A mediados de diciembre, en una de estas columnitas, escribí un par de apuntes sobre la serie Ted Lasso. Dije que te puedes quedar dormido viéndola y no te importa, algo así. Cuando lo escribí me faltaban por ver cinco o seis capítulos de la tercera temporada. Ahora que la he terminado, puedo decir que quizá no fuera del todo justo con aquellas palabras.
No aprendo con esto, y mira que el fútbol nos lo intenta enseñar cada año: es mejor aplazar los juicios hasta que todo acaba. Como opinador y como hincha suelo cruzar con ese miedo cada temporada. Me aterran los que reparten premios y sentencias antes de hora.
Ya somos lo suficientemente mayorcitos para saber que la gloria se decide justo a partir de ahora, y que cualquier equipo y cualquier entrenador y cualquier futbolista está a tiempo aún de convertir durante la primavera el desastre en gloria, y que cada vaticinio precipitado te puede encontrar como un bumerán y destrozarte la cara. Admiro a aquellos que la tienen tan dura (la cara) que se pueden permitir fallar y volver a fallar y facturar y volver a facturar como si nada.
El asunto este de no juzgar de una manera apresurada también me ha hecho pensar en lo referente a las personas. Cuántas veces juzgamos a alguien sin apenas conocerlo, o sin conocerlo nada. Cuántas veces nos movemos por el prejuicio y por lo que nos llega a distancia, a través de terceras personas. Cuántas veces concluimos que alguien es imbécil sin haber tenido el interés necesario para conocerlo de veras.
Cuántas veces hacemos todo eso y somos injustos y después, cuando conocemos a esa persona y le damos una oportunidad, nos damos cuenta de que en realidad es un ser maravilloso y de que estábamos equivocados.
Cuántas veces. No lo sé. A mí no me ha pasado nunca, que yo recuerde ahora.
Tardé en terminar Ted Lasso porque en casa manejo dos tipos de series: las que veo en pareja y las que veo a solas. Ted Lasso es de las que he visto en pareja. Hay que pensar muy bien qué series elegimos para cada compartimento. Para terminar una serie en pareja, últimamente, necesitamos completar un milagroso rompecabezas que incluye horarios laborales, atenciones paternofiliales, compromisos sociales y cansancios acumulados.
Cada vez es más difícil, pero estoy seguro de algo. Es mejor dejar la serie a medias que verla a solas y traicionar ese pacto. Los que terminan a solas una serie que comenzaron en pareja son aquellos que salían de la partida del PC Fútbol sin guardar cuando perdían un partido importante. Cero dudas. Gente que no es de fiar. Bandera roja. Si quieres ver una serie te pones otra.
En cuanto al fútbol y a los futbolistas, solo aplaudo el juicio apresurado y negativo en un escenario: sobre los jugadores de tu equipo, con tus amigos y en verano. Primero, porque es verano, y en verano se puede ser hortera y se puede ser lo que uno quiera. Y segundo, porque para eso están los amigos, para compartir en secreto lo odiado.
Además, después avanza la temporada y pase lo que pase acabas ganando. Si el futbolista que criticaste en pretemporada es de veras un desastre, alimentas tu ego con un magnífico «he acertado». Y si el futbolista te deja en evidencia porque luego se sale y es buenísimo, eres igualmente feliz porque tu equipo es el beneficiado.
Falta un capítulo sobre esto en Ted Lasso o igual existe y lo he olvidado.