Por mucho que Xavi Hernández se empeñe en culpar a los medios de comunicación de crear un ambiente adverso a su equipo no hay realidad paralela que valga: el Barça se descuelga de LaLiga. Ya está a siete puntos del Real Madrid y podría quedarse a nueve del Girona si los de Míchel ganan este lunes en casa al Alavés. Lo dice la clasificación, no la prensa y a partir de ahora cada bache será un mundo porque tiene al Atlético de Madrid a un punto por debajo y al Athletic de Bilbao a tres.
El Real Madrid no falló ante el Villarreal siendo consciente de que la jornada era importante después de los pinchazos de Atlético y Barça el sábado y se pegó un festival (4-1) a costa del Villarreal con goles de Bellingham, Rodrygo, Brahim y Modric en una noche lejos de ser perfecta porque David Alaba se retiró lesionado y tiene toda la pinta que de gravedad. Un contratiempo más que se une a la baja para toda la temporada de Militao, con lo que Rüdiger y Nacho son los únicos supervivientes en el centro de la defensa y Florentino Pérez podría verse obligado a rascarse el bolsillo en el mercado de invierno, con lo poco que a él le gusta.
Los de Simeone habían naufragado en Bilbao ante los hermanos Williams y los azulgrana sólo pudieron empatar en Mestalla. Xavi ha desgastado tanto las excusas que es como la Caperucita del cuento y cuando dice la verdad, que les faltó puntería, suena a un nuevo pretexto. Aun así, volvió a sacar pecho del juego de su equipo. Y claro que es cierto que mejoraron en Valencia, pero es que hacerlo peor que en el último partido en Amberes era difícil, por no decir imposible, porque lo de Bélgica fue un esperpento.
Además, hay que tener en cuenta que enfrente tenía a un Valencia sin tres de sus mejores jugadores: Paulista, Gayá y Javi Guerra que tampoco estaba para trotes y que había sumado un solo punto de los últimos 12 que había disputado. Un Valencia que está décimo en la clasificación a nada menos que 15 puntos de diferencia del Barça, un equipo que está pasándolas canutas, vaya. Y aun así fue capaz de empatarles. Que a los azulgrana les faltó efectividad fue una evidencia, pero el asunto está en que también se echa de menos calidad.
Lewandowski, que fue clave para ganar el título de Liga la pasada temporada, está que no está. Lo ha jugado prácticamente todo y sólo ha visto puerta en ocho ocasiones, mientras que Bellingham, por ejemplo, ya contabiliza 13 goles en el campeonato nacional y Rodrygo siete, uno menos que él.
El polaco no sólo está desatinado, sino que también algo desquiciado y ha sido protagonista de varios gestos feos a sus compañeros, incluyendo los más jóvenes como Yamine Lamal. Por si fuera poco, su compromiso defensivo es inexistente aunque no esté solo en el desaguisado: Joao Felix le acompaña en la desatención y Rapinha no puede con todo ni está preparado tampoco para ello.
Con todo, lo peor, lo más preocupante del Barça continua siendo el diagnóstico de su entrenador. Sigue creyendo que jugaron mejor que el Girona y hasta afeó a los periodistas que no le felicitaran por haberse clasificado como primero de grupo en la Champions después de la bochornosa derrota en Amberes.
Xavi parece desconectado de la realidad y utiliza justo ese argumento para echárselo en cara a los medio, incluso a los que él considera afines, que por mucho que se empeñen son incapaces de tapar o maquillar lo que a la vista está: el Real Madrid a siete puntos y el Girona, que no pierde desde el 30 de septiembre ante los blancos, que les puede dejar a nueve esta misma noche.
Es la táctica del espejo, que consiste básicamente en acusar a los demás de lo que hace uno mismo. Lo malo es que un día de estos no tendrá más remedio que mirarse a sí mismo y tiene pinta de que para entonces ya será demasiado tarde.
Escriba diez veces: «Aun así se escribe sin tilde», «aun así se escribe sin tilde», «aun así se escribe sin tilde»…