Futbol Opinión

El futbolista tumbado (por favor, prohíbanlo)

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Ahora, hay jugadores que se tumban en la barrera. Debería estar prohibido

Al principio no fue el Verbo. Antes fue Grecia. En todo y para todo procedemos del busto primigenio de los griegos. Pensemos si no en el físico más espléndido que podamos concebir (muchísimo antes de la tableta torácica de Cristiano Ronaldo). Intenta uno hacerse la ilusión de convertirse en apolíneo y, de inmediato, sueña con ser una escultura bellamente equilibrada, como las del santuario de Olimpia, en la confluencia de los ríos Cladeo y Alfeo.

En el fútbol, como en los juegos del antiguo Peloponeso (776 a.C.), los griegos inventaron el escorzo bello, la torsión más grácil. Por eso –y perdón por el brusquísimo viraje– recuerdo tan bien al futbolista heleno Vasili Tsartas, excelso mediocentro del Sevilla FC en la década de los 90. Tsartas forma parte de la más hermosa estatuaria del fútbol mundial. Sí, no exagero. Cada vez que se disponía a ejecutar un penalti o un tiro de falta, ponía el cuerpo en posición, mitad relajado y mitad vacilón. Manos a la cintura. La pierna izquierda un poco más adelantada (un zurdo siempre es un zurdo). El cuerpo cargado, pero a la vez desmayado con aplomo. Todo en él era galanura y, encima, lucía el guarismo del 10 a la espalda. A veces, le indicaba al árbitro con el brazo que la barrera no estaba a la distancia adecuada. Lo hacía con galante desdén, convirtiendo al árbitro en esclavo de sus deseos. Para mí casi lo de menos era el tiro y, como tantas veces, el hecho de que el balón solía entrar por donde la peliculilla de las telarañas (la escuadra, o sea).

De jóvenes, entre cervezas, los amigos solíamos imitar la postura de Vasili Tsartas. Queríamos ser como él, presumir de planta para poder ligar de tal guisa. ¿Tsartas? ¿Y a cuento de qué viene todo esto sobre Vasili Tsartas? He pensado en él, en su evocada efigie, como la antítesis de lo que ahora está de moda en el llamado fútbol moderno. Se estila últimamente la más fea postura que se haya visto nunca en la sagrada historia del balompié: la del futbolista tumbado bajo una barrera. ¿A qué se debe esta infamia? ¿Quién la ha inventado? Para tumbarse a la vista de todos –¡y con niños sensibles delante!– hay que tener estilo y prestancia. Pero ocurre que hacerlo a los pies de una barrera de jugadores, para taponar el tiro más cuco del experto rival, se me antoja un delito estético de lesa gravedad.

La alarma saltó de todas a todas en la Champions League 2021-2022. El mismísimo Lionel Messi fue conminado a tumbarse indignamente a los pies de la barrera del Paris Saint Germain. Los hechos transcurrieron en un partido contra el Manchester City. Busquen por internet las fotos del oprobio. Messi en el papel de vago e indolente Oblómov, el gandul de la novela de Goncharov. Inaudito. Todo un golpe de efecto (dramático). En una foto Neymar, como parte de la barrera, mira hacia atrás sorprendido, hacia el verde suelo, donde yace Lionel Andrés Messi Cuccittini.

Los principios del decoro en el fútbol se derrumban cuando ante el peligro de un tiro de falta enemigo vemos que un futbolista se acuesta bajo la barrera de sus compañeros, dando la espalda a la trayectoria del tiro, sin saber si el balón le va a golpear o no en la inerme nuca, en la espalda, en las piernas o en el mismísimo culo. Esta escena, cada vez más repetitiva, nos causa un trauma. Va más allá de lo dolorosamente visual. Es como si por primera vez viéramos comer soezmente al chico o a la chica de quien nos habíamos embelesado por culpa de las arterías de Cupido. Falta de urbanidad se llama esto.

Al parecer, fue el croata Marcelo Brozovic del Inter de Milan el primero –o de los primeros– que procedió a lo que luego se conoció como la postura del cocodrilo. En un partido contra el FC Barcelona en el Camp Nou, corrió a tumbarse bajo la barrera de su equipo para bloquear por sorpresa un tiro de falta ejecutado por Luis Suárez. De hecho consiguió parar la trayectoria del balón, que había salvado ya la floresta de piernas de sus compañeros. Poco después, en redes sociales, el susodicho apareció imitando dicha postura, pero disfrazado de cocodrilo.

Vasili Tsartas no se tumbaría detrás de una barrera

Cierto es que sí hay una diferencia entre el acto espontáneo de Brozovic y el que luego se ha prodigado con la moda de las tumbadas sobre el césped. Como digo, el croata corrió a tumbarse casi al momento en el que Luis Suárez golpeó el balón. Por eso nos resulta indeciblemente traumático ver cómo un jugador, sea del montón o sea Messi, se toma hoy por hoy su tiempo y su ceremonial para acostarse sobre el verde, atendiendo incluso, bien que aturdido y confuso, a las indicaciones de su portero y del resto de compañeros en la barrera. Aparte del lance por parte de Brozovic, esta infame práctica parece ser originaria de Brasil. Algunos entrenadores cariocas dijeron basta a las pillerías de los grandes tiradores de faltas, expertos en aprovechar que las barreras contrarias, en un acto reflejo, saltaban hacia arriba justo en el momento del tiro. El balón conseguía salvar el inútil muro para agravio del portero. De modo que el llamado ‘jogo bonito’ en Brasil nos tenía reservada esta desagradable práctica.

En el Mundial de Qatar se han visto estas escenas de la infamia. La FIFA debiera prohibirlas para prevenir catástrofes conductuales en niños alevines de todo el mundo. De no hacerlo, seguirá perseverando en la corrupción por otras vías alternas a los clásicos sobornos y tejemanejes. Aparte, como el fútbol cada vez se convierte más en otra variante de la geopolítica, la mismísima ONU debiera intervenir en caso de pasividad culposa por parte de la FIFA del inefable Infantino.

Hay que decir no a esta práctica. Que el reglamento arbitral y estatutario acerca de la ética y la estética del fútbol lo prohíba de una vez. Escribo estas líneas en la antesala de la final del Mundial de Qatar. ¿Y si viéramos a Messi o a Mbappé acostados a los pies de una barrera? Entran escalofríos de solo pensarlo. En ese caso, nos gustaría ser un espontáneo que saltara al césped para salvar al planeta fútbol de semejante infamia.

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