Arbitraje

Federación y árbitros: cómo se elegían a los colegiados durante el franquismo

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Parto de la base de considerar la profesión arbitral como una de las mas difíciles. Al menos hasta la llegada del VAR. Hasta ese momento estamos hablando de que una persona tenía que estar atenta mientras corría a todo aquello que pudiera pasar entre varios jugadores que disputaban un balón. Y muchas veces observando la jugada desde lejos, para decidir en décimas de segundo sobre lo que ha visto, o creído ver. Un ejemplo de esto fue el histórico error de Guruceta con la falta de Rifé a Velázquez, en unas semifinales de Copa en el Camp Nou. El colegiado guipuzcoano creyó que era dentro del área cuando en realidad había sido fuera. Un vistazo rápido desde el VAR le hubiera corregido del error, y le hubiera ahorrado estar 15 años, como así fue, sin poder arbitrar al FC Barcelona. O igual le hubieran dado la razón, vistas las actuaciones desde la sala de Las Rozas en los últimos tiempos. Otro ejemplo de signo contrario es una famosa jugada entre Iribar y Amancio que fue inmortalizada por Jose Velasco, fotógrafo de la agencia EFE, en la cual se ve al guardameta con su brazo alrededor de las piernas del delantero. Aquello, que visto en estático parecía un penalti clamoroso, no lo fue ni para el colegiado Lloris Antonino ni para los protagonistas de la acción. Ambos reconocieron posteriormente que no fue penalti.

No hagas caso a tu vista, la jugada entre Amancio e Iribar no era penalti. (foto: Jose Velasco – Agencia EFE)

Como quiera que fuese, el caso es que pueden pasar años, décadas e incluso cambiar de siglo, pero hay un detalle que siempre ha permanecido inalterable en el futbol: las críticas al colectivo arbitral. Da igual los avances que se hayan realizado, incluso tecnológicos como el mencionado VAR, que siempre los árbitros son objeto de juicios exhaustivos para determinar en qué momento del partido y contra quién han fallado ostensiblemente. Da igual si la labor arbitral es compleja al tener que decidir en segundos sobre una jugada que puede ser vital para el desarrollo del encuentro, en la cual muchas veces, ni siquiera vista por la televisión a posteriori, hace que se pongan de acuerdo los aficionados y periodistas. La mayor parte de las veces el equipo derrotado suele poner sus ojos en la labor del trencilla. Si a esto le sumamos que la crítica generalizada era asumir que cuando un equipo salía campeón era siempre con algún tipo de ayuda arbitral, en uno o varios partidos, podemos encontrar el gran caldo de cultivo de los antis. Y aquí hablamos de manera genérica porque cada bando siempre ha revisado encuentros, estadísticas y señales para reforzar su teoría y demostrar que lleva la razón en su denuncia de la situación.

Sin embargo, todo esto ha dado un vuelco en las ultimas semanas con la aparición del escándalo Negreira, BarcaGate o como se le quiera llamar, a la situación en la cual el club azulgrana ha estado años pagando dinero, al vicepresidente del Comité de Árbitros, por una serie de informes que este realizaba y entregaba a los dirigentes cules. Aquí no hablamos de sospechas sino de algo mas tangible. Un dirigente arbitral, que tenia relación con los ascensos y descensos de sus subordinados, estaba a sueldo de un club.

Las reacciones a esto, por parte de los aficionados, han sido de todos los colores. Desde los madridistas confirmando sus sospechas con el saldo arbitral favorable al Barcelona en los últimos 20 años; a los azulgranas proclamando que eran simples informes y dando la vuelta a la tortilla para aducir que son ellos los agraviados; o el resto oscilando entre ambas versiones dependiendo de sus simpatías hacia los dos grandes. Esta vez, a tenor de las informaciones aparecidas, parece que hay base fundada para pensarse lo peor. El escándalo seguirá dando que hablar, pero por otro lado flota en el ambiente la sensación habitual en este país de que al final no pasara nada. Máxime, tras el cierre de filas arbitral en su comparecencia. Como quiera que tampoco es mi intención hablar de más sobre este tema, dado que ya hay demasiada gente investigándolo, y aún se espera que Piqué, como deslizó en Twitch, empiece a tirar de la manta con el Real Madrid, vamos a irnos mas atrás en el tiempo para hablar de los árbitros durante el franquismo.

Si, al final aparece el Caudillo, un clásico en las conspiraciones arbitrales. Y sí, otro periodo largo de tiempo donde se acusó que los colegiados ayudaban a un mismo equipo. Veremos, en esos años, quién presidia la federación y quién el comité de árbitros, sus orígenes futbolísticos y forofismos, si los hubiera, y la relación de lo que ganaron los distintos equipos durante la permanencia de aquellos en el cargo.

Tras el final de la Guerra Civil el bando vencedor quiso tener control de cualquier institución y la Federación Española de futbol no fue menos. Resulta curioso que en plena contienda los sublevados no quisieron dejar de lado el futbol. Estos eran sabedores que una parte importante del reconocimiento internacional se basaba en que en las llamadas zonas liberadas, aquellas donde tenían el control, se hiciera vida normal. Por ello, durante la guerra, en mayo de 1937, se constituyó en San Sebastian el comité ejecutivo de la Federación Española de Futbol. Como presidente se eligió al comandante Julián Troncoso, persona cercana tanto al futbol, había sido directivo del Zaragoza, así como al deporte y el ejercicio físico. Mientras en el comité de árbitros era elegido el colegiado Pedro Escartín. Aquello surtió efecto y la FIFA reconoció a esta federación en detrimento de la oficial que gestionaba el futbol en 1936, y que prácticamente estaba desaparecida en esos momentos. Con el final de la contienda el gobierno dejó a la federación bajo el paraguas del Consejo Nacional de Deportes, manteniéndose Troncoso como presidente.

Sin embargo, no estuvo mucho tiempo en el cargo. De cara a la nueva temporada liguera había una plaza libre en primera división, dado que el Real Oviedo tenía destrozado el estadio de Buenavista y no podía jugar en él. Se le permitió no disputar esa liga al mismo tiempo que se le guardaba la plaza para la siguiente temporada. Troncoso había dado su palabra al Osasuna, dado el apoyo que Navarra prestó a los sublevados, de que seria suyo ese lugar en primera. Pero no tuvo en cuenta al comité ejecutivo federativo que dictaminó que lo mas justo era que Athletic de Madrid y Osasuna, los dos equipos que habían quedado últimos en la liga anterior al inicio de la guerra, se jugaran dicha plaza en un partido único en Valencia.

Troncoso al no poder cumplir su palabra decidió dimitir. En su lugar, en diciembre de 1939, se designó como nuevo presidente a Luis Saura del Pan. Este era médico militar, árbitro de categoría nacional y secretario del comité central de árbitros durante los años de la república. Ademas era socio madridista, dado que en su juventud había sido jugador blanco entre 1905 y 1918. También en el comité de árbitros hubo cambio. Escartín dejo su puesto a Eulogio Aranguren Labairu, quien asimismo era colegiado y exjugador madridista entre 1912 y 1921.

Hoy, que dos personas con pasado madridista fueran los máximos responsables de la federación y de los árbitros, daría para «incendiar» las redes sociales, programas especiales de TV y radio. En aquellos años no se vieron mal estas designaciones dado que se pensaba en la independencia de los estamentos y la buena fe de las personas. Aunque tampoco estaba la cosa como para ponerse a protestar. Desde la temporada 1939-40 y hasta la asamblea estival de 1951 estuvo vigente que la designación arbitral fuera libre por el comité de árbitros. Es decir, ellos decidían a su libre elección, y sin dar explicaciones, a quien ponían en uno u otro partido. Acorde con los tiempos imperantes. El resultado de aquellas 12 temporadas se tradujo en 4 ligas para el Atlético de Madrid (2 de ellas bajo la denominación de Atlético-Aviación), 3 para el Barcelona y Valencia, y sendos títulos para Sevilla y Athletic Club. Si nos vamos al torneo de Copa, el Athletic Club triunfó en 4 ocasiones, 2 el Barcelona, Valencia y Real Madrid, por sendos títulos de Español y Sevilla.

Resulta curioso que si Franco era madridista, como el antimadridismo proclama desde hace décadas, apenas lograra títulos en los llamados años mas duros de la dictadura. No solo eso, sino que además perdió dos finales de Copa disputadas en la capital. Además, cuando las ganó, el caudillo no se las entregó. Cierto que empezó a hacerlo de manera regular a partir de 1948, pero un dictador podía cambiar las normas a su voluntad. Si tan madridista era. En 1946, en el estadio de Montjuic, se la entregó el Ministro de Industria y Comercio, Juan Antonio Suanzes Fernández; mientras que en 1947, en La Coruña, el trofeo fue dado por el Ministro de Marina, Almirante Francisco Regalado Rodríguez. Durante esos años hubo cambios en la presidencia federativa. Saura dejó su puesto a Javier Barroso Sánchez-Guerra (1941-46), quien fuera antiguo jugador del Real Madrid y el Atlético de Madrid. Posteriormente fue presidente rojiblanco y arquitecto del estadio Vicente Calderón. A este le estalló el llamado «caso Antúnez», el fichaje del jugador bético por el Sevilla, autorizado presuntamente por el presidente verdiblanco a dos de sus vicepresidentes. La misma federación que autorizo el traspaso luego lo invalidó, y entre medias el Sevilla ya había ganado una Liga con un jugador que en teoría se alineó indebidamente.

Julián Troncoso, Luis Saura y Javier Barroso (dibujos: Fernando Vadillo)

Barroso se marchó y llegó Jesús Rivero Meneses, fundador del Real Valladolid, y quien apenas duró un año, hasta abril de 1947. Su sucesor fue Armando Muñoz Calero, quien aguantó más tiempo en el cargo, en concreto hasta el final del Mundial de 1950. El cuarto puesto de la selección en Brasil y su frase dedicada a Franco: «Excelencia, hemos vencido a la Pérfida Albión», fue su mayor logro y al mismo tiempo su salida. Tras el se eligió a Manuel Valdés Larrañaga, uno de los fundadores de la Falange pero con poco pasado en el futbol, manteniéndose hasta 1952. En la parte del comité arbitral también hubo movimientos. Aranguren estuvo hasta 1946, para después llegar Manuel Álvarez Corriols (1946), Emilio Suárez Marcelo (1947), Ramón Echarren Sanzmagaray (1947-48) y finalmente Pedro Escartín Morán (1948-51).

De ellos, y pese a ser los responsables colegiales, no se conocía gran forofismo mas allá de que Suárez era socio madridista. En 1951 se cambió el método de elección. En la asamblea federativa se aprobó que los clubes presentaran listas de árbitros a la federación, con los gustos de los dirigentes, y el comité asignaba, a su libre elección a cada partido, el colegiado que apareciera en la lista de los dos equipos. Aquello duró únicamente dos temporadas, tiempos durante el cual el Barcelona ganó todo: 2 Ligas y 2 Copas. Para 1953 se volvió a modificar la manera de elegirlos. Esta vez se decidió que el colegiado de cada encuentro saliera de un sorteo puro. Esto se mantuvo 4 temporadas con el resultado de 3 Ligas para el conjunto blanco y 1 para el Athletic Club. El conjunto vasco se llevó ademas 2 Copas, por 1 de Valencia y Barcelona.

En esas fechas el presidente de la RFEF era Sancho Davila, con escaso bagaje deportivo pero si político. Pasara a la historia por poner de seleccionador a su dentista, no es broma, y caer en el engaño de un telegrama, enviado teóricamente por la FIFA, donde se impedía alinear a Kubala, en el vital partido de desempate ante Turquía para el Mundial del 54. A este le remplazo Juan Touzón, que había sido presidente del Atlético de Madrid a mitad de los años 40. El madrileño dio un paso más que sus predecesores y acabó dirigiendo un partido de la selección española. Tampoco es broma. La aventura duró hasta 1956 que fue reemplazado por Alfonso de la Fuente Chaos. Este era un prestigioso cirujano que se enfrentó, en cierta manera, tanto a Jose Antonio Elola-Olaso, Delegado Nacional de Educación Física y Deportes de quien dependía de la federación, como al ministerio de Asuntos Exteriores. ¿El motivo?, la participación en la Eurocopa de 1960.

El gobierno no quería que España pudiera jugar contra países de la orbita de la URSS. A pesar de eso De la Fuente siguió adelante y el sorteo le emparejó con Polonia, a la que derrotó. El siguiente sorteo deparó enfrentarse a los rusos y esta vez el gobierno lo vetó sin vuelta atrás. Fue el final de la Euro para España y el de su presidencia. Mientras en la comisión arbitral siguió el carrusel de dirigentes. El que fuera presidente federativo, Saura del Pan relevó a Escartín hasta inicios de 1952, después un breve interludio de Arturo López Espinosa (exjugador madridista a comienzos de siglo), el retorno de Eulogio Aranguren (1952-53) y los noveles Emilio Álvarez Pérez (1953-56) y Nivario de la Cruz Hernández (1956-61). A estos dos últimos no se les conocía públicamente ser hincha de algún equipo.

Muñoz-Calero, Sancho Davila, Juan Touzon y Alfonso de la Fuente. (dibujos: Fernando Vadillo)

A partir de 1957 se eliminó el sorteo y se dejó que fuera nuevamente el comité de árbitros quien eligiera a los colegiados, pero con una salvedad: los clubes se guardaron la posibilidad de vetar a aquellos trencillas con los cuales no estuvieran de acuerdo, las llamadas recusaciones. Esto se usó durante 3 temporadas lo que se saldó con 2 títulos ligueros para el Barcelona (uno de ellos por gol average) y otro para el Real Madrid. En la Copa los triunfos se los repartieron Athletic Club, Barcelona y Atlético de Madrid. Entre 1960 y 1962 se volvió a un sistema de sorteo sin recusaciones de árbitros ni vetos, dejando para el azar la elección. Esta vez el Madrid se llevo los 2 títulos de Liga y uno de Copa, mientras que el Atlético de Madrid lo hizo con el restante.

Por aquel entonces ya dirigía la federación Benito Picó Martínez, quien empezara como responsable de la gestora surgida tras la marcha de su predecesor, manteniéndose en el cargo hasta el inicio de 1967. En el pasado había sido directivo madridista y posterior vicepresidente durante los primeros años de la década de los 50. Picó cambio al máximo dirigente arbitral y nombró al valenciano Manuel Asensi Martín, quien estuvo en el cargo hasta finales de 1967. Este había sido un arbitro adscrito a los colegios valenciano y madrileño con larga experiencia en primera.

En el quinquenio entre 1962 y 1967 los clubes no quisieron innovar y se volvió al sistema de coincidencia de listas, aunque con recusaciones que parece que sí agradaban más a los equipos. En la liga el Real Madrid se llevo 4 de los 5 campeonatos y tan solo el Atlético de Madrid le quitó el pleno. En la Copa fue mas abierto con 2 títulos para el Real Zaragoza y otro para Barcelona, Atleti y Valencia. La temporada 1967-1968 se siguió con la coincidencia de listas, pero sin poder recusar a los árbitros durante la liga y haciendo que estas fueran públicas, que por entonces no lo eran o al menos, de manera oficial. También se acordó que los clubes debían valorar de manera obligatoria, con puntuación de 0, 1 y 2, la labor de los colegiados y jueces de linea, para enviarse estos datos al Comité en un sobre cerrado y lacrado, que solo se abriría al final de la temporada. De esta forma no se podía recusar durante la temporada. Esta formula apenas duró un año que coincidió con otra liga para el Real Madrid y una Copa para el Barcelona. Al final de esa temporada y hasta la asamblea del verano de 1971 se retornó a que fuera el comité el que designara a los árbitros teniendo en cuenta una lista «orientada» por cada club, que en la práctica eran listas con recusaciones.

Durante ese trienio Real Madrid, Atlético de Madrid y Valencia se repartieron las ligas, mientras que Athletic Club, Real Madrid y Barcelona los títulos de Copa. Para estas fechas ya había pasado por la federación Jose Luis Costa (1967-1970), que había sido jugador del Zaragoza y del Atlético de Madrid, ademas de dirigente del club rojiblanco. A el le siguió José Luis Pérez-Payá, también exjugador rojiblanco y madridista, siendo el ultimo elegido sin votación libre hasta la llegada de Pablo Porta en mayo de 1975. En el apartado arbitral tras Asensi llegó Jose Plaza, quien se mantuvo en el cargo hasta el mencionado escándalo de Guruceta. Tras la sanción al colegiado, el presidente de los árbitros opto por dimitir. Le sustituyeron José Fernández de la Torre (1970) y Juan Francisco Pardo Hidalgo (1971-72), hasta que Plaza volvió al cargo y se mantuvo en el mismo hasta 1990.

 

Benito Pico, Jose Luis Costa, Jose Luis Pérez-Payá y Pablo Porta. (dibujos: Fernando Vadillo)

En la asamblea anual de 1971 el Barcelona llevó a cabo la enésima propuesta para cambiar el modo de designación de los árbitros. La novedad en este caso era la vuelta a la elección de árbitros mediante un sorteo, algo que ya se había realizado en el pasado. Es más, había sido el propio club azulgrana quien pidió derogar este sistema en 1962 y posteriormente en 1967. El sorteo no era puro puesto que, con la lista de árbitros designados por la federación para la 1ª división, los clubes podían vetarles. Aquello se mantuvo hasta el verano de 1975, donde si bien se continuó con el sistema del sorteo, se añadió nuevas variantes. Por un lado se intento dirigir el sorteo en el futuro para que, por ejemplo, un arbitro no dirigiera dos semanas seguidas al mismo equipo; y por otro el apartar a un colegiado que hubiera tenido algún arbitraje polémico para que no se le designara en las siguientes semanas a ningún partido de dichos equipos.

En esas ultimas 4 temporadas los títulos se los repartieron entre el Real Madrid (2 ligas y 2 copas), Atlético de Madrid (1 liga y 1 Copa), Barcelona (1 Liga) y Athletic Club (1 Copa). Pocos después fallecía Franco y las estructuras del futbol iban a empezar a cambiar para dar paso a un nuevo tiempo. El modo de elección era siempre un tema recurrente con la llegada de las asambleas y siempre se pensaba en una manera de designar que fuera la perfecta. Al final de la temporada 1980-81 Jose Plaza reiteraba que el sorteo no era lo mejor y recordaba que, tanto en otros países como en competiciones internacionales, se solía asignar al colegiado mas conveniente para cada encuentro. Algo que se trataría en siguientes asambleas, aunque eso ya es historia para otro día.

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