Llegar de amarillo a los Campos Eliseos, invadir Lutecia como los romanos, ser los primeros en liberar París como «La Nueve», sitiarla como los prusianos o autogestionarla como La Comuna. Dominar París lleva siendo el objetivo de mucha gente desde hace muchos años. De hecho, es algo que llevan intentando los equipos de fútbol parisinos desde el Siglo XIX sin llegar a lograrlo por completo.
A lo largo del tiempo ha sido más difícil ser el representante futbolístico de la ciudad que ocuparla como hicieron los vikingos daneses en el Siglo IX o los nazis en el XX. El Racing de París fue uno de esos aspirantes y durante determinadas fases de la historia fue el club más grande y más seguido de la capital francesa. Pero la montaña rusa que llevan viviendo los clubes parisinos desde finales del Siglo XIX ha provocado que pese a contar con dos ligas y cinco copas el club tocase fondo en los años 90.
Los racinguistas se asentaron en la parte alta de National 3 (quinta categoría) hace unos años, hasta lograr el ansiado ascenso a National 2 la pasada temporada tras ser campeón de su grupo. Es difícil comprender cómo un club con ese palmarés y nacido en el Siglo XIX haya acabado así. Por ello toca retroceder en el tiempo y sumergirse en la apasionante historia de uno de los clubes más importantes de París, que a diferencia de otros ha sido testigo de muchos de los acontecimientos más importantes que ha sufrido la capital francesa.
Seguro que muchos os esperáis que ahora hablemos de los años 80, del Racing Matra, de Lagardere y no salir de los clichés clásicos de la historia reciente del Racing, pero ahora toca ir a abril de 1882, tiempo de la recién estrenada Tercera República Francesa. La actividad deportiva comenzaba a viralizarse a finales del XIX y así nació el Racing Club de France como club polideportivo de la zona oeste de la capital.
El Racing fue fundado por estudiantes del Lycée Condorcet, uno de los más prestigiosos de la ciudad. Allí dieron clase el famoso político socialista Jean Jaures o el filósofo Jean Paul Sartre. Entre la nómina de estudiantes notables destacan Henri de Toulouse-Lautrec, André y Louis fundadores de Citroën y Renault respectivamente, el urbanista Georges-Eugène Haussmann, el escritor Marcel Proust o el cantante Serge Gainsbourg.
Este liceo parisino en tiempo de la fundación del Racing era la principal escuela liberal de la capital francesa y su alumnado procedía principalmente de la burguesía progresista de la ciudad. Durante Mayo del 68 llegó a denominarse durante en corto periodo de tiempo como Lycée Karl Marx. En dicho contexto podemos decir que nace el Racing Club de France, con el apoyo de hombres muy importantes como Ferdinand de Lesseps y fijando sus instalaciones en torno al Bois de Boulogne en la zona occidental de París.
Los directivos eran reacios a crear una sección de fútbol dentro de la organización debido a la mala imagen que tenía el deporte rey por aquel entonces, pero acabaron sucumbiendo a las presiones de los socios más jóvenes y el equipo de fútbol del Racing nació en 1896. Al año siguiente, debutaron en el campeonato de la USFSA (Union des sociétés françaises de sports athlétiques), creado casualmente años antes por el propio Racing.
La USFSA, pese a que reúne principalmente a clubes parisinos, se la considera como la antesala de la Ligue 1. Con los años, el campeonato se fue extendiendo al resto de la provincia y a todo el país, de tal forma que al término de la temporada había una final para decidir el campeón entre todos los vencedores de cada grupo regional.
Además, en 1901 se estrenó en el Challenge International du Nord, un torneo anual entre equipos franceses, ingleses, belgas, holandeses y suizos que se celebraba en la región de Hauts-de-France. Allí llegó a alcanzar las semifinales y se enfrentó a equipos como el Leopold Club Bruxelles, Union Saint Gilloise o Cambridge Town.
Siguió creciendo y de esta forma llegó el primer título. El Racing fue campeón de la USFSA en 1907 tras vencer al RC Roubaix en el Parque de los Príncipes. El Racing se sacaba una espina ya que el Roubaix le había levantado la final en 1902 y 1903. Mantuvo su estatus de equipo top francés los años siguientes llegando a perder dos finales más.
«Les ciels et blancs» tardaron mucho en asentarse en un estadio concreto. Fueron muchos los bandazos que fueron dando desde Levallois a Bagatelle, en el Bois de Boulougne. Entre medias rotó por muchos otros como el antiguo Parque de los Príncipes y no se asentó definitivamente en Colombes hasta 1908. Este crecimiento se vio frenado con el estallido de la Gran Guerra, que interrumpió la competición entre 1914 y 1918. Además la contienda trajo la nefasta noticia de la muerte de André Puget en el Frente Occidental, uno de los jugadores más importantes del club durante la primera década del siglo.
El fútbol volvió a Francia antes de que terminase la guerra, ya que a finales de 1917 el Racing debutó en la recién estrenada Coupe de France. Anteriormente había disputado y ganado en cuatro ocasiones la Coupe Dewar. Se trataba de una competición mayoritariamente para clubes parisinos sin límite de jugadores extranjeros. De forma coetánea también se celebraba la Coupe Manier para equipos parisinos que no alineasen más de tres extranjeros.
Los felices años 20 llegaban a París de manera tan fulminante que situó a la ciudad como el centro artístico y creativo de referencia en todo el mundo. Montparnasse tomaba el relevo de Montmartre y la ciudad abría los brazos a artistas y escritores como Ernest Hemingway, Francis Scott Fitzgerald, Luis Buñuel, Man Ray o Josephine Baker que se unían a antiguos residentes como Picasso, Modigliani o Gertrude Stein.
Aquellos años de explosión cultural en la ciudad trajo consigo el aumento de competencia de clubes parisinos como el Red Star, Club Français, Olympique de Paris, CA París… y los de Colombes tocaron fondo en 1925 perdiendo la categoría. El golpe fue duro ya que hasta 1928 no recuperaron su puesto en el máximo nivel del fútbol parisino.
Para entonces, la ciudad era otra, aunque Francia no fue de los país más afectados por el Crack del 29, hubo otros factores que deterioraron la situación económica del país, como empeñarse en mantener el patrón oro, la reducción del gasto público y una bajada generalizada de los salarios. En ese contexto tan complicado, llegó el resurgimiento del Racing, que en 1930 alcanzó la primera final de Copa de su historia. Por aquella época la final de Copa se celebraba siempre en el Estadio Olímpico Yves du Manoir, casa del Racing.
Además, en 1932 tienen lugar varios hechos importantes, ya que logra salir campeón de París y el presidente Jean Bernard Levy logra la profesionalización de la sección de fútbol pese a la reticencias de los directivos del Racing Club de France. Sin olvidar que a partir de ese año comienza a jugar asiduamente como local en el recién reinaugurado Parque de los Príncipes.
Los motivos de esa vida errante del Racing por los campos de París se debió principalmente al objetivo de atraer al mayor número posible de aficionados. Por aquel entonces el único ingreso que tenían los clubes era el dinero que sacaban de las entradas. El Estadio Olímpico de Colombes estaba a unos 20 kilómetros en coche del centro de la ciudad, lo que dificulta mucho atraer regularmente un número aceptable para una ciudad como París.
Los resultados no llegan por ciencia infusa. El Racing decide realizar varios fichajes top para la época como son Manuel Anatol (Real Madrid), Emile Veinante (Metz), Edmond Delfour (Stade Français) y el canterano Raoul Diagne, que terminó siendo el primer negro en llegar a internacional francés. Este último era hijo del senegalés Blaise Diagne, primer diputado francés de origen africano.
Este paso adelante ya se había visto reflejado en la lista de convocados de la selección francesa para su debut en el Mundial de 1930. En aquel plantel había hasta 5 racinguistas como Capelle, Villaplane, Delfour, Veinante y Tassin. Todo ello le dio un hueco en la primera edición de la Ligue 1 en 1932, por aquel entonces llamada Division Nationale.
El punto determinante llegó en 1935 con el fichaje del entrenador inglés George Kimpton, que había sido seleccionador francés en el Mundial del 34. Dicha temporada 35-36 comenzó de la peor manera posible. El portero austriaco Rudi Hiden se negó a volver al Racing hasta que no se le aumentara el sueldo, lo que provocó que la primera vuelta tuviera que ser el defensa Diagne quien ocupase la portería.
Parecía imposible desbancar del liderato al Lille que llevaba una marcha triunfal, pese a la vuelta de Hiden y el buen hacer de los goleadores Coaurd y el ingles Kennedy. Todo ello sin quitar un ojo de la Copa donde habían logrado meterse en la final.
Llegaba un mes de mayo de 1936 movidito para los racinguistas. Un todo o nada que podía marcar el devenir del club. El primer escollo se solventó el 3 de mayo tras levantar la Copa frente al Charleville ante cerca de 40.000 personas que abarrotaron las gradas del estadio de Colombes. En el Charleville, de segunda división, ejercía como defensa y capitán un tal Helenio Herrera.
Pero aquella copa era insuficiente para el mejor equipo de Francia según la prensa de la época. El Racing no bajó el ritmo y aprovechó los pinchazos de última hora del Lille para lograr el título que supondría su primera y única liga francesa (desde la fundación de la liga unificada en 1932). Corrían buenos tiempos para el equipo a la par que se complicaron las cosas por Europa.
El Mundial del 38 se celebró en Francia y contó con otros 3 jugadores del Racing en la lista de Les Bleus. Tras el campeonato ficharon a otros 5 mundialistas como Mario Zitelli, Abdelkader Ben Bouali y Jean Bastien (Marsella), Oscar Heisserer (Estrasburgo) y Alfred Aston, estrella del vecino Red Star.
Y así en 1939 caería la segunda Copa, esta vez frente al Lille ante más de 52.000 almas en Colombes. Aquella final pasó a la historia por una cuestión extradeportiva. El Racing de los años 30 fue conocido como Los Pingüinos debido a que en los prolegómenos de la final de copa citada, los jugadores pasearon un pájaro bobo que habían tomado del Zoo de Vincennes, en la zona oriental de la ciudad.
El círculo de aquella generación grandiosa del periodo de entreguerras se cerró con la tercera copa en 1940. Uno de los jugadores de aquella final era Ramón Zabalo, ex-jugador del Barcelona que se había exiliado tres años antes tras el golpe militar de Franco. La final tuvo lugar un 5 de mayo, pocos días antes de que Alemania comenzase la invasión y estallara la conocida como Batalla de Francia.
El Racing sufriría otra importante baja en combate como pasó en la Primera Guerra Mundial. En este caso fue Jean-Bernard Levy, artífice de la profesionalización y apogeo del club durante la década de los 30. Cuando mejor le iban las cosas al Racing siempre había algún factor externo que frenaba dicho progreso. Tras la ocupación total del país por la Alemania Nazi en junio del 40, el club comienza a competir en la máxima categoría de la Zona Ocupada.
Concretamente, disputó 3 ligas hasta la Liberación de París en agosto del 44 encabezada por «La Nueve», formada íntegramente por republicanos españoles. Otra vez tocaba volver a empezar para el Racing. La primera temporada tras la derrota definitiva de los nazis empezó con bastante dudas. El equipo no acaba de arrancar y para ello a mitad de temporada se decidió fichar a varios jugadores pied noirs como Salva, Samuel, Jasseron o Ponsetti, franceses nacidos en la Argelia colonial.
Estos refuerzos llevaron al equipo a meterse de nuevo en la final de Copa, su competición fetiche. Además la final se volvía a jugar en Colombes para darle más épica aún a este nuevo Racing. Un contundente 3-0 frente al Lille les daría su cuarta copa, justamente 4 días después de que el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos liberase Berlín.
En esta época de posguerra el Racing cambia su política de fichajes y se centra en firmar a «titis parisinos», jóvenes jugadores locales procedentes de barrios de clase obrera. Y ese giro de política trajo otro éxito más al club de Colombes: La Copa de 1949.
Aquella final, de nuevo contra el Lille, supuso un récord absoluto de asistencia en el fútbol francés. Más de 60.000 personas llenaron el Estadio Olímpico Yves du Manoir. Comenzaba una época de prosperidad en el país de la mano de la Cuarta República y la ciudad requería de un equipo potente que la representase.
Ese siempre fue el debe de París. Tocaba consolidarse como el principal equipo de la ciudad y del país. La derrota en la final de la Copa del 50 quizá pudo ser un primer aviso. Y eso que habían fichado al centrocampista islandés Gudmundsson del Milán, y que posteriormente llegó a ser ministro del país como miembro del conservador Partido de la Independencia.
Los resultados ligueros siguen siendo flojos y todo ello llevó a la consumación del descenso en 1953, justo cuando el equipo lograba mantener una media de más de 20.000 personas por partido. Pese a todo, el paso por segunda fue efímero. Una delantera mágica formada por Cisowski y Courteaux, con 35 tantos cada uno, dio el ascenso por la vía rápida.
Sin olvidar que se movilizaron para fichar al brasileño Canhotinho de Palmeiras y a uno de los mejores laterales de la historia del fútbol argentino como Lucho Sosa de Boca. Desde entonces comienza una época de asentamiento prolongado en la primera categoría. El Racing se confirma como principal equipo de la ciudad y frecuenta la zona alta de la tabla casi todos los años. Todo parece ir sobre ruedas y el club sigue fichando jugadores importantes que suelen acudir con frecuencia a la selección francesa.
En aquella mitad de los años 50, pasó dos temporadas en el club un desconocido austriaco llamado Ernest Happel, que posteriormente pasaría a la historia como técnico que ganó dos Copas de Europa con Feyenoord y Hamburgo. Ya es jodido ganar una, imaginate dos con equipos no precisamente punteros.
En 1957 deciden organizar un Torneo Internacional en París para festejar el 25º aniversario del club. Cada mes de junio hasta 1966 el Racing organiza un cuadrangular con los mejores clubes del mundo. El primer año el Vasco da Gama de Vavá se carga al Madrid de las 5 Copas, en el 61 el Santos de Pelé goleó 6-3 al Benfica pese al hat-trick de Eusebio y en el 63 los anfitriones cayeron 3-2 en la final contra el Botafogo de Garrincha y Amarildo.
En aquel momento París volvía a situarse en el centro del fútbol mundial como en décadas anteriores. Lo tenía todo, menos un equipo capaz de arrasar. Nadie ataca como el Racing de París y nadie mete más gente en el campo que ellos. Solo faltan los títulos. La Copa se resiste y deja de ser la competición sagrada del club.
El objetivo del club es la liga que da acceso a la incipiente Copa de Europa como carta de presentación a nivel continental. En 1961, un solo punto les deja sin título, aunque fue más cruel aún el subcampeonato del año siguiente.
El Racing empató a puntos con el Stade Reims, pero la norma de la época dictaba que en caso de igualdad el título sería para el equipo con mejor media de goles. Unas escasas milésimas le dejan sin el trofeo, pese a tener la misma diferencia de goles y haber sido el más goleador del campeonato. En aquella época contaba con el killer húngaro Ujlaki que acabó siendo internacional francés.
Los problemas económicos empiezan a ahogar al club por primera vez. Se tiene que deshacer de jugadores importantes y se aleja para siempre de la pelea por el título. En ese momento de caída recibe la invitación para participar en la Copa de Ferias de la temporada 63-64. Por fin el Racing tiene la oportunidad de mostrarse en una competición internacional aunque sea en un momento interno bastante nefasto.
El Rapid de Viena se lo carga a las primeras de cambio y esa temporada desciende a segunda tras 10 años consecutivos en la élite. En segunda el Racing se convierte en un equipo de zona baja, sin opciones de ascenso y viendo como el Stade Français le ha robado el protagonismo parisino en primera.
Sin dinero y con una media de espectadores de escasos 4.000 espectadores el Racing está a punto de tocar fondo. El presidente Dehaye intenta por todos los medios una fusión con el Sedan, un club a casi 300 kilómetros de distancia de París.
De hecho, el Sedan compite en Ligue 1 durante unos años como RCP Sedan con la intención futura de alternar la sede con el tiempo. Pero el proceso de fusión no sale adelante y el Racing de París desciende en 1966 al tercer nivel del fútbol francés. Alejado del profesionalismo y de nuevo bajo el paraguas del Racing Club de France el equipo se mueve durante los 70 y 80 entre la tercera y la cuarta categoría con una media de fieles inferior a 300.
Esa larga andadura por el desierto del fútbol francés hace que se sucedan varios proyectos para lograr de una vez por todas un club hegemónico en París. El problema es que el PSG, nacido en 1970, es un equipo de medio pelo en Ligue 1 y el París FC, nacido en 1972, no ha conseguido asentarse en primera y pulula sin pena ni gloria por Ligue 2.
Por lo tanto toca otra vez mover hilos en la ciudad de la luz para armar un equipo potente que acabe con la hegemonía de Saint-Ettiene, Nantes, Monaco o Marsella. Aparece en escena en 1982 el empresario Jean Luc-Lagardere, que intenta la fusión entre Racing y París FC.
Lagardere había comenzado en los años 60 como director general de la empresa electrónica Matra. Desde su llegada la empresa fue creciendo hasta diversificarse en distintos sectores como la automoción, la informática o las telecomunicaciones. Matra pasaría a ser el patrocinador principal del club, incluso llevándolo en el nombre.
Lagardere seguía siendo el presidente de la empresa pese a que en 1981 el gobierno de coalición de izquierdas (Partido Socialista, Partido Comunista y Partido Radical de Izquierda) presidido por Mitterrand había decidido nacionalizar el 51% de las acciones de la empresa por sus negocios en Defensa. Pese a sus dotes comerciales, tampoco fructifica la fusión con el París FC, así que decide comprar su plaza en segunda división. El París FC se queda con la plaza del Racing en tercera. Una jugada propia de cualquier equipo murciano de los años 2000.
En su segunda temporada, 83-84, logra reunir a más de 3.000 personas por partido. Llegan refuerzos como el veterano defensa Victor Zvunka, el goleador argelino Rabah Madjer y para la recta final el delantero noruego Oakland del Leverkusen. Los 20 goles de Madjer les aúpan al tercer puesto que da acceso al Play-Off de ascenso a la máxima categoría.
Primero se tienen que deshacer del Lyon y del Niza, antes de enfrentarse al Saint-Ettiene que había sido 18º en primera. Tras un empate sin goles en Colombes, el Racing logra ganar 0-2 a domicilio y por tanto asciende a primera aquel 19 de mayo de 1984. El club llevaba jugando en Colombes desde la hecatombe y la bajada al barro en 1966. Aquella promoción de ascenso reenganchó buena parte de la afición que llenó el estadio en cada partido.
Y ahora comienza la época más mainstream de la historia del nuevo Racing. Tocaba reestrenarse en la máxima categoría y volver por enésima vez al Parque de los Príncipes, esta vez compartido con el PSG. El equipo no hizo grandes refuerzos y perdió la categoría como colista. Por enésima vez, tocaba volver a empezar, algo supercomún para los Racingmen.
Ahora sí, a Lagardere le tocaba rascarse el bolsillo de verdad. El golpe sobre la mesa llegó con el fichaje de Maxime Bossis, lateral derecho titular de la selección francesa campeona de Europa en 1984. Junto a varios jugadores africanos y el fichaje a final de temporada del español Dani Solsona, el Racing subió como campeón.
El reto de tomar el cetro de la ciudad se antojaba complicado. Sobre todo tras el primer título de liga del PSG esta temporada 85-86. Lagardere tiró de chequera como nunca antes había tirado un club parisino. Se reforzó la portería con el excéntrico Pascal Olmeta del Toulon y la medular con Luis Fernández del PSG y el uruguayo Rubén Paz de Internacional.
Pero las guindas llegaron en la zona ofensiva: El mediapunta alemán Pierre Littbarski del Colonia que había sido subcampeón del mundo en 1982 y 1986. Y por encima de todas las cosas el «príncipe» Francescoli, mito de River Plate y que en su primera temporada logró 14 goles. A aquel equipo le sobraba regate y calidad, pero le faltaban otras cosas como defensas de nivel aparte de Bossis. Esa fragilidad defensiva le hizo quedar en 13ª posición.
El verano del 87 tenía que ser el de la confirmación para el rebautizado Matra Racing. Para el banquillo se trajo al portugués Artur Jorge, campeón de Europa con el Oporto el año anterior. Fue toda una declaración de intenciones llevar a un entrenador de este nivel para un equipo de media tabla francesa.
El equipo no pudo mantener a Littbarski que decidió volver a Colonia pero apuntaló la defensa con el internacional holandés Silooy del Ajax. Aquella temporada parecía que por fin salían las cosas bien el Racing. Si bien es cierto que el dineral gastado era para pelear por cotas más altas, se logró un 7º puesto a solo 4 puntos de la UEFA, se superó en la clasificación al PSG y se le metió un buen mordisco en cuanto a aficionados. El Racing atrajo a cerca de 12.000 personas por partido frente a los 17.000 del vecino de Saint-Germain.
Esto resume un poco la historia del fútbol parisino, en el que por h o por b ningún equipo era visto por los aficionados como el verdadero equipo de la ciudad. Mantuvieron a las principales estrellas como Francescoli, Luis Fernández o Bossis y se decidió apostar por jóvenes promesas como Vincente Guerin del Brest y un tal David Ginola del Toulon. Quizá el principal factor diferencial que no consiguió atraer Lagardere fue el de un killer. Por detrás sobraba calidad, pero en las áreas no había la luz que se esperaba para un club potente parisino.
La afición menguó, al igual que la del PSG. Lagardere abandonó la presidencia para la temporada 89-90, la cuarta consecutiva en Primera. Le dejó el paquete a su segundo Jean-Louis Piette. Se cortó el grifo y se fueron todas las estrellas. Empezó desde entonces un importante trabajo de cantera. De hecho jugó asiduamente esta temporada el canterano Thétis que a mitad de los 90 fichó por el Sevilla.
El renombrado por enésima vez como Racing Paris 1 salió con el objetivo de la permanencia como techo y la peleó hasta el final. Desgraciadamente perdía la categoría en mayo de 1990 y el proyecto de Lagardere de colocar un equipo parisino en lo más alto del fútbol francés y europeo se diluyó en pocas temporadas.
Paralelamente el club fue avanzando rondas en la Copa hasta llegar a las semifinales donde se cargaron en el Velodrome al potente Olympique Tapie. El 2 de junio de 1990 el Racing, ya descendido a Segunda, volvía a una final copera después de 40 años. Era la despedida esperada para un equipo del calibre del Racing. El gol de Ginola en la prórroga fue insuficiente para vencer al Montpellier de Cantona y Blanc.
Aquel verano del 90 ya no quedaba nada del megaproyecto fallido. Tocaba volver a Colombes, el refugio que siempre abría los brazos al Racing en los malos momentos. Sería el definitivo adiós al Parque de los Príncipes, que servía de traje de gala cuando las cosas iban bien.
Pero no se quedó ahí la cosa, ya que la ruina económica era tan sumamente grande que se convirtió en el primer club profesional que renunciaba a su plaza y solicitaba hueco en National (tercera categoría). Ningún patrocinado y la negativa del ayuntamiento parisino les obligaron a tomar esa decisión.
Comienza un largo camino por el desierto y sobre todo por la supervivencia. Baila entre National (3ª) y CFA (4ª) hasta 2006, llegando incluso a estar algunos años bajo el control del Racing Club de France. La cantera salva al club en muchas ocasiones promocionando jugadores como Brahim Hemdani (Rangers y Marsella) o Ciani (Girondins y Lazio).
En la temporada 98-99 rozó el ascenso a Ligue 2 acabando en cuarta posición. Aquel año contó con dos defensas de garantías como Antoine Kombouaré (actual entrenador del Nantes) y un joven Walid Regragui (actual seleccionador marroquí). Con la llegada del nuevo siglo la afluencia al estadio aumenta acercándose a los 600 espectadores. Evidentemente lejos de aquellos años dorados cuando el Racing congregaba a más de 60.000 personas y era el club más seguido de todo el país.
Pero la estabilidad nunca estuvo casada con el Racing y cada momento de recuperación venía de la mano de una hostia de realidad. Los golpes no eran físicos pero se convertían en descensos administrativos en 2002, 2006 o 2010. Ni siquiera la fusión con el Levallois le sirvió para enderezar el rumbo y en la primavera del 2013 el histórico Racing de París desciende a DH-París, el sexto nivel del fútbol francés.
Condenado al ostracismo el club sobrevive en Colombes hasta la llegada en 2018 del actor Patrick Norbert. Tras varios años en National 3, la pasada temporada con Guillaume Norbert en el banquillo (el hijo del presidente) el Racing arrasa en su grupo y asciende como campeón a la cuarta categoría.
Se vuelve a rearmar la afición con el nacimiento de «Colombes Boys» surgido en 2017 y formado por una treintena de jóvenes de la zona. El resto lo suelen formar nostálgicos de la época dorada del Racing procedentes de todo París, hasta sumar actualmente una media de 400 espectadores. La cantera sigue siendo el principal motor del club con equipos en las máximas categorías formativas del fútbol francés.
Numerosos canteranos han ido llegando a equipos importantes estos últimos años como Romain Faivre (Lyon o Lorient), Gianelli Imbula (Marsella, Oporto o Rayo), Kevin Malcuit (Lille, Napoli o Fiorentina), Sada Thioub (Niza, Guingamp o Angers), Chrislain Matsima (Monaco) o Yann Karamoh (Inter o Torino).
La presente temporada comienza con el hándicap de tener que dejar el Stade Yves du Manoir temporalmente y jugar como local en Versalles. Este destierro se debe a que el estadio de Colombes está en obras ya que en 2024 albergará la competición de hockey hierba en los Juegos Olímpicos que se celebrarán en París.
El Stade Yves du Manoir tiene muchísima historia y data de 1907. Su condición de estadio olímpico la demostró en los Juegos de 1924, siendo la sede principal. Aquella olimpiada presentó al mundo a la selección uruguaya, su medalla de oro y bautizó a Andrade como la «Maravilla Negra». Era el periodo de entreguerras y el auge parisino en su máximo esplendor. Para el recuerdo quedó la participación del Estado Libre Irlandés y las Estonia, Letonia y Lituania pre soviéticas.
Volvió a ser sede del Mundial del 38 en un ambiente prebélico, para que unos pocos años después se convirtiese en un campo de concentración nazi. Pocos estadios han sido testigos directos de cosas tan importantes. De hecho en 1981 iba a ser el escenario del partido de «Evasión o Victoria», pero su mal estado obligó a rodar el memorable partido de Pelé en Hungría.
A Pelé no se le quedó ninguna espina clavada ya que en 1963 había marcado un hat-trick en un amistoso contra Francia ante 50.000 espectadores. Esta condición de nómada parisino parece interminable para el Racing. A finales de 2024 volverá por fin a su casa más emblemática.
Queda por saber en qué categoría será. La presente temporada marcha 2º a tan solo 2 puntos del Rouen que lidera la tabla y obtiene el único puesto de ascenso. Este fin de semana, por cierto, recibió al Rouen en un empate sin goles ante cerca de 2.000 personas en Versalles.
Parece que por fin el Racing está cerca de volver al lugar que nunca debió abandonar. Y no solo me refiero a Colombes, si no a la estabilidad necesaria para regresar tarde o temprano al fútbol profesional que es el objetivo principal del club. El día que el Racing vuelva definitivamente será más difícil que nunca dominar París.
El PSG probablemente esté ganando ligas y quién sabe si París FC y Red Star hayan regresado a la élite. Ya nadie los llamará «Pingüinos» pero tampoco les tendrán que explicar que es ganar, porque ya lo han hecho antes que nadie.
Los racinguistas, de Avellaneda a Santander, de Ferrol a París, de Estrasburgo a Montevideo, estamos hechos de otra pasta… Gracias por el artículo. Una cosa no me queda clara, si lo del pingüino fue en la final de 1939, se les conocería como pingüinos a partir de los años 40, ¿no? O se les conocía ya por ese nombre en los 30, y por eso llevaron un pingüino a la final del 39. No me queda claro…
Buenas,
Así es. La primera referencia al término pingüino aparece en la prensa en 1934, de ahí que en la final del 39 lleven uno antes de la final a modo de buena suerte.
Hay muchas dudas con el apodo. Una teoría dice que como en esa época las secciones de fútbol y de rugby del Racing Club de France se llevaban mal, los jugadores de rugby llamaban así a los de fútbol por no usar los brazos.
Muchas gracias por la aclaración, Manuel. La teoría de la sección de rugby es genial. Se non é vero, é ben trovato!
Magnífico artículo. Siempre se aprende. Muchas gracias.
Bellísimo artículo y muy bien documentado.
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