Empecemos por el final. Tadej Pogačar ha ganado el Tour de Francia en su edición de 2024. Tadej Pogačar ha ganado, también, el Giro de Italia en su edición de 2024. Doblete, se une a nombres «nifunifá» en esto de las bicis… Fausto Coppi, Jacques Anquetil, Bernard Hinault, Stephen Roche, Miguel Indurain, Marco Pantani. Pero podemos añadir cosas… Tadej Pogačar logró doce etapas entre Giro y Tour, superando el registro absolutamente cósmico de Eddy Merckx en 1970.
Más de quince minutos acumulados sobre los segundos, superando el registro absolutamente cósmico de Eddy Merckx en 1970 (y quedando únicamente por detrás de Fausto Coppi, que permanecerá por siempre, creo). Tadej Pogačar ha ganado todas las etapas montañosas (aquí me permito abrir mano) de esta edición, como hizo Gino Bartali en 1948. Tadej Pogačar, además, hizo Doblete tras añadir Monumento en primavera, como Fausto Coppi y Eddy Merckx (quien, goloso, conquistó el mismo año San Remo, Lieja, Giro y Tour… qué primera mitad de 1972, macho).
Esta es la intro. Los datos siguen al término.
Ataques, detalles y Merckx enfadao.
Tour atípico. Comienzo en Italia, etapa rompepiernas, Romain Bardet que obtiene Oscar como reconocimiento a toda su carrera cinematográfica, luego cotitas, luego primer sprint, luego Alpes. Tour atípico empezando y terminando, porque lo de Niza era inédito, porque lo de Niza nunca fue.
En Valloire iban a ver cositas. Bueno, las vieron antes, por Bolonia (en Bolonia siempre puedes ver cosas… cosas chulas y cosas grotescas, como Chris Froome haciendo eses). Allí, subiendo San Luca, atacó por primera vez Tadej Pogačar. Atacó con todo (o esa impresión deja) Tadej Pogačar. Y sale, con él, Jonas Vingegaard. No estaba muerto, estaba de parranda. Lucha por todo lo alto. Expectaciones.
Pero… Valloire.
Porque el Galibier. El Galibier sur es menos Galibier, subir el Galibier y que sea por el sur es como anotar en la cara de James pero que sea Bronny, no Lebron. Pero da (el Galibier, Bronny no sé yo), y tiene altitud, que siempre suma. Así que trenecito del team Pogačar, bochornazo de los compis de Pogačar (luego incidimos) y arreón en el último kilómetro de Pogačar. Desarrollo familiar, como una peli de Marvel… arranca Tadej, sale Jonas, Jonas a rueda y… nueva dimensión, pierde un metruco, pierde tres, pierde doce, llega a cima crispadísimo, con los ojos haciendo chiribitas, apenas enlaza desarrollo camino Valloire, le coge un grupo, palmatori cincuenta segundines con Tadej. ¿Definitivo? Ni mucho menos, pero síntomas. Jonas Vingegaard en 2023 era Use your Illusion y Jonas Vingegaard en 2024 es Chinese Democracy…
Otro detalle en Valloire… Remco Evenepoel. Evenepoel llega al Tour con miedos, con inseguridades. Evenepoel tiene, sobre la alta montaña del Tour, más dudas que Evaristo Páramos en un casting de Operación Triunfo, más dudas que Julian Ross antes del reconocimiento médico. Estuvo solvente, allí. Estuvo solvente, en el Galibier, y solvente más tarde, y solvente en Pirineos, y solvente al final de la Grande Boucle. Estuvo solvente, pilló su crono, exhibió valentía, coqueteó con grandilocuencias como asaltar segundo cajón, como atacarle a Jonas. Fríos números… universo entre Pogačar y él. Pero, analizando el tema, Evenepoel ha hecho debut sobresaliente en Francia, ha trincado pódium, ha despejado varias «equis». Su futuro resplandece (aunque sea difícil atisbar cómo podría dar definitivo salto hasta Tadej o Vingegaard).
Más apuntes de la primera semana… y así lo quito, que no me gusta escribir sobre ello. El récord de Merckx. El récord de etapas en la Grande Boucle, que ya no es de Merckx, sino de Cavendish. Mark Cavendish, oriundo de Man, vomitando el primer día como un Erasmus por Rímini. Imágenes de Cavendish a tres cuartos de hora, imágenes de Cavendish con menos ritmo que Cañita Brava. Los compañeros, a su servicio. Y, oh milagro de milagros, el figura gana cuatro días más tarde. Gana, cepilla el récord, sprint tan fogoso que hasta termina con la cadena fuera. Carnaza gorda para docus, alpiste de historietas lacrimógenas y sesgadas…
A nivel histórico que sea Cavendish recordman de todo un Tour es, por decirlo suave, antiestético. Igual que lo de Cipollini en el Giro, solo que Cipollini da más asco, porque es un puto maltratador. Pero sí, antiestético. Cavendish forma parte de esa raza tan peculiar, los sprínters, que hozan etapas en las que otros dormitan (los buenos) o sufren (los espectadores). Alguna voz dentro del Tour incluso ha dejado caer que esto debe acabarse, que no podemos vender espectáculos dantescos de horas y horas campiñeando antes de cien metros a lo fiiiuuu. Pero, oye, siempre fue así, y el velocista existe desde que existen las bicis.
El problema con Cavendish (y lo centro en él por tema récord, pero es compartido) es que lo tiene todo muy fácil. Porque no hay fueras de control dignos de tal nombre, porque abrimos la mano cuanto haga falta para no expulsar muchos paisanucos. Este Tour lo termina el último a más de seis horas; Fernando Quevedo acaba, en 1992, a cuatro de Indurain. Este Tour lo termina el último a la misma distancia que hubo entre Fausto Coppi y Guido de Santi en 1949. Y si ustedes no ven un problema, pues… Comparen asfaltos, longitudes, comparen penurias y preparación, entre 1949 y 2024. Es la época que le tocó vivir a Cavendish, no tiene culpa. Pero resulta grotesco. Solo una vez hubo cuatro horas entre Eddy, anterior recordman, y su farolillo rojo. Solo una vez cuatro horas, hoy son seis. De Tadej Pogačar al último. Y ese último se llama, seguro que lo han adivinado… Mark Cavendish.
(Dejen al margen asuntos como remolques y tal, que de Cavendish ya tuvimos prueba gráfica en el pasado).
Sí, me ha jodido.
Pasar de Merckx a Cavendish es pasar de Caballeros del Zodiaco a Los Aurones.
Shyamalan en la segunda semana, o igual ni eso.
Lo del Macizo Central merece comentario aparte. Porque todos lo entendimos de otra manera, porque todos pensamos en cambio de tendencia. Y no.
Recapitulemos… ataca Pogačar a mogollón, Vingegaard que sale a por él, Vingegaard que sufre, Vingegaard que cede antes de cima, que pierde segundines. Por delante… kilómetros y kilómetros con bajadas que no bajan, falsos llanos más falsos que Bernard Kohl y subidas breves. Vamos, terreno muy Tadej. Jaque mate, dijimos. Jaque mate. Y luego no. Visto con el transcurrir del tiempo… Pogačar trincó melocotón curioso, Jonas pudo pillarlo desde atrás (a ritmo, cuesta arriba), incluso ganó sprint a un tío rapidísimo. Alarmas en Eslovenia, Cristian VIII nos quiere invadir, vuelve la pesadilla del bienio, el ciborg inabordable, el que remacha cada intentona, girito a lo Shyamalan. Y no… pareció que empezaba nueva serie, pero en realidad vimos un golazo de Tristán en 2006… Ha vuelto, necesitaba confianza, está más fuerte que nunca.
Qué bendición, escribir a posteriori.
Claro que… igual debo ponerles contexto a ustedes. De Vingegaard, digo. Porque Jonas llegó al Tour con preparación complicadilla. Caída fuerte en Itzulia. Caída fuerte en Itzulia de la que sabemos bien poco, porque Jonas estuvo muy discreto, hizo uso legítimo de su derecho a la intimidad, no publicó mucho parte. Así que las lesiones bascularon entre «buena hostia, tres costillas» o «tiene todos los huesos rotos, le han puesto ajos en la boca y claváronle estaca en el corazón». Por concretar certezas… diez días en un hospital alavés, neumotórax y fracturas. Solo con eso… contratiempo enorme. Llegó al Tour, pero deberíamos ver cómo llegó al Tour. «Entrará en forma poco a poco», decían algunos. «Es imposible recuperar en plena Grande Boucle si no traes base», contestaban los de más allá. Fuera como fuese… está claro que no pudo venirse a Florencia con planificación al milímetro.
Por esos días perdió Pogačar a su mejor gregario, Juan Ayuso. No, en serio, es imposible decirlo sin reírte… Ayuso tuvo que retirarse, pero es que su Tour fue un mano a mano dramático con João Almeida por ver quién puede conseguir más currando menos. Los gestitos del luso Lautaret arriba tuvieron punto irónico… Merecidos, pero es como si Romario acusa a Bebeto de presionar poco. Tadej tuvo, a ratos, equipo sin dos hombres, porque esos dos hombres buscaban su puestecito más que el de Pogačar. Como para fiarse de Almeida y Ayuso, a quién se le ocurre fiarse de Ayuso y Almeida… Despiertan fervor en algunos barrios, pero…
Durante esta segunda semana también se retiro Primož Roglič. Primož Roglič viene al Tour de Francia cada doce meses como quien acude al Gran Prix del Verano, viene al Tour como si quisiera asaltar el Takeshi´s Castle, viene al Tour con la mentalidad de esos taraos que persiguen un queso rodante en Gloucester…. Primož Roglič sabe que tiene muchas opciones de volver con cardenales, contusiones y más quejíos que en el Festival Camarón… pero no le importa. Insiste e insiste. Su Tour fue el de 2020, creo, y va a retirarse sin esa muesca en el palmarés. Como Tony Rominger, mímesis con más babas y peor cabello, hasta en eso se parecen, aunque Primož tenga más flow (mucho más flow). No importa, o no importa lo que muchos quieren que importe… Roglič ya posee asiento propio en la Historia de las bicis.
Aunque no gane la Grande Boucle.
Y así se llega a los Pirineos. Y los Pirineos quitan máscaras, sentencian Tour, dejan algunos datos para la reflexión. Sobre lo primero… doblete de Pogačar. Cuando todos pensábamos en igualdades, se saca el esloveno sendas exhibiciones morrocotudas. Primero en Pla d´Adet, subiendo cual moto. Y después… Plateau de Beille.
Plateau de Beille es punto culminante del Tour 2024. Por ritmos, diferencias y hostiones, punto culminante de muchos Tours. Etapa rapidísima, el equipo de Jonas que busca un k.o. a puros vatios, que quiere hacer Granon, Hautacam y Loze todo junto. Desafío en subida dura, sin descansos, sin respirar, sin otra cosa que pedales bien prietos y mirada al frente. Un «mira, lo siento mucho, pero será horrible». Y llega. Y es, aun, más cruento.
Ataque de Vingegaard cuando faltan diez kilómetros. Ataque de Vingegaard, responde Pogačar, el resto a un mundo, el resto son los masilla en Power Rangers, son los centrocampistas del Newteam, son Fórmula Abierta.
El resto son nada.
Entonces… Vingegaard tirando. Tirando con todo, tirando a romper, tirando a destruir. Vingegaard tirando y Pogačar pegao. Todos buscan síntomas, detalles. Todos buscan esos diez centímetros entre la rueda trasera de uno y la rueda delantera del otro. Todos buscan mueca de dolor, brazos tensos, levantar el culo del sillín. Todos buscan, no hay, este año no hay. Faltan cinco kilómetros, Jonas hace su último acelerón. El que será definitivo, el todo o nada. Salió nada, mira atrás, ve a Tadej. Jonas Vingegaard abdicó en ese vistazo, contempló derrota de frente. Porque sabe lo que espera, sabe que Pogačar tritura, sabe que perderá minutos arriba…
Bien, hubo después revuelo. Por los tiempos de subida, por las marcas que se desintegran. Omitirles esta información sería inútil, amén de poco profesional, y aquí queremos ser muy profesional, ya hay otros contando milongas. Decía que hubo revuelo, porque Pogačar batió el récord histórico de ascensión a Plateau de Beille. Y lo hizo por casi cuatro minutos, que es distancia gigantesca. Y quien tenía antes el récord era Marco Pantani, palabras mayores. Y fue en 1998, palabras horribles…
A ver… Digamos que el famoso récord de Pantani destaca tanto por ser Pantani y por hacerse en aquella «época». Pero, a fuer de apuntar detalles, el Tour de 1998 fue el Tour menos «EPOca» de aquella «época», por los sucesos que todos ustedes conocen, así que volcar todo el razonamiento en ese dato frío pues… Añadimos a esto que, desde mi punto de vista, la mera observancia de números y tiempos en el mismo puerto es dato rimbombante pero algo fútil, porque obvia recorridos previos, vientos, situación en contextos mayores, etcétera. Otrosí… el mismo Mikel Landa anduvo en tiempos de Pantani, así que no fue cosa únicamente de Tadej. Con todo, este año se han batido marcas en Galibier, en Pla d´Adet, en Plateau de Beille, en Isola 2000, en muchos sitios. Demasiados para omitir la evidencia: se va rápido, se va muy rápido, se va increíblemente rápido. Mejoras en tecnología, en entrenamientos, mejoras incluso en infraestructuras, en gestionar tus propios poderes, en la misma preparación (sentido amplio de palabra). Mejoras. Escojan ustedes pesos y, si lo desean, pongan ustedes nombres.
Yo solo expongo datos.
Con faldas (amarillas) y a lo loco
La tercera semana tuvo sus cositas. Cositas como ver al campeón del mundo gregariando para otros (es imagen que a mí me desagrada), ver al campeón del mundo con quejas sobre qué tipo de Tour hay, oigan, solo llanos y montes, nada de terreno para nos. Lo dijo van der Poel tras una etapa de esas que le dejó regaladita a Jasper Philipsen. Tres, trincó el flamenco, como tres trincó también Biniam Girmay, comienzo esplendoroso, perdiendo fuelle al final. Suyo fue el maillot verde, suya fue la «reivindicación» como pionero negro en estas lides. Africanos hubo antes (Ali Neffati abrió senda, allá por 1913) y hasta alguno pilló etapa (de Marcel Molinès hay hoy), pero lo de Girmay entronca con Major Taylor y otros precursores. Justo premio, la regularidad, para un ciclista que parece retomar senda…
¿Más cositas? Pues Richard Carapaz honrando el maillot de la montaña (el Richard Carapaz que subía Pirineos con Jonas y Tadej hace menos de un lustro, el que ahora suspira a minutadas), Enric Mas reconvertido (segunda mitad del Tour pundonorosa… pero resultados insuficientes), Oier Lazkano peleante, Ben Healy con sus pintas de Pauly Shore. Ah, y Mikel Landa.
Mikel Landa, que se ha marcado otro top cinco en el Tour, ocho años después. Mikel Landa, que apretó para Remco cuando Remco tuvo malas intenciones camino de Couillole. Mikel Landa, treintañero interesante, más pinta de First Dates que de concentración en el Teide. Mikel Landa, que en época de nutrición medida se baja hasta la casa de ama, veamos qué potaje hizo hoy. Ese Mikel Landa, sonriendo como nunca, caminando muchísimo. Cómo no querer a Mikel Landa, amigos.
Ven que hablo de secundarios, pero es porque las estrellas… Bueno, digamos que el argumento se repite. Pirineos fue Regreso al Futuro, Alpes es Regreso al Futuro II. Golpe tras golpe, hasta el hostión final. Que fue en Isola 2000. Historias las justas, tampoco vamos a extendernos pero detalles hay. Pogačar que sube sin crispación, sin que se le enganche desarrollo, que sube dulcísimo, que sube como estirando piernas. Evenepoel chuleando a Vingegaard, Vingegaard aguantando como la Grecia de Otto Rehhagel. Cuando llegan estuvo un ratito el danés sin quitarse las gafas, sin quitarse el casquete, exhibiendo arrugas en mejillas como si estuviera a punto de morirse, arrugas tipo Abate Faria, tipo Luis XVI en el Temple. Cuentan que si lloró, un poco, en el abrazo de su mujer. La derrota tras treinta meses gloriosos, llegar donde parecía imposible, quiebro tras hacer lo más complicado. ¿Suponen esas lágrimas claudicación de Vingegaard? Atacó al día siguiente, llevó consigo a Pogačar hasta que sufrió el enésimo sprint, no buscó excusas, no quiso echar balones fuera. Tadej estaba, en Alpes, jugando por el Tour de 2025… Pareció tenerlo ganado, pero esa Couillole de Jonas adelanta hostias como panes…
(Aunque este año se comiese exhibición tras exhibición, última crono incluida).
Así que volvemos al comienzo. ¿Qué le queda a Tadej Pogačar? Tiene veinticinco años y suma, a mayores, tres Tours, un Giro, seis Monumentos, veintiséis parciales en Grandes. Por hacer comparación… Nadie había ganado tres Tours con veinticinco años, solo Mercks había ganado cuatro Grandes Vueltas con veinticinco años, nadie había ganado tantos parciales en Grandes con veinticinco años (sí, tampoco Eddy, vence Tadej por cuatro). Hablamos de alguien absolutamente sideral, de alguien en quien veíamos a un nuevo Hinault (ahí es nada) y ahora asalta al monstruo belga…
Y eso… ¿desafíos? Lo de tirarse a por la ronda hispana parece, hoy, utopía, pero es que tras ver a John Rambo en Acorralado yo no apostaría contra él ni frente a la falange macedónica. ¿Mundial? Tiene buenas opciones ahí, cerquita. ¿Los Juegos Olímpicos? ¿Ganar San Remo, arriesgar con el Carrefour de l´Arbre? Son, todos, objetivos imposibles, por dificultad y acumulación.
Parecen, todos, al alcance de Tadej.
Qué situación fascinante para vivirla.
Qué ganas de quemar doce meses y ver el Tour de todos los Tours.
Hoy es día de fiesta (la Luna brilla en el poblado Aurón)… Los caballeros del zodiaco eran la p… pero los Aurones eran flipantes para un niño de 10 años , así que me ha jodido la comparación (bueno, me jodió realmente porque «qué viejos semos»)
Gran crónica, claro que sí. Un placer leerla siempre señor Pereda. PD: aunque en la «siesta» de esta tarde toque cantar el ‘Pobre de mí’ 🙁
Le Tour est mort. Vive le Tour!!!!!
«el resto son los masilla en Power Rangers, son los centrocampistas del Newteam, son Fórmula Abierta» . Aplausos, simplemente maravilloso.
Me ha encantado la crónica y los chistes. Muchas gracias.
Un colofón muy adecuado al tour de m….a que ha terminado.
O el gran danés se recupera o los próximos ocho tours serán mas aburridos que una etapa llana del tour. Y deberán cambiar el nombre de la prueba a criterium pogacar.
Buenos días. Gracias Marcos por compartir siempre tus reflexiones con ese peculiar estilo. Después de este Tour, creo que, por mucho tiempo, deberemos acostumbrarnos a los que se nos avecina. Las «Generales de los tres del Tour». Vaya por delante que me alegro que haya sido Pogacar quien lo ganara. De lo contrario, si hubiera sido Vingegaard, con la caída en la Itzulia y la convalecencia posterior, hubiera supuesto tanto como que los 5 seguidos de Induraín quedaría en una breve anécdota.
Dicho lo cual, decía lo de las generales de los 3, porque a partir de ahora solo la van a competir esos dos marcianos, y si acaso, el pitbull. Dejaremos de pronunciar, con el tiempo, esos anglicismo que tanto nos gustan de «top five» o el «top ten». Más allá de ellos, el erial es cada vez más desalentador. Me quedo con la emoción de las primeras etapas, las últimas fueron frustrantes al ver que , un día si y otro también, no llegaba la escapada. 4 minutos ya no es nada para estos extraterrestres. Se lo comen cuando quieren.
En fin, el futuro del ciclismo estará dividido entre aquellos valientes e inconformistas y aquellos otros que por incapacidad, resignación, miedo, falta de personalidad, dudas existenciales , penarán por esas cuestiones del planeta.
Un abrazo a todos.
P.D.- Por cierto, para que no se lleven a engaño, cuando hablo de «valientes e inconformistas» no hablo de Enric Mas, hablo solo de los tres tenores (Pogi, Vingo y Remco) y de personajes como Carapaz. Lo de Enric habrá que confirmarlo en las próximas carreras. Tengo serias dudas de que lo que hizo, varios días de la última semana, se convierta en su nueva forma de encarar las carreras.