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Las normas sagradas de la pachanga

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Todo el mundo sabe que existen unas normas no escritas de la pachanga que deben conocerse. Tras muchos años en las canchas, me veo en la obligación de ponerlas negro sobre blanco ante el estupor que me produce la gran cantidad de pseudojugadores que no se atienen a ellas. Obviamente, solo son aplicables al fútbol 7 –fútbol de juguete– y al fútbol sala, porque las pachangas de fútbol 11 no existen o son residuales (si alguien es capaz de reunir a 22 jugadores para jugar en un campo de 100 metros y que nadie se rompa nada, es ya un nivel superior).

Por lo pronto, cabe recordar que en una pachanga, aunque sea de fútbol 7, se debe jugar con fuera de juego donde marca la línea. Si juegas una pachanga en la que se juega sin fuera de juego, ni siquiera puede calificarse como pachanga: estás en el submundo del fútbol, hermano. Ni siquiera es el mismo juego, es una cosa semiorganizada con una pelota: como si dices paella y haces arroz con cosas. Después de mi pachanga de los sábados, hay unos abuelitos que juegan en el campo ocho contra ocho sin fuera de juego y da entre ternura y penita. Sobre todo penita cuando ves a alguno joven que se cuela en ese partido para meter doce chicharros y luego irse a casa a presumir de pichichi con su novia. Tampoco vale jugar ocho contra ocho en un campo de fútbol 7: sí, sabemos que algunas administraciones consideran que esos campos son de fútbol 8, pero no; esos campos están hechos para jugar siete contra siete con fuera de juego.

Hecha esta introducción y eliminados los lectores que creían jugar una pachanga cuando no es así, podemos adentrarnos en el ritual de la misma. Una pachanga digna se juega sin cambios. Si pensáis que el ritmo es muy alto probad a grabaros en vídeo y veréis que lo que creíais trepidante es una competición de caracoles. Es más, os daréis cuenta de que nunca hay corriendo más de dos personas al mismo tiempo: el que tiene el balón y el que le cubre. Tienes tiempo de sobra para recuperarte mientras juegas y has venido a TU partido de la semana: a descansar a la oficina. Odiamos a los cuñados que te explican una derrota en la pachanga con: «Es que ellos eran dos cambios”. “Primo, en una pachanga de mierda no pierdes porque los otros tengan dos cambios, pierdes porque tu equipo, muy probablemente, no da tres pases seguidos». Nadie parece detenerse en lo complejo que es que los jugadores de tu equipo cumplan con su cometido posicional en una pachanga: por lo tanto, es PEOR tener cambios porque si tienes a algún paquetoide… ¡¡solo falta que lo vayas moviendo por todo el campo!! Es como pringar algo de mierda y tratar de limpiarla restregándola. Se esparce y hay más mierda, ¿verdad?

Una pachanga seria tiene porteros. Lo siento. Yo no voy a pachangas sin porteros. Me niego a entrar en debates estilo: «Me rompí la mano haciéndome una paja cuando tenía trece años y no puedo ponerme de portero». O la tan socorrida: «Es que es mejor que no me ponga porque de verdad soy muy malo». Pero, ¿qué te crees? ¿Que te está chutando Hulk? Como no queremos tener esas conversaciones ni ver a lerdos dejándose goles para salir de la portería, tienes que encontrar un guardameta. Hay que ser un fino estratega para convencer a uno, pero si lo logras, aplícate esto: el portero NUNCA PAGA y hay que invitarlo a almorzar. Si no tiene muchos amigos, es la víctima perfecta. Hazle creer que estáis todos muy unidos y finge programar alguna cena de equipo (aunque luego nunca la celebres). Consejo: busca entre tus amigos y jugadores más prescindibles un posible portero. Donde menos te lo esperes, ¡alguien puede encontrar su nuevo papel en la vida y en el equipo! Alaba sus paradas, sus reflejos, su mejoría, haz un bote en el equipo y cómprale los guantes más molones. Debes cuidar a la joya del equipo a base de halagos y detalles, pero eso sí, no olvides introducir de forma subliminal conceptos del juego como la inconveniencia de sacar en largo. Cuídale, pero que tampoco se emocione.

Por otro lado, en cierta manera es una descortesía que utilicen a tu portero para otras pachangas. La escasez es tal, que en cuanto traigas un nuevo y flamante guardameta a tu partido, los del equipo rival tratarán de hacerse con su teléfono para utilizarle para otras pachangas y competiciones. Protégelo de esos acosadores. ¿A que si eres del Barça no te hacía ni puta gracia cuando Messi se iba con su selección y volvía lesionado? Pues esto igual. El portero lo has encontrado o creado tú y no vas cediéndolo ni mercadeando con él. Es propiedad del equipo.

Otra cosa. Los balones… ¡hay que hincharlos! Vamos a ver, que estés arrastrándote por los terrenos de juego con los cuarenta ya cumplidos no significa que lo puedas hacer de cualquier manera. No puedes ir por la vida jugando partidos con balones fofos. «¡Joder, ese no que está muy duro!» Esa frase sería digna de expulsión del equipo. ¿Tú crees que al fútbol se juega con una pelota de playa? El balón, cuando le pegas, tiene que salir como un puto misil, cosa que no ocurre si no tiene presión. A llorar, a la llorería.

Acuerda vetos de jugadores con el equipo rival. Claro que sí. Por supuesto, no se trata de impedir que el rival traiga a alguien «demasiado bueno». Está feo cargarte gente porque tú y tu equipo seáis un drama: pero sí hay que evitar a los intensitos. Es decir, es lícito vetar jugadores que no entienden que esto no es fútbol, sino una pachanga. Toda persona nueva que haga una entrada dura y se defienda diciendo: «Esto es fútbol ¿eh?» A su casa. En el fútbol te pagan por jugar, aquí pagas tú por jugar, zoquete. Por tanto, no queremos gente que trata de romperte una pierna porque vas a meter gol como si fuera la Champions, o que decide bajarte cuando recibes de espaldas para que no te des la vuelta. ¡Si ya no estoy en un club ni compito es precisamente para que me dejes jugar en paz, mamón! Por cierto, tampoco nos gustan los jugadores-comentaristas. Vale que en el fútbol se habla, pero no quiero a Manolo Lama comentándome todas las jugadas, colega. Y hablando de vetos, ¿tías en la pachanga? Requetesí. Si alguna se te ofrece, prueba, es muy posible que suban el nivel de tu equipo.

Normas de cortesía. Si invitas a un amigo tuyo a última hora porque te falta uno, debes ser educado. Pregúntale dónde quiere jugar y ponlo ahí, aunque seas tú el sacrificado. Si tenéis un cambio, la regla general indica que el invitado se ofrecerá para ir a la banca de inicio. No le dejes, quédate tú fuera para que se integre. Si tú eres el llamado a participar como invitado, sé discreto: juega donde te digan, cumple con tu cometido, no mates a nadie y no hables más de la cuenta. De esa manera, podrás regresar si te apetece a esa pachanga o ¡robar jugadores que te gusten para la tuya!

Normas de funcionamiento. Obviamente, en la pachanga no hay árbitros. En tu equipo y en el rival, siempre habrá tocacojones: debes saber ceder y también reclamar de forma equilibrada y justa, pues de lo contrario se puede entrar en una espiral de incomodidad que quizá derive en violencia. Quien hace la falta debe pitarla: ¡no seáis todos tan cabrones, que todos sabemos si hemos hecho falta o no! Si alguien dice haber sufrido una falta tuya y no opinas lo mismo, dale la pelota y asegúrate de ganar el partido de la forma más humillante posible. (Tampoco lo celebres colgándote del larguero ni en plan Tardelli, que lo he visto hacer y me parece del todo inadecuado).

Un tema. Lo que no es admisible es que el portero o un central se dedique a pitar faltas, saques de banda o fueras de juego en la otra área cuando son los más alejados de la jugada. Esa peña, que se meta su opinión por el culo. Por otro lado, si hay faltas dudosas o están muy lejos de la portería, la regla general indica que se saca rápido hacia atrás y así se reanuda el juego. Sé que te apetece chutar de empeine desde veinticinco metros, pero hazte la pregunta que le hizo una vez Maradona a Simeone: «Cholo, ¿alguna vez hiciste gol desde ahí?» Pues eso. No me apetece nada formar una barrera y llevarme un pelotazo a las 9 de la mañana de un sábado de diciembre porque tú hayas imaginado no sé qué.

¡Ah! Peña, no pitéis manos. Salvo que alguien chute, vaya a ser gol y alguien la corte con la mano (feísimo gesto) no os pongáis a pitar penaltis y faltas al borde del área porque a alguien le ha rozado o la ha tocado sin querer. En serio, es que es de ser muy rabioso y mala persona.

Normas de juego. Busca tu faro, tu guía. Acéptalo. En la vida hay jerarquías. No hay que ser Einstein para ver quién sabe jugar en tu equipo. Posiblemente sea un tipo que ha cometido muchos pecados en su vida y trata de redimirse haciendo felices a los demás para no ir al infierno. Confía en mi, bro, pásasela a ese y que organice el tema. Tú a correr y a disfrutar. Meterás goles, asistirás, te irás a casa con una sonrisa de oreja a oreja y cuando veas a tu mujer e hijos sabrás que tus family points han estado bien invertidos. No nos gusta llegar a casa y sonreír después de que nos hayan pateado el culo. Piénsalo cada vez que creas que puedes hacer una doble bicicleta y tirártela larga por la banda. Pisa el balón, levanta la cabeza, pásasela al que sabe, corre esa banda sin la pelota y el que sabe te la hará llegar blanda como una magdalena para que hasta una caja como tú pueda controlar y marcar. ¡Qué felicidad! ¡Hoy follas, prim!

Cuestiones organizativas. Siempre hay una pobre persona que se encarga de montar el equipo, buscar al portero, reservar el campo, recoger el dinero… no le toques los cojones. Si esa persona ves que no paga o a veces trae a un amigo suyo que no te gusta, no te pongas en plan uña. Creéme, tú no quieres organizar eso, solo quieres apuntarte y jugar.

Por último, no hagas mala sangre. Lo pasado en la pachanga termina en cuanto cruzas la puerta del vestuario. Si has tenido un problema con los tuyos o los otros, arréglalo antes de la ducha. Así, el agua sobre la cabeza limpiara tu culpa y podrás almorzar tranquilo. Hasta el próximo sábado.

13 Comments

  1. Pondría un comentario, pero Jotdown censura los comentarios que no le gustan.

  2. Sí, campeón, sí. Una pachanga es, y solo es, como tú nos enseñas que es. El resto somos pseudo jugadores de mentira si no es con tus absurdas normas.

    Lo que hay que leer, por Dios. El ilustrísimo real presidente de la federación de pachangas de España, ponte la medalla ya.

  3. Grande!
    Negro sobre blanco los casi 20 años de pachangas que llevamos…
    Estoy tardando en pasarlo. Gracias, me he reído mucho.

  4. Por estos lares sudamericanos le decimos «pichanga»

  5. Buenísimo. 20 años jugando pachangas no se pueden resumir mejor

  6. Pingback: Los chupones... ¿nacen o se hacen?

  7. Un artículo para disfrutar leyéndolo…igual que una pachanga

  8. Pingback: Soy muy malo jugando al fútbol (Manual de autoayuda)

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