Barça y Madrid ven campañas y fantasmas por todos lados

Esta semana será respirable porque hay Champions. Si no, se convertiría en insoportable porque el próximo sábado juegan Barça y Real Madrid y están los dos que no hay quien los aguante. Unos hablando de madridismo sociológico para tapar las vergüenzas del caso Negreira y otros con los árbitros en el punto de mira, ambos persiguiendo campañas y fantasmas y con sus respectivas trincheras detrás, incluyendo las mediáticas con las peleas de gallos en tertulias de radio en las que se miden quien mea más lejos. Así que demos gracias a los partidos europeos, al Braga y al Shakhtar, por aliviarnos del suplicio al menos durante unos días y ahorrarnos la turra de quién de los dos grandes de España es el más pobrecito.

El Barça, mientras, ganó al Athletic gracias a un gol de Marc Guiu, un chaval de 17 años que llevaba en el terreno de juego exactamente 34 segundos y que debutaba en Primera. La falta de buen juego se excusa con las ausencias por lesión, seis nada menos, y de jugadores importantes, la mayoría titulares indiscutibles: De Jong, Koundé, Pedri, Lewandowski, Raphinha y Sergi Roberto. Para el sábado que viene espera recuperar a Pedri seguro y a Lewandowski y Raphinha con reservas, pero el canario lleva sin jugar dos meses desde que se lesionó y es previsible que esté lejos aún de su mejor forma.

Al tanto de Marc Guiu respondió Montjüic en su peor entrada de la temporada con el cántico «madridista el que no bote» como aperitivo del clásico. La comunión del barcelonismo es total, el socio está anestesiado, la estrategia de Laporta funciona.

Cuatro días después de que el juez del caso Negreira le imputara por un delito continuado de cohecho, corrupción deportiva, administración desleal y falsedad en documento mercantil, se sacó de la manga lo del «madridismo sociológico» que volvió a repetir después en una Asamblea que se lo aprobó todo. Prietas las filas no hay fisuras en una afición que compra sin ningún espíritu de crítica que los poderes fácticos van a por ellos y Laporta es el salvador que no se calla y dice las cosas claritas; como debe ser, hombre.

El mismo Laporta que también pagó a Enríquez Negreira, igual que Rosell y Bartomeu. Y si alguien se atreve a discrepar, como el socio Jaume Llopis en la Asamblea, van a por él, le afean la conducta y hasta el asesor y mano derecha del presidente, Enric Masip, pide que le corten aunque después niegue lo que todo el mundo ha podido ver en las imágenes. Todo muy normal.

Y así, con este ambiente tan cómodo, tan poco crispado, tan estupendo, es como se presenta el partido de los partidos. Como para no dar gracias a la Champions que nos proporcionará una tregua, ni que sea de tres días, antes de oírles llorar otra vez.