Cuando crees que el Barça ya ha tocado fondo, el Barça te demuestra que estás equivocado porque ya no se sabe dónde está el fondo exactamente y Xavi Hernández, que se ha pasado la temporada buscando el clic, el punto de inflexión, cree que anunciando que dejará el club a final de temporada, lo conseguirá seguro. Otra ración más de pensamiento mágico.
El técnico hizo público su adiós después de que su equipo perdiera por 3-5 ante el Villarreal tras hablar con Joan Laporta, sin que los jugadores supieran nada y con la única compañía en la sala de prensa de su mujer, Nuria, y su hermano Óscar que es también su ayudante. Según él, así cambiará la dinámica y está convencido de que aún pueden luchar por la Liga y la Champions.
Laporta, este domingo en declaraciones a los medios del club, también lo cree. Que pueden ganar, digo, aunque Xavi le ha dejado más expuesto que nunca y en una situación crítica. ¿Cómo terminará todo esto? Nadie lo sabe, pero la sospecha, por todas las señales que transmite el equipo y la entidad, es que malamente.
El Barça ha encajado 16 goles en los últimos cinco partidos. En el mes de enero ha perdido la final de la Supercopa humillado por el Real Madrid y cayó en cuartos de la Copa del Rey frente al Athletic de Bilbao. Está a diez puntos de distancia del conjunto blanco en LaLiga y a 11 del Girona con un partido menos, pero Xavi y Laporta siguen afirmando que la remontada es posible y que la Champions también y el último argumento irrefutable que ambos presentan es que el anuncio de Xavi destensará al equipo y por fin jugar bien y ganar será todo uno.
Si algo ha demostrado Xavi hasta el momento es un optimismo a prueba de bombas que se ha visto, una y otra vez, vapuleado por la realidad. Su discurso grandilocuente, pero también incoherente, ha chocado con los hechos: no sólo no ha recuperado el estilo, las esencias, el buen fútbol, sino que además está perdiendo partidos y títulos.
El campeonato de Liga de la pasada temporada y el trofeo de la Supercopa no fueron suficientes como para darle seguridad, temple, pausa. Se ha enredado con excusas siendo la prensa y el entorno las recurrentes y preferidas. Ha estado demasiado pendiente del qué dicen y ha descuidado la autocrítica, concepto que ha utilizado en numerosas ocasiones sólo para demostrar su desconocimiento al respecto. Autocrítica no es lo que él cree que es, de otra manera no se puede explicar que apenas la haya utilizado para explicar por qué su Barça se ha desmoronado.
La diana, el objetivo de las críticas hasta ahora ha sido Xavi, obviamente, porque es el máximo responsable del equipo, pero la frase de ayer de Laporta, el «acepto la fórmula (del adiós en junio) porque es Xavi» es demoledora y le deja a él sin parachoques, en primera línea de fuego. A partir de ya, ante cualquier inconveniente -y quedan por delante cuatro meses para que los haya- será al presidente al primero que se dirija el foco.
Él es quien tiene que buscar soluciones más allá de sus impulsos testosterónicos, la improvisación, el relato hiperbólico y la narrativa victimista del madridismo sociológico. Y es él el que despidió a Messi, echó a Koeman y asiste a la despedida en diferido de Xavi; tres mitos del barcelonismo consumidos en un visto y no visto durante su mandato, con lo que eso duele.
Hasta 33 cargos directivos y ejecutivos han dimitido o han sido despedidos desde que él llegó: 33. Algunos tan relevantes como Mateu Alemany, director de fútbol, el CEO Ferran Reverter, Markel Zubizarreta, el arquitecto y director del fútbol femenino o Jordi Llauradó, el directivo responsable del Espai Barça.
Económicamente el club está en una situación desesperada, acuciado por el impago de Líbero, sin palancas ya a las que recurrir y con los fondos de inversión, los acreedores, llamando a la puerta. El panorama es desolador y aunque siga con sus discursos triunfales y soñando con ganar Liga y Champions, la victoria del Atlético ante el Valencia deja al Barça en el cuarto puesto de la tabla de clasificación y con el Athletic pisándole los talones a solo dos puntos.
El peligro de no clasificarse para Europa es real y el boquete económico sería la última estocada para un proyecto que hace aguas, gestionado como si fuera una mercería con familiares, amigos y conocidos en todos los ámbitos y no con profesionales competentes capaces de sacar del hoyo a una entidad en graves dificultades.
Los golpes de efecto, las palancas, los conejos de la chistera, los paraguas, se están agotando y el futuro se vislumbra sombrío. El fondo no se ve. Y ahí está Laporta, a la intemperie.
De verdad, por favor: dejen de permitir a una periodista tan partidista escribir un artículo cada semana en el que diga lo bonito y luminoso que es el Madrid y lo horrible y dantesco que es el Barça.
Esto es Jot Down, no el As. Aquí venimos buscando otra cosa.
Interesante reflexión teniendo en cuenta que el artículo trata un 99% sobre el Barça y sólo menciona al Madrid de pasada, pero es al parecer un alegato madridista. Claro que a la vista está lo bien que está el Barcelona. Maravilla absoluta de la que todos tienen deber de decir que todo lo hacen bien con independencia de lo que hagan.
Repasa los artículos de esta periodista y veras que sí, que el 99% se trata de eso. Pero bueno, que aunque te sorprenda por estar en la misma burbuja, no estoy descubriendo la penicilina precisamente.
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