke, Malo Gusto, Datro Fofana, Andrey Santos y Joao Félix, dotan de una profundidad de plantilla digna de la fosa de las Marianas a la hora de buscar la remontada. Sin embargo, los resultados siguen sin llegar; el nerviosismo se perpetúa y los hinchas empiezan a pedir «fuego valirio». Con la inversión —y el riesgo— realizada, la no entrada en la máxima competición continental abocaría al club a una situación… vamos a decir que complicada.
En Desembarco del Rey también alegría. La encarnada en el Arsenal. Un líder sólido que se ha reforzado muy inteligentemente con el desconocido polaco Kiwior, Jorginho y Trossard. El centroeuropeo refuerza la zaga (talón de Aquiles tradicional de los de Arteta), con Jorginho el técnico guipuzcoano obtiene un perfil en el centro del campo que encaja a la perfección con sus demandas a la hora de jugar la pelota y la llegada de Trossard, dota de frescura y alternativas a una delantera que, pese a la irrupción de Nketiah, se veía limitada. Los «gunners», en mi opinión, salen bien reforzados de este mercado.
Nos vamos a ir más al sur para analizar el mercado del Brighton. Atendiendo a su historia, de la que también hemos hablado aquí, el lema de la Casa Greyjoy: «Lo que está muerto, no puede morir» los va al pelo. Los parias con los que nadie contaba y que están haciendo historia, disputando los puestos que dan acceso a Europa. No sólo están en clara disposición de conseguir billete a la Europa League, es que mantienen intactas las opciones de entrar en Champions.
La consigna sigue siendo la que les está llevando al éxito. Fichar jóvenes valores por explotar y tener un ojo puesto en el continente americano. Cruzar el Mar Angosto no es problema para las gaviotas y de allí se trajeron a una perlita como Facundo Buonanotte, desde Rosario Central. En las frías aguas escandinavas pescaron al mediocentro de 19 años turco-sueco Yasin Ayari.
Drama en la fábrica de caramelos. Un Everton al que se le va la vida por momentos y que vive en una neurosis permanente, no fue capaz de fichar a nadie e incluso perdió a uno de sus baluartes: Anthony Gordon. El extremo se marchó al Newcastle. Muy preocupante situación para un histórico que, por no reforzarse, no pudo ni siquiera traer a un agente libre como André Ayew —que terminó yéndose al Forest con el mercado ya cerrado—. Todo esto tras ver como Danjuma pasaba reconocimiento médico con los «toffees»… para, acto seguido, terminar recalando en el Tottenham.
En Leeds la cosa está complicada. Desde que Bielsa dejó de hacer su magia, los norteños bailan a la luz de la luna con ese diablo llamado descenso a Championship. Quieren olvidarse de la danza macabra y para ello han efectuado tres incorporaciones; una por línea: Rutter, Wöber y McKennie. Sólo el último nombre, centrocampista estadounidense proveniente de la Juventus, aporta cierto optimismo. La llegada de Javi Gracia al banquillo de Ellan Road creo que aporta un poco de luz al final del túnel… esperemos, por su bien, que esa luz no sea cosa de alguien que ha dicho «Drakaris» al otro lado del túnel.
En el Liverpool siguen con su política de «puño cerrado». No, no va por la tradición socialista de la ciudad sino por lo de no gastar un clavel. Los propietarios tienen cocodrilos en los bolsillos y así es complicado reforzar un equipo que se está mostrando, esta temporada, agotado física y mentalmente.
Los de Anfield se han reforzado con Gakpo. Una opción de ataque muy interesante pero que no cubre el déficit del equipo de Klopp en el centro del campo. Días de vino y rosas en la zona roja de Manchester. El United, haciendo una gran campaña, se ha reforzado con dos jugadores dispares como son Sabitzer y Weghorst. El austriaco (Sabitzer) amplía la nómina de centrocampistas y aporta a Ten Hag un perfil necesario en la plantilla. Por otra parte, la incorporación del delantero neerlandés sorprendió, ya que su paso previo por el Burnley fue más que discreto y no parecía un futbolista del nivel requerido en Old Trafford.
Evidentemente, por algo Ten Hag es entrenador del Manchester United y yo un juntaletras. Las primeras apariciones de Weghorst en el equipo han mostrado un jugador que se acopla perfectamente al esquema propuesto por el míster y que aporta un trabajo tremendo —no en forma de goles, sino de lectura del juego— para que brillen sus comp00añeros en el ataque.
El «Rey en el Norte» del mercado es el Nottingham Forest. En el bosque de Sherwood han tenido que construir cabañas adicionales para acoger a los 29 nuevos integrantes del plantel —sumando periodo de fichajes estival e invernal—. Pese al dubitativo inicio de temporada, los «tricky-trees» han ido encajando todas las piezas del puzle y navegan tranquilos por la zona media de la clasificación. Entre las incorporaciones invernales del Forest, los nombres de Keylor Navas, Jonjo Shelvey, Felipe y Chris Wood destacan de entre el resto.
El Tottenham es otro equipo que cumple con nota. Incorporó a jugadores de nivel como Danjuma y Pedro Porro. Quizás queda un poco cojo en la medular, donde se echa en falta a un jugador más creativo. Aun así es uno de los que, creo, salen beneficiados del mes loco.
Ahora las piezas están sobre el tablero. Unos las sabrán jugar y otros arderán bajo el fuego del «Señor de la Luz». Pero más allá de lo deportivo, si algo nos ha enseñado este mercado invernal en la Premier League es que el capitalismo es oscuro y alberga horrores.