Chipre es uno de los países más desconocidos del continente europeo. No solo por su tamaño y localización geográfica –una pequeña isla próxima a Turquía, Líbano y Siria–, sino también por su historia. A pesar de ser colonia británica desde la Primera Guerra Mundial, poco se sabe de esta nación. Si acaso, su fútbol. El APOEL de Nicosia acostumbra a ocupar plazas en las fases de grupo de la Champions y Europa League y algo menos el Omonia Nicosia y AEK Larnaca, aunque también aparecen en algunas ediciones.
En su liga juega el Pafos FC, un equipo fundado en 2014 que ha ocupado titulares en los diarios deportivos españoles porque sus dos últimos directores deportivos han sido Michel Salgado y, actualmente, Gaizka Mendieta. Este club, afincado en la ciudad costera homónima, llama la atención por su escudo. Los jugadores, cada fin de semana, defienden en su camiseta el rostro de Evagoras Pallikarides. Para comprender por qué, necesitamos repasar un poco de historia y sociología chipriota.
El pasado reciente de este país puede llegar a dar dolores de cabeza. Los numerosos conflictos étnicos e internacionales acaecidos en la isla durante el siglo pasado han provocado que sobre la isla ondeen varias banderas, algunas más conocidas que otras. En una extensión de terreno similar a la provincia de Huelva, podemos ver insignias griegas, turcas, chipriotas, turcochipriotas, británicas y de la ONU. Hasta seis gobiernos tienen influencia directa sobre la política interna.
En la República de Chipre se habla griego, se paga en euros y se conduce por la izquierda; en la República Turca del Norte de Chipre, la gente conversa en turco, compra en liras y circulan por la derecha. Mientras que al sur de la capital se apoya al APOEL o al Omonia, en el norte se siguen con pasión los partidos del Besiktas, Galatasaray o Fenerbahçe. Desde 1974, la isla se encuentra dividida en cuatro trozos. Además de los dos países ya citados, la frontera entre ambos está controlada por las Naciones Unidas en la llamada «línea verde» y el gobierno del Reino Unido tiene dos bases militares, Akrotiri y Dekelia.
EOKA, la guerrilla por la liberación grecochipriota
A inicios de la segunda mitad del siglo XX, el movimiento grecochipriota de liberación EOKA (Organización Nacional de Combatientes Chipriotas) luchó activamente por la expulsión del gobierno británico de la isla. Este grupo étnico son los del sur, quienes, además, aspiran a unirse a Grecia. Esta causa de hermanamiento de dos Estados soberanos se llama Enosis. Para quien quiera profundizar, como se dice en las aulas.
Evagoras Pallikarides formaba parte de esta organización. De su vida se cuenta que ya de niño comenzó a demostrar su liderazgo, creatividad y amor por su país. También su pasión por la literatura y, en especial, por la poesía. En 1953, con solo quince años, protagonizó un acto que marcaría su vida revolucionaria. Durante las protestas antibritánicas en el marco de la coronación de Isabel II, Evagoras arrió la Union Jack del estadio de Pafos, su ciudad. A partir de este momento, el joven poeta revolucionario encabezó varios ataques y manifestaciones contra la autoridad real asentada en la isla.
La EOKA pasó a la lucha armada como guerrilla. Así, el 18 de diciembre de 1956, mientras Evagoras y dos compañeros movían armamento de un almacén a otro, la policía los interceptó. Pallikarides fue el único que no logró zafarse de los guardias y, al ser preguntado, las crónicas del momento cuentan que respondió de manera tajante a la única pregunta que le hicieron los agentes antes de arrestarle: «Soy Evagoras Pallikarides y estoy luchando por mi país».
La ejecución de Pallikarides
Un mes después de su detención, el gobernador británico en la isla, el mariscal Marshal Harding, tipificó la pena de muerte como sentencia a los portadores de armas de fuego para frenar los ataques de la EOKA, considerado como grupo terrorista. El 5 de enero de 1957, Evagoras fue trasladado a la prisión de la capital acusado de llevar encima una pistola y ochenta y ocho balas. Antes de ser sentenciado, veinte días después de la acusación, el revolucionario admitió los cargos que pesaban sobre él y fue sentenciado a la horca. Junto a él, nueve miembros de la EOKA trazaron el mismo camino. Cuenta la leyenda que momentos antes de su ejecución, el 14 de marzo y a los diecinueve años de edad, Pallikarides cantó unos versos del poema que entregó a compañeros y amigos para despedirse de ellos: Tomaré un camino hacia arriba/ Tomaré los caminos/ Para encontrar las escaleras/ Que conducen a la libertad. Antes de su ejecución, los abogados de Pallikarides enviaron un telegrama a la recién coronada Reina de Inglaterra para que le concedieran el indulto. No obtuvieron respuesta.
Una tradición en los clubes de la ciudad
Su legado como revolucionario grecochipriota perdura hasta nuestros días. En 1959, Chipre alcanzó su independencia como colonia británica. La vida de Evagoras es un ejemplo de amor a la patria chipriota y para muchos poetas nacionales.
El nuevo Pafos FC apenas tiene ocho años de historia. El rostro de Pallikarides es la imagen del fútbol de la ciudad desde mucho antes. Dos años después de la independencia, cuatro de la muerte del poeta revolucionario, se fundó el Evagoras Paphos, un equipo que pretendía homenajearle. Este club se fusionó recién estrenado el milenio con el APOP Paphos para crear el AEP Paphos, y este, a su vez, hizo lo propio con el AEK Kouklia catorce años más tarde para dar origen al actual Pafos FC. Todos los clubes mantuvieron en distintos formatos la cara del líder grecochipriota en el escudo.
Antes del desembarco español, el club estuvo dirigido por Radmilo Ivančević, un portero mítico de Partizan de Belgrado y Fenerbahçe de los años 70, que, una vez retirado, formó parte del staff de Radomir Antić, lo que le llevó al Oviedo y al Atlético de Madrid del doblete. Cuando abandonó el Paphos, dejó también su carrera.
La paradoja de toda esta historia fue que el club que lleva orgulloso el rostro de Evagoras Pallikarides, mártir nacional chipriota en la lucha contra el dominio británico, fue comprado en la temporada 2016-17 por Total Sports Investments, una empresa con sede en… Londres.
Si Evagoras Pallikarides arrancó la bandera británica del estadio de Pafos, los caprichosos vericuetos que describe la circulación del dinero en el capitalismo global, han vuelto a colocar la Union Jack, de alguna manera, en el mismo lugar. El poeta ahorcado, seguramente, le hubiera dedicado unos jocosos versos a la suerte de su legado.
Eso sí, la compañía está dirigida por un magnate de origen ruso, Roman Dubov, ex socio de Vladímir Antonov, y juntos ya se habían hecho con el Portsmouth una década atrás. Un proyecto que se fue al traste cuando Antonov fue condenado en Rusia por fraude bancario y encarcelado mientras la justicia británica, la lituana y la letona le pisaban los talones por haber ejecutado el mismo procedimiento con otros bancos.
Sin embargo, el Pafos ha recibido buenas inversiones de Dubov y ahora mismo es un club de primer nivel en Chipre. En este momento, con once jornadas disputadas, marcha líder en la clasificación. De seguir así no sería extraño que los españoles se lo encuentren en competiciones europeas, donde el Sheriff Tiraspol ya dejó una sonrisa helada a los que hicieron bromitas con su origen.