«Si todavía tienes pelotas te veo en España», fue lo que declaró el luchador hispano-georgiano Ilia Topuria tras hacerse con el cinturón de la categoría peso pluma de la Ultimate Fighting Championship (UFC) retando así a Conor McGregor. Al parecer utilizar esa clase de lenguaje, el trash talking, el a ver quién tiene más huevos, cobarde, porque la valentía reside en los testículos masculinos, es imperativo en el deporte en cuestión.
No eres nadie si no lo utilizas: son las reglas. Está aceptado, normalizado y lo raro es que alguien se plantee si existe algún problema, evidente, al respecto.
No pensaba escribir sobre esto porque después de publicar una columna en Ara sobre las declaraciones machistas de Rafa Nadal -ese «¿el mismo sueldo, para qué?» es inequívoco- llevo un día recibiendo insultos, uno detrás de otro, a cual más zafio, agresivo, violento. Abundan los misóginos y machistas, los obsesionados por mi género y mis preferencias sobre el sexo oral.
Una publicación en la red X, antes conocida como Twitter, de Jorge Buxadé, el jefe de VOX en el Parlamento europeo, citándome, fue suficiente. Así funcionan. Y aunque ya tengo callo en asedio digital, una voz en mi cabeza me alertó para no pisar otro charco. Escribe de otra cosa, puedes hacerlo, no te metas en líos. Pasa. Hasta que me di cuenta de que así funcionan. Así te autocensuras, así te callas. Justo así.
Es lo que tienen los que se autoproclaman como amantes de la libertad: que la de expresión la llevan fatal. Y basta con una opinión contraria, con la que se puede o no estar de acuerdo, para quedar señalada y recibir una violencia ante la que hay que estar entrenada para que no te afecte de ninguna manera. Hay que volverse un robot, comprender que son las reglas, que si estás y te atreves a expresarte, te va a llegar el odio, los insultos, la mierda. En asumirlo como ‘normal’ está la clave, el problema.
Que a mí me parezca que en el lenguaje de la UFC, en la expresión sobre las pelotas del rival, en las del para qué de Nadal sobre la igualdad salarial, en el beso no consentido de Rubiales, en la ausencia de perspectiva de género que existe en las redacciones de deportes de diarios, radios, webs, hay un problema y que lo señale puede que abra un debate, pero es el del odio el que se cierne sobre mí, por lo que la lección que no aprendo es que calladita estoy más guapa si quiero vivir tranquila y llegar a fin de mes.
Si ya lo dijo Rafa, coño, que el feminismo lo lleva al extremo mientras él está promocionando el régimen autoritario de Arabia Saudí y supongo que comprándose un yate más grande.
No es solamente el fútbol la trinchera del machismo. En esto -como en tantos otros asuntos- me equivoqué cuando hice el análisis en caliente del caso Rubiales: es el mundo del deporte en general. En el ensayo La mujer invisible, galardonado con el premio de la Royal Society al mejor de ciencia del año 2020, la autora Caroline Criado Pérez, habla sobre el deporte en términos de masculino y femenino para explicar por qué hay espacios públicos que son ocupados por niños y las niñas son expulsadas.
El libro, que no se me entienda malamente, es maravilloso. Se lo recomiendo a todas mis amigas, pero en la presunción de que el fútbol, por ejemplo, es un deporte masculino hay todo un mejunje cultural, social y sobre todo patriarcal que creo que se pierde de vista.
El deporte es un universo que las mujeres hemos aprendido a ver como un territorio ajeno, peligroso, tóxico -y por tanto, por conquistar- en el que hay que pelearse tantísimo que pa qué, pero creo conveniente recordar que a todas nos ha removido el caso Rubiales y que hemos visto, sentido y vivido mayoritariamente la reivindicación de las futbolistas de la selección como propia, íntima. Pero no es el fútbol, ojalá fuera sólo el fútbol.
Que la sala Beckett de Barcelona conteste a un comunicado del RCD Espanyol porque hay un personaje en la obra de ficción al que se le acusa de violación y denuncie mensajes agresivos y amenazas, que la ultraderecha señale una columna crítica sobre Rafa Nadal, que yo dude sobre si hablar de Topuria para evitar que me señalen si se la estoy chupando a alguien -como si además fuera un agravio, quitándome encima el deseo, la voluntad- es otra señal.
Es ideología, en fin. Machista, concretamente. Y urge que reflexionemos de una puñetera vez entre la estrecha relación del deporte y la fachosfera. No sé a ti. Pero a nosotras nos va la vida en ello.
A mi no me va la vida porque soy hombre pero suscribo todo, hasta tu libertad de chupar o lamer ( como si el sexo oral fuera la lepra )…en el fútbol es una lucha aún lejana , en baloncesto también, ya pueden tener una presidenta en la FEB ….lanzo una pregunta al aire , porque no es obligatorio el deporte integrado al menos hasta Primaria….este fin de semana Sabrina Ionescu ha conquistado un terreno del fandome masculino, reta al mejor triplista de la historia en tu casa y con tus normas…y le obliga a tener que sacar todo su arsenal para ganar, es más con su marca hubiera ganado el concurso de los señores….insisto en su casa y con sus normas….en la post entrevista dice que SIEMPRE jugó con chicos, de ahí la competitividad es capaz de enfrentar a los hombres porque jugo con ellos….lo siguiente es que le paguen lo mismo por el mismo trabajo …..mientras tanto es una anécdota sin más …..hay un antes y un después de Sabrina, al menos en la NBA como organización
Estoy de acuerdo con lo inadecuado del acuerdo que ha firmado Rafa Nadal con Arabia Saudí, que por otra parte se está haciendo con todos los deportes y sin embargo el que ha recibido críticas verdaderamente enérgicas ha sido Nadal. Por qué? Y por otro lado, qué tiene de machista decir que la igualdad no es cobrar lo mismo? Es decir, qué sentido tiene que reciba el mismo dinero alguien que juega un partido que ven 5 millones de personas y otra que juega uno que siguen 200000? Ya que has hablado aunque sea de pasada de las MMA, uso para responderte la famosa frase de Ronda Rousey: » ¿Igualdad para las mujeres? Yo soy la mejor pagada porque soy la que más genero»
No soy muy amigo de las decisiones de Rafa Nadal, y mucho menos de su excusa para unirse a Arabia Saudí, aunque es bien libre de hacerlo. Sí que tiene razón cuando dice que igualdad no es cobrar lo mismo, pues nos regimos por la ley de la oferta y la demanda. Lo que sí es igualdad es que la inversión para los jóvenes sea la misma, sean deportes femeninos o masculinos. También es igualdad que las Federaciones, que se subvencionan con dinero público, le paguen lo mismo a los chicos que a las chicas, que para eso ambos están representando a España. Hay muchos ejemplos en donde la igualdad salarial se tiene que alcanzar sin caer en la falacia de pretender que, ahora mismo, Aitana Bonmatí cobre lo mismo del Barcelona que Lewandowski.
Lenguaje soez en las MMA? Es tan obvio lo que comentas que no hace falta decir nada más. Pero bueno, que somos muchos los que no lo normalizamos, eh.
Y respecto a la censura: sí y no. Es voxpopuli la manera en que funcionan las hordas de fachas en las redes sociales. Pero ojo, es que ‘nosotros’ también nos abalanzamos de la misma manera cuando con sus mensajes e ideas nos llevan al siglo XV. Que creo que el progreso y la moral están de nuestra parte en esto, pero hablando de la censura como tal… nuestra estrategia no difiere mucho de la suya.