El corazón se puede llevar un martillazo en solo 24 palabras. Un pellizco de esos que te hacen pegar un brinco y que pican durante un buen rato. Ayer 24 palabras se clavaron como una aguja en el de los aficionados del fútbol femenino español, pero no como un pequeño alfiler, como una aguja de tejer, dejando un agujero que se va a quedar ahí un buen tiempo.
«Hoy me despido del fútbol profesional después de 14 años… Seguiré vinculada a este deporte que tanto me ha dado ¡GRACIAS Y HASTA PRONTO!». Breve, muy breve, para lo que la carrera de Virginia Torrecilla representa en el fútbol de nuestro país. Corto, muy corto, como el tiempo que hemos podido disfrutarla desde aquel mes de mayo de 2020 en el que el balón se paró. Intenso, muy intenso, como el sabor que nos deja volver a ver cada uno de sus goles y asistencias en los vídeos que los aficionados están colgando en redes sociales a modo de homenaje.
Vir se va después de superar un cáncer y enseñarnos que se puede vivir y luchar, con altibajos, pero con la meta clara y la sonrisa intacta. Podría no nombrar la enfermedad en esta despedida, pero es justo hacerlo, porque la enfermedad lo marca todo. Llegó cuando el fútbol femenino empezaba a ser un tema de conversación en bares y en Twitter -donde tanto peleó y peleará contra los gañanes- y lo puso en portada. Ella, que podría haberlo sido tantas otras veces, con la camiseta del Atleti, la del Barça o la de España. Y porque con esa enfermedad nos dio una lección: Nadie se arrepiente de ser valiente.
La Vir con la pelota pegada al pie fue también referente en el campo, por actitud y por aptitud. Por talento y por esfuerzo. Era la jugadora diferencial que todo el mundo quería en su equipo. Era el pase preciso, la combinación perfecta, la llegada que asustaba, la entrada milimétrica. Era el dominio del centro del campo, la pausa y el catalizador de un partido. Vi su último gol con la Selección justo detrás de aquella portería de Riazor, en una semivolea de las que no fallaba nunca. Y es que Vir siempre tuvo el mejor empeine de nuestro fútbol.
Hay pocas jugadoras que puedan desprender el carisma y la simpatía que ella iba soltando por los campos y vestuarios. El cariño de la afición es el reflejo del que todas las rivales le han profesado no ya en estos últimos tiempos, en todos. Vir -decía Sánchez Vera– es la luz que iluminaba el Atleti, y la que iluminó al Collerense, al Barça, al Villarreal y a nuestra Selección. Era una jugadora distinta, incapaz de criticar, por la que pasaban cosas en los partidos, y de todo ello queda ahora una hemeroteca de vídeos y jugadas que nos acompañarán siempre.
Qué suerte hemos tenido de poder verte jugar, Vir. Anuncias que dejas el césped pero nos seguirás acompañando, porque tu forma de vivir no se entiende sin el fútbol, porque sería demasiado cruel que cogieras la maleta y nos dejaras aquí solos.
Seguimos necesitando de gente como tú, que quiera y respete esto que tanto nos llena, y dolerá el fútbol sin un pase de exterior tuyo que desatasque un partido, sin la imagen de cada rival buscándote al final del partido para abrazarte, pero dolerá mucho menos si te vemos en una grada o en un banquillo, si sentimos tu sombra y podemos resguardarnos en ella de todo lo que venga. Gracias por haber sido valiente, por haber vuelto, por no dejar de intentarlo. Gracias por habernos hecho sentir orgullosos de que una jugadora con tu talento haya nacido aquí. Como dijo Paloma Monreal, gracias por habernos hecho de tu equipo. Ese es tu legado, y aquí empieza tu leyenda.