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Ventajas de Gol regate frente a una pachanga

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(Foto: Cordon Press)

En las Futbolecciones de Jot Down Sport hemos hablado de cómo comportarse en una pachanga, hemos tratado la problemática contemporánea del chupón y le hemos dado una serie de consejos si, por lo que fuere, usted es más malo que la quina jugando al fútbol. Hoy veamos lo que es el Gol regate, una práctica quizá en desuso, pero que ofrece múltiples ventajas frente a la pachanga.

Para empezar, porque no sería de extrañar que sufra de un mal muy frecuente en nuestro tiempo: no tener amigos. Ser malo jugando al fútbol y estar solo en la vida muchas veces viene de la mano y no es plato de buen gusto para nadie. El Gol regate no va a solucionar ninguno de estos dos problemas, pero al menos le ayudará a pelotear. Si para una pachanga hacen falta un mínimo de cuatro personas, aquí solo con tres se puede vibrar ¿Cómo? Magia.

El Gol regate es una disciplina deportiva que nace de la austeridad y la carestía. Normalmente, se juega en la puerta de un garaje o con dos jerseys a modo de postes. Esta segunda modalidad implica graves discusiones teleológicas por el gol anulado por «alta». ¿Cuándo es alta, cuando el portero no llega o cuando pasa por encima de un larguero imaginario? ¿Cómo pueden tres personas imaginar un larguero en el mismo lugar? Desde luego, si lo consiguen, pueden aprovechar también para follar, porque un trío requiere una armonización igual de exigente por mucho que el porno lo consagre.

La mecánica del gol regaste comienza con el portero sacando el balón de espaldas. Dos contendientes han de disputárselo en igualdad de condiciones, por eso el guardameta ceremonialmente saca sin ver dónde están, a veces incluso cerrando los ojos. Ojalá se repartieran así también las cartas de la vida, pero quien tiene un papá con posibles nunca verá que este los reparte sacando de espaldas y le pague la universidad al hijo de un vecino pobre. Hasta ahora, que se sepa, en Occidente solo la Comunidad de Madrid saca de espaldas las becas para que le caigan al que no tienen recursos como al que pertenece a una familia con millones de euros. Es el noble ideal de la igualdad.

Cuando la pelota cae sobre los dos jugadores uno se hará con ella. En ese momento se inicia la lógica del juego, tendrá que regatear a su rival para encarar al portero y hacer gol. Es aquí donde de nuevo aparece el ideal demócrata de los antiguos griegos. Por poder, se puede encarar con velocidad como Ronaldo Nazario y ejecutar al portero con un tiro raso y colocado. Por poder, Joaquín Bilárdez podría tener un jet privado para explicar sus Futbolecciones por todo el mundo siendo recibido por miles de personas en cada aeropuerto y teniendo que quitarse de encima a los que en lugar de fútbol exigieran sexo salvaje en cualquier lugar y en ese momento. Pero no es así, estoy aquí escribiendo esto en chándal en mi casa y usted no está leyendo el Ulises de Joyce con una pipa tampoco, está aquí rascando a ver qué encuentra entre estos párrafos disertados al azar prácticamente en lugar de acudir a los fármacos psicoactivos. Estamos mal los dos, admitámoslo. Y eso mismo es lo que suele pasar en el gol regate, los dos van justos de éxito en la vida y nueve de cada diez veces solo se ve un regate posible: con el culo.

Es por ello que este juego es democrático, porque favorece al contendiente que se encuentre en un peor estado de forma. Las personas de mayor masa corporal son las que lo tienen más fácil en este deporte. No hace falta agilidad, habilidad ninguna ni técnica propia de saltimbanquis y titiriteros. El regate con el culo consiste en arquear el cuerpo hacia dentro como si quisiéramos tomar forma humana de paréntesis y, con el culo por delante, como España ha entrado en la Historia a lo largo de los siglos, avanzar.

¿Se puede avanzar de culo? Pregúntenselo a Oriol Junqueras, que se dedica profesionalmente a ello y le aclaman las masas enfervorecidas. Protegiendo el balón con todo el cuerpo, el rival lo único que verá será un culo. Ladeándolo a izquierda y derecha indistintamente, se le impedirá físicamente que lo alcance y, muy probablemente, que le apetezca acercarse y hacer contacto con la ingle para meter la pierna.

La dificultad en esta depurada técnica para eludir contrarios lentamente reside en que el que va de culo, evidentemente, no ve lo que hay delante. Para ello hay que fijarse en los conductores de camiones que, cuando aparcan en un área de descanso, extraen medio cuerpo por la ventanilla para maniobrar marcha atrás porque confían, pero no lo suficiente, en los espejos. Eso es lo que ha de hacer el que conduce el balón, sin dejar que el culo recule lo más mínimo, válgame la redundancia, ha de extraer medio cuerpo de sí mismo, como trascendiendo nuestra condición física. Decía San Agustín que el cuerpo es una carga para el alma que la distrae de la búsqueda de Dios. Haciéndose eco de esta futbolección del gran filósofo cristiano de Numidia, Argelia, como Zidane, estire usted el pescuezo todo lo que pueda y, en el punto más alto, gírelo hacia atrás para saber dónde está la portería.

El siguiente movimiento es menos sutil. Una vez fijado su objetivo, dé pasos hacia atrás de forma que su culo aparte a su rival hacia un lado como un policía antidisturbios con su escudo. Una vez completada la maniobra, podrá por fin girar su cuerpo y orientarlo en armonía con el sentido del juego, situarse cara a cara con el portero y tirar a puerta. El chut, si va fuera o lo rechaza el portero, pues vuelta a empezar. Si es gol, el portero quedará liberado de su condición y el jugador arrollado por un culo se pondrá bajo el larguero imaginario.

Además del regate con el culo existe una segunda modalidad que también se emplea bastante. Consiste en intentar regatear normal, pero partiéndote la polla hacia los adentros. No es fácil, por lo extremadamente caprichoso de sus posibilidades, pero eso no quiere decir que sea complicado. En este caso, el jugador encarará al rival. En ese momento, iniciará un regate ortodoxo. No hay que hacer nada más.

Regatear es un lance balompédico en el que se sortea al rival mediante una finta o serie de fintas, también llamadas engaño. Se le hace creer una cosa al defensor y se hace otra. Hay gente que lleva muy interiorizado estos procesos y le va bien en el trabajo y en el fútbol. Raro es que estén jugando un gol regate. Pero ahí está usted, nada le impide intentarlo. Si es capaz de discutir que un balón se ha estrellado en un palo imaginario más bajo no va a caer.

Regatear partiéndose la polla hacia los adentros es un regate zen. Un no regate. Es regate, porque se regatea, pero haber, no hay regate por ningún lado. ¿Cómo se hace lo que no se puede hacer? Haciéndolo, Kwai Chang Caine. Tú intenta hacer que te vas para un lado y luego vete para el otro. No te preocupes por lo que pase, limítate a que tu cerebro envíe esa orden a las extremidades inferiores y, por lo que más quieras, trata de no caerte al suelo y, en el caso de que esto se produzca y el rival no haya podido emplear su culo todavía en proteger el balón, levántate rápido y retoma la acción. En este tipo de regate es muy probable (4 de cada 10; 6 de cada 10 en días de lluvia) que tu rival esté igual de jodido en la edad adulta que tú y, tratando de quitarte el balón, lo que haga sea tocar la bola y devolvértela. Si esto es así, felicidades, habrás regateado ¿has visto qué fácil?, te hallarás ya frente al portero y felizmente podrás disparar a puerta. La gloria del fútbol estará al alcance de tu mano, como la gozaron los grandes astros del balón. Rompe, rompe a follar dichoso por ahí.

 

2 Comments

  1. Por aquí a esto lo llamamos rebumbio

  2. Pingback: El balón Mikasa y la conmoción cerebral

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