El mayor logro del baloncesto pérmico en los años soviéticos, fue el sexto lugar en la Spartakiada de los pueblos de la Unión Soviética en 1975. El equipo del Instituto Politécnico de Perm tuvo una destacada actuación en la primera liga del campeonato ruso en los ochenta, aunque jamás ingresó a las Grandes Ligas. Para el año 95-96, se creó un club profesional sobre la base del Politécnico; el PBC Ural Great de Perm. Entre sus fundadores estaba Serguéi Kushchenko, el actual presidente de la VTB United League, una conocida personalidad en el mundo de las discotecas y la Televisión de Perm. «Conseguimos crear allí una cultura que influenció a la ciudad entera, a toda la Región de Perm. Hoy en día lo llamarían un producto de moda. Creamos el Ural Great, un equipo que hizo a toda la región enamorarse del baloncesto», rememora Sergey Kushchenko.
Cualquier alianza requiere intereses comunes y un escenario común. «El talento de Kushchenko es que podía ser tanto el gran líder, como el segundo si era necesario porque tiene un gran talento para comunicarse con las grandes personas. Serguéi Belov era una gran persona y un gran campeón, por lo que Kushchenko lo construyó todo alrededor de él. Si Belov tenía una idea sobre el Ural Great, allí estaba Kushchenko para complacerle y darle lo que Belov quería. Formaron un dúo muy poderoso que impulsaron al Ural hasta el campeonato de liga, pero no solo impulsaron al Ural Great. Impulsaron a todo el baloncesto ruso», recordaba Serguéi Panov, actual director deportivo del Nizhny Novgorod y de la selección nacional rusa, tiempo atrás cuando le pregunté por los años en Perm,
La idea de invitar a Serguéi Belov fue una locura desde el inicio. Kushchenko llamó a Belov y le preguntó si le gustaría liderar un equipo en la remota ciudad de Perm. Belov preguntó en primera instancia, «¿ Y qué voy a hacer allí?» Ganar, le respondió Kushchenko. «¿Estás listo para desafiar al CSKA?», inquirió Belov. «Para eso te llamo», replicó Kushchenko. «Recuerdo la famosa frase de Belov cuando le invité al Ural Great. “¿Por qué tardaste tanto en venir a mí? He estado esperando por ti mucho tiempo. ¿Por qué no viniste antes?»», me confesó Kushchenko en una charla que mantuve con él tiempo atrás.
En Perm se creó algo muy concreto, una imagen que se podía exportar fuera de Rusia en un lenguaje comprensible para el público extranjero. La dupla formada por dos campeones olímpicos, Belov como entrenador en jefe con Valdemaras Homičius de ayudante, dispuso en la temporada 1999-2000 de un buen bloque en el que destacaban Serguéi Chikalkin, el malogrado Roy Tarpley y Sean Higgins, un jugador con amplia experiencia en la NBA. Junto a ellos el ex CSKA Igor Kurashov, el base lituano Thomas Pacesas, Donnell Thomas y cuatro jóvenes que participaron en la Universiada Mundial celebrada en Palma de Mallorca: Bashminov, Shushakov, Pegushin y Sheiko. Ese año les dio para llegar a las finales, donde fueron derrotados por el último CSKA encabezado por Stanislav Eremin. Un año después, Ural Great se reforzó con el jugador del Real Madrid Mikhail Mikhailov, el norteamericano Willie Burton y la joya de la corona: tras una ardua y larga polémica, Kushchenko lograba sacar del CSKA a Serguéi Panov . En esa temporada 1999-2000, después de haber sido menospreciados e insultados por el público moscovita, Belov había jurado que no descansaría hasta derrotar al CSKA en Moscú . A la hora de la verdad, cuando por fin logró vencer en Moscú, su estado de ánimo distaba de las palabras que había pronunciado meses atrás: «Ganar al CSKA ya no es un fin en sí mismo», declaraba Belov. Pesaban demasiado los veintidós años que el siberiano pasó en la centenaria «casa roja».
Fue en ese año cuando la relación entre el Ural Great y el CSKA, deteriorada por la salida de Panov, se agrietó de forma considerable. En el mes de abril del año 2001, el CSKA envió a su segundo equipo a disputar la final de la Liga del Norte ante el Ural, lo que fue considerado como un desprecio por el equipo de Perm. Después de ver el roster, el Ural Great mandó una carta al CSKA en la que expresaba la reacción extremadamente negativa que había provocado en Perm la decisión del CSKA. Sin embargo, como dijo Serguéi Belov: «No jugamos contra los jugadores; lo hacemos contra las cuatro siglas que llevan en el pecho. Llevan CSKA escrito en la camiseta, así que eso es lo importante». La pintura al óleo esa temporada se complementó con el fácil triunfo del Ural Great en la serie semifinal ante el CSKA. En el partido disputado en Moscú, Ural ganó con tanta holgura que Belov levantó las manos al final hacia las gradas mostrando que era el número uno.
La carrera hacia el oro no pudo ser detenida por el Unics Kazán de Stanislav Eremin. Cuando concluyó el tercer partido de las finales con victoria del Ural en Kazán, la felicidad inundó Perm. El núcleo de la festividad fue el Pabellón Molot, donde cuatro mil hinchas vieron la transmisión del partido en directo en dos pantallas gigantes. Después del partido muchos aficionados dieron rienda suelta a sus emociones, recordando que en esta vida a veces uno puede llorar de alegría también. Para los jugadores el viaje de regreso fue emocionante debido los temblores del pequeño AN-24 de la compañía Baskhir Airlines, pero ni siquiera las turbulencias distrajeron a los nuevos campeones rusos. Mikhail Mikhailov no dejaba de repetir durante el vuelo: «¿Dónde está la bandera del Ural Great? ¡No podemos aterrizar en Perm sin ella!» Un inoportuno retraso de dos horas en el vuelo impidió la reunión del equipo con la masa, aunque el incondicional grupo de aficionados que se quedaron en el aeropuerto, bastaron para hacer retumbar los cimientos del edificio con sus gritos cuando, al fin, los campeones llegaron a casa. Todos se subieron a sus coches y se dirigieron hacia la ciudad formando una columna victoriosa. Los campeones recorrieron toda la ciudad ondeando banderas y haciendo sonar cláxones y bocinas, terminando el trayecto en la Plaza Central para disfrutar del espectáculo de los fuegos artificiales. Fue algo asombroso . Algo nunca visto en una celebración deportiva en Rusia.
Un año después, sobre la base del equipo campeón, Ural Great incorporó piezas como Vasily Karasev, Ruslan Avleev, Valeri Daineko o Anthony Bowie. En la Euroliga avanzaron hasta la segunda ronda, demostrando que su lugar estaba entre los dieciséis mejores equipos del Viejo Continente. En el campeonato ruso, después de ganar la Liga Regular superaron al Spartak, Avtodor y Unics para renovar su vigente título campeones de Rusia. Esto significa que había suficientes perspectivas a escala nacional y continental para pensar en el futuro. Sin embargo, fue después de esta temporada cuando se produjeron los primeros cambios importantes. Kushchenko aceptó la oferta para encabezar al CSKA, entrando en su sustitución Pavel Lyakh.
A partir de ahí, cambió la política de selección en el club. Jóvenes jugadores fueron reclutados sin importar su procedencia: un ucraniano llamado Nikolai, hermano mayor de un tal Viktor Khryapa, un jugador formado en el Partizán de Belgrado llamado Stevan Nađfeji, el lituano Kšyštof Lavrinovič o el letón Raimonds Vaikulis, acabaron en Perm junto a gente como el australiano Chrish Anstey, el base norteamericano Eddie Shannon y el estonio Martin Muursepp. El equipo participó en la Copa ULEB, donde después de triturar en el Molot a sus rivales en primera ronda, caía en Lleida ante el Capabro en segunda ronda. En la Copa de Rusia, el nuevo CSKA liderado por Dusan Ivkovic les derrotaba en la final disputada en Ekaterimburgo, según declaró Belov porque «Shannon y Anstey, nuestros líderes, son incapaces de jugar a un nivel físicamente alto durante varios meses seguidos. Nunca hablo de los árbitros, pero hoy todos vosotros visteis lo que sucedió. Puedo quitarme el sombrero ante tan respetado rival, pero lo siento, no me quitaré los pantalones delante de nadie». Meses después, el CSKA les derrotaba por 4-1 en la final del campeonato de Rusia.
Nada más concluir la temporada, comenzaron a suceder cambios significativos en la vida del club. Homičius dejó Perm para convertirse en entrenador del Dynamo de Moscú. Dos meses después regresaría a Perm a sus funciones de asistente de Belov. Fue en ese verano de 2003 cuando el gobernador de la región de Kama, Yuri Trutnev, decidió que Ural Great estaría bajo el patrocinio de la administración regional. El primer vicegobernador Anatoly Temkin se convirtió en presidente del club. Ese año el Ural ganó por primera vez la Copa de Rusia en el Molot venciendo al CSKA en la final. En Europa se desempeñaron bien, llegando hasta la Final Four de la FIBA Europa League en Kazán, donde cayeron en semifinales ante el equipo anfitrión en el duelo ruso, pero en el campeonato ruso solo pudieron ser terceros.
Cuando al final de esa temporada, la décima en la historia del club, aparecieron las deudas, la nueva administración de la región de Perm comenzó a comprender que las consecuencias del desfase de años pasados, no podían ser buenas. Nuevas personas llegaron a la dirección del equipo. Los nuevos gerentes lograron estabilizar la situación económica del club, aunque el inicio de la temporada tuvo un comienzo dramático. Después de sufrir quince derrotas en veintiún partidos, Ural Great caía a las últimas posiciones del campeonato ruso y la Euroliga. En ese momento, la Junta Directiva del club decidió cambiar el cuerpo técnico. Belov pasó a la directiva y Homičius fue nombrado entrenador en jefe. En la temporada 2005-2006, las autoridades regionales volvieron a demostrar que no estaban de buen humor para el sentimentalismo.
La Administración de la Región de Perm transfirió el Ural Great al director general de Permregiogaz, un gran empresario local de nombre Andrey Agishev. Su primera decisión fue despedir a Olga Antonovna y designar como presidente del club a Sergey Belov. Era una época en la que el Ural llenaba las páginas centrales de los diarios rusos solo por los encabezados de noticias escandalosas. Y en ese momento crítico, emerge la figura de Serguéi Belov para ponerse al frente del equipo. No hizo como harían otros, dejar al equipo tras dos o tres meses de retrasos salariales. Belov dio un paso al frente. Creía de verdad que el Ural Great podía salvarse, estaba convencido de que el equipo que tanto quería el pueblo de Perm no podía desaparecer.
«Perm es el mejor lugar para el baloncesto. Muchos ven solo el monto del contrato, o piensan en carreteras sin asfaltar, pero yo veo algo distinto: una atmósfera especial. La unidad de los siete mil quinientos aficionados que llenan el Molot. En ningún otro lugar verán paseos por la ciudad por la noche con fuegos artificiales cuando sean campeones de Rusia. El aficionado en Perm es un optimista incorregible. En otra ciudad , se habrían alejado de nosotros hace tiempo», declaraba aquellos días Belov.
En 2007 el Ural Great avanzaba lenta, pero inexorablemente hacia su desaparición. La carrera a largo plazo sin un sólido respaldo detrás, puso al Ural-Great contra las cuerdas. El club no tenía base propia, no había presupuesto para planes a largo plazo, y su funcionamiento se limitaba al modo de supervivencia , sin perspectiva alguna en el futuro. La situación era difícil por la dejadez de la administración del Territorio de Perm hacia un equipo cuyo principal logro fue conseguir que el 1% de la población del Krai de Perm jugase al baloncesto, incluyendo torneos callejeros que reunían hasta a ocho mil personas. Hace falta mucho tiempo para construir cosas en esta vida, desafortunadamente es posible destruirlo todo de segundos. Aunque el club siguió existiendo hasta el año 2008, no fue posible salvar al Ural Great. De nada sirvieron los piquetes de hinchas en los muros de la Asamblea Legislativa, ni los llamamientos al gobernador. Para las autoridades, el Ural Great se había vuelto demasiado caro y molesto.
Y después de eso, ¿saben qué hizo Belov? Pues se quedó en Perm. No abandonó la ciudad que le había acogido como su casa. Se implicó de lleno en el desarrollo del baloncesto escolar, recordando sus años en Moscú trabajando con niños en una escuela deportiva del CSKA para deportes de equipo. Años después en Perm estuvo implicado en los orígenes de la creación de la Liga de Baloncesto Escolar, que unió a todas las regiones del país. Se dedicó al servicio del baloncesto en cuerpo y alma , sin dejar rastro y con las mismas señas de identidad que mostró toda su vida; era sumamente exigente consigo mismo y, por extensión, con todos quienes le rodeaban. Nunca toleró excusas. Solo se esforzó por ser el mejor. Su biografía puede resumirse en palabras como «primero», «campeón», «el mejor»… pero sus estudiantes en Perm lo llamaban simplemente «maestro».
Sí, echaba de menos el Palacio de Molot, los duelos épicos contra el CSKA y todos los grandes del baloncesto europeo, el júbilo de las grandes victorias, los sinsabores de la amarga derrota. Allá por el mes de abril de 2013, como en los viejos tiempos, lideró al Ural en el encuentro que significaría no solo la despedida del Ural Great Perm , sino que sería también el adiós para el propio maestro. A pesar de su grave enfermedad, llevó a su amado equipo a la cancha ese 7 de abril en el encuentro de despedida ante el Real Madrid. Cuando se encontró con los jugadores el día antes, apenas podía mantenerse en pie. Pero en cuanto se sentó en el banquillo, todo cambió: volvió a ser como antes, volvió aquel joven lleno de fortaleza y vitalidad al que el prolífico novelista ruso Vasily Aksyonov, describió a principios de los setenta de esta manera: «alguien llamado Serguéi Belov, un joven modesto con cara de marfil y con una mirada inexplicablemente triste y mansa».
Serguéi Aleksandróvich jamás fue a los médicos, no confiaba en la medicina moderna. El 3 de octubre de 2013 la leyenda partía en busca de lo desconocido. No pudo sobrevivir al tercer infarto. Fallecía un hombre que durante toda su vida luchó por ser el mejor. Se fue en silencio, dejando tras él una gran huella, un gran legado que podemos apreciar en su plenitud casi una década después.
El 5 de octubre de 2013, el Molot retrocedió diez años atrás en el tiempo. La pista de hielo se convirtió en parquet de nuevo, volvieron a verse aros, y multitudes de pérmicos desempolvaron sus bufandas con el escudo del Gran Ural para ir a ver a Serguéi Belov. Solo que, en esa ocasión, por última vez. Serguéi Panov, que voló desde Moscú para despedirse del Maestro, sollozaba mientras pronunciaba su speech de despedida: «Estoy seguro que no murió porque tenía mal el corazón, murió porque lo que estaba haciendo hoy ya no existe. Nunca olvidaré cómo viajamos desde el aeropuerto a Perm, miles de ciudadanos de Perm estuvisteis a la calle para aplaudir al equipo de Serguei Belov. Hoy haremos la misma ruta campeona , solo que en la dirección opuesta. Y ese será nuestro homenaje a Serguéi Aleksandrovich». Panov habló con tanta emoción que buena parte de la audiencia no pudo contener las lágrimas: hombres adultos, sus jóvenes alumnos, mujeres, ancianos. Todos entendieron que el Maestro estaba muerto, y que el Gran Ural ya no podía volver a ser.
Desafortunadamente, el gobernador del Territorio de Perm nunca fue a despedirse de la leyenda, pero el último presidente del Ural-Great, Andrey Agishev, lloró ante el ataúd de Serguéi Belov como si fuese un niño. Vladimir Putin tampoco se mostró indiferente ante el fatal destino de Belov: «Serguéi Aleksándrovich literalmente vivió para el baloncesto. El recuerdo de esta maravillosa persona permanecerá para siempre en los corazones de sus familiares, amigos, y sus numerosos estudiantes». En su último viaje, Serguéi Belov estuvo acompañado de aplausos mientras sonaba The Show must go on de Queen. Luego, el cuerpo del maestro fue llevado al aeropuerto por la «ruta de los campeones», haciendo el camino inverso al de una década atrás para partir en dirección a Moscú, donde sería enterrado en el cementerio de Vagankovskoe.
«Con la selección nacional, queremos jugar en Perm. Aquí trabajó Serguéi Belov durante muchos años y él fue quien creó esa mentalidad ganadora en Perm, así que es una forma de continuar con ese trabajo. Aquí la cancha siempre está llena. No deseamos jugar los encuentros de la selección nacional ni en Moscú, ni en San Petersburgo, ni en Krasnodar. Queremos jugar en Perm, porque jugando allí es como si tuviésemos seis jugadores en la pista. Normalmente jugamos con cinco, pero en Perm lo hacemos con seis», comenta Serguéi Panov, director deportivo de la Sbornaya.
Es poco probable que el actual Parma Perm, que hoy compite en la VTB United League, repita la hazaña de derrotar al aparentemente invencible CSKA. Sin embargo, la fiebre del baloncesto ha regresado a Perm. Si alguien podía hacerlo de nuevo, era la vieja guardia de Belov, la gente que estuvo con él, como Aleksandr Bashminov, actual General Manager del equipo pérmico. Cuando vean imágenes del Molot lleno hasta la bandera, no debería sorprenderles. Entre el público podrán reconocer a Svetlana Antipova, la esposa de la leyenda. Ahora ya conocen la historia. Perm se ganó su lugar de honor en los libros de historia del baloncesto siendo considerada una “outsider” en su propio país.