Israel-Palestina, Palestina-Israel. Estamos acostumbrados a que abran las cabeceras de numerosos medios de comunicación. Sin embargo, pocas veces se convierten en noticia cuando se trata de fútbol, a pesar de tratarse de una zona en la que la pasión por la pelota se vive con la misma intensidad que cualquier otro sitio del mundo y cuya historia ayuda a entender alguna de las claves que se esconden detrás del conflicto armado que viven ambos Estados.
El fútbol llegó al territorio de la antigua Palestina a principios del XX y lo hizo, como no podía ser de otra manera, de la mano de los británicos. En un territorio que pertenecía todavía al Imperio Turco, aparecieron los primeros clubes en Ramallah, Jerusalén, Belén o Haifa, creados en su mayoría por organizaciones misioneras de origen europeo.
Sin embargo, estos clubes no fueron más que el germen del fútbol en la región y no fue hasta el final de la I Guerra Mundial, con la caída del Imperio Turco y el inicio del Mandato Británico, cuando se dio el primer gran impulso al fútbol en Palestina. Esta vez fue la política quien determinó el nacimiento de los clubes.
Los clubes de origen judío se dividieron en tres grupos. Por un lado, estaban los clubes denominados Maccabi, creados por el Movimiento Macabeo, un movimiento judío internacional, seguidor del sionismo y que defendía el desarrollo del deporte como medio para lograr la unidad del pueblo judío y su concentración en la Eretz Israel (Tierra de Israel). Por supuesto, el muy conocido club de baloncesto Maccabi Tel Aviv fue creado por este movimiento, igual que el Maccabi Haifa o el Maccabi Netanya. Generalmente se los ha identificado como clubes de la derecha liberal.
El nacimiento de los clubes de nombre Hapoel, por su parte, está vinculados a la Histadrut, la Federación General de Trabajadores de la Tierra de Israel. Esta organización sindical adquirió un gran peso durante el Mandato Británico y contribuyó a que sus clubes deportivos se consolidaran también entre los más fuertes. Se los suele asociar con el Partido Laborista de Israel.
Finalmente, los clubes de nombre Beitar hacen referencia al movimiento juvenil del que nació el partido Likud, al que pertenecieron o pertenecen primeros ministros como Ariel Sharon y Benjamín Netanyahu. Aquí hay que detenerse un momento, porque a este grupo de clubes pertenece el Beitar Jerusalem, el único equipo de la primera división israelita que nunca ha contado en sus filas con un jugador de origen árabe. Un club con una larga tradición racista, que cuenta con el colectivo La Familia (escrito así, en castellano). Una especie de milicia de extrema derecha que acostumbra a tomar parte en enfrentamientos con la población árabe.
A lo largo de los años 20, aunque no había una integración entre la comunidad árabe y judía de Israel y muchos de los clubes fueron fundados con un marcado componente político, no estaba prohibido que participaran futbolistas árabes en clubes judíos y viceversa. Las cosas empezaron a cambiar a partir de 1928, cuando la FIFA reconoció a la Asociación Palestina de Fútbol (APF) como miembro de pleno derecho.
Se trataba, no obstante, de una asociación controlada por la comunidad judía y con la que pretendía avanzar hacia la creación de la Eretz Israel. De los 15 miembros que formaban la asamblea de la federación, únicamente uno era árabe y los catorce restantes eran judíos.
Con el nacimiento de la APF se puso en marcha también la primera competición de liga. 10 equipos formaron la primera división; nueve de origen judío y el equipo de la policía británica. A los equipos árabes sólo les permitieron jugar en la segunda división. Como consecuencia de esto, el único representante árabe en la APF presentó la dimisión y los clubes árabes abandonaron también la APF. Nació así la Asociación General Deportiva Palestina (AGDP), que disputó su primer partido internacional en 1931.
En 1936 se inicia la conocida como Gran Revuelta árabe contra la autoridad del Mandato Británico. Los árabes palestinos contaron con el apoyo del resto de países árabes y presionaron a los británicos para que formaran una comisión, con el objetivo de poner solución al conflicto en Palestina. Las conclusiones de esta comisión recomendaban la partición en dos del territorio, pero la comunidad árabe no aceptó esta solución.
Para el fútbol en Palestina, la Gran Revuelta tuvo también consecuencias nefastas. Muchos clubes árabes fueron clausurados por considerar que podían convertirse en plataformas políticas y la AGDP fue obligada a disolverse. Al mismo tiempo, la FIFA prohibió disputar partidos internacionales a su selección, por no considerarla miembro de pleno derecho. Respecto a la liga, mientras la competición de la APF judía seguía celebrando sus partidos, la organizada por la AGDP debió cesar su actividad y los clubes que seguían en activo fueron obligados a unirse a la APF.
El Estado de Israel y la Nakba
El final de la II Guerra Mundial tampoco trajo buenas noticias para los árabes de Palestina. El descubrimiento internacional de las barbaridades del Holocausto perpetrado por los Nazis despertó un extendido sentimiento de solidaridad hacia el pueblo judío, que dio como resultado el plan de la ONU para la división de Palestina en dos estados, uno árabe y otro judío. Este plan fue rechazado por la autoridad palestina, pero no pudieron evitar la creación del Estado de Israel.
El 14 de mayo de 1948 Ben Gurión declaró en Tel-Aviv la independencia del Estado de Israel, respondida por los cinco Estados árabes limítrofes (Egipto, Jordania, Siria, Iraq y Egipto) con una declaración de guerra. Un día más tarde, Israel pone en marcha la Nakba, que provoca el éxodo de más de 700.000 árabes de sus tierras en Palestina. Para 1949, cuando termina la guerra con los países árabes, Israel controlaba ya el 78% del territorio del antiguo Mandato Británico.
Uno de los países que más palestinos acogió tras la Nakba fue Chile, igual que había hecho en los años 20 en otra ola migratoria. La formación de una gran comunidad palestina en el país sudamericano dio como resultado la creación del club de fútbol Palestino, que, con los años, se ha convertido en uno de los símbolos deportivos del pueblo palestino y cuyos partidos se siguen con atención tanto por la comunidad árabe de Chile, como por la de Palestina.
Una vez consolidado el Estado de Israel, la antigua APF pasó a denominarse Asociación Israelí de Fútbol y disputó su primer partido bajo esa denominación frente a la selección olímpica de los Estados Unidos. En 1954 sería uno de los miembros fundadores de la Confederación Asiática de Fútbol. Sin embargo, las tensiones derivadas del conflicto palestino se hacían visibles también en el fútbol.
Los países árabes no reconocían al Estado de Israel y durante años se negaron a disputar partidos contra su selección. Se dio así la inverosímil situación de que Israel logró la clasificación para el Mundial de 1958 sin haber disputado ningún partido, por el rechazo de Turquía, Egipto, Indonesia y Sudán. Puesto que la FIFA establecía la obligatoriedad de disputar al menos una ronda de clasificación para ganarse el derecho a disputar el Mundial, se organizó un play-off en el que la selección de Gales le dejó sin el billete para Suecia.
Paradójicamente, esos años en los que la selección de Israel sufría el rechazo de todos los países árabes, fueron también los de mayor éxito de su historia. En 1964 se proclamaron campeones de Asia, en un torneo del que fueron también anfitriones. Seis años más tarde lograron su primera y única clasificación para un Mundial, aunque no lograron pasar de la primera fase.
Mientras tanto, en 1962 Palestina había reorganizado la AGDP con el apoyo de Egipto y el objetivo de lograr el reconocimiento internacional por parte de la FIFA y del COI. Aunque la labor diplomática no logró su éxito y su petición fue rechazada por no tratarse de un Estado reconocido por Naciones Unidas.
Acogidos por la UEFA. Reconstruyéndose desde las ruinas
El boicot de los países árabes a la selección de Israel pasó a un nuevo nivel como consecuencia de la Guerra del Yom Kipur, ocurrida en octubre de 1973. Después de una nueva derrota de los países árabes, Kuwait presentó una propuesta para expulsar a Israel de la Confederación Asiática de Fútbol, que se concretó, finalmente, en 1976.
A partir de ese momento se complicó la situación de la selección israelí, que vio cómo su federación debía ir buscando alguna confederación que le permitiera participar en sus competiciones internacionales. Oceanía acogió durante unos años a la federación de Israel, luego sería la UEFA quien le permitiría integrarse, para volver a competir con Oceanía en la clasificación para los mundiales de 1986 y 1990.
Después del Mundial de Italia, la UEFA inició los trámites para que la Asociación Israelí de Fútbol se integrara con las federaciones europeas, proceso que finalizó en 1994. Así la selección de Israel pasó a ser considerada una selección europea más y desde entonces, su selección disputa las fases de clasificación para los torneos internacionales con el resto de clubes europeos y sus clubes toman parte en las diferentes competiciones de la UEFA.
Esta recolocación de la AIF dentro del marco europeo se produjo al mismo tiempo que la APSA trabajaba para reconstruir el fútbol palestino. En 1977 se recuperó la liga palestina, con equipos de Jerusalén, Ramallah y Hebrón, aunque habría que esperar otros cinco años para ver la segunda edición.
En 1984, debido a las dificultades por parte de las autoridades israelíes para que los palestinos se trasladaran entre Gaza y Cisjordania, se decidió dividir la competición en dos ligas diferentes, cuyos campeones se enfrentan para decidir el campeón de Palestina. Al mismo tiempo, algunos palestinos nacidos en los territorios ocupados por Israel han formado parte de alguno de los clubes israelitas. Siempre con la excepción del Beitar Jerusalén, que rechaza frontalmente la contratación de cualquier jugador de origen árabe.
Todos estos avances habían sido consecuencia del trabajo iniciado por la OLP en 1969, con los objetivos de tener mayor presencia internacional, de multiplicar los esfuerzos para deslegitimar el Estado de Israel y de lograr el reconocimiento de las organizaciones internacionales. Este último objetivo se logró gracias al espíritu de cooperación que dio lugar a los Acuerdos de Oslo de 1993.
Dos años más tarde, la FIFA nombró a Palestina miembro temporal y tres años más tarde fue reconocido como miembro de pleno derecho. Para celebrar este hecho, en 1999 Blatter viajó a Palestina y se reunió con Arafat. Como resultado de esa reunión trasladó al primer ministro israelí, Shimon Peres, una carta con las demandas de la OLP: libertad de movimiento para la población palestina y la eliminación de las barreras entre el territorio palestino y el israelita. Peres no respondió a la carta entregada por Blatter.
Desde que obtuvieran la oficialidad de la selección palestina, el gobierno israelí ha puesto siempre numerosas dificultades a su federación y a sus jugadores para que puedan disputar sus partidos en condiciones mínimas. A pesar de eso, en 2017 la selección de Palestina superó por primera vez en la historia a la de Israel en el ranking de la FIFA.