Este 2022, la Liga ha vuelto de lleno en Navidad. Ha habido Copa del Mundo en invierno y por ello se trata de un curso atípico. Los grandes equipos verán sobrecargados de partidos sus futbolistas. El Real Madrid, por ejemplo, tuvo doce en Qatar. Todos los habituales excepto Alaba, Mendy, el retirado Kroos y el lesionado Benzema. «Es complicado, tenemos un calendario muy exigente. Tenemos la Supercopa, el Mundial de Clubes. Hasta marzo el calendario tiene muchos partidos», avisa Ancelotti. El resto de conjuntos reanuda la competición casi como en pretemporada. A priori, al desenlace liguero estos llegarán en mejor estado de forma y podrán hacerles frente.
Pero aún es fin de año, se juega la jornada 15 y el Madrid retorna como acostumbra: ganando. Los blancos se impusieron 0-2 al Valladolid en el estadio José Zorrilla. A dos semanas del Mundial, la cita ha sido mera continuidad en los jugadores del Madrid, no así en los vallisoletanos. Ánimos renovados y estado de forma óptimo demuestra ser una combinación mortal para los rivales madridistas, por buen partido que estos presenten.
El resultado los posiciona líderes, a espera de lo que haga el Barça este mediodía. El vigente campeón de Liga era segundo en el parón, renqueante en su fútbol posiblemente por tener la mente en el Mundial. Sin embargo, este supuesto desvío de la atención es algo que determina si un equipo juega mejor o peor solo circunstancialmente. A la hora de los títulos, siempre hay razones ciertas y generales. Como no puede ser de otra manera, esos motivos están relacionados con la categoría de los jugadores.
¿Por qué el Real Madrid es el que más gana?
El fútbol es de los futbolistas y de los entrenadores que saben que el fútbol no es suyo, sino de los futbolistas. En estas el Real Madrid no tiene competencia. En su alineación junta no menos de siete grandes jugadores, distribuidos en todas sus líneas. Courtois, Alaba y Militao o Rüdiger, Kroos y Modric, Vinicius y Benzema. Asimismo, el resto de titulares frisa tal consideración.
Y en el banquillo dirige Ancelotti, un entrenador que lo que tiene de títulos le falta de ego. Quizá de ahí tanto título. En sus equipos el futbolista condiciona la libreta, no al revés. Por ello el Madrid no se adhiere a doctrinas, solo explota naturalmente las características de los mejores hombres disponibles. Actualmente, en los titulares están reunidas todas las virtudes técnicas habidas en fútbol. Solo hay que repasarlos para darse cuenta. Por ello, sin menoscabar las exigencias tácticas, Ancelotti les permite ser y relacionarse de manera emotiva. Así brotan las esencias y, claro, el equipo domina cada registro del juego: combinación, ataque directo, contraataque, presión intensiva, por achique…
Con la naturalidad que le caracteriza, en la rueda de prensa del pasado 29 de diciembre, explicó Carlo este extremo: «El juego de toque es una parte importante del fútbol. Como lo es defender bien. No hay una sola manera. Hay que leer las situaciones de los partidos. Pasan muchas cosas. A veces lo puedes solucionar con una contra o con una gran defensa».
Durante los partidos, en ocasiones parece que el rival está siendo superior, pero el Madrid marca. O que ha sido mejor, pero el Madrid gana. Como el 3-1 contra el Barça, jugado en octubre. Que los culés dominaran resultó simple apariencia. El Madrid les cedió el balón porque conoce el celo y las limitaciones azulgranas en fase de posesión, así como las debilidades defensivas al perderlo. Unidas estas a las capacidades ofensivas de jugadores conectados como Kroos, Benzema y Vinicus para dañarles en transición, llegaron lógicamente los goles. O como sucedió en el reciente partido ante el Valladolid. Los dirigidos por Pacheta fueron mejores por momentos, pero no fue suficiente.
Al estar compuesto por muchos grandes jugadores y un gran técnico, el Madrid suele entender mejor la mayoría de situaciones de partido que su rival y actúa, sin complejos, en consecuencia. Más allá de cábalas y otros argumentos del estilo, esas virtudes son las que explican los recientes triunfos de muchos integrantes de la actual plantilla. Si Modric saca una asistencia magnífica en el último minuto y Benzema marca dos goles en momentos imprevisibles de cualquier partido no hay que acudir a la suerte o a la mística, sino al propio nivel de Modric y Benzema. Su talento está por encima de cualquier situación accesoria, por milagrosa que parezca. Que suceda reiteradas veces indica que nada es casualidad.
Así las cosas, estos años han demostrado que no hay otro equipo que gane más y mejor. Sin embargo, en el Madrid actual también existe un talón de Aquiles.
El problema de la rotación
En la línea de los directivos del club, Ancelotti aseguró el pasado jueves que “ la plantilla está bien hecha, cerrada a cualquier entrada. No necesitamos jugadores”. La realidad es que el técnico apenas usa catorce futbolistas de campo.
Que el Madrid tiene la mejor alineación del mundo, quizá solo igualada por la del advenedizo PSG, es un hecho. Sin embargo, no tiene la mejor plantilla. Debido al nivel dispar de la misma, la rotación es corta. Sabedor de sus limitaciones, Ancelotti trata de variar futbolistas en el once sin desfigurar el juego de equipo. Nunca están fuera a la vez Alaba y Militao, Kroos y Modric o Vinicius y Benzema, los grandes emparejados de cada línea. Con todos ganó los partidos más exigentes: la Supercopa de Europa o al Barça. Incluso con esas ligeras variaciones, durante la rotación alguno de ellos ha de sacrificarse, reduciendo su influencia individual para que el grupo no se resienta. Como cuando Modric ejerce donde Kroos.
A fuerza de rendimiento, Valverde se ha ganado este curso un sitio como titular. Es ya la estrella de Uruguay. Debido a la salida de Casemiro, prematuramente Tchouameni es el pivote del equipo. Tiene 22 años pero su fútbol y la lesión de Kanté le han permitido ser titular en un finalista de la Copa del Mundo. Su crecimiento, por tanto, es proporcional a su capacidad. Ellos y los relevos más usados, jóvenes como Camavinga o Rodrygo, son buenos futbolistas, con presente y futuro más que prometedor. Pero hasta que no sean de verdad grandes, un equipo que aspira a repetir Liga y Champions no puede más que notar las variaciones en la alineación.
Sobre todo cuando no cuenta con varios de los grandes, el Madrid juega peor y está más cerca de no ganar. Perdió contra el Rayo, en Liga, sin Kroos y Benzema. Solo pudo empatar en el último minuto frente al Shaktar, cuando ya habían ingresado Alaba, Modric y Vinicius. También cayó frente al Leipzig en Europa, sin que jugaran Modric y de nuevo Benzema. No ha perdido más, aunque recientemente ha estado cerca.
Al Madrid toda ausencia le cuesta. Y un problema de ámbito mayor es que, hasta la presente fecha, el actual Balón de Oro solo ha podido jugar ocho partidos ligueros.
La ausencia del Balón de Oro
«La baja de Benzema nos ha permitido explotar la calidad de jugadores como Vinicius, Rodrygo, Valverde. Pero le vamos a necesitar después del Mundial», explicó Ancelotti.
A causa de las lesiones, Benzema también se perdió la Copa del Mundo, estando convocado. En su ausencia, Ancelotti probó en septiembre a Hazard como delantero centro. El partido contra el Mallorca acabó con victoria madridista por cuatro goles a uno, pero Hazard no cuajó y con empate fue sustituido, durante el segundo tiempo. En la rueda de prensa posterior, el técnico hubo de explicar que el belga «se mueve mucho para que otro ocupe el espacio. Entonces no es bueno tener a Valverde de extremo, sino mejor a Rodrygo, que puede atacar atrás de la línea». Mientras apuntó que, ya con este ubicado en zonas interiores, “Rodrygo y Vinicius han combinado muy bien”.
Antes de ser un futbolista retirado al que ningún entrenador puede aprovechar, Hazard era un gran futbolista. Pero las palabras de Ancelotti sirven sobre todo para demostrar la segunda máxima de la confección de un once: la complementariedad. «Asensio mezcla bien con Valverde», dijo Ancelotti después de, urgido por las circunstancias, recuperar al español para la causa. Incluso más que por su estado de forma, Hazard no puede jugar cuando falta Benzema porque su sociedad con Vinicus y Valverde, los otros atacantes incuestionables dado su rendimiento semanal, no es adecuada.
Entonces Hazard desapareció y empezó a jugar Rodrygo, quien, para Carlo, «tiene una gran proyección, más como delantero centro o detrás del nueve que como extremo». Algo que corroboró el propio brasileño. Rodrygo lo ha hecho tan bien como para parecer imprescindible. Pero ese nivel no deja de ser, por ejemplo, cuatro goles en trece citas ligueras, mientras Benzema ha anotado siete en ocho jornadas. Y es que, así lo afirma su técnico, no conviene olvidar que Rodrygo aún es un proyecto de 21 años.
El puesto de delantero centro es determinante y en el Real Madrid además tiene un peso especial. Lo demuestran tanto Ronaldo, Van Nistelrooy o Hugo Sánchez como Morata, Huntelaar o Higuaín. Allí difícilmente se puede ser uno más. Benzema es parte clave del juego y fundamental del gol. «Delanteros tenemos. Muchos, una lista buena: Karim, Mariano, Hazard, Rodrygo, Asensio. Cuando te falta el mejor delantero del mundo, afecta al equipo. Solución alternativa tenemos, pero sustituir a Benzema es imposible, no hay jugador en el mundo que pueda hacerlo. Si se constipa, nos adaptamos». Lo dijo el propio Carlo.
Dadas sus innumerables y globales virtudes, la ausencia del vigente Balón de Oro afectaría al equipo mejor confeccionado. En una plantilla como la del Madrid, con las aspiraciones de un club de su dimensión, no contar con él se vuelve crítico. Sin Benzema se adaptaron, pero con dificultad.
La confección del máximo rival
En este tercio, el Madrid es un caso distinto al Barça, líder de la competición doméstica hasta la noche de ayer. Aunque Xavi no puede juntar más de cuatro grandes futbolistas en la alineación, el resto de titulares y suplentes azulgranas son de similar nivel. Todos se mueven en la franja notable-sobresaliente. Seis de ellos son delanteros mundialistas, la mayoría titular en sus selecciones, y uno es la actual Bota de Oro y Pichichi. Esta vez las estadísticas no engañan: el Barça es el equipo español de mayor valor de mercado porque prácticamente cada jugador de la plantilla es valioso.
El plan de Laporta no sirvió ni para ganar al Madrid ni para clasificarse en su grupo de Champions, donde perdió contra Bayern e Inter. Carece del número de grandes y complementarios futbolistas para asegurarse eso y, además, tiene un entrenador con manual sagrado. Aquí se juega así, reza. Y los rivales lo saben.
Sin embargo, en un torneo de constancia y desgaste, la Liga, con no más de tres equipos de entidad superior al resto, se antoja distintivo y determinante tener dos alineaciones de garantías. Sobre todo cuando las lesiones aprietan o el ánimo baja. En esto el Barça es superior. Así lo reflejan los resultados. Ha ganado todos los partidos de Liga excepto el estreno contra el Rayo (0-0) y el Clásico, muchos de ellos por goleada. También lo dice la clasificación.
De mantener a todos sus grandes futbolistas sanos dependerá que el Madrid haga buena su rotación con las exigencias de Liga y Champions. Lo va a necesitar para aguantar el ritmo de un Barça muy reforzado con respecto a la temporada anterior.
El Madrid sube al liderato
En la previa del partido contra el Valladolid, Ancelotti avisó de que «tenemos que hacer una evaluación individual del jugador. Hoy han vuelto Tchouameni, Modric y Kroos. Pueden jugar mañana, sí, pero hay que individualmente intentar meterlos en buena condición. No han descansado mucho». De inicio, finalmente descansaron Tchouameni y Modric, además de Militao y Rodrygo. Todos mundialistas de últimas rondas.
Sin ellos, Ceballos ejerció de interior izquierda y Kroos, como su naturaleza dicta, fue el organizador de juego, esta vez desde el mediocentro. Su función se activó sobre todo tras recuperar el balón, debido a los sencillos bloqueos que facilita la posición de pivote en fase de iniciación. No obstante, al ser Ceballos un futbolista con mayor capacidad iniciadora que Tchouameni, cuando Aguado dificultaba la salida de Kroos, a quien encimaba impidiendo que se girase, el sevillano quedaba liberado en la zona del volante izquierdo. Así se activaba, desde Rüdiger o Alaba hacia Ceballos, y luego desde este hacia Vinicius, la habitual vía de ataque madridista en fase de posesión. Como siempre, juegue quien juegue, en el Madrid se muestran varios caminos para avanzar. Esta conexión conllevó ocasiones, no destacables debido al mal desenlace de la jugada, con Vinicius regateando, pasando o chutando de manera defectuosa. En la primera mitad el extremo izquierda solo completó bien un regate, y ningún centro. Pero Ceballos no es Kroos; carece de virtud para el pase largo y por ello solo intentó uno en la primera mitad. El déficit se notó en la posibilidad de cambiar de frente, una de las principales armas ofensivas del Madrid cuando el alemán dirige el juego. A causa de ello, tanto Asensio como Valverde estuvieron desconectados en esa faceta y el flujo ofensivo fue inconstante. El uruguayo resultó el futbolista que menos balones tocó en la primera mitad.
Precisamente en esa banda derecha, además de Carvajal, Valverde se juntó a Asensio, combinación complementaria que tanto gusta a Ancelotti. «La banda izquierda la fijamos más con Vini, en la derecha a veces está abierto Marco, otras Carvajal o Valverde. Rotan más», explica el entrenador. Desde la recuperación de la pelota en mitad de campo, por esa zona llegó la primera ocasión de peligro. En el minuto 9, una jugada lanzada por la derecha la aclaró Benzema con un taconazo creativo para que Asensio rematase. El rechace de Masip lo tomó Ceballos y su asistencia tocó en la mano de un defensor. Ancelotti pidió penalti, pero el árbitro no lo señaló por ser una acción involuntaria y en posición natural.
Entonces el Madrid asedió. En el minuto 17, Benzema envió al limbo, con la izquierda, un balón rechazado en el área pequeña, tras jugada de Vinicius. Aunque participó del juego, no estuvo fino el francés en la primera mitad. El Madrid no marcó y su repliegue fue aprovechado por el Valladolid.
A la media hora, en una incorporación al área madridista, de manera sorpresiva el central Javi Sánchez recibió un balón centrado desde la derecha que a punto estuvo de transformar en gol; su remate de volea se fue alto. Esto generó nervios en el conjunto de la capital, que esta vez vestía de negro. «Empezamos bien el partido y luego perdimos un poco el control», diría Ancelotti en el post.
Instantes después, la presión alta e intensiva del Valladolid provocó un falló de Carvajal en la salida, que supuso una falta en la frontal del área. Vuelve a tratarse de lógica: al igual que Courtois, el lateral no está capacitado para sacar el balón en condiciones exigidas. Por eso su técnico les había gritado previamente que lanzaran en largo, una vez atraído el bloque blanquivioleta. Poco más tarde, en el minuto 35, una jugada vallisoletana de lado a lado hizo bascular al equipo merengue. El balón lo recibió Aguado en la frontal, desde la derecha, y chutó esquinado. Courtois tuvo que estirarse para salvar el 1-0. Un minuto después, Aguado apareció desde la izquierda. Tras una maniobra fuera-dentro en la frontal, su chut lamió el palo largo. Con 0-0, prácticamente las mismas ocasiones generadas y chuts a portería, se llegó al descanso.
La segunda mitad se reanudó sin cambios. Pero ante la monotonía, pronto sucedieron. Por parte del Madrid entraron Vázquez y Rodrygo, sustituyendo a Carvajal y Asensio. A diferencia de Asensio, el brasileño actuó de mediapunta y el sector derecho ganó nivel ofensivo.
A la salida de un córner, en el minuto 67, Courtois salvó el primer gol. Parada de su nivel sobre el remate de Sergio León, quien cabeceó picado. Un portero que, como el resto de grandes futbolistas, da puntos y títulos. No en vano es el actual trofeo Yashin, Balón de Oro entre porteros que lo acredita como el mejor de Europa. Acabó el partido con cuatro paradas, dos tras remates dentro del área, todas meritorias. Media victoria fue suya.
Vinicius contraatacó y tuvo una ocasión. Acto seguido, ingresó Camavinga por Ceballos. Partió desde la derecha, como interior. El francés tiene la cualidad de recibir el balón, salir y transitar con potencia, manejo y clarividencia. Con el rival cansado, esto puede romperlo. Ancelotti lo sabe: «Camavinga marca la diferencia cuando entra en el partido porque tiene una energía fantástica. Tiene que mejorar, es muy joven, pero sigue siendo un jugador muy importante para nosotros». Y así pasó.
El Madrid aceleró en la mitad de campo rival. Con Camavinga, el equipo sobrecargó la zona derecha para liberar la izquierda, donde aguardasen Vinicius y las caídas de Benzema. Una jugada colectiva se inició allí, el balón circuló hacia la izquierda y Benzema, tras recibir, sacó un chut al palo alejado desde la frontal del área que despejó Masip a córner.
Era el minuto 79. De ese córner llegó el penalti que provocó el 0-1. El remate de cabeza de Rüdiger lo frenó con la mano Javi Sánchez quien, en su salto de espaldas, la tenía levantada, separada del cuerpo. Las protestas de Sergio León al cuarto árbitro le supusieron la roja directa. Benzema chutó desde los 11 metros, raso a su izquierda, engañando al portero.
Modric ingresó por Vinicius en el minuto 88. Los diez minutos que se juntaron Modric y Benzema fueron los mejores del partido. Naturalmente. La primera acción del croata sobre el campo activó una pared con Camavinga, ya tendido a la izquierda. Este condujo, potente, y acabó por asistir a Benzema, quien colocado donde todo delantero centro se ha de colocar en el área, hizo el 0-2. De sus tres chuts a portería dos fueron dentro. Un Benzema impreciso es aún un Benzema de doblete. Cierra el año con 32 goles en su haber.
El resultado no se movió. «El Valladolid ha jugado bien. No hemos defendido de manera compacta. Courtois y Benzema han sido determinantes». Esas fueron las acertadas conclusiones de Ancelotti en la rueda de prensa post partido.
El técnico dijo y repitió que iban a necesitar a Benzema. El Balón de Oro ha vuelto dándole la razón. Ancelotti vaticina que «veremos un Karim distinto en esta segunda parte de temporada». Si el Real Madrid quiere de nuevo la Liga y la Champions, así ha de ser.