Fue hace siete meses que dejé Argentina, ahora he vuelto a un país muy distinto al que dejé. Allá por noviembre del año pasado una empanada, el ícono gastronómico del país, costaba 250 pesos, como 25 céntimos de euro, hoy cuestan no menos de 1000 pesos en la capital, euro al cambio oficial. En la actualidad la gente con la que convivo apenas llega a fin de mes y en muchos casos, paradójicamente, se ven obligados a renunciar a trabajos esporádicos que les surgen porque no pueden pagar la nafta para llegar al trabajo.
Al preguntar a algunos de ellos las respuestas no pueden ser mas desalentadoras: «Esto te afecta el ánimo, es obvio que así es cuando ves que tienes que decidir en donde ahorrar para poder pagar la fruta que tu hija te pide».
Hay jubilados que cobran 200.000 pesos, con suerte, y que tienen que afrontar la realidad de la canasta básica que hoy en día está situada en 800.000 pesos para una familia. Los alquileres se disparan, pudiéndose triplicar de un mes para otro.
En este ambiente de derrota para muchos, me sorprende ver la poca respuesta de la sociedad en forma de protesta, no hay ánimo, no hay ganas, da la impresión de que están anestesiados. Eso y que todavía hay un alto porcentaje de aceptación al nuevo gobierno.
En estas circunstancias, me topé de morros con el partido inaugural de la Conmebol Copa América 2024. Argentina, la actual campeona del torneo, se enfrentaba a Canadá. Mi intención era vivir la pasión que se le supone a los argentinos cuando juega su selección. Esa es la impresión que tenemos desde España cuando juega la albiceleste. Me esperaba que la gente caminaría por la calle en una previa de fiesta y emoción en cada partido que jugara el equipo que lidera Messi.
Poco puedo hablar de este partido más allá de sentir una de la decepciones más grandes que recuerdo. Para resumir y hacerlo corto: Aquello que yo pensaba iba a ser una fiesta fue una enorme desilusión. Argentina ganó dos a cero y los dos goles locales no es que fueran muy celebrados por el público que cenaba en el bar de Villa Crespo en donde vi el encuentro.
Lo mismo en un bar algo más futbolero de Palermo, un barrio popular en donde suele haber bastante ambiente joven y nocturno. En dicho local, una taberna ambientada como las más que famosas tabernas con aire irlandés, había más extranjeros que argentinos, chilenos incluso, que era contra quien se enfrentaba en esta ocasión Argentina. En un momento dado, viendo la rivalidad entre estos dos paises, pensé que habría mucha más tensión que en partido anterior, pero de nuevo, decepción total. En el descanso me fui a dar una vuelta, buscando algo de ambiente futbolero y de nuevo, animación por la selección nula.
Dada mi sorpresa, en los días siguientes, iba preguntando a todo aquel que quería responderme sobre la sensación de que a los argentinos no le importaba esta copa América y las respuestas iban encaminadas todas hacía la misma dirección: Las eliminatorias van a ser otra cosa.
Vamos a dejar las cosas claras, la copa América no es el Mundial y mi opinión personal es que Argentina pone todo en el asador cuando juegan contra equipos europeos. Esto no lo digo yo, es una confirmación de los propios seguidores de la selección. Van muy sobrados, tienen claro que son los mejores. Casi que deseé que perdieran algún partido, que estuvieran en apuros para darle emoción a la fase de grupos.
El nivel en esta edición ha sido pobre, pocas selecciones pondrían en apuros a la argentina, es un hecho que queda claro al ver como han jugado los otros combinados nacionales, de hecho, estoy seguro de que el mejor partido que se podía ver era precisamente el que después se pudo ver en la final.
Así que la alegría y fiesta desmedida que uno podía ver a miles de kilómetros, en lugares como Times Square, en donde se celebraban banderazos con los aficionados argentinos, en ningún momento se podían encontrar en el país natal, todo lo contrario.
Al final de la fase de grupos, todo seguía igual. Cero vibración en las calles. Durante la copa América ha habido una ola de frío del sur que ha dejado al país helado. Las horas en las que se celebraban los encuentros, pero sobre todo una significante tristeza que se palpa actualmente en el pueblo argentino. Eso se siente cuando las reuniones son en casa de los aficionados, comprando las típicas picaditas futboleras; Queso, salame, aceitunas y algo para beber. Prefieren gastar en eso que ir a ver partidos a un bar. La economía no está para milagros.
Ganar en 2021 este mismo torneo, quitándose la espinita tras finales perdidas, ver como el mayor ídolo tras Maradona levanta por fin un premio con su selección, ganar una copa del mundo tenía saciados a los seguidores de la selección, pero aún así, dada la competitividad de los argentinos, era extraño ver lo poca importancia que seguían dándole al torneo aún habiendo entrado en la fase eliminatoria
De hecho, las eliminatorias siguieron siendo el mismo muermo que habían sido los encuentros de fase de grupos. Los goles contra Perú fueron celebrados de manera muy tibia por los seguidores que cenaban en el bar en donde lo viví. Semifinal ante Canadá, más de lo mismo un partido extremadamente fácil para Argentina. Incluso al final de este enfrentamiento el comentarista apuntó el poco entusiasmo de los jugadores al pasar a la final.
La final en cambio fue diferente. Un Domingo de asados, con previas como Dios manda, banderas, pasiones y nervios. Una final es una final y juegan contra Colombia, el rival más duro al que se han enfrentado.
Ya conocemos el resultado: Argentina se ha alzado de nuevo con el torneo. Un Torneo que ha dejado imágenes de campos medio vacíos, de poca y mala organización por parte de los anfitriones, una copa de América descafeinada que los Argentinos califican como una Copa de Leche.
El obelisco en Buenos aires se volvió a llenar de banderas, camisetas y fans alocados (hubo un muerto al caerse de unas letras gigantes que hay en la 9 de Julio), pero en ningún caso ese refleja lo que se ha vivido en tierras argentinas durante este trofeo y aunque es cierto que ni el clima no los horarios han ayudado y que están crecidos con los títulos conseguidos, Argentina hoy en día está triste. La situación actual anima a pocos a vivir con intensidad una trofeo que para ellos está a años luz de un mundial.