Alicia Gómez (Madrid, 1986) es la futbolista con más partidos en Primera División defendiendo los colores del Rayo Vallecano. Trescientos noventa encuentros bajo los palos distribuidos en quince temporadas con tres títulos de Liga y uno de Copa de la Reina, convierten a la portera en todo un mito dentro de una entidad que la despidió con un tweet.
Tan ninguneada por el equipo de su corazón como querida por la afición de la franja, Alicia saboreó las mieles del éxito de un proyecto ilusionante que se deshizo después del cambio de presidente y también la cara más amarga debido a una lesión que la tuvo sufriendo dos años y acabó conduciendo a la retirada. Ella fue parte de aquel otro fútbol femenino, el que abrió las puertas a lo que vino después.
¿Cómo empiezas a jugar al fútbol?
Mi familia es muy futbolera. Mi padre siempre había jugado al fútbol y yo tengo un hermano un par de años mayor que también jugaba desde muy pequeño. Al final, es un poco lo típico del hermano mayor diciéndole a la pequeña «vamos a jugar al fútbol», y a mi me tocaba ponerme de portera y recibir sus pelotazos. A partir de ahí, él ya comenzó a jugar en el equipo de nuestro pueblo, Fuente el Saz, y un día en el que faltaba el portero de los pequeños mi hermano dijo que yo sabía parar, me puse en la portería y comenzó mi historia con el fútbol.
¿Siempre portera?
Sí. Tan solo disputé un partido como jugadora de campo, pero yo tenía claro que quería ser portera. Me gustaba el hecho de parar los goles, de ser diferente dentro del terreno de juego.
¿Eras de las típicas que se pasaban el recreo jugando al fútbol?
Sí, siempre. De hecho, hace poco unas amigas de aquella época comentaban conmigo que el recuerdo que tenían era estar jugando entre ellas y que yo estuviera con los chicos jugando al fútbol. Desde que tengo uso de razón mis recuerdos son estar jugando a la pelota en cada recreo junto a mis compañeros en el colegio.
Y luego, al volver del colegio, a la calle con dos mochilas de portería…
También. Nosotros jugábamos en el parque. La imagen que tengo grabada de esa época es la de bajarme a jugar con los amigos de mi hermano, que eran más mayores, y llevarme un pelotazo tremendo en la cara. Me fui corriendo a mi casa en plan «yo no vuelvo». Me acuerdo como si fuera ayer.
¿En algún momento te sentiste excluida?
Siempre he tenido bastante suerte y nunca me he sentido excluida. Cuando empecé a jugar con los niños en mi pueblo nunca he sentido nada raro por ser una niña. A lo mejor también influía que era buena y todos querían que jugara con ellos. Recuerdo que cuando llegó el momento en el que me dicen que ya no puedo seguir jugando en el equipo con niños y voy a irme a uno femenino porque tenía once años, me regalaron un balón en el que firmaron todos los compañeros y me mostraron mucho cariño. Al final a esas edades no se notan diferencias y yo era una más.
Todo esto es muy distinto ahora.
Ahora, por suerte, hay una cantera de fútbol femenino y puedes jugar desde los cinco años a la edad que quieras. Antes a esas edades solo había masculinos, había que unirse a un equipo y luego pasar a un femenino que fuera federado, por lo que yo tuve que irme a Alcobendas.
La evolución en unos años ha sido importante…
Todavía queda mucho camino por recorrer y te diría que incluso todavía no está normalizado que las mujeres jueguen al fútbol. De cualquier modo, cuando yo hablaba con compañeras mías que eran más mayores y habían vivido la que podría ser la peor época, ellas sí te contaban hechos muy fuertes que vivían en los partidos, con insultos, un «vete a la cocina»… El otro día veía un reportaje en televisión sobre las pioneras y se veía que era un poco para ridiculizarlas. Por suerte, eso ha cambiado y pese a que están los típicos comentarios de «el fútbol femenino no es fútbol», también hay gente que sí que sigue el fútbol femenino y a la que sí le gusta el fútbol femenino. Las niñas ya ven que se puede jugar al fútbol.
Lo qué sucede en las gradas de los partidos de categorías inferiores muchas veces parece una jungla.
Yo tuve la suerte de entrenar niños pequeños y muchas veces los peores son los padres. Los niños solo quieren jugar, solo quieren un balón y fútbol. Pero los padres muchas veces son insoportables, porque creen que tienen a Cristiano Ronaldo o Messi y les van a sacar de pobres. Al final cuando tienes cinco o seis años, los chavales solo quieren disfrutar, estar un rato con sus amigos y, si puede ser jugando al fútbol, mejor. Es un paso formativo y cuando son pequeños lo que tienen que hacer es aprender a ganar, aprender a perder, a competir como equipo. Y eso a los padres se les olvida, porque quieren que su hijo juegue los noventa minutos todos los partidos, que nunca se quede fuera de las convocatorias. Se trata de algo que debe cambiar.
¿Sentiste tú alguna presión cuando comenzaste a jugar?
Nunca. Para nada. Por suerte mis padres me han acompañado siempre y nunca he sentido la presión de nada. Yo iba para jugar, para disfrutar y para divertirme. Ellos siempre me han dicho que si no me divertía y lo pasaba bien jugando al fútbol, no íbamos, pues el fútbol es un deporte y hay que disfrutarlo.
Ya a los 16 años aterrizas en la máxima categoría para ponerte bajo los palos del Pozuelo ¿Ahí si notaste la presión?
No, tampoco. Cuando yo salté al Pozuelo era un equipo que no era de la zona alta de la tabla, sino de media. Me llamaron para ofrecerme la posibilidad de jugar en Superliga, que así se llamaba entonces, y yo lo hablé con mis padres y decidimos «vamos para allá». A esa edad, con dieciséis años, no eres consciente tampoco de todo lo que estás viviendo. Al final, es distinto a lo que pasa ahora con los partidos televisados o juegas en estadios. A mí me gustaba jugar y no iba más allá. Tal vez con los años, cuando comencé a jugar en el Rayo ya sentí la presión de lo que era estar en un equipo potente, de jugarte Ligas, disputar títulos… Pero en la época de Pozuelo era distinto. De hecho, en el campo en el que nosotras jugábamos era donde se hacía hockey hierba. De esa época no me acuerdo de la presión, sino de tirarte y provocarte quemaduras por lo gastado que estaba el terreno. También recuerdo que mi padre me tenía que llevar todos los días. Él salía deprisa y corriendo de su trabajo y cogía el coche para llevarme. Algún día le di una bronca por si llegaba tarde.
Después de un par de temporadas, el Pozuelo baja y tú fichas por el Rayo Vallecano en 2005. ¿Cómo se gestó ese fichaje?
Mi entrenador en el Pozuelo era Pedro Martínez Losa, y cuando fichó por el Rayo Vallecano nos llevó a cuatro o cinco. En ese momento recuerdo estar hablando con una de mis mejores amigas, Pili (Pilar Barra), sobre si marcharnos o no hacerlo, porque al final tienes esa dicotomía: por un lado quedarte en el Pozuelo e intentar ascenderlo y, por otro, aceptar la propuesta de un equipo como el Rayo Vallecano. Al final nos fuimos las dos y firmamos.
¿De qué equipo era tu familia?
Del Atlético de Madrid. Pero una vez que yo ya estaba en el Rayo y pasé quince años allí, ese sentimiento por el Rayo Femenino ya se ha quedado en mi casa aunque muchas veces nos enfrentáramos al Atleti.
En el año 2008 ganáis la Copa de la Reina y la Liga en 2009, 2010 y 2011. ¿Cómo recuerdas a aquel Rayo Vallecano a todos los aficionados que hoy lo tienen que ver en Segunda División?
Estaban las mejores. Cuando empezamos a ganar todos los títulos, teníamos arriba a Soni y Natalia, que era como salir al campo e ir ganando ya 3-0. Era una pasada cómo éramos como equipo, como bloque, las jugadoras que teníamos. En esa época salíamos a los campos y los equipos nos temían. Esa sensación de estar arriba… ahora lo cuentas y la gente ve que el Rayo está en Segunda, pero si echas la vista atrás te das cuenta que fuimos un equipo que, junto a su afición, marcamos una época. Una época con ese sentimiento de empezar la afición por el fútbol femenino, de que se creara una peña de fútbol femenino. Recuerdo de estar jugándonos la Liga en Huelva y venir un autobús de aficionados. Antes era algo impensable que un equipo moviera tanta gente.
¿Cómo fueron esos años?
Nosotras en ese momento teníamos mucha suerte, porque para Teresa Rivero éramos como el equipo de sus sueños, al que más protegía, y nos cuidaban muy bien. Tengo muy buen recuerdo de esa época del Rayo en la que estábamos con Teresa. Ella nos abría el estadio cuando eran las pretemporadas o si había que hacerlo para la Liga o la Copa, siempre nos daba facilidades.
Tú llegada fue un año después de Milene Domingues, aquellos anuncios de flan Dhul… ¿No os sentisteis como un instrumento publicitario?
No. El club intentó potenciar el equipo. Nosotras nunca nos sentimos como un producto para vendernos, sino que había un apoyo. Es verdad que nos ponían las camisetas de Clesa o la abeja, pero nosotras nos sentíamos queridas por la entidad. Teníamos una estructura con sus preparadores físicos, etc. Era algo más que la mayoría de equipos de la Superliga.
¿La entidad invirtió en vosotras porque ganabais o los resultados fueron fruto de la inversión?
Es un poco la pescadilla que se muerde la cola, porque una cosa va en relación a la otra. Al final, cuando hay resultados la entidad invierte más en eso, por lo que consigues más resultados y se continúa invirtiendo en un producto. Es lo que pasa ahora mismo con el FC Barcelona: es un producto que está dando beneficios y se invierte más porque sabes que va a seguir dándote beneficios. En ese momento el Rayo era así. Cuando estás ganando y en la cima, la gente quiere venir al Rayo. Ahora, todo el mundo quiere jugar en el Barcelona. Es un poco igual.
En aquel equipo llegó a estar Jennifer Hermoso, que en 2021 ganó el Balón de Plata.
Jenni tuvo un año en el Rayo que explotó. ¡Es que es muy buena! Para mí, es una de las mejores que hay. Cuando llegó, ella venía del Atlético de Madrid, donde no terminaba de explotar, pero en el Rayo dio el boom. Era una jugadora determinante, que marcaba diferencias dentro del equipo. Ya se veía dónde podía llegar.
Siempre se dice que el secreto de los equipos campeones es el vestuario. Supongo que tú me responderás lo mismo.
Y es la verdad. Además era muy sano. Éramos un grupo en el que todas íbamos a por el mismo objetivo y no había ninguna estrella, por así decirlo, por encima de las demás. En ese momento todas éramos una. Cuando luego empieza a venir más gente de nombre o más estrellas se puede romper más el vestuario, pero en ese momento el Rayo estaba muy unido.
Debutáis en Liga de Campeones en 2009 y caéis por 1-3 en el estadio de Vallecas.
Recuerdo ese primer día que jugué la Champions contra el Rossiyanka y al principio me quedé un poco sorprendida al escuchar la música y pensé: «Ostras, es distinta a la de los chicos». ¡Yo no sabía ni cómo sonaba! Esa sensación de escuchar la música cuando sales al campo, ver a esas rivales que son de fuera… es algo único.
En 2010 la historia va mejor y ganáis 2-0 al Arsenal en Vallecas con 8000 espectadores en las gradas.
Es de las mejores experiencias que te llevas. Todas las jugadoras que hemos vivido esa época te diremos que aquel partido contra el Arsenal en el Teresa Rivero marcó un antes y un después para todas. Es verdad que ya habíamos competido en Champions el año anterior, pero este fue diferente por todo lo que se vivió. El rival, el resultado, la gente. Había más gente en nuestro campo que en el del Getafe, que ese mismo día se estaba jugando la UEFA.
¿Crees que un fenómeno como aquel, en esa época, podría haberse dado en otro barrio que no fuera Vallecas?
No lo sé. Vallecas es especial. Es gente muy cercana, que siempre te dan su mano y hacen que todos seamos como una familia. Vivimos una etapa muy bonita a nivel de afición y a nivel de equipo. Había una unión entre los dos increíble y como te decía antes recuerdo autobuses viniendo con nosotras cuando nos jugábamos Ligas, estar en el campo del Espanyol y tener toda la parte de atrás llena de aficionados del Rayo, ir a entrenar a la ciudad deportiva y que estuviera el campo lleno, de que te conozcan o que quieran sacarse una foto contigo. Sentías el apoyo real de la afición y que todos éramos una gran familia.
Los sueldos, sin embargo, no estaban al nivel…
La mayoría estudiábamos o trabajábamos. El 80 o 90% lo hacíamos.
Mientras vosotras jugabais la Champions League, el masculino vagaba por Segunda División. ¿Nunca os sentisteis infravaloradas desde el punto de vista salarial?
No lo pensabas. Yo nunca me comparaba con el masculino. Era realista y sabía que el fútbol femenino no me iba a dar dinero para quitarme de trabajar. En esa época yo pensaba en que tenía un sueldo que me iba a ayudar mientras me estaba formando, eso siempre lo he tenido claro. Nosotras luchábamos por lo nuestro, al final el fútbol masculino mueve muchísimo más dinero y nunca puedes comparar el dinero. Debes intentar sacar tu máximo beneficio y nosotras sabíamos que podíamos luchar hasta cierto salario. En el fútbol femenino también hay que ser realistas y saber hasta dónde puedes llegar con el salario.
En 2011 ganáis vuestra tercera Liga y ese año se hace oficial la venta del club a Raúl Martín Presa. Desde su llegada el equipo no vuelve a ganar y en 2014 estalla una bomba…
Era casi final de temporada y estábamos en el vestuario todas reunidas cuando entró la entrenadora, Laura Torvisco, y nos comunicó que el presidente había decidido convertir el club en amateur y eso implicaba que la mayoría no podría recibir ningún salario y se iban a tener que ir. En ese momento yo comencé a llamar a gente de la prensa, hablé con algunos amigos de la afición como Alberto Leva y algunos más, y se decidió hacer una rueda de prensa en paralelo para intentar frenar un poco la idea. Entonces, nos reúnen en una sala en Vallecas y vino un montón de gente. Recuerdo que estábamos (José Luis) Poblador (periodista, ndr), Leva, Laura Torvisco y yo en la mesa y leí un comunicado en el que explicaba todo lo que quería hacer Martín Presa, todo lo que significaba el Rayo femenino. A partir de ahí hubo un auténtico aluvión de llamadas y apoyo de todo tipo, pues incluso Paco Jémez, que en ese momento era entrenador del masculino, paró un poco los pies al presidente y reculó, aunque lo hizo dando lo mínimo. Todo eso ayudó para, al menos, retrasarlo.
¿Qué explicación se os dio para esto?
El presidente siempre decía que éramos como un producto que no daba beneficios, que no dábamos dinero. Yo le explicaba que para recibir beneficios había que invertir en ese producto, que al principio siempre son pérdidas cuando inviertes en algo nuevo, pero que seguramente luego puedas recibir. Además, el Rayo por sí mismo ya tiene una cosa que es muy buena: ya tiene una marca, algo que tiene tirón. Pero él no lo quiso aprovechar. Presa se quiere quitar todo lo que no es el primer equipo masculino del Rayo Vallecano.
En la mejor época, no te hablo solo del femenino. Es que te hablo de la cantera, que generaba mucho dinero. Y todos los niños buenos salían de la cantera del Rayo, algo que ahora no sucede. Ahora todos los niños vuelan, porque se ha perdido la fuerza de decir «juego en la cantera del Rayo Vallecano». Muchas veces te quedabas por el sentimiento y porque querías a la franja, pero nada más. Lo que el presidente ha conseguido con esta estructura es que nadie quiera estar en el Rayo.
¿En sus argumentos para convertir al equipo femenino en amateur no se os dijo más?
No hubo más explicaciones. Además tampoco era una explicación, porque en esa época desde el Gobierno, el CSD, la gente estaba apostando por el fútbol femenino y daban ayudas. La Comunidad de Madrid da ayudas, pero esas ayudas no llegaban al femenino, con lo que el equipo no recibía presupuesto, solo lo que quería Presa. Lo que consiguió con eso es que jugadoras punteras en esos momentos se fueran a otros equipos. Si no quieres invertir, al final lo que haces es dejarlo morir. Si cada año vas quitando un poquito más… Es justo al revés de lo que ha hecho el FC Barcelona y así ellas son las primeras de Primera División y el Rayo está en Segunda cuando en mi época nosotras ganábamos al Barcelona.
La inversión de la entidad en el femenino se ha reducido hasta ser una anécdota.
Un porcentaje pequeño del Rayo Vallecano es algo muy alto para el Rayo Vallecano Femenino. Sin embargo, hay que querer darlo.
Y en 2019, una lesión que te acaba retirando del fútbol. ¿Cómo se produce?
No es una lesión de darse un golpe y ya está. Es una lesión que es progresiva, al final te quedas sin cartílago y llega un momento de tu carrera deportiva que te empieza a dar problemas. Puede darte o puede no darte. A mí me dio, me empezó a dar problemas en la rodilla, me salía líquido y me dolía de un modo constante. Todo lo que eran impactos provocaba que la rodilla empezara a sufrir. Hubo una temporada, cuando estaba Irene Ferreras de entrenadora (2018-2019), en la que empecé a sufrir los picos más altos de dolor e incluso había muchos partidos en los que tenía que jugar vendada desde el tobillo hasta arriba. Yo le pedía a la fisio «véndame como sea y yo salgo a jugar», porque en esos momentos que estás dentro del deporte eres bastante bestia y juegas con puntos muy altos de dolor. Esa temporada la terminé e incluso comencé la siguiente después de haberme operado en agosto de la rodilla. Me intentaron poner un parche para intentar seguir jugando al fútbol, volví al terreno de juego y a parar en un entrenamiento, pero la rodilla se me hinchó nuevamente y ya no fue posible. Se me salía el líquido y era cómo «aguanta el dolor que puedas».
Tuve los meses de recuperación con rehabilitación y justo cuando volví fue el inicio de la pandemia. En ese momento en el que se para todo es cuando decidí dejarlo. Recuerdo que cuando publiqué la carta de despedida el 13 de julio de 2020 ya nos habían soltado y tomé la decisión de no empezar una temporada más. Yo no me veía capaz de evolucionar para volver a competir. Era una tontería seguir un año más intentándolo después de haber pasado el año anterior luchando por jugar al fútbol. Mi idea era llegar a los 400 partidos y me quedé en 390. Ya no podía.
¿Cómo se asume esta situación?
No se asume. Conmigo pasó que llegó la pandemia justo en ese momento y me vino muy bien para frenar un poco dentro de mí y pensar «para un poco, porque al final lo que vas a conseguir es quedarte coja». Al final tienes que pensar que tienes treinta y tres años, mucha vida por delante y no puedes perder todo por jugar uno o dos años más. En algún momento me dijeron que la solución de mi problema era una prótesis, entonces cuando te ponen lo peor sobre la mesa te hace reflexionar. Yo no tengo cartílago, mis huesos se frotan y eso provoca el dolor y que salga el líquido. Al final, lo peor es el líquido, porque yo con un poco de hinchazón o dolor he podido jugar. Pero ya cuando sale el líquido de la rodilla, tienes que ir al médico, pincharte… es un proceso complicado y piensas «tengo que parar, que es mi salud y mi cuerpo».
Siempre es duro, porque además no te sientes parte del grupo. Date cuenta que cuando estás lesionada y tienes una baja prolongada porque te han operado y tienes que ir a rehabilitación a FREMAP, llegas y estás todo el rato en el gimnasio. Cuando ellas salen a entrenar, tú te quedas ahí. Cuando ellas van al partidillo, tú te quedas con el fisio tratándote. Fue una etapa muy dura, porque incluso cuando van a jugar el partido no te sientes parte. Te sientes fuera. Había días en las que se hacía muy complicado ir a la grada para ver un partido. Y más cuando veías que ya era el final de tu carrera. Cuando ves que intentas volver y no puedes, que sigues con la misma lesión y no cambia.
¿Has tenido secuelas?
Sí. Ahora tengo que estar haciendo natación o bicicleta, porque subir y bajar escaleras o simplemente la flexión de la rodilla al ir a sentarme en una silla me duele. Vivo con dolor, pero al final aprendes a vivir con ello. Suena duro decirlo, pero ahora mismo es lo que hay. Hay días en los que la rodilla está peor y cuando te levantas de la cama piensas que casi no puedes ni andar e incluso antes no podía estar más de una hora caminando porque se hinchaba la rodilla. Ir a un concierto era como una montaña porque si estas mucho tiempo de pie, la rodilla se hincha y te provoca mucho dolor. Todo lo que sea de impacto, se ha acabado para mí.
¿Cómo es ese proceso mental que te lleva a la retirada?
Muy duro. Eso es algo de lo que hablé mucho con Alberto, portero del masculino. Nosotros lo vivimos un poco en paralelo, porque hemos tenido los dos la misma lesión y ambos tuvimos que retirarnos por causa de esto. Él se operó y poco tiempo después me operé yo en el mismo sitio, incluso con el mismo doctor. Hemos ido de la mano y hemos pasado muchas horas juntos. Es muy complicado ver que lo intentas, lo intentas, y cuando consigues algo como volver a coger un balón en el terreno de juego después de tantos meses de lesión, de repente ese día por la noche se te inflama la rodilla. Es un golpe que te hace pensar que esto no iba a ir a mejor. Yo me intentaba convencer: «Venga, que tú puedes entrenar con dolor como has hecho muchas veces», pero no podía y tienes que decir «basta». Y ese momento de acabar con el fútbol es muy difícil. Mucha gente que estaba fuera me comentaba «es mucho vértigo, pero luego no es para tanto», pero yo pensaba que el vértigo estaba ahí y detrás un precipicio muy alto.
La despedida…
El problema es que en el mundo del deporte nadie te prepara para decir el adiós. Es un momento muy difícil y yo lo hablaba mucho con Alberto. Al final no estás preparada para dar el salto. Suena catastrófico, pero es verdad. Has dedicado toda tu vida a algo con entrenamientos, partidos, viajes, una relación con un grupo de personas con las que haces todo, y de repente se acaba. ¿Y ahora qué hago? Por suerte Alberto y yo somos dos personas que íbamos a llenar el vacío que deja el fútbol con otras cosas. Él ahora está comentando partidos, y está metido un poco en el mundo este… y yo al final tenía mi trabajo. Al final vas haciendo tu colchón para que la caída no sea tan dura como podría ser.
Tampoco enseñan a ser futbolista, la fama puede subirse a la cabeza.
Es más para ellos, que son más mediáticos. A nosotras, que vinieran las niñas a pedirte un autógrafo te hacía una ilusión terrible. En los últimos años, que ya había equipos femeninos en la cantera del Rayo y venían a verte, querían echarse una foto contigo o que las firmaras, era algo increíble. Acababas parándote con todas y te hacías una foto con todas. Al final no pierdes la cabeza y tan solo piensas «que guay que las chicas tengan referentes del Rayo». A mí me daba mucho orgullo ver que una niña quisiera salir conmigo al campo o hacerse una foto.
¿No sientes una liberación cuando anuncias tu retirada?
Cuando lo dejas y pasa el tiempo, sí, pero en ese momento no. Además necesitas de un proceso de duelo. Yo en ese tiempo no podía ver fútbol femenino, absolutamente nada, porque si veía algo se me saltaban las lágrimas. Tampoco podía ir a ver a las compañeras que tenía en el Rayo, porque me costaba mucho. Con el masculino no había problema, porque al final era como otro tema, pero el femenino era distinto, porque yo lo que quería era estar jugando. Había gente que me comentaba que me metiera a entrenadora o algo relacionado, pero yo no quería, porque a mí lo que me gustaba era jugar y eso no lo podía hacer.
¿Cómo recuerdas tus últimos minutos sobre el césped?
El partido que más me marcó fue en Albacete, porque además tuve muchísimo dolor. Perdimos, pero lo que más recuerdo es el vendaje y el sufrir. Estar en un campo de fútbol sufriendo por el dolor y por pensar que como me tiren por este lado me va a costar mucho… esa sensación de no estar al cien por cien y no poder golpear el balón porque te dolía. No tengo recuerdo de un último partido como tal, sino del dolor de esos últimos choques.
¿Cuál es el campo en el que mejor te encontraste jugando?
Lezama. Lo recuerdo desde mi época en el Pozuelo: ir a jugar contra el Athletic de Bilbao y ver las gradas llenas de banderas rojiblancas, repletas con la afición aplaudiendo y animando a las chicas. Cada vez que iba con el Pozuelo me metían cinco, pero salías y te ovacionaban. Era gente súper cercana y al principio era de los pocos campos de hierba natural, lo que unido a la cantidad de gente que había en el público lo convertía en algo muy especial. El Athletic puso mucho interés en el femenino, fue el primer equipo que consiguió llenar el estadio y tiene mucha afición.
Quince años, 390 partidos, tres Ligas, una Copa de la Reina… pero cuando te retiras desde la entidad se te despide con un tweet…
Te lo imaginas, porque otra de mis mejores amigas es Natalia Pablos, que era la máxima goleadora de la historia del Rayo Vallecano y también salió por la puerta de atrás. Lo hizo casi pidiendo permiso porque no querían dejarla salir y firmar para que se fuera. Entonces, yo ya tenía esa experiencia y he vivido muchas historias que me hicieron saber de sobra que el Rayo no me iba a dar ni una simple placa. Yo tenía claro que si alguien me iba a hacer algo era la afición y mi familia, que creo que son los que siempre han estado conmigo y me han apoyado. Mi madre me hizo una especie de comida homenaje con mis amigas y con mi familia, y eso es lo que valoro. También está la afición, que me ha dado un montón de muestras de cariño, me siguen recordando y llamando para darme premios. Yo me quedo con eso, no con que venga Presa a darme algo.
También pusieron tu nombre a un campo de fútbol del polideportivo de Fuente el Saz.
Fue un homenaje inolvidable en mi pueblo. La verdad es que para mí ha sido un orgullo que pongan mi nombre al lugar donde empecé y fue un reconocimiento increíble. Fue un día súper bonito porque luego mi familia preparó una comida con todos los que vinieron: aficionados del Rayo, compañeros y amigos.
Al final siempre se dice que el Rayo Vallecano es su gente…
Cien por cien. Lo que te engancha del Rayo es su gente, no la entidad. Lo que te engancha es el cariño que recibes de toda la afición. A mí, que me llamen para decirme que van a hacer un homenaje a alguien y quieren que esté o que van a darme una placa por mi trayectoria en el Rayo es con lo que me quedo. En esos momentos pienso que algo habré hecho bien si la afición se sigue acordando de mí. Que se acuerde Presa me da igual, porque al final él es una figura que, ojalá sea más pronto que tarde, pasará. Por suerte o por desgracia para Presa, dos de los récords que va a tener en el Rayo son del femenino, que somos Natalia y yo, que he sido la jugadora que más partidos ha jugado con el equipo en Primera División.
Si miras la actualidad del Rayo Vallecano ahora, ¿no te duele ver que no se aproveche el buen momento del masculino para que repercuta en una mayor inversión en el femenino y la cantera?
Es que no quiere. Ahora, que es un momento en el que la afición está contenta, ganan los chicos y los resultados acompañan… en el femenino y la cantera pasa justo lo contrario. Cuando salen noticias únicamente es para decir que dejan de pagar a los entrenadores, que el material está roto, los bocadillos de las chicas, los problemas de los campos… cosas que no son lógicas que pasen en un club que esté en Primera División.
El ejemplo a seguir es el FC Barcelona…
A mí me gusta mucho el modelo por el que está apostando el FC Barcelona y pienso que muchos equipos se deberían fijar, aunque sea en otra escala porque ninguno va a tener el mismo presupuesto. Es un club que está haciendo las cosas muy bien y eso al final se ve reflejado en los resultados. Parece que el Barcelona lleva ganando títulos toda la vida, pero lo lleva haciendo desde hace unos años: empezó desde abajo, ha ido creciendo y ahora todo el mundo quiere jugar en el Barcelona, tiene una estructura muy buena, juega en el Johan Cruyff que es un campo de la leche… pero al final ha sido un proceso largo. Yo se lo decía mucho a Presa y a los directores deportivos: esto es un tren que está pasando. El FC Barcelona se subió al tren del fútbol femenino y otros equipos no han querido hacerlo. Los equipos que no se han querido subir, bajarán. Y los que si lo han hecho y han comenzado a fomentar el fútbol femenino, a apostar por fútbol femenino, seguirán en el tren.
Cuando el Rayo Vallecano era campeón de Liga era muy complicado en Europa. Sin embargo, el FC Barcelona está entre los favoritos para la Liga de Campeones e incluso ha levantado el título.
Eso es la evolución del fútbol femenino en España. Se ha mejorado mucho la estructura. Lo ha hecho desde el punto de vista físico, táctico, técnico. Ahora hay gente que trabaja con las chicas en todos estos campos. Se trabaja mucho en gimnasios, se pone interés en la fuerza, todo va evolucionando. Nosotras cuando llegamos a la Champions, a las rivales no las veías pasar porque eran más fuertes, tenían más ritmo y no sabías ni por dónde te venían. Ahora ya no es así porque se ha igualado debido a la evolución que ha habido aquí. Cuando yo empecé, recuerdo que no había preparador de porteras y el encargado de hacerlo era el segundo entrenador. No teníamos a nadie especializado. Ahora todo eso ha evolucionado y los equipos ya lo tienen en cuenta.
Tenemos mala memoria. Muchos dicen «es que el fútbol femenino no es el mismo deporte», pero claro, mira el masculino, échale un vistazo a un partido de hace veinte años y observa la evolución que ha habido comparándolo con uno de ahora. De este modo verás como el fútbol femenino también está evolucionando y llegará un momento en el que no será igual. Evidentemente, no juegan igual las futbolistas del Barça de ahora que las del Rayo cuando nosotras ganábamos la Liga: tienen más ritmo, están más preparadas… Ahora mismo se dedican al fútbol únicamente y nosotras, al ir a entrenar, una llegaba de estudiar, otra del trabajo. Son factores que te impiden estar a tu cien por cien. Ellas van a entrenar por la mañana y tienen sus ciclos de descanso. Yo tenía que trabajar de nueve a siete, iba corriendo a entrenar y luego al salir iba a casa a prepararme la comida del día siguiente.
Ahora las referentes de las más pequeñas también son jugadoras.
Sí. Incluso cuando jugabas contra el FC Barcelona decían «mi referente es Alexia», tú ya pensabas «bueno, ya tienen un referente femenino». Cuando yo empezaba no podía tener referentes femeninos porque no había una visibilidad: no se retransmitía nada en televisión, no podías ver nada en las noticias ni en los periódicos. No había información. Ahora ha cambiado y es muy bueno que todas las chicas que vienen por detrás tengan referentes femeninos. Y no solo es Alexia, sino muchas del FC Barcelona, también del Real Madrid que está cogiendo mucha fuerza. Todo eso es bueno para el deporte femenino.
Precisamente hace unos días Alexia ganaba el The Best. ¿Hace diez años lo verías como algo marciano que sucediera algo así?
Pero totalmente. La veo recibiendo el The Best y, yo que la he visto desde muy niña jugando contra mí, pienso que he sido parte de ese proceso de empezar y todo lo que ahora se está consiguiendo. También es verdad que yo he vivido otro fútbol femenino que era más el del sentimiento por el equipo y ahora se mete también lo económico, que también está bien: los equipo están invirtiendo, hay salarios mínimos, un convenio colectivo… que al final eso lo hemos conseguido las que hemos venido antes. Son cosas que han permitido que las chicas ahora puedan dedicarse al fútbol femenino y hay que agradecérselo un poco a todas esas que hemos jugado en la etapa de antes.
¿No se corre el peligro de que también se hereden algunas de las cosas menos buenas del fútbol masculino?
Algunas veces sí que lo digo, que ojalá no se peguen los vicios del masculino y haya un poquito del sentimiento que había antes en el fútbol femenino. Yo lo pensaba en los últimos años del Rayo, en los que se movía un poco más de dinero, que muchas jugadoras opinaban «bueno, si desciendo con este equipo, ya vendrá otro». Nosotras no teníamos esa opinión: «Yo estoy en el Rayo, tengo sentimiento por este equipo y quiero que siga a flote».
Otro de los peligros es una polarización Real Madrid-FC Barcelona…
También al final son los que más dinero tienen y van a invertir una cantidad mayor. Es muy difícil competir contra eso e incluso en el femenino muchos equipos no tienen detrás el respaldo de un masculino como ellos. Al final, seguramente en el femenino también ocurra y se convierta en una Liga Madrid-Barça. Ojalá que no y equipos como Levante y Atleti puedan mantener ese pulso, aunque es cierto que el Barcelona está por encima del resto. Cuanto mayor equilibrio haya en la competición será mejor, tanto para la propia Liga como para el espectador, pues será todo más atractivo.
¿También para la selección?
Al final, que el Barcelona esté ganando Champions también va a encontrar su reflejo en la selección porque muchas de las jugadoras que están en la selección son de ese equipo… bueno, ahora no. Si los equipos de nuestro país ganan en Europa la selección también lo va a notar para bien y va a subir el nivel.
¿Cómo ves todo lo ocurrido con Las Quince?
Es un poco dar un golpe sobre la mesa y decir que ellas también quieren tener una estructura y gente que sea competente. Si miras la historia, ves que un señor lleva en la selección equis años y no ha conseguido nada, eso en un masculino es impensable y se le manda fuera. Ahí no hay opción, pero parece que en el femenino todo vale. Da la sensación de que si esa persona quiere estar en el cargo lo va a hacer durante todo el tiempo que quiera. Ya pasó con el anterior, Nacho Quereda, con el que yo coincidí y estuvo casi treinta años: daba igual lo que ganara, daba igual lo que hiciera, él iba a estar allí. Al final lo que piden también es que eso cambie y que haya gente que impulse a la selección, porque ahora es el momento de dar un impulso a la selección. No es un capricho, es porque quieren que mejore la estructura. Yo me imagino que si quince de los chicos, y además de los más potentes, se plantan, no habría posibilidad de que les apartaran a ellos sino que sería el entrenador y ya está. Como estamos en el femenino parece que las niñas han cogido un rebote y quieren echar al seleccionador, sin mirar todo lo que hay detrás. Luego ves el otro día como en el The Best aparecen dos o tres jugadoras del Barcelona y ninguna va a la selección. ¿Cómo no puede ir Mapi León, que es de las mejores del mundo, a la selección? Son cosas que no te explicas, pero parece que todo vale en la selección.
En el Rayo también hubo polémica que se mantiene por la elección por parte del presidente de Carlos Santiso, técnico que en una conversación de WhatsApp apuntó que no era mala idea violar a una mujer para fomentar el espíritu grupal. ¿Crees que es por dejadez o simplemente meter el dedo en el ojo?
Fifty – fifty. Presa no sé si lo hace aposta o le salen las cosas solas, pero ha conseguido una ruptura total entre afición y equipo, que era lo más importante que tenía el Rayo y algo que impulsaba para que se siguiera manteniendo a flote. Ahora mismo eso esta roto. Yo he hablado con muchos aficionados del equipo y al final pierden esa identidad que antes tenían con nosotras. Esa fractura es lo más grave que ha pasado en el Rayo Vallecano.
¿Sigues disfrutando del fútbol?
Sí me gusta, pero yo tengo mi trabajo y me he desvinculado de todo lo que es el fútbol. Claro que lo sigo, y te mentiría si te digo que no miro los resultados o veo en Twitter quién gana los premios. La actualidad, evidentemente la sigues porque has tenido una vida dedicada al fútbol y eso va a estar, pero sí que no voy a los campos a ver fútbol femenino, no quiero meterme de entrenadora. Alberto siempre me decía que yo tenía que estar en la estructura del Rayo. Y si hubiera sido en otro club en el que pasas quince años de tú vida seguramente acabas trabajando ahí, pero a mi me hubiera gustado estar en la cantera, con las niñas pequeñas y formar parte del proceso de formación.
¿Qué evolución ves a este deporte a corto plazo?
El fútbol femenino va en buen camino y se están haciendo las cosas bien. ¿Queda trabajo? Claro que queda trabajo, pero creo que poco a poco se va a ir creciendo. Ahora, hay una Segunda División más potente y equipos de más calidad, también en las nuevas generaciones hay más niñas que tienen una formación desde pequeñas y van a traer más nivel a las que tienen arriba. Al final, todo es un proceso y cuando llegan arriba ya tienen más calidad, más físico, más técnica y más táctica. Nosotras, saltabas a estar con las niñas a los once años, a los dieciséis a otro sitio… y ahora es un proceso que va paso a paso. Ahora ves a niñas de diecisiete años que no tienen nada que ver comparado con lo de antes y basta con ver a las inferiores de la selección, que lo están ganando todo. Ellas van a ser las que van a potenciar todavía más el fútbol femenino.
¿Qué factor consideras importante fomentar para apuntalar este desarrollo?
Hay que preparar a esas chicas con formación y para ese momento en que dejen el fútbol. Al final todo ha cambiado y hoy con dieciocho años ya se ven con un salario, aunque sea bajo. Y con esa edad, si te ves con un salario ya te digo yo que dejas todo y miras el dinero, que ese es el vicio del masculino. El femenino debería formar a las pequeñas y las nuevas generaciones enseñándolas que tienen la oportunidad de poder dedicarse al fútbol, pero no hay que olvidarse del resto. Al final no hay sitio para todas en el fútbol femenino y hay que tener algo más para cuando acabe eso, pues una carrera deportiva por desgracia no es muy larga. En mi caso, te encuentras con una lesión y a los treinta y tres años, adiós. ¿Ahora qué hago con mi vida? Hay que formarlas para que encuentren una respuesta a eso.
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Viendo el resultado, se puede explicar la no presencia de Mapi León. Si se puede prescindir de Raúl, mucho más de unas jugadoras que hacen chantaje a la Federación, y que se ha demostrado que ésta tenía razón. Por eso les duele a estas chicas y ahora con el asunto Rubiales intentan arrimar el ascua a su sardina después de la pena que les supuso la victoria de la Selección. . y comparar a Vilda con el otro…madre mía, la cantidad de mala gente que hay en este mundillo es increíble.
Las tonterías que se pueden vomitar en foro público…
La selección femenina de fútbol ha ganado el mundial demostrando un carácter a prueba de bombas, a pesar del contubernio Rubiales-Vilda y con la carcundia periodística y buena parte de la ciudadanía de este país (si, usted también) poniendo palos en las ruedas.
Sobre el chantaje, lo aclara bien la entrevistada: se ha demostrado que la federación era un nido de víboras y las 15 fueron suficientemente valientes para plantarse, poner en juego sus carreras, su palmarés y su reputación por aquello en lo que creían y finalmente tenían razón. Han conseguido un título histórico y han conseguido (aunque con la inestimable colaboración de sus propios antagonistas) largar por la puerta de atrás tanto a Rubiales como a Vilda: no les ha podido salir mejor a las integrantes de la selección.
En fin, hay comentarios que agreden la inteligencia y dan vergüenza ajena.