Homofobia

El problema francés de futbolistas que se niegan a secundar campañas anti-homofobia

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Mohamed Camara tapando el parche LGTB contra la homofobia con cinta adhesiva.
Mohamed Camara tapando el parche LGTB con cinta adhesiva.

En la última jornada de la Ligue 1 francesa, la organización (LFP) decidió incluir un arcoíris en la equipación de los futbolistas para concienciar sobre el problema de la homofobia. Una costumbre que cuenta ya con cinco años de antigüedad y que se fomenta por una razón de peso. Como explicaba la revista So Foot, los 1300 futbolistas masculinos profesionales que hay en Francia son todos, oficialmente, heterosexuales.

Hay muchas razones de peso para esconder la condición sexual en el entorno particularmente homófobo del fútbol. Empiezan en los aficionados, en las gradas, con sus cánticos vejatorios es normal que ningún deportista se atreva a salir del armario. Podría ser una lacra para su carrera, que suelen ser breves y lucrativas. No es exclusivo de Francia, en toda la historia de este deporte solo nueve jugadores han reconocido su pertenencia al colectivo LGTB. En España solo se conoce el caso de Jakub Jankto, jugador checo que pasó por el Getafe. El primero en cien años de historia de la liga española.

En Francia, en 2019 se empezó con un brazalete para los capitanes con la bandera LGTB. Cuando se anunció la campaña, se subrayó que en este país, más de la mitad de las personas LGTB había sufrido algún tipo de agresión a lo largo de su vida por su condición sexual. Y en la actualidad, siete de cada diez personas evitaban mostrar signos de su orientación sexual públicamente en su vida cotidiana para evitar que les pongan en el punto de mira de actuaciones violentas. No hay besos en público, no se cogen de la mano a la vista de otras personas, se evita que los vecinos vean quiénes son sus parejas.

Lejos de la solidaridad, siempre que se ha puesto en marcha esta campaña ha habido problemas con jugadores que se han negado a secundarla. Normalmente, son aquellos en los que la homosexualidad es un delito en su país de origen. Ese detalle muestra un choque cultural complejo de gestionar y que supone un verdadero problema, porque en Francia lo que está penado por la ley es la homofobia.

Jugadores como Moussa Diarra, Saïd Hamulic, Zakaria Aboukhal o Mostafa Mohamed se han negado a participar en la campaña aludiendo razones religiosas. Sus entrenadores, mientras tanto, se pusieron de su lado, lamentando perder a jugadores tan importantes en días señalados.

Quizá por eso, en esta última ocasión, la LFP ha reducido la bandera arcoíris de las camisetas, solo sería un parche, y la ha situado en los banderines de córner. Organizaciones como SOS Homophobie han considerado ridículo el cambio y se han desmarcado de la campaña, consideraba que solo tenía como fin apaciguar a los jugadores beligerantes con la lucha contra la homofobia. Aún así, hubo menos quejas, más fotos y participación por parte de todos.

Hugo Lloris no quiso llevar el brazalete LGTB en Qatar para respetar a este país, que criminaliza la homosexualidad (Foto: Cordon Press)

Incluso así, Mostafa Mohamed no se presentó. Y Mohamed Camara cubrió los logotipos con cinta adhesiva de forma burda e imposible de notar. Su club, el Monaco, no quiso hacer declaraciones al respecto, se dijo que era un tema que tendrían que hablar de puertas adentro. Pero la ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra ha exigido una sanción ejemplar contra el futbolista y aseguró en la cadena RTL que había hablado con la LFP para que la multa fuese la más alta posible, lo que incluye también al Monaco. Un deja-vu, porque esto es exactamente lo mismo que pasó el año pasado.

«Es una conducta inaceptable. He podido hablar con la LFP y he transmitido a este organismo mi punto de vista acerca de lo ocurrido en el partido y una conducta así está sujeta a la sanción más dura tanto para el jugador como para el club, que ha dado pie a que esto suceda»

El entrenador del Monaco, Adi Hütter, salió al paso, primero, felicitando al jugador por el gol que había conseguido, y segundo echando balones fuera: «Lo primero de todo, quiero decir que, como club, apoyamos esta iniciativa de la Ligue 1. Fue una decisión personal del jugador. Habrá una discusión interna con él para entender más lo que ha sucedido». Al final, la sanción fue de cuatro partidos.

Cuando se habla de que negarse a llevar el arcoíris en una acción conjunta de todos los clubes es una elección personal que hay que respetar, So Foot se pregunta cómo se reaccionaría si un jugador rechazase protestar contra el racismo porque, en sus íntimas convicciones personales, es un supremacista blanco. Este sería un caso parecido, solo se quiere que la homosexualidad siga siendo una vergüenza, un estigma.

Hay casos en los que incluso se ha retrocedido. Moussa Diarra, que se negó el año pasado a vestir la camiseta con el arcoíris, lo había hecho sin problemas un año atrás. Es más, cuando era más joven, había aparecido en un documental dirigido por Yoann Lemarie –un futbolista amateur que reconoció su homosexiualidad- sobre la homofobia en el fútbol. En él decía que «ya no veo las cosas de la misma manera». Sin embargo, a la vista de los hechos, ha vuelto a hacerlo. Diarra es natural de Mali, donde la homosexualidad no está prohibida, pero socialmente está muy perseguida.

Precisamente, en el Toulouse se dio el caso de Ouissem Belgacem, de la cantera, de origen tunecino, que en su libro de 2021 Adieu a ma honte (Adiós a mi vergüenza) habló del infierno que le supuso ser homosexual en secreto durante veinte años y cómo el dolor interno frustró su carrera profesional. El internacional Étienne Capoue, que procede de las mismas categorías formativas, preguntado en una serie documental de Canal + sobre el libro, por qué hubiera pasado si Belgacem hubiese revelado su orientación sexual, contestó: «nadie le habría dirigido la palabra nunca más».

En una entrevista en Le Monde, Belgacem declaró que la campaña antihomofobia de la LFP «no es efectiva» ni aunque todos los jugadores se pongan la camiseta con la bandera arcoíris. El motivo, no se ha visto nunca a ningún jugador francés poner en sus redes sociales que está orgulloso de secundar esa campaña. Se hace por obligación y se pasa a otra cosa.

Ouissem Belgacem (Foto: Cordon Press)

«El simple hecho de exhibir la bandera del arcoíris en los campos de fútbol una vez al año no hará que la gente sea menos homofóbica milagrosamente», opina. Además, desde su punto de vista, que los jugadores se escuden en la religión islámica, solo sirve para perpetuar la mala imagen que se tiene de esta confesión en Francia.

Pero no se reduce solo a futbolistas bajo la influencia de la religión o el miedo al qué dirán en sus países de origen, donde la homofobia social y política es muy fuerte. En Qatar, Hugo Lloris, natural de Niza, que es europeo de pura cepa –su apellido es de origen catalán- se manifestó en contra de llevar el brazalete arcoíris en el Mundial de Qatar para «mostrar respeto» a este país, donde la homosexualidad está criminalizada.

Por eso, Belgacem considera que todavía hace falta mucho más esfuerzo y que no se reduzca a un parche o un banderín de córner: «Creo que una parte de los órganos rectores del fútbol francés, como la Fédération Française de Football (FFF) y la LFP, no están dispuestos a abordar frontalmente la cuestión de la homofobia. Cuando realmente se quiere abordar un problema, se le dedican recursos humanos, financieros y logísticos. Sin embargo, cuando hablé con un representante de la LFP, me informó que no había ningún formador de diversidad dentro de la organización ni tampoco un presupuesto específico. En cuanto a la FFF, ha habido silencio».

Curiosamente, Jorge Valdano comentaba en Jot Down hace unos años «En todos mis años de experiencia no me he encontrado ningún caso de homosexualidad. Extraño, pero es así». Pero los futbolistas no pertenecen a ninguna estirpe diferenciada, proceden del conjunto de la sociedad.

Pep Guardiola se hacía la pregunta del millón: «Es curioso que en España, un país en el que la homosexualidad se vive ya con normalidad en todos los ámbitos, ningún jugador haya dado el paso». Y Jabo Irureta le ponía el cascabel al gato: «El fútbol siempre ha sido un deporte muy de hombres, muy de machos. Creo que si un futbolista decidiera dar el paso de reconocer su homosexualidad el encaje natural en el vestuario sería difícil. No estaría bien visto».

 

 

3 Comments

  1. El articulo indica varias razones para no apoyar estas campañas o para no admitir publicamente la condicion sexual. Pero quizas, la mas importante sea la de siempre, el dinero.

    Cuantos futbolistas no querran admitir (por otro lado, ni que fuera una obligacion, cada cual eligue lo que hace publico o mantiene privado) por el simple hecho del impacto economico. Por ejemplo, perdida de fans, no poder jugar el mundial de Quatar, contratos con Arabia Saudi, no poder fichar por determinados equipos financiados con petrodolares etc etc). No es nada facil

  2. El choque era inevitable. El discurso del respecto a las minorías cuando los intereses de dos de ellas chocan frontalmente es imposible.

  3. En el último mundial se pudo ver cuáles son las prioridades de las distintas federaciones y de los futbolistas. Ni uno solo se negó a participar por una cuestión de ética. Y estamos hablando en muchos casos de futbolistas multimillonarios más que consagrados a los que no les arruinaría la vida tomar la decisión correcta.

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