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(In memoriam) Ángel Nieto: «En mis tiempos cada taller de barrio hacía su moto y le ponía número, era muy punk»

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Dos años después de realizar esta entrevista, murió Ángel Nieto en Ibiza en un accidente de circulación completamente absurdo. Cuando nos encontramos con él en Vallecas no puso límites a la entrevista y tuvimos el privilegio de poder repasar con él unos de los episodios más emocionantes de la historia del motociclismo español, los de los pioneros.

Entrevista en el Centro ITV de Vallecas, todo decorado con fotos gigantes suyas y de otros pilotos españoles. Ángel Nieto (Zamora, 1947 – Ibiza 2017) hizo ciento treinta y nueve pódiums, ganó noventa grandes premios, trece títulos mundiales y ha corrido ciento ochenta y seis carreras. Él fue el primer gran piloto de motos español en una época en la que para competir hacía falta algo más que valor.

¿Cuál es tu parte de lesiones tras veinticinco años de motociclismo?

Diecisiete huesos rotos. Clavículas, escafoides, tibias, pelvis… fracturas de todo tipo pero solo me han operado una, en 1984. Ya había ganado el Mundial. Es más, ese año había ganado todas las carreras que corrí y me había proclamado campeón en Inglaterra. No fui ni a Suecia ni a Finlandia, me había ido a desconectar, pero me hicieron volver a la última a Italia, en Mugello, para intentar ganar el campeonato de marcas. Y ahí me caí. Probablemente la peor, porque me operaron dos veces del escafoides, la mano no quedó muy bien, estuve seis meses en el dique seco.

Fue el último Mundial que gané. Me pasé todo el invierno lesionado y no pude probar una moto nueva de 250 c. c. El injerto en el escafoides no prendió y me tuvieron que volver a operar a los tres meses. Total, que esa caída marcó el principio del anuncio del adiós, que llegó en el 86. En el 85 no me salían los resultados, gané mi último gran premio al año siguiente y me retiré.

Vayamos al principio. Provienes de una familia muy humilde.

Somos tres hermanos. El pequeño soy yo. Mis padres llegaron a Madrid cuando yo tenía un año a buscarse la vida, porque era una época muy dura. Yo nací en el 47. Eran muy humildes, teníamos problemas para sobrevivir. Le echaron valor a la vida y, afortunadamente, nunca faltó comida en mi casa.

Mis primeros recuerdos son del barrio en el que estamos ahora mismo, Vallecas, donde he puesto mi Centro ITV. Al final parece que las raíces tiran. En este barrio me he divertido mucho. La gente me ha visto crecer, hacer ruido por las calles cuando empecé a trabajar en un taller de motos. Recuerdo que nos colábamos en bodas para robar los pasteles. Luego la gente preguntaba «¿Estos de parte de quién van, del novio o de la novia?». Y mientras se resolvía el lío nosotros merendábamos.

El colegio no fue lo mío. Cosa de la que ahora me arrepiento. Ahora me gustaría haber sido ingeniero, arquitecto. Pero claro, compaginarlo con haber sido campeón del mundo, pues es bastante complicado.

Mis juguetes estaban hechos a mano. Papa Noel y los Reyes venían poco a casa. Lo que me volvía loco era todo lo que tuviese ruedas. Fuese moto, bicicleta. Desde los siete años cada vez que veía una rueda lo dejaba todo. En aquella época el motociclismo en España era muy poco conocido. Pero mis padres se dieron cuenta de que yo quería otro tipo de vida. Mis hermanos estudiaron más y a mí afortunadamente no me ha ido mal. Porque he ganado doce más uno campeonatos del mundo, pero eso no significa que haya ganado siempre.

Fui fontanero, electricista, carpintero, ahora mismo soy el rey del bricolaje. Empecé a currar con doce años. También estuve en farmacias, de eso sé mucho, pero lo que quería era moto y me fui pronto a talleres mecánicos. Tuve muchos curros y, mira, me han valido para ahora arreglar lo que sea.

En aquellos tiempos cada taller de cada barrio hacía su moto, le ponía un número y a correr. Tenía un punto romántico, amateur, muy punk.

No existía el mundo de la moto en Madrid. En los talleres arreglábamos motos, les poníamos un número, el tubo de escape que hacía un ruido de la Madonna, así creíamos que corríamos más, pero corríamos menos. Eran motos que no tiraban nada. Ser, era muy auténtico, pero porque era lo que había; era como la época del maletilla.

Nos íbamos a la Dehesa de la Villa y nos jugábamos la vida, porque por la carretera subían y bajaban coches. Hemos hecho cosas que ahora las pienso y digo… qué locura. Tampoco había tanto coche, era otro mundo.

También corríais en el Retiro.

Yo solo una vez, para el campeonato de España, cuando ya trabajaba en una fábrica. Antes normalmente lo que hacía era ir al Retiro, saltaba la valla y me colaba con los amigos para ver las carreras. Ahí corrieron pilotos muy importantes. Fue en una de esas carreras donde me di cuenta de que yo no tenía nada que hacer si seguía en Madrid.

Insistí en casa durante un año, era muy pequeño y mis padres no me dejaban irme a Barcelona. En una de esas carreras en la que me había colado hablé con Paco Bultó, el presidente de Bultaco, que entonces era lo máximo.

Le paré ahí en medio del Retiro, yo era un chaval rubio, con los pelos para arriba, cara de malillo, y le dije que quería ser corredor de motos y trabajar en Bultaco. Me dijo que le mandara una carta, cosa que hice, me ayudó mi hermana a escribirla, y no me contestó. Pero al final, en casa, estaba montando lío cada día porque no me dejaban irme a Barcelona. De modo que no les quedó otra que dejarme ir a casa de una hermana de mi padre, mi tía Claudina.

En Barcelona empezaste trabajando en fábricas.

Recuerdo lo que fue llegar a Barcelona. Me metí en el tren con mi moto, una Hinson, y llegué al puerto. Vi una cola de gente, que los montaban en una barca y se los llevaba. Iban a ver el portaaviones Kennedy, que estaba ahí fondeado. Cogí, me monté yo también y lo vi. Era toda una ciudad.

Al día siguiente llegué a la fábrica de Bultaco. Esperé en una esquina a que llegara el director. Le dije que yo era el niño del Retiro, que quería trabajar ahí. Se debió quedar tan sorprendido que me dio trabajo. El problema es que me pusieron con una brocha a limpiar motores de motocross, y eso no era lo que me gustaba.

Ahí estuve trabajando, con las manos destrozadas, hasta que un día vino un piloto, que era el oficial que corría con Bultaco, llamado Medrano, para reparar una moto de carreras. Yo llevaba trabajando en Bultaco diez o quince días, ni un mes, y le dije que si me daba de comer me iba con él a las carreras para trabajar de mecánico. Aceptó, así que pedí la cuenta, me despedí de la fábrica, me fui de casa de mi tía e inicié una tournée por Albacete, Jerez, La Coruña. A veces dormíamos en el coche porque tampoco iba muy suelto de dinero.

A la vuelta, cuando llegué a Barcelona, me di cuenta de que me había quedado sin trabajo. Pero gracias a la tournée, conocí a los de Ducati, donde había un italiano que se llamaba Bartolotti y a este le caí bien y me dio trabajo. Otra vez me puse a limpiar motores. Antes había ido a pedir trabajo en Derbi, pero me mandaron a dar una vuelta.

Mientras trabajé en Ducati en la calle Almogávares tuve que buscar una pensión para vivir y terminé durmiendo en el sótano de una frutería. Seis meses. Las pasé canutas pero de verdad. Durmiendo ahí y levantándome a las siete y media de la mañana todos los días. Cuando mataron a Kennedy estaba yo cenando en esa pensión, en el 63. Pero con Ducati me dejaban arrancar las motos de carreras, aunque no corriera. Hasta que Bartolotti pidió una Derbi para una carrera en Carlos III, que es donde está hoy El Corte Inglés en la Diagonal de Barcelona, y esa carrera fue clave.

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En la que corriste con equipo prestado de aquí y de allá y… botas de boxeador.

Pues sí. Y el problema de las botas de boxeo es que resbalaban. No podía empujar porque patinaban con el agua. Lo hice bien y dijeron los de la Derbi «Hey, a este lo queremos». Dejé Ducati y me fui a vivir a Mollet, un pueblo que está a veinticinco kilómetros de Barcelona, para trabajar en la fábrica de Derbi.

Otra vez viví en una pensión, La Marineta, con la maleta debajo de la cama, con cuatro obreros de la fábrica que eran de la edad de mi padre y todos inmigrantes, Andalucía, Córdoba, Sevilla. Eran los tiempos en que Barcelona estaba llena de gente del sur de España.

Entonces ahí ya me fui a trabajar a Derbi, cobraba setecientas pesetas al mes, y ahí empezó todo. Ya hacía subidas en cuesta, podía hacer más cosas, pero siempre falsificando las firmas de mi padre. Sin embargo, ya cuando cumplo dieciséis llega una carrera que se llama Daytona, a la que no me llevan.

Yo tenía una ventaja, pesaba cincuenta kilos y era perfecto para una moto pequeña. Pero se llevaron a dos pilotos, Roca y Busquets. Yo me enfadé y cambié de bando, me fui a Ducati. Y, además, ya como piloto.

En esos años no tenía mucha experiencia, quería ir a saco y sí que es verdad que acababa mucho por el suelo. Llegó un momento en que me di cuenta que no era rentable hablar de caídas. Vi que esto era un oficio y que había que aprenderlo. Cuando vas deprisa es por unos motivos. El tío que va muy rápido pero que no sabe cómo va esto probablemente te gana un gran premio y en el siguiente está con todo roto.

Lo más difícil siempre para un piloto es saber dónde está tu límite y el de la moto. Es muy difícil alcanzar ese punto; el punto que te hace ganar o que te hace perder.

Te recibía Franco cuando ganabas.

Cuando gané el primer Mundial, que lo gané en el año 69, cuando hice la mili, me costó un montón. Porque en aquella época, en la mili, sal tú a países del telón de acero. Afortunadamente pude conseguir los permisos, me daban un pasaporte para cada carrera a la que iba, para cada país. Cuando gané el Mundial en Yugoslavia, en Opatija, a la vuelta estaban cuatro chavales de mi barrio.

Ya vivía en Madrid, cuando empecé a correr en serio dejé la fábrica y me vine con mis padres y mi gente. En el aeropuerto me recibieron con una pancarta que ponía «Vallecas y Ángel Nieto campeones del mundo» y me dijeron que tenía que ir a ver a Franco y que tenía que ir vestido de militar.

No acepté porque el uniforme militar me quedaba como a un Cristo dos pistolas. Pude ir vestido con un uniforme de la federación, con una chaqueta azul. Le enseñamos el título. Franco no decía nada. Estaba más en plan «¿Campeón del mundo de qué?». Llegué a estar cinco veces con él. La única vez que me habló, porque ya veía que todos los años aparecía yo por ahí, y cuando ya era bastante conocido, me dijo, con un flemón que tenía él, «¿Es muy dura la batalla?». Pues bueno.

¿Te sorprendían los viajes al este de Europa de entonces?

Hombre, España no era la España de hoy, pero aquello era mucho más duro, joder. Lo más duro, la República Democrática Alemana. Si había un grupo de cinco personas hablando en la calle, llegaba la policía y decía unos para acá y los otros para allá. La gente estaba tristona.

Luego Checoslovaquia era durito, quizá menos. Y Yugoslavia la mejor. Trieste era la costa del mar Adriático, un lugar mediterráneo. Otra historia. Todos estos viajes fueron mi universidad. Dar la vuelta al globo veinte veces gracias a las motos creo que me ha llevado a poder estar en el mundo. Me fijaba mucho en todo lo que veía.

Las motos tardaron en ser el gran deporte que es ahora en España.

Yo tuve que ser muy conservador con lo que ganaba. Tenía que saber ponerlo, era muy poquito. Lo único que funcionaba en este país era el fútbol y un poco el boxeo. El resto de deportes eran de minorías total. Me he peleado mucho con las televisiones. Es uno de mis mayores orgullos, ver lo que es ahora el motociclismo.

Y no lo he hecho yo, lo hemos hecho todos. Los que hemos amado las motos antes y las seguimos amando ahora nos lo estamos pasando tan bien, es una maravilla las alegrías que nos dan los pilotazos que tenemos.

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El día clave de tu carrera fue en el circuito del Jarama, el 26 de septiembre del 71.

Ahí el problema es que la Kreidler que llevaba Jan de Vries era un poco más rápida que la nuestra, la Derbi. El Jarama es pequeñito, me lo conocía con los ojos cerrados. Podía recorrerlo contando «uno, dos, tres, a la izquierda, uno, dos tres, cuatro, a la derecha». Ese día me jugaba el Mundial de 50 c. c. con De Vries y el de 125 c. c. con Barry Sheene, un tío alucinante que luego fue campeón de 500 c. c. y que, desgraciadamente, no está ya con nosotros por una enfermedad, pero era un piloto como la copa de un pino, era el Valentino Rossi de esa época.

En los entrenamientos ya sabía lo que quería. Estuvimos dos días entrenando. No podía hacer nada en prácticamente todo el circuito, excepto en la entrada a meta. Ahí podía arrancar unas décimas. A base de intentarlo, haciendo una serie de cosas que había que hacer para no cortar gas, conseguí hacer la entrada a meta a tope con la 50. Las dos o tres décimas que me faltaban. Hice unos tiempos privados fantásticos para estar peleando ahí con este tío. En ese momento me conocían tres gatos, pero ese día me jugaba dos mundiales.

Me concentré yo. Cogía mi hermano y le dije que me quería ir a un hotel porque había mucho lío con la prensa. Ya no salía solo en periódicos deportivos, sino en ABC, Pueblo, todo tipo de prensa. En el 71 debía tener veinticuatro o veinticinco años. Se me empezaban a caer encima muchas cosas y le pedí eso a mi hermano, encerrarnos en un hotel. Se lo había visto a los futbolistas y quise hacer lo mismo. Me metí en el hotel Cuzco y me aburría como un mono allí metido. Entonces no bebía nada, tomaba Ryalcao.

José María García, que en esa época era top, hacía una cosa que era el perfil de la semana. Un espacio dedicado al tío más importante de la semana, y un escultor le hacía un busto en barro. Con eso cerraba el Telediario de la noche. Salían príncipes, tal, y cuando vi que salí yo aluciné.

Me levanté el día de la carrera. Los tiempos en 50 c. c. estaban muy apretados. En 125 c. c. lo tenía más claro, solo tenía que hacer detrás de Barry o tercero, pero en 50 c. c. estaba obligado a ganar. Cuando salimos del Hotel Cuzco íbamos por la carretera y había una caravana increíble. Suponía que irían a la sierra, pero no. Iban al Jarama. Fue la primera vez que el circuito se llenó, setenta u ochenta mil personas. Había gente con el niño, con el abuelo, que no habían ido a las motos en su vida. Por arriba tenías una avioneta con una pancarta que decía «Ángel Nieto y Derbi campeones del mundo». Aluciné en colores.

Dieron la salida y en la rampa Pegaso me puse segundo. Lejos de De Vries porque había salido muy bien. Luego me regañaron los de la Derbi, que si quería entrar primero en la primera curva. Era mentira, yo sabía que era imposible. Pero al entrar, el problema es que había un sitio para poder hacerla a tope, un punto en el que tenía que tirar la moto y meterme para dentro.

El problema fue que en lugar de mirar ese punto, miré a De Vries, la tiré antes, hice antes la entrada a la curva. Salí recto y me pegué un estacazo contra los mojones de paja y las pancartas. Perdí el Mundial y si no corría el otro, que venía después, también lo perdía.

Y ahí empezó la épica.

Me llevaron a la clínica del circuito. Me había cortado en la pierna y me tenían que coser y no me pudieron dar nada porque después tenía carrera. Lo hicieron a pelo. Aguja y agujero. Pegaba unos gritos… llegó un momento en que me querían llevar al RACE para que no corriera. Me querían engañar, porque estaba tocado de la cabeza, aturdido, agobiado de la situación.

No di ni una vuelta, me caí antes de pasar por meta. Lo que querían era sacarme del Jarama, no ganaba nada y año en blanco. Yo quería correr, pero ningún médico del circuito firmó la autorización. Lo tuvo que hacer Manolito Cantó, que no estaba de médico del Jarama, pero que se hizo responsable.

Yo veía que la gente se iba. Pensaban que ya no iba a correr. Me subí a la torre de control, hay imágenes en las que se ve como subo. Cogí un micro y le dije a la gente «Quedaos que corro». Y el público se dio la vuelta y se quedaron. Entonces vino la historia de la 125 c. c. Barry se equivocó, creo yo, después de haber analizado la carrera.

El Jarama es un circuito muy pequeño y, por lo tanto, muy duro, no te deja tramos para descansar. Es un circuito de apoyos, es complicado. Sobre todo porque las motos no eran lo que son hoy en día. Creo que si Barry se hubiese puesto a tirar en la primera vuelta probablemente yo no le hubiera podido seguir. Lo que pasó fue que éramos un grupo de cuatro o cinco, no rodaron rápido, medio segundo más lento, me fui situando, situando y al final gané el gran premio y el Mundial.

Y eso fue más importante que ganar los dos. Me convertí en torero, alpinista, san Pedro. Ahí comenzó la historia de Ángel Nieto.

Piloto español con máquina española.

Antes había muchas fábricas en España. Estaba Montesa, Ossa, Bultaco, Lube, Derbi, Ducson. Había una industria detrás importante. La moto se usaba para ir a trabajar, era el medio de transporte de la gente para ir a sus fábricas, no todo el mundo podía permitirse un 600.

Y un piloto madrileño rodeado de catalanes.

La verdad es que yo deportivamente me he criado en Barcelona. En Madrid no había nada. Las fábricas de motos estaban allí. Además, Barcelona tiene un parque de trescientas mil motos. Tienen clima mediterráneo, hace menos frío, con otro modelo distinto al de Madrid, más propicio. También el que va en coche tiene más respeto al de la moto, porque existe esa cultura. Aunque ahora en Madrid se está fomentando bastante.

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Cuando más alta estaba la leyenda de las balas rojas de Derbi, lo quisieron dejar.

En el 72 fue la misma historia que el año anterior, pero en Montjuic. Me jugaba los dos campeonatos en la última carrera. Ya tenía la experiencia del año anterior en el Jarama que por los medios y la expectación perdí un Mundial. Aquí ya era más hábil y controlaba. Y en Derbi cuando había que hacer carreras paraba la fábrica.

Las carreras eran ley. En 125 c. c. tenía que ser tercero para ser campeón y en 50 c. c. tenía que ganar al mismo, a De Vries. Lo que hicimos fue cambiar el orden de las carreras, hablamos con la Federación y con el organizador del Gran Premio, el Gran Premio de España se hacía una vez en Madrid y otra en Barcelona. Nos pusieron primero el 125 c. c. y en la que me lo tenía que jugar la pusieron después. Nos lo arreglaron porque estábamos en casa.

Salí en 125 c. c. y gané el Mundial. Y antes hablé con Simeón Rabasa, el jefe supremo de la Derbi, los Rabasa son como mi segunda familia, y le pedí para los entrenamientos y carreras una roulotte y un tío que estuviera a mi lado, una de la oficina, para yo bajarme de la moto, ir a la roulotte sin hablar con ningún mecánico y darle los datos de lo que había que hacer en la moto a este tío para que se lo diera a los mecánicos. Ángel quiere esta suspensión, estos cambios, esto tal… Porque si los mecánicos me comían el tarro, que si vete detrás, vete delante…

Yo tenía claro cómo ganar a este tío. Él era más malo que yo. No es un farol, es la verdad, pero tenía un pepino de moto. Lo tuve claro, fui a saco y le metí doce o catorce segundos. Nos llevamos los dos títulos y me convertí en qué sé yo… Raphael.

Entonces lo gracioso es que al día siguiente me llamaron de la fábrica y me dijeron que tenían mucha presión, porque las motos se rompían y eso iba a la prensa, los materiales no eran igual que ahora. Salir en portada que la Derbi había reventado un pistón, por ejemplo, era negativo para la marca. Así que estando en la cumbre había demasiadas cosas en juego y ellos eligieron la industria, cosa que entendí perfectamente.

Fue muy divertido porque me recomendaron al principio que corriera en Fórmula 1, pero yo dije que no. Yo, moto. Tenía un futuro por delante, corrí doce años más. Llamé a Italia delante de ellos y en cinco minutos tenía cuatro fábricas. Eso sí, el campeonato de España lo seguí corriendo con Derbi. No iba a llegar yo a España con una moto de fuera a fastidiar a Derbi. Hacía todo el Mundial con Morbidelli menos España. A esas alturas ya mandaba yo en el equipo.

Sobre la seguridad de los circuitos de entonces, comentaste una vez que te reventó un neumático, te caíste y en el suelo lloraste de alegría de no haberte matado.

Fue en La Línea de la Concepción, en un polígono. Reventé la rueda delantera y vi que tenía un coche de bomberos enfrente. Afortunadamente no pude sujetar la moto, se me fue de un lado a otro, me tiró y me fui al suelo. Si la hubiese sujetado me hubiese hecho mucho daño.

Cuando me levanté lloré, ya era campeón del mundo seis o siete veces. Pero el peor accidente que he tenido fue en Benidorm, con una 750 c. c. Me quedé sin frenos. Era un circuito en una calle de Benidorm, que yo no quería ir porque era día doce más uno, me lo pidieron por favor, que sin mí no seria lo mismo. Era correr cuatro carreras el mismo día. Gané un par, pero en 750 c. c., en una recta rápida que íbamos a 170 o 180 km/h con una moto que ya pesa 140 kilos que se podía poner a 300 en Daytona… ahí fue la vez que más crudo lo he visto.

Si te caes porque te derrapa y te tira, pues no te enteras, pero aquí es que lo vi venir y enfrente había una pared. Para tú una 750 c. c. sin freno delantero y a 180 km/h. Con el freno trasero solo no hay quien la pare. Me fui a tirar para la izquierda, miré al suelo, me asusté, me dejé caer hacia la derecha, la moto siguió, dio en una farola y se fue contra la gente. A un pobre tío le tuvieron que amputar una pierna. Yo me rompí una tibia. Luego hubo una señora que estuvo muy mal, su marido también. Todos salieron para delante menos ese señor. Fue el peor accidente de toda mi vida.

Tu famosa superstición con el número trece, llamada triscaidecafobia, no es la única que tienes.

Sí, cuando estrenaba un mono nuevo lo tiraba por el suelo y lo pisoteaba. Para que no volviera a querer irse al suelo. También si los entrenamientos me salían bien usaba la misma ropa interior… Manías que tenemos todos los que hacemos cosas de estas.

Vi a Nadal en Australia que deja las botellas de agua de pie, colocadas. Estaba a punto de sacar. Vino una ráfaga de aire, se las tiró, e interrumpió el saque. Fue uno de los que andaban por ahí, la puso bien y en su sitio. Nadal se echó a reír y sacó. El estadio alucinó con él. Casi todos tenemos cosas. Sobre todo en deportes en los cuales te la juegas. Son cosas que te ayudan psicológicamente.

Antes no había año en que no muriera un compañero corriendo.

Era otro mundo. Los circuitos eran peligrosísimos y las motos se rompían y te tiraban. No me gusta regañar a la moto, pero si me he caído quinientas veces en mi vida, doscientas cincuenta han sido errores míos.

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Había circuitos en los que más que ganar, había que procurar no caerse.

Spa, prohibido caerte. En Yugoslavia, en Opatija, no en el Grobnik que hicieron después, prohibido caerte. Mira, mejor decirte en cuál te podías caer: Holanda. En los demás no te quiero ni contar. En Alemania del Este y Checoslovaquia pasábamos por pueblos. Te dabas una leche y entrabas en el comedor de una casa. Pero es lo que había. Si no quédate en tu casa. La verdad es que perdí muchos compañeros. Aunque antes no era como ahora, no estaba tan televisado, te daban la noticia y veías a lo mejor algunas fotos en prensa. Ahora uno se hace daño y lo ves en los informativos toda la semana.

Lo cierto es que el organizador del Mundial ha hecho un trabajo exquisito en la seguridad de los circuitos. Yo he tenido a mis hijos y a mi sobrino corriendo en el Mundial y si hubiese sido mi época lo hubiera pasado fatal. Ya lo he pasado mal, pero lo hubiera pasado mucho peor. A lo mejor me hubiera opuesto. Ahora ha habido disgustos, pero mucho menos que lo de antes.

Ahora también es muy difícil que se te empañe la visera del casco. Las botas que llevan son como de ski, que lleva dentro una funda de carbono para proteger los tobillos. Los guantes que llevábamos eran de piel como los que puedas llevar para ir por ahí. Ahora tiene protección para los nudillos de los dedos, carbono… Pero son detalles que te evitan las heridas. La realidad es que si te haces daño de verdad… nada lo para.

El problema de antes es que antes te dabas con algo, eso ahora es muy difícil. El gran peligro que hay hoy en el Mundial actual es la primera vuelta, que te caigas y te pillen. En los demás, hay espacios, escapatorias, te puedes caer a 200 y como mucho se rompe una clavícula.

Antes estabais un poco colgados los que corríais.

No, no, no. De majaras nada. Hace años que este es un deporte más. Como el tenis, el fútbol o el ski. Hay que tener un equipo, tener un talento, dónde está tu fin, el de tu moto, dónde puedes ganar, dónde no. Si no, no llegas donde están todos estos. En las motos nunca ha ganado el que está más loco; ni antes, ni hoy. Ahora la gente discute de motos como si fuera de fútbol. La gente sabe si se ha puesto la moto a punto, si frena bien…

En el 78 ibas penúltimo, te cambias de equipo en mitad de temporada.

Estaba en Bultaco, no me iban las cosas bien. Estaba en Assen, que en toda la historia el que más veces ha ganado he sido yo, habíamos hecho tres o cuatro carreras y llevaba solo tres puntos. Me dije que eso no podía ser y me fui a pedir una moto a Minarelli porque estoy en la miseria.

Hablé con Jorg Moller, un ingeniero alemán bastante bueno con el que no me llevaba muy bien, pero dijo que si Bianchi me dejaba una moto para que le ayudara en el Mundial, me la dejaban. Cogí el coche, me fui a Barcelona a ver a Paco Bultó, el abuelo de Sete, y le pedí la carta de libertad.

Paco, que ha sido motero a saco, me dijo: el contrato está roto. En la siguiente carrera no hice nada, pero en Spa no gané porque tenía que hacer segundo para ayudar a Bianchi. Ese año, en las cinco o seis carreras que quedaban, gané el subcampeonato mundial. Me ficharon para el año siguiente como piloto oficial.

Después en el 82 con Garelli tuve la mejor etapa de mi carrera. Hay tres técnicos en el Mundial que eran los mejores y yo tuve la suerte de que los tres trabajaran conmigo. Pero de esos tres, el mejor sin duda, el número uno, fue Jan Thiel. Este vivía con el mono, trabajaba a las cuatro de la mañana… He ganado siete campeonatos del mundo con él. Este personaje era mi compositor, tenía la música que yo sabía tocar. Con la moto siempre hay que tener un buen compositor.

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Háblame del circuito de Nürburgring, en Alemania

Lo hizo Hitler como circuito de pruebas. Veintidós kilómetros, ciento ochenta y tres curvas. Yo cuando fui, antes lo grabé subido encima de un coche, dimos una vuelta despacito y lo fui filmando en Super-8. Luego en la habitación del hotel proyecté la película en una sábana. Y aun así es muy difícil aprendértelo.

Ahí no vas a sacar el límite porque puedes hacerte daño. Recuerdo que una vez fui con una banda de españoles, con el González de Nicolás, Antonio, Marcelino, unos que iban a correr por su cuenta, con pocos medios, sin dinero. Siempre iban apurados y yo les echaba una mano. Luego quedaba con ellos para entretenerme y tal. Y bueno, por la noche se metieron en el circuito, que estaba plagado de conejos, e iban con el coche atropellándolos y para la olla. Estos eran tremendos.

También en Alemania me di un palo tremendo. Me llevaron al hospital y me escapé porque tenía que correr otra categoría, 250 c. c. Me hice daño en la nariz y me quedé con un ojo a la virulé. Me escapé, subí al circuito haciendo autostop, fui a la parrilla de 125 c. c. para salir y, afortunadamente, el médico llamó del hospital para que no me dejaran salir. Se me pusieron cuatro alemanes delante, me llevaron dentro y me quedé blanco como un folio. Luego le mandé un mensaje al médico dándole las gracias.

Con Tormo tuviste líos.

Le comieron mucho el coco conmigo. No hacía falta. Era un pilotazo como la copa de un pino. Tuvimos tensiones absurdas, pero son cosas que pasan. Tuve muchos rivales porque el objetivo de la categoría era yo.

Y por qué tuviste esa rivalidad con Sito Pons.

No tuve ninguna. Él no ha interpretado lo que tenía que interpretar. Yo me llamo Ángel Nieto y él Sito Pons, esa es la diferencia.

En tu carrera de homenaje, cuando te retiras, te caes, y se ve en el vídeo que metes unos gritos de dolor horribles.

En Barcelona me rompí la tibia. Gritaba porque me sentía bobo, imbécil. Me comí el coco yo solo. Era una carrera para dar dos vueltas e irme a casa, pero me puse a intentar ganar al Aspar y me dio por todos los lados. Yo tenía ya una edad y este venía con una fuerza increíble, con mucho talento. Intenté hacer una machada y la pagué. Me parecía ridículo por mi parte, después de haber anunciado que me retiraba, haberlo ganado todo, ir ahí y partirme la tibia era de tonto. Me dolía la pierna pero me dolía más el coco por idiota.

No querías entrar en la historia, dejar récords de títulos.

Nunca he tenido esos objetivos, pero es que tampoco se contaban. Ahora hay récords hasta para ver quién tiene el pelo más largo. Yo no sé si he hecho veinte o cien poles en toda mi vida. Yo trabajaba para tener la moto a punto y estar en primera o segunda línea, con eso me apañaba. Ahora ya con la pole les tendrían que dar puntos para el Mundial porque van a saco. Y en las tres categorías. En mis tiempos solo contaban los campeonatos y los grandes premios.

Montaste la discoteca Lover Club en Vallecas.

¡Mi primera inversión!

¿Sabías que ahí Los Chichos conocieron a Eduardo Guervós, el que sería su manager, quien lanzó su carrera?

No lo sabía. Era una discoteca muy pequeñita. La hicimos a mano, al lado del campo del Rayo.

Y Julio Iglesias metió pelas en tu equipo.

Sí, somos amigos. Cuando monté la escudería aportó. Llevaba la firma de Julio en las motos.

¿Cómo es el piloto español tipo, como fue Crivillé o como es Pedrosa, más conservadores, o como Lorenzo o Márquez, más espectaculares?

Creo que ahora, en la época después de que yo lo dejara, hubo una etapa en la que influía mucho el tipo de moto, hubo unos tiempos con las 500 c. c. que eran un espectáculo, que estaban todo el rato cruzados. Ahora hay una parte importantísima de la electrónica, si no fuera por todo eso, el control de tracción y toda esa historia, no podrían llevar las motos. Estarían todo el día haciéndose daño. Doscientos cincuenta caballos, ciento cincuenta kilos de moto, sin tecnología te tiran por atrás, por delante, es imposible.

Y luego hay pilotos que tienen un talento, una manera de actuar. Pedrosa técnicamente tiene un diez. Lorenzo ha mejorado muchísimo con un grandísimo talento. Y Márquez [la entrevista es de 2015], un tío que ha llegado y lo que ha hecho él no lo ha hecho nadie. Con veintiún años ganar los primeros diez grandes premios. Busca el límite de la moto, siempre se mete. Peleón. Inteligente. Es muy completo.

¿La época de Rainey y Schwantz es equiparable a los años de Maradona en el fútbol?

Y Doohan, y Gadner… Fue genial. Pero no había electrónica entonces y se hacían daño. Estaban todo el día averiados. Schwantz era un tío que todavía hay chavales que tienen su póster en casa. Creo que es el piloto al que mejor he visto frenar.

Rainey tenía un inicio de carrera impresionante y no había quién le pillara. Doohan era una bestia. Pero en el mundo de la moto no hay ninguno que pueda decir que es malo. Hoy, en una parrilla de salida nadie es malo, todos tienen alguna opción. Antiguamente éramos seis o siete tíos los que estábamos por delante, pero por mecánica, había unas diferencias enormes entre motos.

Antes también os ibais más de juerga, ahora son más atletas.

Con el miedo que pasábamos, en cuanto se acababa el circo, tenías que tomarte algo. Además, ahora solo hablan de motos. Todo el día. Yo llegaba a mi casa de ganar o de perder y no hablaba de motos. Decía si me había ido bien o mal y fuera. Ahora son once meses hablando de motos. Es otra historia.

Lo que me gusta es levantarme y ver la afición que hay en España. Lo que está pasando en la moto. Llevamos casi quinientos grandes premios entre todos. Somos la envidia del mundo, una maravilla. Me encanta ver a los chavales felices. Estoy encantado porque se ha hecho un trabajo genial. Hay instalaciones buenas. Ahora en Jerez se va a inaugurar un monumento a la afición. Vengo de allí de inaugurar el paseo de la fama, como el de Hollywood, pero en pilotos. Es superbonito. En lugar de una estrella ponen como una rueda, un neumático de bronce.

¿Por qué ya no montas en moto?

Desde que lo dejé, quiero recordar la moto como yo la veía. Nunca he vuelto a ir deprisa.

Ángel Nieto para jot down 7

5 Comments

  1. Santiago

    Lástima que hiciera mención a Joan Garriga.. un pilotazo!!

  2. Joel Sastregener

    Madrileño rodeado de catalanes?.Aquí se le quiso y se le apoyó al máximo,Catalunya es eminentemente motociclista,se le quería y lo queremos.

  3. Me ha encantado la entrevista.Que pena la manera de acabar una vida de éxitos.

  4. Alberto

    Gran piloto y gran persona sin duda una gran pérdida en el mundo del motor siempre será el número uno cuantas lecciones quedaron en el tintero por culpa de un fatídico accidente aveces el destino es un poco inconsciente D. E. P. Ráfagas a donde estes número uno 🏁🏁🏁🏁🏁👍

  5. Ricardo

    Llevo más de 20 años en este país desde muy pequeño me an gustado las motos llegué con 19 años ahora tengo 40 años por donde caminaba escuchando en nombre Angel nieto su 12 más 1 grande Angel nieto estés donde estés

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