Sara Ismael Salgueda (Ripoll, 1999), se presentó a las pruebas del draft de la Queens League con el dorsal 45. Su partido no estaba en la web, y sin embargo, fue la primera jugadora elegida de la competición. La memoria no falla cuando se trata de un nombre como el suyo: clave en el filial del FC Barcelona durante seis temporadas, debut en Champions, arrancada y regate.
Se ganó el apodo de «La Faraona» en el fandom de la competición por su participación con la selección de Egipto, donde también es titular. Con Aniquiladoras ganó una Queens Cup, pero su salida es, hasta ahora, la mayor polémica de la competición: un sobresueldo, un hate desmedido y el objetivo de volver a competir ahora con la camiseta de Troncas, después de dos meses sancionada.
Jot Down Sport se reúne en La Cúpula Garraf con la futbolista para hablar de recuperarse mentalmente del golpe, adaptarse a una competición con normas y distancias nuevas, reinventarse para jugar el fútbol africano y el eterno debate entre el fútbol y el show.
¿Cómo estás?
Bien. Mejor, supongo. A medida que va pasando el tiempo y se acerca el momento de jugar, mejor. Pero he estado jodida.
¿Quién es Sara Ismael?
Buena pregunta. Es una chica luchadora, que no se rinde, que si quiere algo lo consigue, es muy persistente, muy ambiciosa. Siempre intenta hacer las cosas con una sonrisa en la cara. Evidentemente cuando se siente puteada es complicado porque en los momentos difíciles no se puede sonreír, pero siempre intenta hacer todo con la mejor cara posible.
¿Cómo empieza la locura del fútbol contigo?
Cuando estaba en el patio del colegio siempre iba con los chicos. Las chicas no jugaban al fútbol y yo siempre estaba en medio de ellos. Era la primera a la que elegían, era «uno más» por decirlo de alguna manera. Siempre había hecho mucho deporte, gimnasia, hockey, patinaje, natación…
No había clubs de fútbol cerca de donde yo vivía, en Ripoll, y mis padres me dijeron que si hacían un equipo de fútbol aquí, perfecto, podía empezar con el fútbol. A mí los deportes me duraban un año, y no iban a llevarme un año lejos para que lo dejara. Al crearse el equipo de Ripoll empecé a jugar con ellas y ese mismo año cuando terminó la temporada me fuí a hacer las pruebas al Barça y al Espanyol que son los más tops de Barcelona.
Me quedé en el Espanyol porque el Barça tenía las plantillas ya cerradas. Estuve tres años allí. Fiché para fútbol 7, subí al juvenil cuando todas las demás jugadoras salieron, y fuí la única en subir. El tercer año estuve con las inferiores de la selección española, fui campeona de España con la Catalana, y debuté con 16 años en Primera Iberdrola.
Esa foto de la selección catalana apareció el otro día en redes. Patri Guijarro, Aitana, Ari Sáez…
Ganamos dos veces el Campeonato de España, una vez en Las Rozas y otra en Valencia, con Lluis Cortés y Jonatan Giráldez de entrenadores. Esa foto es de ese año.
Buena cantera.
Buenas perlas. Un grupo magnífico.
¿Cómo fue la experiencia en el Espanyol?
Bien. Cuando fiché por el Espanyol tenía 13 años. Estuve allí hasta los 16, me cuidaron mucho. Tuve una lesión de rodilla, tendinopatía rotuliana, estuve a punto de pasar por quirófano porque lo tenía muy desgastado y muy mal. Tuve que estar un año fuera de los terrenos de juego, y aprendí de ello.
Me convertí en un culo inquieto. Si tenía que entrenar solo una vez no quería: yo entrenaba una vez por la mañana, una por la tarde, después de comer me ponía a saltar con música en casa… estaba loca.
No te han respetado las lesiones.
No mucho. Pasé por quirófano por la rodilla también, por una úlcera en el cartílago el último año del Barça. Perdí otro año ahí.
Es la parte más dura de la vida de un futbolista.
Sí, pero también tienes que entender que estás expuesto a lesionarte, al final no estás en una oficina, estás haciendo deporte. No solo eres tú quien se puede lesionar, es un deporte de contacto, puede lesionarte otra jugadora, que no suele pasar mucho pero si juegas con intensidad todos sabemos que puede pasar.
Intentamos cumplir protocolos, los preparadores físicos intentan hacer todo lo posible para que las futbolistas no se lesionen, pero entran muchos factores en juego y estamos expuestos a ello. Tienes que estar siempre preparada mentalmente para ello porque te puede pasar en cualquier momento.
Del Espanyol te vas al Barça.
Sí.
Sonríes cuando lo dices.
A ver, cuando era pequeña era mi sueño. Siempre he sido culé. Cuando tenía seis años fui al Camp Nou por primera vez, llevaba la camiseta y ya pensaba en ojalá poder formar parte de eso. Y no jugaba ni al fútbol en aquel momento. No sabía lo que iba a pasar después ni por asomo.
Cuando me vino a buscar el Barça mis padres me decían que quizá lo mejor era esperar un año más porque estaba jugando en Primera División, tenía 16 años, era muy joven, podía disfrutar de un año más al máximo nivel, y que si el Barça realmente me quería ya volvería a buscarme la siguiente temporada… pero claro, el sueño de toda niña. Cuando eres pequeña, que te venga a buscar un club como el Barça, es una oportunidad que hay que tomar. ¿Y si no vuelve? ¿Y si es ahora o nunca?
Entonces fiché por el filial, y estuve allí los seis años de mi etapa en el club. Antes de lesionarme hice la pretemporada con Lluis Cortés en el primer equipo, que me llevó hasta Champions. Tuve el premio de ir y fui súper feliz. Ahora, la hostia que me llevé luego con la lesión… estuve en la cima, intentando dar mi mejor versión, y de ahí a quirófano.
Es un golpe emocional.
Fue un año muy duro. Se me juntaron también muchas cuestiones personales. Cuando me lesioné lo pasé muy mal, pero una vez aceptado tomas la decisión de afrontar lo que te venga. Es lo que hay. Sabes que cada día es un día menos y ya está, vas haciendo la cuenta y sigues. Pero cuando vuelvo, que es mi último año del Barça, yo me sentía bien y no entendía por qué no jugaba. Aún no sé cómo aguanté. Son cosas que pasan en todos los sitios, y más aún en club grandes, pero son muy difíciles de gestionar.
Y pasas de debutar en Champions al Zaragoza.
No jugué el último año. Si juntas todos los minutos que jugué en el Barça te saldrían dos o tres partidos. Yo lo que quería era jugar a fútbol. Soy feliz con un balón. Todo el mundo que ve una foto mía con una pelota me lo dice: como miras al balón no miras a nadie. Ese amor nació el día que me pusieron un balón en los pies y es algo que a día de hoy todavía me pasa.
El salto al Zaragoza fue reencontrarme con ese amor y volver a sentirme futbolista. Para mí era lo más importante, si estoy bien futbolísticamente me influye en lo personal, es la única forma que tengo de sentirme bien, completa.
Y en medio de todo este movimiento de clubes, la Selección.
Tengo doble nacionalidad, mi padre es egipcio. En un viaje a Egipto le pregunté a mi padre si al tener doble nacionalidad podría jugar con la selección y él me dice «ostras, sí, podrías, pero es que no sé si hay selección femenina en Egipto».
Yo recordaba haber jugado contra una futbolista del Albacete que también es de mi país (Sarah Essam), y al llegar a casa le escribo por Instagram. Me responde al minuto y me pone en contacto con el Seleccionador. Ya me habían seguido cuando estaba en el Barça, cuando llegué al Zaragoza estaban pendientes, pero al saber que había ido convocada con las inferiores de la selección española no hicieron ningún movimiento porque no sabían si estaba interesada en representar a Egipto. Cuando hablamos, les expuse mi situación y les dije que sería un orgullo formar parte de la selección.
Es una sociedad muy distinta. Por ejemplo, para ellos madrugar es levantarse a las 12 del mediodía, se acuestan muy, muy tarde. No por estar de fiesta, el día es más largo y lo aprovechan hasta altas horas. Los entrenamientos son diarios, dos horas y media en campo y gimnasio, la concentración es total. Es un cambio muy radical tanto en costumbres como en lo profesional, pero me adapté rápido porque el grupo es muy bueno y estoy cómoda allí.
Hice dos amistosos contra Jordania, y en el Líbano fue mi primer partido oficial. Además marqué en los dos partidos que jugamos en esa fecha y di una asistencia. No me había pasado jamás marcar un gol y que se me pusieran los pelos de punta. No sé si fue por representar a mi país o qué fue, pero fue una sensación única.
Con esa decisión, cortas cualquier posibilidad de jugar con la selección española.
Cuando fui con las inferiores de la española, a los 16 años, tengo la mala suerte de lesionarme. Es muy rápido que te suplan. Si no puedes estar al cien por cien, otra estará en tu lugar. No volví a ir más, y al tener la suerte de tener la doble nacionalidad y ser un país muy grande Egipto, también pensé que necesitaban ese impulso de alguien que estaba viviendo y compitiendo en España pero que siente las raíces como si viviera allí, podría incentivar a la gente a jugar a fútbol, tanto hombres como mujeres.
Tengo la suerte de poder representar a un país que tiene 102 millones de habitantes, que es una cifra muy grande. Poco a poco la gente lo va siguiendo más, va creciendo, y es una forma de tener un vínculo mayor con mi país.
Además, no es que no quiera jugar con España, es que al debutar ya con la absoluta de Egipto no puedo hacerlo. Son decisiones que hay que tomar, y en aquel momento era la que más me convencía.
Esa selección es hoy Campeona del Mundo y hay en ella varias excompañeras tuyas.
Es un privilegio haber compartido vestuario con ellas. Lo duro que han trabajado, lo constantes que han sido, esto se veía venir. Sabíamos que podían llegar a ser las mejores del mundo. Se lo merecían desde hace tiempo y aquí está el resultado. Y yo me llevo haber compartido vestuario con ellas, es un orgullo.
¿Cómo es el fútbol femenino en Egipto?
Diferente. Individualmente son muy técnicas y lo hacen muy bien, pero no está tan cuidado como aquí. Los terrenos de juego son naturales, pero no están bien. Es complicado jugar.
Las condiciones dejan que desear.
Las condiciones y también a nivel táctico. Falta mucho trabajo en ese sentido. Lleva poco tiempo practicándose el fútbol femenino allí y necesita una evolución grande.
¿Y cómo lleva una sociedad musulmana el fútbol practicado por mujeres?
El primer día que fui a entrenar vinieron varios medios a verme y me propusieron hacer un vídeo. Uno de los mensajes que querían que trasladara era que todo el mundo puede jugar a fútbol. Que no existe el fútbol para chicas o para chicos, y que animara a las chicas a que si realmente les gustaba el fútbol y querían iniciarse, lo hicieran ya. En ese aspecto no hay ningún problema, la gente lo apoya en su mayoría, y cada vez más.
De esa temporada en el Zaragoza a la Queens League.
Me guío por un conocido que me dice que van a hacer una liga distinta, la que está haciendo Piqué la van a hacer en femenino, me dice. Y que va a ser un boom. Me anima a hacer el vídeo para presentarme, y pienso, ok, no pierdo nada. Yo había hablado con el Zaragoza y me habían dicho que mientras no coincidieran fechas no había ningún problema.
Me seleccionan para el draft, y en esas pruebas ya comienzan los problemas. Jugaba en Logroño. Vine a Barcelona solo para hacer acto de presencia, dos ejercicios y no hice el partidillo de las pruebas. Me fui porque no llegaba, tenía cinco horas en coche hasta Logroño, volví y además perdimos.
Pese a no hacer las pruebas completas, fuiste el primer pick de la competición.
Antes de las pruebas, a mí ya me habían escrito para ser jugadora 11 o 12. Pero yo no sabía la diferencia entre jugadora del draft o jugadora 11 y 12 y tampoco tuve mucha información al respecto. No sabía qué beneficios tenía ser una jugadora de ese tipo.
Quise hacer las cosas bien, quería ser yo, ser futbolista, y quería demostrar que podía entrar en esa elección de jugadoras. Quería hacer las pruebas como cualquiera, si salían mal, pues salían mal. Salió bien, pero el club no me dejó entrar en la Queens League hasta que terminase la temporada. Me perdí tres jornadas.
Fue Sara Mérida quien hizo esa primera selección, y fue ella quien apuntó nombres que se habían presentado y que por ser profesionales o por tener mucho nivel podrían ser 11 o 12.
No fue la única que me llamó para decirme que era mejor ser 11 o 12.
¿Lluis Cortés?
No, justamente Lluis no me llamó. Se comentó, pero para pick de draft. Sara Mérida me lo comentó y le dije que quería hacer las pruebas, que quería ser una más. Si me dieran a elegir ahora que sé todo lo que implica…
Sabiendo cómo ha terminado la historia…
Hombre, claro que sí. Si a día de hoy muchos clubes me dicen que el nivel que tengo es para ese tipo de jugadora, y ahora sé perfectamente la diferencia y las consecuencias de ser una u otra. De haber sabido todo lo que suponía, mi elección habría sido distinta.
En fútbol 11 eres una jugadora física, explosiva, de distancias. ¿Cómo fue la adaptación a fútbol 7?
Todo el primer split fue de adaptación. Venía de jugar 90 minutos cada semana y estaba muy en forma pero el primer partido que hice en el Cupra Arena salí pensando que estaba en un estado de forma malísimo. Es totalmente diferente. Es mucho más intenso, distancias más cortas, pero el tiempo en el que haces esfuerzos es mucho mayor que en fútbol 11. Cuando el balón está al otro lado en un partido, vas al trote, tienes mucho más tiempo de recuperación. Aquí no. Los dados, las cartas, el 1 vs 1… tienes que estar muy en forma.
Te vemos en redes entrenar todos los días por tu cuenta.
Evidentemente. No olvidemos que estoy suspendida de empleo y sueldo durante 60 días, y quiero volver con la mayor explosividad y la mejor forma física posible. Entreno con mi equipo, pero individualmente tengo que trabajar también. Es algo que me ayuda tanto mental como físicamente.
Cómo fue en Aniquiladoras.
Muy bien. Me sentí súper querida tanto por mis compañeras, como por staff y los dos presidentes. Las compañeras son lo mejor que me he podido llevar de aquí. Me trataron muy bien, me sentí muy cómoda en todo momento. Siempre que he vestido una camiseta he ido a muerte con ella y creo que aquí he hecho lo mismo.
Cuando todo explota y terminas saliendo a Troncas, tus compañeras suben una foto contigo dándote ánimos.
Sí. Dice mucho de ellas también. No me he dejado de sentir querida por ellas en ningún momento pese a todo lo que pasó. Pero la vida son etapas, y esa se cerró.
Pasa todo. ¿Cómo pasa?
Incumplimos una norma de la competición. Asumo mi parte de culpa, pero creo que era algo entendible y comprensible, que cualquier persona hubiera hecho. Durante toda mi vida profesional he tenido un representante que era quien negociaba con los clubes.
Pequé de no saber cómo funcionaba esta liga. Hice un comentario que no tenía que haber hecho, incluso te diré que me sentí obligada de alguna manera a decirlo. Solo expresé no ya la situación en la que me encontraba, más bien en la que quería encontrarme. Pequé de inocencia. Supongo que de esa conversación salieron pantallazos que llegaron arriba.
En ese momento me vinieron a buscar para saber si era verdad o no, hablé con mi club y con mi presidenta para intentar solucionarlo, era algo justificable, no estábamos hablando ni de cuatro cifras, era algo que se justificaba con la compra de unas botas, entrenamientos, descargas en el fisio… y con eso se cubre el cupo de la ayuda que yo estaba recibiendo.
No es que estuviera cobrando una millonada, he leído comentarios de que estaba cobrando 20.000 euros. Otro gallo cantaría si fuera así, pero no. Era una cantidad ridícula. Se hizo una bola que no sé hasta qué punto era necesaria.
Explota todo y todo el mundo opina de Sara Ismael sin conocerla.
Se opinó de mí, de mi dinero, de mis relaciones… Durante 48 horas fui trending topic, durante una semana todo el mundo hablaba de mí. No sé muy bien qué pasó. Se hizo mucha «publicidad mala» sobre mí como futbolista y como persona. La gente habló sin saber. La única que sabe realmente lo que sucedió, es Sara Ismael, y probablemente mi presidenta, que no entiendo muy bien cómo actuó, ni ella ni mi club, pero cada uno es libre de hacer lo que considere.
A mí el móvil me sacaba humo, día sí y día también. Ahora me da repelús. Pero también tengo que dar gracias a eso, desde que todo pasó casi no toco el teléfono, me ha servido para apartarme de redes. Fue un sinvivir. Miraba el teléfono y me pasaban clips de directos, mira qué ha dicho este, mira qué ha dicho el otro… ahora están debatiendo los presidentes e Ibai le he dicho a Espe esto… y yo viendo el show a distancia. No puedes evitarlo.
Este mundo es show, y mucha gente va a hablar sin tener ni idea y mucha gente va a hablar mal. Otros van a hablar muy bien, pero siempre se escucha a los que hablan mal. Cuando más me impactó todo este mundillo fue en el primer split.
No estamos acostumbradas a que hablen tanto de nosotras, a que tanta gente nos vea jugar, y en un mal partido que hice, entré en twitter y tenía decenas de comentarios diciendo tonterías. Qué está pasando, qué es esto… y ahí cambié el chip y empecé a distanciarme de la conversación que se generaba en torno a la Queens League en redes.
Y luego llegan diciembre y enero y todos esos comentarios se disparan y por otra parte se alimentan. No comía, no dormía, quería entrenar dos horas y no podía entrenar más de media porque me mareaba, no estaba bien, y a día de hoy sigo sin estarlo. Podría decir que estoy al 80%, que voy poco a poco sumando, que cada día queda menos para jugar y eso me refuerza mentalmente.
A mí, que la gente hable de mí… qué quieres que te diga. Preferiría que hablaran de mí como futbolista, no tener que escuchar a gente que no tiene ni idea de lo que está diciendo llamándome «corrupta», pero como bien te digo no hay mal que por bien no venga. Ha sido un bache que me ha hecho daño, me han hecho daño muchas personas, pero al final esto también es la vida y también me da gasolina para volver.
Termina el Mercato con un acuerdo entre Aniquiladoras y Troncas. Cristina Campos por Sara Ismael.
Al principio tenía muchas dudas de seguir en la Queens League o no. No sentía justo todo lo que había pasado. Y más sabiendo que es muy probable que haya otra gente haciendo lo mismo que yo, o que hacía lo mismo que yo, o que sigue haciéndolo pero ahora mismo todo el mundo está temblando. Pondría no la mano, la cabeza en el fuego de que esto es así. Pero Sara. Solo Sara en esta liga estaba recibiendo algo de dinero aparte del sueldo base de jugadora de draft. Me sentí la cabeza de turco.
Y llega el acuerdo de intercambio por Cris justo cuando yo ya me estaba planteando irme por todo ese hate desmedido que estaba recibiendo, sintiéndome infravalorada, con las dudas de si esto está pasando porque la Queens League no importa tanto como la Kings y estas cosas se podrían consentir con ellos pero no con nosotras… momentos muy duros en los que piensas de todo porque no te sientes respaldada.
Mentalmente no estaba bien, físicamente tampoco, y al cabo de unos días pienso que no hay forma mejor de «vengarme» de todo que volviendo a la liga y callando bocas. Yo soy futbolista, hablo en el campo. Después saldrán mejor o peor las cosas, pero mi objetivo siempre es dar todo de mí para que lo que se pueda hablar, se centre únicamente en eso, en cómo son mis partidos, en qué aporto al equipo y cómo me preparo y trabajo cada día.
Por eso tampoco quería hablar. Dí solo una entrevista y fue para zanjar rumores. Me he mantenido al margen en todo momento. Lo que tenía que decir al respecto está dicho en mi comunicado, y desde ese mismo momento lo que he hecho es ponerme las pilas y trabajar para volver en mi mejor versión.
Y decides quedarte en Troncas.
Estoy bien en Troncas. Evidentemente, ahora solo entreno. Ojalá llegara el fin de semana y pudiera jugar. Pero quedan solo tres partidos para eso. A la vuelta, casualidad, debuto contra Aniquiladoras. Ya se lo comenté a Violeta (Presidenta de Troncas): creo que no hay mejor manera de volver. Que Cris Campos juegue contra Troncas y yo contra Aniquiladoras.
¿Pesa la sensación de que el show esté por encima del fútbol?
Un poco. Desde los 12 años llevo jugando al fútbol, me he ganado la vida como futbolista, y ahora importa más todo este factor de espectáculo que el fútbol real, que es lo que a mí me importa. Muchos jugadores de esta liga, de Kings y de Queens, tienen por ejemplo un canal de Twitch para participar en esa parte más extradeportiva. Yo no. Y de momento no tengo pensado hacerlo porque yo lo que quiero es centrarme en jugar.
Es que, además, con todo tu caso el show se dispara y te pilla en el medio.
Recuerdo a Piqué, además, insistiendo en separar lo que pasa en Queens con lo que pasa en Kings, no había ninguna necesidad de publicar mi comunicado en la cuenta oficial de la Kings entonces, ¿verdad? Por eso también sentí que se utilizaba mi caso para amenazar al resto.
Además, ese comunicado en el que nadie dice qué había pasado, mi club tampoco dice qué ha pasado, todo el mundo se lava las manos y me siento expuesta. La gente especulaba, leí comentarios sobre si me drogaba, si me estaba dopando, si había amañado apuestas… ¿en qué estaban pensando?
Me llaman y me dicen que va a salir el comunicado, que no van a decir el motivo y que me van a suspender de empleo y sueldo 60 días, cinco jornadas, y al equipo se le va a sancionar con -6 puntos, dos jornadas. ¿Y esa descompensación por qué? Yo asumo mi parte de culpa en todo momento, pero me he llevado la mayor sanción y no lo entiendo.
No se me permite alegar nada para rebajar la sanción. Sale el post ya con lo mismo que me habían dicho por teléfono. Y empiezo a recibir llamadas y mensajes, entraba a mis redes sociales y tenía mensajes de gente insultándome y elaborando teorías que no tenían ningún sentido.
Hablo con el club y les pregunto si van a sacar algún comunicado explicando qué había pasado para frenar todo eso y me dicen que no tenían pensado sacar nada, pero que vale, que sacarán algo. Y ese comunicado… no lo entendí. El club y la presidenta sentimos mucho lo sucedido y no volverá a ocurrir. Nada sobre mí o sobre el motivo de la sanción.
¿Te sentiste desprotegida?
Me sentí desnuda.
Y sales tú a dar los motivos.
Alguien tenía que decirlo y frenar lo que estaba pasando. Además de ser falso, todo lo que se estaba diciendo de mí sí eran cosas que consideraría más graves que lo que pasó en realidad. Era una forma no solo de frenarlo y ser sincera, también de poner en contexto la sanción.
Si realmente fuera por dinero, yo no estaría jugando en la Queens League. Podría irme a jugar a Arabia Saudí y cobrar muchísimo más dinero, o volver al fútbol profesional aquí. Pero lo que me importa a mí es estar cerca de casa, estar con los míos, jugar al fútbol y disfrutar. Si se supieran las cantidades que he cobrado la gente también se callaría. Y me río diciéndote todo esto porque ya he llorado suficiente.
Además, después de todo el boom que se formó y de esas semanas aguantando todo el chaparrón, te he de decir que la mayoría de la gente ya ni se acuerda. El otro día al terminar la jornada incluso me preguntaban si estaba lesionada y por qué no había jugado. ¿De verdad no te has enterado de lo que pasó? No, claro, lo que pasa es que ya se ha olvidado.
Es lo que tienen las redes, las cosas duran diez minutos.
Lo mío algo más, pero sí. Si no lo viven, les da igual. Cuando sale otro tema, al otro, y da igual el daño que se haya hecho en el camino. Hasta que no lo sufren no saben lo que es. Del mismo modo que algunos me dicen «ya no te queda nada, son solo tres partidos». Bueno, si estuvieras en mi lugar… llevo sin jugar desde noviembre, con todo el parón y estos seis partidos esperando para jugar. Son cuatro meses de inactividad.
Y comparándolo con el año que has estado parada por lesión. Ahí tu cuerpo te decía que no podías jugar, pero ahora tu cabeza te dice que puedes.
Mi cabeza y mi cuerpo. Pero tengo que entenderlo como lo que es. He hecho algo mal, tengo que cumplir la sanción y ya está. Prefiero esto a no poder jugar por una lesión. Pero también ten en cuenta que cuando pasen estos meses, también podría volver y lesionarme por haber estado tanto tiempo parada.
¿Estás al cien por cien?
De cabeza no. Todavía no. Físicamente estoy bastante bien, pero mentalmente no.
Pediste que esta entrevista fuese a publicarse más adelante porque querías que se viera tu resurgir.
¿Ves? Eso si estuviera bien mentalmente no lo habría dicho nunca.
Has tenido que elegir nombre de árbol.
No es un árbol. Solamente digo eso. Es una planta.
Es Ortiga, salía en tu tarta de cumpleaños.
Ya, es que la elección de nombre fue tan importante que incluso ahí tenía que salir… pues sí, es una ortiga. Es como me sentí cuando pasó todo. Que me tenía que proteger de cualquiera que me tocara. Si nadie me iba a cuidar, yo me tenía que proteger a mí misma.
Va a ser intenso el partido de vuelta.
Intenso, sí, pero que no se intente vender como un partido de odio porque yo no siento odio ni muchísimo menos por Aniquiladoras. Es intentar hacerlo lo mejor posible, por muy cansada que esté mental o físicamente, no sé de dónde voy a tirar, pero va a ser un partido distinto e intenso.
Cuando juegas con la selección de Egipto, ¿notas un déficit de potencia por jugar en este formato?
Esta última vez no me pasó. Y me sorprendí mucho. Era el último paso que nos faltaba para clasificarnos a la Copa África de 2024. Perdimos contra Senegal 0-4 y en casa empatamos a cero. El fútbol africano es muy duro, muy físico, para adaptarte tienes que tirar de otras habilidades.
La penúltima vez que fui con la selección estaba muy rallada. Tenía el cuádriceps fatal. Tuve que pedir el cambio porque notaba que me iba a romper, y aún nos quedaba otro partido en el que también iba a ser titular. Tenía que dosificarme.
Para esta última convocatoria tuve que prepararme a fondo, corriendo por la playa, entrenando fuerza y explosividad, no solamente jugando y entrenando en la Queens, que es lo que hice la convocatoria anterior. Y aquí ya me sentí bien. Acabó el partido y no estaba cansada. Son 90 minutos contra jugadoras de mucho físico, de altura, que te exigen mucho en el campo.
Por eso para mí era tan importante cuidarme físicamente, porque a parte de la Queens League yo compito a un nivel de exigencia muy alto con la selección. Ahí es donde se iba el dinero del sobresueldo: a buscar mi mejor nivel no solo para la competición en la que estoy, también para cuando represento a mi país.
Además, en la Queens League también hay un parón mayor, en el que no habrá exclusividad. ¿Has pensado qué vas a hacer para estar activa?
Tengo dos opciones, pero a día de hoy no he tomado ninguna decisión. Depende de cómo acabe todo, de si me recupero mentalmente sobre todo.
¿Te arrepientes de haber entrado en la Queens League?
Si hubiera sabido todo lo que iba a pasar, probablemente no habría entrado. Llego y tengo que esperar tres jornadas para jugar. El primer Split no me adapto. Juego la Queens Cup, la ganamos en La Rosaleda que es probablemente la mejor experiencia de mi vida, pero luego estalla todo el Caso Sara Ismael, en medio del Mercato, que me quería ir a Porcinas y no me voy a Porcinas, que llego a Troncas y no puedo jugar durante dos meses… es demasiada tensión.
Pero creo que es un proyecto que toda futbolista debería probar. Se juega al fútbol, pero el show también nos gusta. En mi caso mucho menos. Yo hago todo lo posible para sentirme futbolista tal y como entiendo yo el fútbol a nivel profesional, como lo he vivido toda la vida: entrenar más, cuidarme, cuidar la alimentación, el descanso… no he dejado de tener una disciplina. Pero no puedo controlar lo que pasa alrededor de esta competición, son cosas que no dependen de mí y de las que también me he visto beneficiada.
Aquí he jugado y ganado una final en un estadio lleno de gente. Jamás podría imaginar que esto iba a suceder. Cuando jugué en Champions fue en época Covid, y se jugó a puerta cerrada. Lo que viví en Málaga es único. Pero todo lo que ha pasado en estas últimas semanas fue un puñal. No fue una espina: fue un puñal.
¿Por dónde pasa el futuro de la Queens League?
Se han vivido cosas muy grandes, cosas que jamás imaginé poder vivir. Pero esto es muy complicado de conservar. Era un producto nuevo, pero al público le gustan los cambios y esos cambios son arriesgados, pueden salir bien o mal. El boom ha sido enorme pero las ideas se acaban, y por mucho que nos guste este formato, el fútbol convencional sigue gustando más. Esa parte me preocupa, que el público se canse.
También me preocupan las condiciones económicas. Hay un salto muy grande entre lo que cobra una jugadora 11 o 12 y lo que cobra una jugadora del draft, y en ocasiones hay jugadoras de draft que están rindiendo a un nivel más alto e influyen más en los resultados de los equipos que las jugadoras «especiales», y eso puede acabar quemando.
Para mí, que se mejoren las condiciones económicas es necesario para que esas jugadoras se queden. Tiene que haber una compensación. Porque si esas jugadoras terminan por volver al fútbol 11 porque las condiciones son mejores, o no pueden venir a jugar a Barcelona porque el salario de jugadora de draft no te lo permite, el nivel de la liga bajará, el nivel de la audiencia también, y eso nos condena.
Sobre las jugadoras de fuera de Barcelona, esto es muy importante: no tenemos el mismo volumen de fichas de jugadoras que de jugadores, hay muchos más hombres jugando a fútbol, la diferencia es abismal. La Kings se puede mantener con jugadores de Cataluña, la Queens no. Y también lo ideal sería que la Kings se beneficiara de esto, que también jugadores de otras partes de España puedan venir a esta competición. Habría que encontrar la forma de que esto pase, porque será beneficioso para todos: para nosotras por supervivencia, para ellos por calidad.
¿El fútbol te da más de lo que te quita?
Ahora mismo me quita más que me da. Supongo que por la situación en la que estoy . Tanto personal como económicamente. No soy profesional ahora mismo. Cuando era profesional me daba más de lo que me quitaba, iba en ascendencia. Ahora no le quito mérito ni le quito importancia, pero en la situación que estoy me da la sensación de que pierdo más que gano. Y ojalá todo pase pronto, vuelva a jugar y me sienta otra vez como me sentí en la Queens Cup, feliz, pesándome más el fútbol que cualquier otra cosa. Quedan tres semanas para empezar otra vez ese camino.