Hola, papá:
Se hace raro escribirte estas palabras en una columna, cuando a ti lo único que te gustaba leer eran aquellas novelas de vaqueros que intercambiabas en el kiosko y que mamá te llevaba al hospital cuando era pequeña. Es curioso, me parece raro por eso, y no porque ya llevo dos años sin ti, sin el ruido de tus pasos en el pasillo, sin que abras la puerta mientras estoy al ordenador y me preguntes si todavía no terminó el fúbol, que hay que poner la comida.
No terminó el fúbol, papá. De hecho te escribo por eso. No te lo vas a creer, pero les neñes son Campeonas del Mundo. Fue en agosto. Ganaron el Mundial. Mira que te gustaba a ti ver a España, con el Barça te aburrías, del Madrid solo te gustaba Athe, y si jugaba el Villarreal te lo tenía que poner porque salía la guaja de Cienfuegos.
No vi la Final en casa, no enciendo la tele desde que tú no estás y se me hace imposible ver un partido en ella sin que tú estés delante, mano sobre mano, murmurando que la árbitra está ciega perdida o que el pase no era ahí. Se me hace bola poner un partido en casa. Pero no te preocupes por eso:
Un par de meses antes de irte, el día que te ingresaron, yo tenía un viaje a Madrid para un partido del Atleti. Tuve que cancelarlo, tenía que estar contigo, y no me arrepiento de ello porque justo ese fin de semana fue cuando te sacaron a escondidas a otro hospital. Tú me dijiste que si tenía fúbol, marchara. Que no tenía que estar pegada a ti todo el día. Que el fúbol también era importante.
Anda que no había tiempo para eso, papá… ahora me voy todos los fines de semana a algo que te gustaría más que ver a España, aunque solo sea porque la voz que ibas a escuchar en la retransmisión de los partidos es la misma que te explicaba por qué la posición de pivote es tan importante y tan desagradecida en el 4-3-3 que jugaba Lluis, o por qué la incorporación de las laterales al juego ofensivo es tan difícil de defender para los equipos que se encierran atrás.
A ti, que venías del ciclismo, que tu equipo de fútbol era el Valdesoto porque jugaste allí de pequeño un par de años porque no tenían portero, te gustaba escuchar las tonterías que ahora escuchan decenas de miles de personas cada fin de semana cuando comento los partidos de la Queens League. Llenamos el campo del Atleti y el del Málaga, papá. Menudas noches.
Nadie mejor que tú habría sabido valorar que me den un micro, y a nadie más que a ti le importaría el tremendo grupo humano de jugadoras que me he encontrado ahí y me hacen sentir en casa, cuando no tengo ya una.
Te echo de menos cada día, pero más cada vez que piso el aeropuerto y no tengo a quién llamar para contarle cómo fueron los partidos. El Barça ganó otra Champions, y este año la Final se juega en Bilbao. ¿Te imaginas qué fiesta se puede montar si llega a ganar la tercera en casa? Aitana -la que se parece a Gelines- ganó un Balón de Oro. Empezaste a fijarte en ella por lo de que se parecía a nuestra vecina, pero después cuando tocaba el balón entrecerrabas los ojos y apretabas los labios. Era distinta al resto y tú lo sabías.
Siempre te gustó un poco más que las demás. La rubia de la banda sigue sin tener premios. Y lo que tampoco sabes es que ahora hay cromos de ellas, ¿te acuerdas las cajas de cromos que tenía guardadas en el armario, que salían Laudrup o Zamorano y los ponía a parte? Pues ahora tengo un cromo de la 10 del Barça en el escritorio y llevo uno de la antigua 7 del Atleti firmado en la parte de atrás del móvil. Quién nos lo iba a decir, eh.
Lo pasaste muy mal con aquellas llamadas desde Madrid en las que me decían que no iba a volver a trabajar de esto. Quiero que sepas que nos costó un disgusto y una vergüenza a nivel mundial, pero eso también se acabó. Y estarías orgulloso de ver cómo se mantuvieron firmes para conseguirlo. El que nada debe, nada teme, que decías tú. Y ahí le pusieron valor para terminar con aquella dictadura que hacía que cada día el fútbol femenino valiera menos con ellos al mando. Seguimos buscando hombres y mujeres capaces de asumir el reto de tratarlo como se merece, pero vamos en el camino.
Siento no haberte escrito nada en estos dos años, pero entenderás que tampoco tenía tan buenas noticias como ahora para contarte. 2023 ha sido un año intenso y raro. De esos que recuerdas porque hay fechas que no se van a olvidar nunca. Te hubiera gustado vivirlo. Espero que allá donde estés guardes un rato para mirarnos desde arriba, mano sobre mano, y estés orgulloso de lo que está pasando aquí abajo. No por mí, por todas. Empezamos a ver los primeros brotes de algo que va a ser maravilloso. Ojalá el año que viene pueda contarte mucho más.
Me ha emocionado muchísimo el artículo, eres una gran escritora Andrea.
Espero que pasados dos años la pérdida esté empezando a ser algo más llevadera.
Precioso, muchas gracias.
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