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Esta vez no hubo épica, ni escudo, ni minutos largos del Real Madrid

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Bernardo Silva (Foto: Cordon Press)

El Manchester City es finalista de la Liga de Campeones. Ha ganado 4-0 al Real Madrid y probablemente también se lleve el título. Sería el primero para la entidad. Espera el Inter en la final: buen equipo pero insuficiente. El fútbol es de los futbolistas y en esta eliminatoria estuvieron los mejores.

Guardiola dijo en la previa que «si supiera por qué gana el Madrid intentaría copiar el método». Para acto seguido concluir que «básicamente, diría que siempre han tenido jugadores de altísimo nivel». La segunda oración da en la diana y además parece contradecir la primera. Resulta que Guardiola sabe que el Madrid gana por sus grandes futbolistas, ya faltaría. Pero igualmente sabe que ese, no otro, es justamente el método que él usa desde que dirigió el Barça, sin necesidad de plagiar nada. No en vano, aquel fue un equipo que tomó con varios de los mejores de la historia en plantilla, donde mantuvo a Eto’o su primera temporada, fichó a Ibrahimovic en la segunda, a Villa en la tercera o a Cesc y Alexis en la última.

En cuanto al método entendido a lo tacticista, a lo que parece referirse Guardiola, es evidente que ningún gran entrenador dispone de la metodología divina o del manual bendito. También es evidente que ningún gran entrenador alinea los futbolistas a la buena de Dios. Y que ningún gran entrenador, como dijo Ancelotti, puede «enseñar a Karim dónde tiene que ponerse dentro del área. En cualquier caso, él me lo tendría que enseñar a mí». Ni a Benzema ni a Haaland. Así que podría decirse que, sofística aparte, el de dos ganadores como Guardiola y Ancelotti es poco menos que el mismo método en términos prácticos.

Ancelotti y Guardiola (Foto: Cordon Press)

El fútbol se trata de juntar a los mejores futbolistas posibles de manera que se complementen y mejoren cada sector del rival. Por eso a base de invertir millones Guardiola ha formado un Manchester City insultantemente ganador a nivel local que en Champions ha ido progresando a medida que reforzaba la plantilla. Su City alcanzó octavos y tres rondas de cuartos antes de llegar a una la final y ya no bajarse de semis. Con la llegada de Haaland esta temporada, gran futbolista y clásico goleador que les faltaba, el City ha conseguido eliminar al Real Madrid, el otro mejor equipo del mundo. Con profunda razón, Ancelotti dijo en la previa que «a nivel individual y colectivo los dos equipos son parecidos».  Sólo a esos niveles se puede bordar el fútbol. Esta vez fue el City quien lo consiguió y es justo finalista después de realizar el partidazo que se explica a continuación.

2-0 en media parte, y gracias

La única duda de cara al partido estaba en la zaga del Madrid. En ausencia de Militão, Rüdiger controló a Haaland en el partido de ida. El noruego apenas dispuso de ocasiones y el central acaparó halagos. Decía Valdano durante la previa del Milan-Inter que, al repetir alineación, Inzaghi había aplicado la norma no escrita que indica que lo que funciona no se toca. Ancelotti piensa distinto. Él cree que algo puede funcionar un día pero eso no significa que sea lo mejor, y que apostar por lo mejor aumenta la probabilidad de que la cosa funcione cada día. Por eso, con Militão disponible, Rüdiger fue al banquillo en el Etihad aunque nuevamente tocaba defender a Haaland. Porque el brasileño y Alaba son los mejores centrales de la plantilla, sin más. Y el Madrid perdió porque el City fue superior en conjunto, no por los centrales elegidos.

Bajo la misma lógica, el resto de elegidos por Ancelotti fueron los mismos que en el empate del Bernabéu. Asimismo, al enterarse del XI rival, dijo el italiano que «esperábamos que Guardiola repitiera alineación». En la ida el catalán puso a los mejores y no hizo ningún cambio; en la vuelta siguieron los mismos. Aunque se permitió dar minutos a algunos suplentes con el 3-0 y a falta de cinco minutos.

La presentada por el City es su alineación ideal, y se volvió a demostrar. Desde que el balón echó a rodar, acaparó la posesión. El estilo de Pep es innegociable y sus futbolistas lo permiten. El Madrid inició presionando la salida de juego británica desde posiciones intermedias, pero pronto se replegó al no conseguir recuperar el balón. Pese a que flotaron a Stones en el inicio, para acto seguido irle encima, fue infructuoso. Benzema, Modric y Kroos no están facultados para saltar en cada jugada y Ancelotti lo sabe. Al acabar el partido, dijo Carvajal que «hemos echado el culo demasiado atrás muy pronto». La realidad es que el City los llevó a ese estado y que el Madrid no está capacitado para aguantar hacia delante a un oponente así.

Esta vez, el dibujo WM que se popularizó desde 1925 precisamente en las islas dio resultados al City, casi un siglo después. La superioridad numérica de los cuatro mediocampistas devino eficiente gracias a que los interiores son Rodri, Gundogan y De Bruyne. Auxiliados por Bernardo, un jugador total. 79% de posesión en el primer cuarto de hora y varias ocasiones de peligro lo certifican. Salir por dentro y finalizar desde fuera, con dos extremos abiertos para espaciar y dotados de regate en corto para percutir, fue la propuesta de Guardiola. Plan habitual y más adecuado esta vez, habida cuenta de que la zona interior del Real Madrid es la más floja en la presión y los laterales son los puntos débiles del XI.

Mapas de calor de los extremos del City

Grealish recibió mucho y estuvo fino. Encaró a Carvajal y buscó pases o centros. Uno de estos, a la cabeza de Haaland, lo sacó bajo la línea Courtois. Si tienes un delantero de casi dos metros de pura potencia conviene centrar, pero si enfrente está el mejor portero del mundo nada te asegura que la correcta jugada acabe en gol. De hecho, sucedió lo mismo otra vez en el minuto 20. Esta vez el centro fue desde la derecha al segundo palo, donde Akanji superó a Kroos por alto antes de que Haaland volviese a rematar al arco. Courtois hizo la mejor parada de la noche y probablemente de la Champions. Pero dos minutos después llegó el 1-0.

Con el Madrid aculado, una jugada de combinación por la derecha acabó en el pie de DeBruyne, que rápido encontró a Bernardo Silva desde los famosos «espacios indefendibles» que bautizó Guardiola. Bajo una mirada del juego posicional, esos espacios se dan entre las ubicaciones base de los futbolistas. Bernardo se infiltró en el espacio que separa a Camavinga y Alaba, Kroos no cerró a tiempo y el portugués recibió y definió de potente chuta al palo corto. Iban 185 pases del City y 25 el Madrid. Con eso los celestes consiguieron que Vinicius no recibiera un balón y también adelantarse en el marcador. Fue posible porque el City estuvo rápido y preciso en cada pase, acertado en cada decisión, en todo movimiento.

Vinicius (Foto: Cordon Press)

Y si con balón el City fue inmejorable, en las acciones sin él directamente se decidió el partido. El Madrid no pudo crear de ninguna de las múltiples maneras que maneja, porque el City lo asfixio hasta conseguir una ventaja considerable. En la primera parte, el conjunto español trató de iniciar en corto cada vez que el balón salió por su fondo. En la insistencia, se equivocó. La presión del City fue numerosa, alta e intensiva. Haaland muerde todas y en eso recuerda al Eto’o que mantuvo Guardiola en el Barça, cuando ganaron la primera Champions. Gracias en buena medida a la estructura posicional y a la voluntad del noruego, el plan surtió efecto. De Rodri dijo Maldini en la retransmisión que «siempre está dónde tiene que estar». Eso es la lectura posicional de un gran futbolista que, sin alardes técnicos, todo lo hace sublime.

No obstante, los futbolistas del Madrid siempre consiguen algo, hasta en sus peores días. El talento tiene esos caprichos. A partir de la media hora, Modric consiguió recibir el balón y el equipo conectar dos ataques que parecían liberadores. Ancelotti dijo en la previa que el City saldría a morder y que, puestos a elegir, prefería que marcasen pronto, porque así los suyos tenían más tiempo para reponerse y remontar. «Saber aguantar y sufrir. Y el coraje marcará la diferencia», dijo. Una de las acometidas blancas acabó en el travesaño, chut lejano a cargo de Kroos. El Madrid respiraba, pero el City mantuvo la mente fría y volvió a jugar la bola. El coraje está bien siempre que el juego no hable. Poco después, en el 37’, otra penetración de Grealish supuso el 2-0. El inglés condujo arriba su natural fuera-dentro y Carvajal reculó. Con Valverde como interior adelantado, la rápida circulación citicen provocaba que las ayudas al lateral no llegasen a tiempo y Carvajal no se atrevía a arriesgar en la acción defensiva. Temporizando, Grealish encontró a Gundogan, incorporado desde segunda línea, y un rechace lo mandó dentro de nuevo Bernardo Silva, esta vez de cabeza. Así se llegó al descanso.

Venganza en forma de goleada

En la reanudación, el Madrid volvió a salir presionante. Como en la ida, arriesgo con Camavinga. El francés tomó posiciones de volante mientras su equipo cerraba con tres. Con ello consiguió tener algo el balón. Seguían espesos, pero menos da una piedra. En fase de posesión, Valverde y Rodrygo se centraron para asociarse en el sector fuerte del Madrid, toda vez que vaciaban el costado derecho para que fuera activado desde el pase largo de Kroos o Alaba. Así llegaron los blancos en el minuto 50. Provocaron una falta que Alaba casi lleva a la escuadra derecha de Ederson, quien se lució en la estirada a mano cambiada. El concepto del juego: «tocar aquí para bascular y girar al rival con la intención de sorprender allí» conviene respetarse. Y el Madrid tiene a Alaba, Camavinga, Kroos y Modric para combinar y lanzar, por lo que conceptos de ese corte suelen estar de celebración. Aunque hoy en el Madrid no hubo fiesta alguna. Al cuarto de hora de la segunda parte, alcanzó el 60% de posesión. Sin embargo, esta era distinta a la del City: menos segura y más vertical. Las jugadas fueron erráticas y el juego, inexistente.

Entonces Ancelotti sacó a Modric del campo para ingresar a Rüdiger y ubicar a Camavinga como pivote, lo que tendió a Kroos a la izquierda. Quitar al mejor futbolista no parece una gran alternativa, aunque a ver quién se la discute a Ancelotti, cuando lo hizo el año pasado antes de remontarle el partido precisamente al City. La idea era no perder demasiado peso en la iniciación, aún con Alaba y Kroos, pero emplear al pulmonar y decidido Camavinga en la presión hacia delante a los interiores. Vinicius y Rodrygo se liberaron posicionalmente. Ahora aparecían por cualquier zona del campo, pero el equipo no creaba ocasiones. Si cierto día dijo Bianchi que a veces «un partido igualado depende de cómo se despierten ese día los jugadores», los del Madrid lo hicieron resacosos. El City parecía cómodo, replegado entre el bloque medio y el bajo, intentando contragolpes desde la conducción de Grealish.

Haaland celebrando con la bandera de Noruega (Foto: Cordon Press)

Ancelotti volvió a agitar el árbol, solo que en esta ocasión en el banquillo no estaba Rodrygo y entonces cayó Asensio. Kroos fue el sacrificado y el equipo se resintió estructuralmente, además de por nivel. Se dibujó casi un 4-2-4 en ocasiones, con Valverde y Camavinga de volantes, seccionado, que lo dificultó todo. En esos espacios interiores Gundogan volvió a crecer. Encontró a Haaland con una maravilla de taconazo que este falló a bocajarro; de nuevo repelió Courtois. Era el minuto 72. Poco después llegó el 3-0. Una falta lateral la botó De Bruyne y la introdujo en su portería Militão. Y en el 91, el cuarto. Un pase interior del ingresado Foden hacia el desmarque de ruptura del ingresado Álvarez, y gol.

Esta vez no hubo épica, ni escudo, ni minutos largos. Casi ni hubo lugar a la esperanza. Esta vez, como todas, solo hubo lugar para el juego. Y el juego lo puso todo el City. Se vengó también en el resultado. Guardiola alcanza su segunda final con el club, la cuarta de su carrera. El City perdió la anterior contra un buen Chelsea. Difícilmente vuelva a perderla. Pero ya se sabe que, por fortuna para el fútbol, la imprevisibilidad es parte de su esencia.

3 Comments

  1. Quizá el análisis más simple y acertado fue el que hizo Wayne Rooney antes de la eliminatoria.

  2. Rodavalho

    Señor Roldán me encantan sus comentarios y las lectura de los partidos que realiza. Las leo con atención y no dejo de intentar aprender con ellas los rudimentos de un juego que me fascina.
    Por todo ello, no cree que hay cierta contradicción entre su defensas entusiasta de un fútbol «de los grandes jugadores» y esa otra característica que menciona en esta crónica donde, más o menos, alude a la necesidad de que éstos se complementen y «mejoren cada sector del rival»?
    Desde luego entiendo que esto es un trabajo táctico indispensable en cualquier deporte de equipo donde la relación individuo-grupo es lo fundamental.
    Quizá estemos en tiempos de un rigor tacticista que pretende olvidar a los «jugadores determinantes» pero bascular al extremo contrario tampoco creo que sea lo propio de este juego complejo.
    No creo que se trate (no digo que usted lo suscriba) de juntar a 11 cracks y que,en modo pachanga, arrasen a los que tengan delante.
    No?
    Me parece además muy bonito y placentero disfrutar de las variedades tácticas como una de las claves importantes del juego tal y como usted nos muestra en sus artículos y crónicas.
    Todo este rollo es por montar un poco de debate sano.
    Muchas gracias

  3. Otro artículo escrito desde una óptica ventajista, a toro pasado y lleno de contradicciones. Totalmente incoherente con el artículo de la semana pasada. Ser tan madridista y tener a Guardiola tan metido en los intestinos no es bueno para conseguir un análisis riguroso y objetivo.

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