A la vuelta de cuartos de la Liga de Campeones el Madrid llegó con dos goles de ventaja y el Chelsea con tres derrotas consecutivas. Valdano dijo en la previa de Movistar que «el Chelsea parece haber caído por un precipicio, pero tiene muy buenos jugadores», toda vez que Lampard reconoció tras su tercera derrota doméstica que no están donde quieren estar, «pero rotos es demasiado».
En efecto, el Chelsea es ese grupo de buenos jugadores cerca de romperse porque tiene un problema principal e irresoluble: la escasa complementariedad de la plantilla. El débil estado anímico sólo es la cola que morder.
De cara al partido, a la ausencia de Aubameyang, su único goleador, al no estar inscrito en Champions, se le unió la de Koulibaly por lesión y Childwell, sancionado, para enfrentarse a un Madrid que es todo «talento, ética de trabajo, habilidades de liderazgo y empuje. Jugadores especiales (…) Modric, Kross, Benzema y otros», en palabras del propio Lampard.
Si tras gastar casi 600 millones en fichajes para remendar el equipo, Boedhly contrató a Lampard como una suerte de cábala que revelase los más ocultos misterios entre una plantilla descompensada y la consecución de buenos resultados, este era el momento a demostrarse. Pero fútbol y esoterismo no se llevan bien: los partidos suelen ganarlos los mejores equipos. Algo del todo racional.
De nuevo aparece Carvajal
Por parte del Madrid, Ancelotti repitió la alineación y estructura de la ida. Con la única ausencia del lesionado Mendy, el italiano encontró el once de gala en la goleada al Barça del 5 de abril y no ha dudado de él en los partidos importantes. Una alineación donde caben todos los grandes futbolistas de un equipo que atesora características distintas y complementarias en cada uno de sus puntos.
De abajo arriba, en la zona central Militao se mantiene a nivel de mejor del mundo. Los tres zagueros restantes no destacan actualmente por su eficacia defensiva con metros a sus espaldas, pero la contundencia y capacidad de corrección de Militao suele ser suficiente para sostener el bloque adelantado. Asimismo, su potencia de salto permite al equipo ser fiable ante ataques directos con delanteros corpulentos y, en ayuda de Courtois, igualmente a la hora de replegarse. En el partido, Militao ganó todos sus duelos aéreos y despejó ocho balones, más que el resto de centrales que jugaron. Por su parte, Alaba fue elegido como acompañante porque ofrece jerarquía con balón para activar el pase medio o superar líneas en conducción, su mejor virtud, aunque esta vez no fue determinante. Así como Militao volvió a demostrarse impecable, Alaba fue sustituido en el descanso por Rudiger, puesto que con solo 45 minutos de eliminatoria había que potenciar la calidad netamente defensiva.
En los laterales del Madrid estuvieron las claves del partido, y Carvajal fue decisivo en la eliminatoria. El madrileño es un jugador de vocación ofensiva que permite sorprender por el carril derecho, desocupado pertinentemente con la movilidad de Rodrygo. La capacidad interpretativa del internacional español es mayúscula, como demostró en el primer gol del Bernabéu influyendo por dentro. En tres ocasiones, Stamford Bridge pudo ver de cerca cómo Carvajal es capaz también de asociarse en corto para generar peligro. En el minuto 19, una asistencia para Rodrygo dentro del área acabó en chut al poste izquierdo; a la media hora, otra en profundidad sobre Modric supuso una ocasión que repelió Kepa; diez minutos después, Carvajal apareció por dentro para triangular profundo con Modric, quien asistió a un Vinicius que no la empujó por centímetros.
Pero para que la sorpresa por la derecha suceda, el Madrid se piensa desde el talento relacional en la izquierda. Es algo conceptual juntarse acá con la capacidad combinativa de Camavinga, Kroos, Modric, Benzema y el auxilio de Rodrygo para, una vez aclarado el otro perfil con la basculación rival, finalizar allá con la irrupción potente de Valverde o el propio Carvajal. Esta iniciación de juego por la izquierda la previó Lampard y ahí estuvieron las escasas opciones del Chelsea.
Morder a Camavinga
El Chelsea necesitaba ganar pero Lampard dispuso la misma estructura con tres centrales que usó en la ida. Además, el ingreso de Gallagher en lugar de Sterling supuso el cuarto mediocampista de partida que no tuvo la semana pasada. Fue un 5-3-1-1 solo en apariencia.
A primera vista, formar con un solo delantero indica un equipo poco ofensivo, sin embargo, fue todo lo contrario. El nivel y las particularidades del Madrid no permitían desvestir el centro del campo ni la zaga. Eso leyó Lampard e imaginó otra situación, acertadamente. Los blues establecieron mayor ofensividad desde la acumulación de efectivos en el centro del campo, no menos de seis, la altura y el mecanismo de presiones.
En fase defensiva, el quebradero de los rivales del Madrid es frenar a Vinicius. Atrás, confeccionar una zaga de cinco hombres facilitaba a priori la superioridad numérica sobre el extremo en fase de repliegue. Esto no fue necesario en muchos tramos del partido, puesto que el Chelsea consiguió defender hacia delante cuando aún estuvo vivo. Mientras, aún en relación a Vinicius, en fase ofensiva se produjo la proyección del carrilero James, lo que conllevaba la temeridad de desatender al brasileño. El Chelsea pudo solventarla con el emparejamiento del central derecho, Fofana, y la vigilancia del central timón para posibles coberturas en los regates del genial diestro. Así, entre un Fofana que lo encimaba y un Silva que lo vigilaba, frenaron a Vinicius todo lo que se le puede frenar.
Por otra parte, restando efectivos en el medio puede asegurarse que el Chelsea no olería el balón, además de hacer la presión intermedia menos eficiente. Para conseguir iniciar el juego, la inclusión de Gallagher en el enganche izquierdo liberó a Kovacic, quien se retrasaba para acompañar a Enzo. Con ambos fluyendo alrededor de Modric, el Chelsea logró dar pie a varias jugadas que se precipitaban, desde Kanté o el propio Gallagher hacia las bandas, una vez en la mitad rival. Se aprovechaban así las cualidades de todos ellos, además del juego de cara de un Havertz que se ofrecía por dentro para buscar el tercer hombre y asaltar luego el área, única manera de que un futbolista de su corte pueda influir ante grandes zagueros. Havertz dispuso de una asistencia y un chut iniciada la segunda mitad, ambas con asociación previa.
La fase presionante fue la apuesta primordial de Lampard. El Chelsea alternó entre bloque medio y alto. Para conseguirla, se sumó la ubicación de James como mediocampista derecho. Sabedor de los riesgos y la falta de madurez en la toma de decisiones que aún muestra el joven Camavinga, Lampard dispuso que entre Kanté y James asfixiaran al francés en la salida de balón. Varias veces estuvieron cerca del conseguir su cometido, pero Camavinga estuvo preciso; una vez Kroos interpretó la situación, la capacidad combinada de sus compañeros fue suficiente.
No obstante, por la banda derecha del ataque llegaron las mejores ocasiones del Chelsea, con James como estilete. Una recuperación de balón supuso la primera ocasión clara del Chelsea en el minuto 10, cuando la asistencia del internacional inglés desde la derecha acabó en un chut de Kanté que rozó el poste izquierdo. Y en el 45, otra asistencia de James, que esta vez esperaba abierto en posicional, fue desbaratada magistralmente por Courtois para evitar el 1-0 de Cucurella.
El Madrid fue justo clasificado
Sin embargo, tamaño riesgo ofensivo trajo el 0-1 del Madrid en el minuto 57. Con el Chelsea volcado, la recuperación blanca cogió a Cucurella entre dos aguas y el balón llegó a su espalda. Rodrygo asistió primero y Vinicius le devolvió el pase de la muerte, con los zagueros a la desesperada, para que marcara.
Controlando los tiempos como solo el Madrid sabe, adoptó mayor repliegue. Lampard hizo entonces un triple cambio, en el minuto 67. Con el ingreso de Félix, Mudryk y Sterling, todos con capacidad de desborde, la estructura pasó a 4–3-3. Pero el equipo, desanimado y fuera de plan, se descosió. Ancelotti introdujo a Tchouaméni por Benzema. Una larga combinación que movió al Chelsea de un lado a otro supuso el 0-2 en el minuto 80, obra otra vez de Rodrygo, llegando desde atrás.
El Chelsea no estuvo cerca de conseguirlo, pero todo tuvo su porqué y el equipo funcionó. Esto es suficiente para sentirse orgulloso. El Chelsea no remontó porque en fútbol las razones no suelen ser suficientes si son limitadas. Y el Madrid, un equipo redondo y sublime, es mejor equipo que el Chelsea, siendo justo semifinalista.