Opinión

El deporte ya avisó de lo que pasaría en la política

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Ana Peleteiro es víctima de insultos racistas en la cargada política española
Ana Peleteiro (Foto: Teledeporte)

Victoria aplastante de la ultraderecha en Francia, en Austria, en Italia, segunda fuerza más votada en Alemania, y tercera en España con la irrupción además de un nuevo partido liderado por Alvise Pérez, un agitador, un influencer, especialista en bulos y fake news que ahora gozará de inmunidad parlamentaria para seguir expandiendo el odio. Él fue quien difundió un vídeo de las jugadoras de la selección femenina de fútbol con la intención de desacreditar a Jenni Hermoso.

Rubiales, como  agradecimiento al aliado, al amiguete, le concedió una entrevista cuando ya no era presidente de la RFEF para defenderse de lo que calificaba como una venganza por parte de las jugadoras. Alvise Pérez es solo un ejemplo más de cómo el mundo del deporte ya nos llevaba avisando desde hace tiempo de lo que podía pasar en la política.

El deporte ha emitido numerosas señales que advertían del auge de la derecha radical en toda Europa. Más que un espejo de la sociedad, ha servido como un caldo de cultivo en la que la ultraderecha chapoteaba tan ricamente. La misoginia que han tenido que soportar -y que aún sufren las campeonas del mundo- los insultos, amenazas, el descrédito permanente a las que están sometidas las futbolistas que reclaman mejorar sus condiciones profesionales o elevar el nivel de la Liga F con inversiones, son continuas en las redes sociales que tan bien saben manejar, utilizar, los neofascistas para propagar sus ideas. Pero no van solo a por ellas.

La atleta Ana Peleteiro, campeona de España de triple salto, bronce en los últimos Juegos Olímpicos, volvió a denunciar hace dos día la oleada de insultos racistas que había recibido después de publicar una imagen vistiendo la equipación oficial de España para los Juegos de París. «Desde ayer, que empecé a crear contenido con la ropa de mi país, España, estoy recibiendo innumerables comentarios racistas en las redes sociales. Me da mucha rabia e impotencia, pero sobre todo pena, que a día de hoy sigan existiendo este tipo de personas; que además se sigan permitiendo estos comentarios en las redes sociales, sin ningún tipo de represalia».

Peleteiro anunciaba además que dejaba las redes sociales por un tiempo y terminaba con un claro mensaje: «Votemos el domingo». Desde Roma, donde este mismo domingo se ha proclamado de nuevo campeona de Europa, se enteró de los resultados de las elecciones europeas. Los que la insultan han subido como la espuma.

La homofobia es otro excelente indicador. En LaLiga, oficialmente, no hay ningún futbolista homosexual. El único que decidió atreverse a salir del armario públicamente fue Jakub Jankto, que pertenecía al Getafe pero en el momento de anunciarlo jugaba en la República Checa. Aitor Ruibal y Borja Iglesias denunciaron a través de sus perfiles en redes sociales haber recibido insultos homófobos por sus atuendos en una boda a la que asistieron en Sevilla en junio del año pasado. Su «pecado» fue llevar un bolso.

En Alemania se rumoreaba que el 17 de mayo, en el Día Internacional contra la Homofobia,  varios jugadores anunciarían en bloque su homosexualidad tras una convocatoria con gran calado mediático… No fue así y no resulta muy difícil adivinar los motivos por los que se callaron después de ver que la ultraderecha se ha convertido este domingo en la segunda fuerza por delante de los socialdemócratas.

Víctor Gutiérrez, exwaterpolista, diputado por Madrid en el Congreso y secretario LGTBI del PSOE publicó en su cuenta de X: «Finalmente NO se ha producido la salida del armario en bloque por parte de varios futbolistas de la Bundesliga alemana. Los jugadores han dado marcha atrás en las últimas horas. Tristemente, no me sorprende. Entiendo su miedo a exponerse a ser juzgados e insultados cada fin de semana en los estadios de fútbol. Ese ‘salto al vacío’ asusta mucho».

Espero que iniciativas como esta se sigan trabajando, con apoyo de federación y clubes, y que hoy estemos un poco más cerca que ayer de que los futbolistas puedan vivir con normalidad su orientación sexual».

En Francia ha sido tan apabullante la victoria de Le Pen consiguiendo más de un tercio de los votos (34%) que Macron salió a anunciar que disolvía la Asamblea Nacional y ha convocado elecciones legislativas. Hace dos días, en este mismo espacio, Marta García explicaba que «siete de cada diez personas evitaban mostrar signos de su orientación sexual públicamente en su vida cotidiana para evitar que les pongan en el punto de mira de actuaciones violentas» y que la organización de la Ligue 1 francesa, la LFP, decidió en la última jornada incluir un arcoíris en la equipación de los futbolistas para concienciar sobre el problema de la homofobia, pero finalmente quedó reducida a un parche en la camiseta y a los banderines del córner.

También en Francia, los ultras de varios equipos son célebres desde hace años por organizar y protagonizar violentos episodios ante la pasividad de los clubes, que los toleran y los temen a partes iguales.

Disputar un Mundial de fútbol en Qatar, donde se prohibió a los jugadores que lucieran brazaletes arcoiris y anunciar otro en Arabia Saudí, que se pasa por el forro los derechos humanos, son ejemplos perfectos de sportwashing.

El fútbol se ha plegado ante el dinero y se ha prestado a lavar la imagen de países con regímenes autoritarios. Los valores, en definitiva, que en teoría forman parte del mundo del deporte, hace ya rato que mostraban síntomas muy preocupantes siendo fagocitados por comunidades misóginas, racistas y homófobas, ultras de extrema derecha que encuentran cobijo y una comunidad en la que arroparse y que no han encontrado el rechazo unánime de una sociedad que los miraba y trataba con condescendencia sin enterarse, sin quererse enterar, de que ellos también votan.

2 Comentarios

  1. Asi es, tal cual… triste realidad! Y lo peor es el comportamiento de los Nadal y cia…

  2. Yo, como LGTBI, certifico la clara homofobia que hay.

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