Dos semanas después del comienzo del Mundial de Qatar, tras haber visto jugar a 32 selecciones y con cuatro ya en cuartos de final -el próximo viernes se disputarán una plaza en semifinales Holanda frente a Argentina y Francia ante Inglaterra el sábado- no es prematuro decir que, futbolísticamente hablando, el nivel es ramplón. Se utilizan eufemismos como equipos compactos, elaborados y equilibrados para disfrazar la evidencia de que su juego no es divertido. Se usan frases compuestas, expresiones como rango de pase y tecnicismos como si a todas (las personas) nos faltaran puntos en el carnet de entrenador o tuviéramos incluso intención de sacárnoslo en lugar de pasar simplemente un buen rato enfrente del televisor disfrutando de un espectáculo.
Curiosamente, los mismos que alertan sobre la falta de interés creciente por el fútbol entre los jóvenes son los que cantan las virtudes de celebrar un Mundial en Qatar, acallan las críticas amenazando a las federaciones y controlando a medios de comunicación y se llenan los bolsillos mientras rumian cómo organizar el próximo en Estados Unidos con 48 selecciones, 16 más que ahora. Encima, aseguran que el objetivo será “ayudar a desarrollar el fútbol en más países”. No, no me lo invento. La frase entrecomillada la pronunció ayer en rueda de prensa Arsène Wenger, director de Desarrollo del Fútbol Mundial de la FIFA, que además añadió que “hay equipos que estaban preparados mentalmente, que estaban decididos a concentrarse en la competición y no sobre manifestaciones políticas”, en clara alusión a Alemania y Dinamarca, que ya han hecho las maletas y han sido las más críticas con Qatar y la FIFA. Al parecer, ambas han perdido la oportunidad de seguir adelante por no pasar por el aro como las demás y distraerse con detalles como taparse la boca en una foto antes de que comenzara un partido como protesta por la decisión de no poder lucir el brazalete con el lema ‘One love’ en apoyo a la comunidad LGTBI.
La FIFA y sus esbirros no se esconden, ni disimulan y creen que el negocio no se resentirá por ello. Los 5.745 millones de euros de beneficios que ganarán por este Mundial les dan momentáneamente la razón, pero es imposible medir la distancia, la desconexión emocional de muchos aficionados por el hecho de que se esté disputando en un emirato donde no se respetan derechos humanos fundamentales y el chasco de comprobar cómo algunos ídolos tienen los pies de barro y la cartera de oro. ¿Por ejemplo? Xavi Hernández.
Las injustas críticas a Qatar
El actual entrenador del FC Barcelona, que lleva a gala defender un estilo y unos valores, es también embajador de Qatar, donde jugó, se retiró y entrenó, y nada más llegar allí la pasada semana para ver un par de partidos y disfrutar de unas vacaciones, soltó: “El Mundial dejará un legado muy fuerte para el país y para la región. Creo que es muy bueno que la cultura árabe se dé a conocer y que hay un prejuicio muy grande, ha habido mucha crítica hacia la cultura árabe. La gente está viendo lo que es Qatar, que no es las críticas tan injustas que está recibiendo y la gente se llevará muy buen recuerdo del país”.
El discurso chirría una barbaridad, pero curiosamente no ha recibido severas críticas en los medios nacionales a pesar de ello. La manta de la institución azulgrana le abriga lo suficiente por el momento, aunque su imagen ya está dañada porque las frases defendiendo al régimen le perseguirán aunque él aún no lo sepa. No es público lo que cobra por hacerlo, pero a Qatar pasta le sobra y tienen toda la pinta de ser generosos en los pagos.
El dineral que se está gastando el minúsculo Estado del Golfo no le ha servido tampoco para evitar pasar a la historia como el primer país anfitrión en quedar eliminado en el segundo partido de la fase de grupos -perdieron los tres-, y con la ayuda de la FIFA han conseguido con amenazas acallar a los disidentes. Era previsible que en cuanto la pelota empezara a rodar la atención se centrara en el fútbol, pero el nivel no es ni mucho menos como para tirar cohetes. Un poco de Brasil, de la Francia de Mbappé, de Inglaterra y de la ilusión sin fisuras de la Argentina de Messi han sido suficientes para tenernos entretenidos con la antigua fórmula romana de pan y circo. ¿Y la selección española? Pues esperando a ver qué versión aparece ante Marruecos este martes, pero el suflé ha bajado tras la derrota ante Japón y la sensación es que el ejército de Luis Enrique está demasiado tierno aún para afrontar grandes batallas.
La pelota sigue dando vueltas. Ni hay, ni se esperan ya, gestos mínimos de protesta y Qatar exhibe músculo ante Arabia Saudí, su rival geopolítico, pero se suponía que el fútbol, el Mundial, eran otra cosa. Y esa brecha emocional no hay quien la cierre por mucho que se empeñen.
Me está costando morderme la lengua Gemma, pero lo que me está pareciendo verdaderamente ramplón son sus artículos. Mezcla usted churras con merinas, pasando de un tema a otro sin ton ni son e insertando declaraciones de unos y otros en medio.
Se agradecería que usted justificase que el nivel futbolístico es bajo con argumentos o estadísticas, en lugar de con críticas al régimen catarí. A mí me pareció que las primeras dos jornadas fueron en general aburridas, con los equipos especulando bastante y pecando de conservadores, más preocupados por no perder que por ganar. A Uruguay le pasó factura claramente.
Por el contrario, la última jornada fue apasionante como pocas en un mundial, con muchos grupos iguladísimos y esos partidos simultáneos donde un solo gol cambiaba el grupo entero.
¿Tiene algún dato objetivo para decir que el mundial está siendo ramplón? ¿Menos tiros a puerta que en otros mundiales? ¿Menos goles u ocasiones?
La impresión es que mezca cosas en un artículo muy flojito.
Por cierto, Rajoy no cobra un duro por sus artículos en El debate, lo digo por su comentario en el artículo previo (otro prejuicio)
Bastante de acuerdo en lo futbolístico. Luego, criticar el posicionamiento político de un jugador o entrenador como Xavi es, en mi opinión, como criticar a un político por su capacidad de realizar un desmarque de ruptura. Es decir, absurdo.
Miguelón, solo faltaba que Rajoy cobrara por la sarta de idioteces y obviedades que ha «dictado» en estos días.
El artículo, acertadísimo. Hay para más libros de los ya escritos sobre la mafia que es la FIFA. Por ejemplo, «Qatar, sangre, dinero y fútbol» de Fonsi Loaiza. Y si no te gusta leer, prueba con el documental «Los entresijos de la FIFA» disponible en Netflix.
Decía Gemma en su artículo anterior que «El fútbol es así y Alemania es Alemania, como diría Mariano Rajoy que encima debe cobrar una pasta gansa por cada frase de perogrullo», de ahí mi apunte.
A mí, la designación de Catar como sede me parece lamentable y vergonzosa y la corrupción de la FIFA, vomitiva.
Pero parece que este hecho le llena de prejuicios, y ya va predispuesta a considerar que el nivel futbolístico es ramplón y el mundial aburrido, cuando para mí la tercera jornada ha sido de las más apasionantes que recuerdo. No sé cuántas veces una selección se ha clasificado por el criterio de tarjetas (Polonia) ni cuántas veces la clasificación ha variado tanto durante los partidos de la última jornada como en este Mundial; en este medio normalmente tan completo, detallista e interesante me ha parecido un artículo flojo y habría agradecido o bien un artículo de crítica a Catar,o bien un análisis (con datos y estadísticas) de por qué el nivel es ramplón, en ligar de este mejunje prejuicioso