Aparece acompañado con una lata de Coca Cola light. A su lado, se siente más seguro o más cómodo, cualquiera sabe. Pero la Coca Cola es una parte más de la personalidad de Paco González (Madrid, 1966), un hombre que podría sentar cátedra. Al menos, en la radio, donde su nombre se asocia a una leyenda que no asoma la fecha de caducidad. «Mi hipoteca no acaba hasta el 2027», justifica él, que no presume de nada más que de ser un tipo feliz en familia al lado de su mujer y de sus dos hijos, María e Íñigo, que ya tienen 24 y 28 años.
Es la prueba de que el tiempo pasa y de que cada vez pasa más rápido y de que a veces no atiende a razones. Si esta entrevista se hubiese hecho hace dos meses, no hubiésemos hablado de Pepe Domingo Castaño. Pero hoy la banda sonora de toda esta historia está en sus recuerdos, guardados en la caja fuerte de Paco González para que nunca se pierdan.
Adicto a la Coca Cola.
Sí, a la light.
¿A la light entonces?
Si me pones una cero igual no la identifico. Pero si me tomo tres Coca Cola cero me duele el estómago.
¿Y con azúcar?
No, no, esa sí la identifico rápido y me deja como empalagosa la boca, una sensación de sarro en los dientes. Pero de light los domingos, que es el día más largo para mí, me puedo tomar 20 o 25 latas, no sé, por ahí andará.
Esa es tu gasolina.
Pero ya ni me excita, ni me impide dormir. Es una costumbre. En vez de beber agua, bebo Coca Cola.
¿Y tampoco te sube las pulsaciones del corazón?
No, gracias a Dios no. Toco madera. Bebo tanta porque cuando hablas permanentemente necesitas ingerir líquido para la garganta. Yo me tiro 12 horas seguidas hablando y, claro, tengo que cuidar la garganta.
Su principal medio de trabajo.
Mi principal medio de trabajo es la cabeza. Pero la garganta va detrás, sí.
Son ya muchos años.
Sí, tengo 57. Empecé con 19 para 20. Pero, como dijo un director del New York Times, de cuyo nombre no me acuerdo, «peor sería tener que trabajar». En mi caso es como si a Messi le dices: «vas a seguir marcando goles hasta los 57». No lo rechazaría nunca.
Estás bien cuidado.
Por fuera, sí. De chapa y pintura estoy extraordinario.
¿Y qué precio tiene eso?
Hago fútbol con mucho cuidado. Un par de pachangas a la semana, porque no puedo ir al gimnasio. No me gusta correr porque estuve 10 años corriendo y estoy cinco veces operado de la rodilla. Pero no me gusta y, además, le cogí manía.
En tu trabajo pasas multitud de horas sentado.
Hay una cosa en publicidad que se llama la desconexión, que es de un minuto, a veces de dos, y aprovecho para dar paso a la publicidad que hay en cada una de las emisoras. Y entonces aprovecho para ir al servicio, aunque no tenga ni ganas. Pero necesito moverme para no tener el síndrome del turista.
¿A estas alturas aún tiene algún síndrome?
Bueno, es que no me veo como si estuviese de vuelta. Es verdad que tengo un equipo lleno de talento y de voluntad que lo hace todo de memoria. Pero siempre te pueden sorprender cosas como el adiós de Pepe que nos ha trastocado todo. Esa transición se ha hecho con mucho respeto a él y a los oyentes. No le podíamos sorprender con una voz extraña después de tantos años aprendiendo a su lado.
La perfección nace de la repetición.
Pero a veces coges disgustos cuando el fallo crees que es evitable. Y los hay. Y entonces te das cuenta de que la Ley de Murphy existe. Pero me molesta, por ejemplo, meter una entrevista por teléfono y que suene mal. Se hacen 25 pruebas y basta que le des paso a la persona. Pero también te digo que mis enfados me los suelo comer yo. Muy pocas veces lo exteriorizo.
¿Y eso es bueno o malo?
A mí me dicen, «yo prefiero que me grites a que me mires» (risas). Pero no, no me tienen por qué pedir perdón nunca. Y, si hace falta, lo pido yo. El otro día metí una palabra y los de la publicidad dijeron «esa palabra no la metas más, porque el anunciante no la quiere» y no lo sabía, lo siento.
Si esta entrevista es hace dos meses hubiera sido diferente.
Seguro. Yo estaría más feliz. No se me hubiese ocurrido pensar que hoy Pepe Domingo Castaño no estaría entre nosotros. Sin ir más lejos, hoy, que es jueves, muy posiblemente hubiésemos quedado para ir a cenar.
¿Y cómo están siendo estos meses?
Trato de no pensar. Es como si le fuese a ver al final de la semana. Me he limitado a antena a hablar con él. Pero trato de pensar en él como si estuviese aquí. No me he vuelto loco. Es como si se hubiese ido a un viaje, como si tuviese una baja temporal. No me gusta pensar que se ha ido del todo. Me hace demasiado daño.
Fue muy emotivo su relato de despedida en la radio.
Ya ni me acuerdo. Si te digo la verdad. Cuando son momentos emotivos quiero que pase lo más rápido posible. Soy vergonzoso y no quiero que la gente tenga que soportar mis emociones. Pero al final se transmiten por el tono de voz que te delata rápido.
Sin esas emociones, la radio sería peor ¿no?
Sí, pero cuando son emociones grupales, un gol, un campeonato, está bien. Pero las personales me dan reparo. No tengo derecho a contar al oyente que estoy triste, el oyente puede pensar, «¿qué me está contando este?»
La gente es exigente.
Tenemos una audiencia tan fiel, tan cariñosa, tan comprensiva. Muchos se movilizaron por mí cuando me echaron de la SER. Como dice Hevia, los oyentes son para comérselos. Cada vez que encuentras a uno en la calle que te escucha te das cuenta. Después de la pandemia, muchos me dieron las gracias. A veces llegan cartas de un hospital u otro que te dice que se ha separado y te dice que le estás ayudando.
¿Y respondes tú?
Ayer mismo respondí a uno que me ha dicho que se va por una opinión que di de la actualidad política.
Entonces tú no puedes dar tu opinión.
Bueno, es que para un periodista deportivo no es necesario hablar de política. Otra cosa es de deporte. Entonces no tienes por qué tener miedo.
Hace poco dijiste que no te gustaría que el Girona ganase la Liga.
Prefiero que la gane un equipo con más solera. Es verdad. ¿Tú sabes lo cerca que estuvo el Sporting en la época de Ferrero, Quini, Moran…? ¿Y ahora, de repente, aparece el Girona que lleva un cuarto de hora en Primera División y puede ganar la Liga? Y lo que trataba de decir es que me sabe mal por todos esos clubes que llevan tantos años con tanta historia.
¿Eres del Sporting?
No, soy del Oviedo, pero pertenezco a esa generación en la que no había antis. Soy de familia asturiana criada en Madrid, pero cualquier asturiano al que le fuese bien era una alegría para nosotros. Te puedo contar que el Sporting llegó a una final de Copa ante el Barca en el Calderón y mi hermano mayor y yo fuimos a verla. Y, si te digo la verdad, yo soy del Oviedo porque mi padre era del Oviedo.
¿Y quién ha sido tu jugador favorito del Oviedo?
Por lo que escuché a mi padre, Langara. Pero, claro, hay que irse muy lejos.
¿Y de lo que viste?
El que más me motivaba era Berto, pero teníamos a Jerkan, que era una maravilla de defensa; a Carlos; a Oli con el que tengo la suerte de compartir comentarios… Pero no tengo uno favorito como no tengo un grupo musical favorito ni una película favorita. Si vienes mañana igual te digo otro como Jankovic, por ejemplo.
No mitificas a nadie.
Para algunas cosas, sí. Pero conocí a algún mito de cerca y me pareció perfectamente gilipollas. Por eso les digo a mis hijos: «no conozcáis nunca a vuestros mitos». Me ha pasado bastantes veces. Me pasó con algún futbolista, algún cantante… Pero, por otro lado, descubres los que siendo la leche siguen siendo humildes y te lo hacen saber no con sus palabras sino con su comportamiento.
Como Pepe Domingo Castaño.
Sí. Pepe era increíble.
¿Cuándo le vio por primera vez?
Sería en 300 millones en el año 81. Pero no sabría decir la fecha. Sí sé que yo llegué el 2 de julio del 87 a la radio y ya estaba él. Hacía Carrusel de verano los fines de semana y yo entraba a contarle cosas de deporte. Y como él había sido número uno de música, de televisión, de todo, te acojonaba.
Hasta que dejó de hacerlo.
Sí. Yo empecé a trabajar a su lado y él abría los brazos a todo el mundo. Y cuando me dijeron que yo empezaba a dirigir el programa me fui a una esquina y le dejé a él sentarse en el centro. Pero fue Pepe quien me dijo que me pusiese en el centro con tanto cariño, con tanto respeto, enseñándome, yo me vine arriba.
Valdano, por ejemplo, dice que el éxito nos hace peores personas.
No estaría muy de acuerdo. Pero es verdad que el éxito hace gilipollas a esos para los que se convierte en una especie de adicción.
¿Y en tu caso?
¿El éxito? ¿Qué es el éxito? Para mí, mi triunfo es estar en casa con mi familia bien de salud, unida y con buen rollo. Lo que me ha pasado en la radio tiene que ver con el destino, con la suerte. Yo no puedo sacar pecho de eso. No lo haré nunca. Pero cuando cierro la puerta de mi casa soy feliz. Para mí eso es un triunfo.
¿Qué edad tienen tus hijos?
28 y 24 años.
¿A qué se dedican?
María trabaja en una consultora e Íñigo está pensando en cambiar de trabajo. Cuando lo publiques igual ya ha cambiado. Él hizo Económicas y Dirección de empresas en una universidad americana en Madrid.
No heredaron la vocación.
Yo les dije: «no hagáis periodismo».
Pero contigo lo hubiesen tenido más fácil.
O al revés. Yo creo que peor. Yo les decía que el asunto estadístico de que os vaya bien si sois periodistas ya lo he agotado yo. Es imposible que a otro González le vaya tan bien como me ha ido a mí. Así que dedicaros a otra cosa.
¿Qué tal vives?
Vivo. Bien. He perdido a mi padre, a mi hermano mayor. Tengo a mi madre pachucha. Lo único que le pido al día es salud. Agradezco tener un buen teléfono, un techo para que no me llueva. Pero, en general, soy muy simple. Tengo lo esencial. Con eso doy las gracias.
Es importante dar las gracias.
Hay que darse cuenta de lo esencial. Mira, mi mujer ha superado dos veces un cáncer. Desde que te dicen hasta que se hacen las pruebas no veas la incertidumbre que se pasa. Por eso a mí todos esos procesos me han hecho amar la tranquilidad. Vivir en paz, sin sustos. Con eso me conformo.
Entonces venir a la radio es un desahogo.
Para mí es la vida. Pero también te digo que estoy más desahogado cuando estoy en casa tirado en el sofá viendo una película.
¿Cuál es la última película que has visto?
Ayer terminé de ver por vez 650 La espía que me amó de Roger Moore, porque para dormir necesito ver películas que ya haya visto.
¿Insomnio?
No. Pero después de la pandemia, me despierto muchas veces. No sé por qué y no es con desasosiego, con inquietud. Pero es verdad que antes yo era un absoluto lirón. Pero cuando llegas a las dos de la mañana, tras 12 horas en antena, no me duermo fácil, pongo la tele bajito para no molestar y necesito ver algo que no me sorprenda, películas que ya haya visto mil veces.
Tienes las mañanas libres.
Entonces hago lo que todo el mundo: hacer la compra, llevar el coche al taller… Pero siempre, siempre, saco una hora y media o dos para estar a solas con mi mujer tomando una Coca Cola, desde hace años.
Volvemos a la Coca Cola.
Mi mujer también es adicta a la Coca Cola, así que no hay problema, no nos peleamos. Me deben la mitad de su fortuna (risas).
Le vamos a hacer buena publicidad.
Pues habla de un refresco. A mí no me dan nada.
La Coca Cola puede ser de las pocas cosas que no anunció Pepe Domingo Castaño.
Sí, la anuncio un par de Mundiales. No sabría decirte ahora cuáles. Pero es verdad que no suelen hacer radio deportiva.
Estamos en tu hábitat, en el estudio, porque tú viajas muy poco.
Yo salgo en Mundiales, Eurocopas y finales. Últimamente al Mundial de Qatar no fui ni al de Rusia pero es que en ese acababa de fallecer mi hermano. Pero, sí, soy carne de estudio.
¿Y no te gusta viajar?
Lo hice los primeros años. Lo pasé muy bien. Me encantaba viajar. Hice partidos maravillosos. Descubrí ciudades: Brujas, Marsella…. Fui a muchos sitios que sin el fútbol no hubiese ido. Pero al final del día prefiero mi semana estable que la del pobre Manolo, que hoy está aquí y mañana allí.
Pero si Lama lo hace es porque quiere.
A Manolo le encanta, sí. Aquí no se obliga a nadie. Él pensará de mí que estoy encerrado en el estudio. Pero, mira, Manolo puede quedar a cenar el viernes con una pareja de amigos o los sábados ir a ver jugar a su hijo con el Fuenlabrada. Yo no puedo ir.
¿Has visto jugar a su hijo?
Yo no puedo ir. Me pilla encerrado aquí. Le vi con el Atlético juvenil un partido televisado. Juega muy bien. Alto, técnico, con planta, es titular indiscutible en el Fuenlabrada. Le han querido equipos de Primera Federación. Yo creo que va a llegar al fútbol profesional.
Qué bonito tener un hijo futbolista.
Sí, pero también debe sufrir Manolo. Mi hijo jugó hasta los 18 o 20 años y yo los sábados por la mañana sí podía ir a verle porque no empezaban los partidos tan pronto. Me recorrí toda la Comunidad de Madrid. Pero cuando el entrenador no le pone o hace un mal partido es un berrinche. Por eso yo le dije que lo importante eran los estudios y que el fútbol sólo era una diversión.
¿Entiendes de fútbol?
No lo sé. Esto es como entender de vinos. Yo entiendo del vino que me gusta. Yo entiendo lo que me gusta o cómo quiero que juegue un equipo. No soy ortodoxo. ¿Sabes quién sabe de fútbol? El que se forra con las apuestas. ¿Quién se forra con las apuestas? Nadie. Entonces nadie sabe de fútbol.
De los entrenadores de hoy ¿quién es tu amigo?
Quique Sánchez Flores.
Quique habla muy bien.
Quique es un crack.
¿Y cómo no es comentarista de COPE?
Primero, porque no tenemos presupuesto. Ganaría mucho. Segundo, porque va a volver a entrenar enseguida y a mí me gusta que la radio genere costumbres. Pero si le llamamos para comentar un partido viene seguro. Es una persona con una capacidad tremenda para ver el fútbol y explicarlo. Lo considero amigo.
En una entrevista que le hicieron dijo: «Siempre me ha parecido muy vulgar ir por ahí diciendo las horas que trabajas».
Merece la pena hablar con él, escucharle de la vida. Me pasaba con Antic. Aprendía de fútbol sólo con escucharle. Con Menotti aprendía de la vida. Me gusta conocer personas que te enriquecen. Sin embargo, hay otros con los que estás deseando acabar la comida y no volver a profundizar en esa relación.
¿Por ejemplo?
Yo me pegué un chasco muy gordo cuando comimos con Cruyff una vez. Dio una clase magistral de arte, de lo que a él le gustaba. Todo era una sentencia. Hablábamos de economía e igual. Te decía donde había que invertir. Me pareció muy soberbio. Tocó seis o siete temas distintos y en todos igual.
¿Entonces?
Si me llega a decir que hay que jugar con tres defensas no digo nada porque lo decía Cruyff. Lo apunto. Pero si sabe de todos los temas empiezo a pensar que no sabe de nada, lo que no quita para reconocer que era un puñetero genio de jugador y un puñetero genio y medio como entrenador.
¿Pero os dejó hablar en esa comida?
Sí, algo hablamos. Bueno, yo poco, porque entonces era casi un niño… Pero a veces te acercas a conocer a alguien y piensas que es mejor si me hubiese quedado conociendo sólo su obra, lo que ha hecho, que está por encima de la persona.
Aléjate de los ídolos.
He conocido gente que no es del mundo del deporte. Serrat, por ejemplo. Un trozo de pan. Educado, humilde, amable. Pero te diría lo mismo de Víctor Manuel. O de Calamaro. Recuerdo una cena que le hicimos a Valdano cuando le despidieron del Madrid. Vinieron todos ellos y llamaba la atención porque era gente amable, cordial, cero subida, que daba gusto.
¿Y tú eres así?
Mira, hubo un ejemplo que me marcó mucho cuando entré en la radio. Un día me dijeron, «viene mañana Vicente Marco», que fue el que educó el Carrusel Deportivo. Estaba sobrecogido, como si llevas a tus niños a Eurodisney y, de repente, aparece Mickey. Y resulta que lo primero que nos dice ese hombre es, «qué buenos sois y que malos éramos nosotros». Aquello me pareció el acabose porque el que lo decía era el Dios de la radio, y yo me dije a mí mismo, «Paco, tú tienes que ser así. Al menos, inténtalo».
Está en tu mano.
Pero es que luego conocí a Michael Robinson, que se vino a comentar con nosotros y contaba exactamente lo mismo de Matt Busby que había sido un Dios en el Manchester y que era un tío que al saludarte te hacía sentirte importante a ti. Y Robinson le había conocido siendo él un niño.
Conclusión.
Pues, mira, que yo soy un tío cortado, pero si alguien me pide una foto ¿cómo no voy a pararme a hacer esa foto? ¿cómo voy a quedar mal con una persona?
No tiene ningún sentido.
Trato de llegar a los sitios y sonreír. Mira, me acuerdo un compañero de la SER. No diré el nombre por si no quiere. En el mismo año se le murió el padre, la madre, se separó de su novia y le mandaron a trabajar fuera de España. Todo en un año. Cambios bestiales. Pero él siempre venía con una sonrisa y hablando en voz alta a la redacción. Contagiaba ánimo. Ves un ejemplo así y vuelves a decirte: «yo quiero ser como él».
¿Y entre toda la gente joven de la redacción los hay mejores que tú?
Heri Frade hace el ciclismo mejor que nadie. Yo no podría. La publicidad la hacen todos mejor que yo. Aquí hay unos bestias. No tengo miedo al día que me jubile, porque esto quedará en buenas manos.
¿Y te jubilarás?
De momento, no, porque tengo hipoteca hasta el 27 y hasta entonces voy a seguir, seguro. Luego ya veremos si sigo con fuerzas o no.
¿No tienes la vida solucionada?
Ya quisiera, ya me gustaría. No me quejo. Cobro un gran sueldo. Estoy bien. Voy a poder pagar mi casa. Pero no tengo una millonada en el banco para decir, «estoy cansado y me voy». Y no es que esté obsesionado con el dinero.
Entonces no aguantarás hasta los 80 años.
No, no llegaré. Si lo dices por Pepe… Él era una fuerza de la naturaleza. Se podía tomar no sé cuántos tequilas. Tuvo un infarto en 2015, me parece que estuvo media temporada fuera. Pero luego empezó a cuidarse y acabó en su ritmo normal. Tomaba hasta tequila en la comida y nunca le vi caerse por las esquinas.
¿Te cuidas mucho?
Fumo, como lo que haya que comer. No me gusta la comida ultrasana ni dulces que no son dulces. No me importa comer siete whoppers. Me apunto. Me encantaba. Pero últimamente mis hijos ya no van. Así que no hay posibilidad.
De peso no está mal.
De chapa y pintura ya te he dicho que me mantengo bien.
El fútbol.
Juego contra Petón que organiza un equipo los martes en los que nos lo pone cada vez más difícil.
Da gusto escuchar a Petón.
Al contrario. Es horrible escucharle en un campo de fútbol. No para de protestar, de quejarse. Si lo tienes enfrente es muy pesado. Pero en la radio es muy bueno. Cuando habla del Atlético y pierde toda la objetividad es brillante. Tiene más cultura que todos los demás.
¿Hubieses valido para jefe de prensa de un equipo?
No me hubiese gustado. Me lo ofrecieron. Pero he sido tan feliz en la radio que, desde que llegué, me dije a mí mismo: «yo no me quiero mover de aquí». He sabido valorar siempre lo que he tenido. He visto a compañeros míos de la facultad. Hay gente que está mal o peor o nada. Por eso yo insisto que he tenido suerte, demasiada suerte.
¿Y a esos no se les pudo ayudar?
He ayudado a todo el que he podido. Pero aquí somos más de 50. No podemos meter a nadie más. Hay muchísimo periodista en paro, mucho chaval que empieza, muchos que hacen el Máster de Cope y no pueden quedarse porque no hay más sitio. Y te da mucha pena cuando se tienen que marchar.
¿En el periodismo de hoy no es suficiente con tener talento?
No soy quién para decir lo que hace falta. No tengo una visión global de la vida ni del periodismo. Pero lo que sí tengo claro es lo que necesitamos en el equipo. Y cada generación que llega del Máster aquí les digo que lo importante es ser buena persona y muy currante y que nadie venga diciendo, «¿aquí cuándo se libra?» porque en la radio hay que estar días sin parar. Yo estuve muchos años sin librar ni un día.
Pepe Domingo Castaño decía que para ser feliz hay que tener buena salud y mala memoria.
Sí, lo decía siempre. Citaba a no sé quién. Pero yo no tengo mala memoria para olvidar lo malo. Por eso prefiero pensar en las cosas buenas de la vida, en el viaje de este último verano a Galicia, a Finisterre con Pepe. Recuerdo que yo hacía el tonto para que él se riese. Le gustaba verme feliz. Esos son mis recuerdos.
La vida también son recuerdos.
Ha habido años en los que he visto a Pepe el 90% de los días. Es verdad que los últimos años venía menos. Se había ganado el derecho a hacer lo que le saliese de las narices. Me quedo con eso. Me quedo con él.
Detrás de los micrófonos están las personas.
Por eso yo siempre digo que no puede salir un buen programa. ¿Y si Juanma tiene a un familiar que se ha puesto enfermo? La puesta en escena del que hace un programa de los nuestros con risas, discusiones… Igual te vale de terapia. Tratas de obligarte a estar bien, porque los oyentes se lo merecen. Pero no es fácil. Sobre todo ahora que nos falta el páter.
¿Qué partido le gustaría narrar?
Oviedo o Cádiz campeón.
¿Y por qué el Cadiz?
Empecé a veranear en Cádiz. Me encanta esa tierra. Me encanta su gente. He hecho amigos allí. Me considero hasta amigo del presidente.
Mágico González sería buen comentarista.
Vive en El Salvador. Contactar con él es una aventura y no, no podría ser. No es precisamente una persona muy ordenada. Si te dice voy el día 13 no te puedes fiar. Puede ser que no aparezca nadie por ese nombre. Él era así. Si te metes en youtube te das cuenta de la clase de futbolista que fue. Yo se lo digo a la gente joven. Le admiraba hasta Maradona.
Hemos acabado hablando del Cádiz.
De fútbol lo que sea.
Menuda banda de cuñaos en la Cadena de los obispos.
Verás, soy de izquierdas, progre, rojo, socialdemócrata, llámalo como quieras. Puedes decir muchas cosas de COPE, buenas, malas y muy malas, pero opinar semejante ‘cuñadez’ en una entrevista de Paco González deja claro que no debes tener mucho más de 20 años y por supuesto ni idea este grupo que trabaja en la cadena de los obispos y que también lo hizo en la SER cuando tú aún no sabías ni escribir tu nombre.
Menudas cuñadeces en los comentarios de Jot Down…
Éste se forra sabiendo poco de fútbol y nada del resto de deportes, lo cual antes tendría mucho mérito pero en el mercado actual es la norma.
Vaya zarrio de entrevista.
¿Ni una pregunta de la loca ni del estafador Willy?
La entrevista me ha dado a entender varias cosas. La primera, es que hay cosas que se han querido evitar (paso de citar cuáles, quién lo sepa ya sabe cuales). La segunda, lo limitado de sus conocimientos deportivos (fútbol… y no en plan Maldini, ni de lejos). La tercera, y última, lo limitado que está a su entorno de trabajo, no ve más allá. A nada que se rasque, se constante lo que pasa con el periodismo deportivo mainstream.
Dice hablando de años : «Si, tengo 57. Empecé con 19 para 20». ¿ Porqué tanta gente en la tv o en la radio dice «tengo 19 para 20″. No van a ser 19 para 21 o 19 para 30 . Lo correcto podría ser » tengo 19 y cumplo 2o la semana que viene «. ¿ O estoy equivocado?
Dejé de escuchar a Paco y sus programas hace unos 20 años. Me parecía de lo poco decente de la radio deportiva española, pero era y es irritante su complejo porque nadie le llame madridista. Está rodeado de furibundos hinchas del Atleti, del Barsa o del Valencia y ninguno tiene el menor complejo. Él en cambio sale con lo del Oviedo y un montón de tópicos para intentar hacer ver que no es madridista, no vaya a ser que alguien se enfade. Lamentable.