Doy por hecho que habrá quien no me crea, que piense que exagero, pero aseguro que después de la goleada del Real Madrid en el Camp Nou en la semifinal de Copa escuché a aficionados azulgrana inquietos por la repercusión que pudiera tener en LaLiga, incluso se habló de ello en tertulias de medios de comunicación. Forma parte del talante culé ponerse siempre en lo peor porque si aciertan, ya lo habían anunciado y si yerran, pues ese alegrón que se llevan, así que sí, había a quien 12 puntos no le parecía una distancia suficiente como para dormir tranquilo y temían un arreón blanco ganándolo todo de aquí a final de temporada. Antes de que el Barça reciba este lunes al Girona el suspense que algunos se montaron en su coco se desveló como lo que era: una paranoia. El Madrid cayó el sábado en su estadio frente al Villarreal y colorín, colorado, que esta Liga se ha sanseacabado.
El equipo de Ancelotti se dejó los tres puntos porque fue peor y porque Samu Chukwueze se lució con dos goles -el segundo desde fuera del área espectacular- y una asistencia. También porque el Madrid ya no está centrado en LaLiga y al vestuario los 12 puntos ya les parecían una distancia insalvable como para poner toda la atención en un partido de entreguerras; después del Barça y antes de recibir al Chelsea en los cuartos de final de la Champions. A diferencia de los culés, apostaría algo a que los aficionados blancos no vinculan de ninguna manera la derrota ante el Villarreal ni la victoria en el Camp Nou con lo que suceda el próximo miércoles. Sonar la musiquilla épica del himno mientras los voluntarios sacuden la lona gigante con forma de balón en el centro del campo y que cambie la energía es todo uno. Si acaso, se teme que la vuelta no sea en el Santiago Bernabéu, un escenario donde lo imposible sucede y como muestra reciente ahí está lo ocurrido la temporada pasada con el PSG, el Chelsea y el City.
La eliminatoria contra el Chelsea es lo único que ocupa ahora la mente de los blancos, que no se fían del mal momento del rival que culminó con el cambio de Lampard por Graham Potter como técnico del equipo y que no sirvió para ganar al Wolves con lo que continúa en la decimoprimera posición de la Premier, a nada menos que a 34 puntos de distancia del Arsenal y muy alejado de los puestos europeos. En teoría el favorito es el Madrid, pero la Champions no atiende a lógicas ni a supuestos, sino a quién es el mejor en el día, el lugar y la hora estipulados. Y de eso sabe mucho, muchísimo el Madrid. De ahí la cautela y que Ancelotti hiciera descansar a Modric, Kroos o retirara del terreno de juego a Benzema al minuto 60’ ante el Villarreal en un partido que ya no contaba para los blancos y que pasará a la historia por el puñetazo que le dio Fede Valverde a Álex Baena una vez acabado el partido en el parking y con testigos.
Las versiones sobre el motivo de la agresión difieren; según el entorno de Valverde todo venía del encuentro de Copa de enero en el que Baena le espetó: «Llora ahora que tu hijo no va a nacer». El jugador del Villarreal lo niega y este domingo por la tarde denunció al madridista en una comisaría. Ellos sabrán cuál es la verdad, pero lo único que por el momento es innegable es la agresión y sería recomendable no justificarla desde ninguna tribuna pública.
Mientras, el conjunto blanco debería preocuparse también en mirar por el retrovisor, porque con la victoria del Atlético en Vallecas los de Simeone se sitúan a solo dos puntos en la tabla después de tirar por el retrete la primera vuelta. El acecho del vecino de la capital resultará un gran incentivo para que el Madrid no se deje llevar por la corriente en el campeonato nacional mientras se ensimisma con la gloria europea y la final de la Copa del Rey.
El Barça, a lo suyo
Con el Madrid autodescartándose, al Barça le espera un camino sin baches ni sustos hasta sumar matemáticamente los puntos necesarios para proclamarse oficialmente campeón. El sopapo copero ha dejado herida y lo que queda se hará largo porque es simplemente una cuenta atrás de un título que ya está ganado, pero el mérito de los azulgrana es enorme y sus estadísticas primorosas. Xavi, en la previa del partido de hoy ante el Girona, se remitió una y otra vez en sus respuestas a la prensa a lo mucho que valoraba Laporta, la directiva, el equipo y él la Liga, lo satisfechos que se sienten y los parabienes que merecen, pero una final de Copa dejando atrás encima al Real Madrid les hubiera venido de perlas para la autoestima y como parapeto provisional del caso Negreira.
Se supone que esta semana Joan Laporta dará por fin explicaciones sobre por qué y para qué pagó al vicepresidente del Comité Técnico de los Árbitros. Se sospecha que -salvo a los fanáticos- no convencerán. Lleva preparando la intervención casi dos meses y es previsible que apunte a Tebas, ooootra vez, y a la campaña del mundo mundial para desprestigiar a la institución en general y a él en particular, pero justificar los pagos a Negreira será peliagudo. Eso si al final lo hace. Porque con Laporta, todo es posible.
No hubo crónica de Gemma tras el 0-4; raro, ¿no creen?
Quizá ese día no había ningún juicio moral, ningún veredicto que hacer desde el pedestal en el que se encuentra Gemma, oh loada y loable Gemma, superior a todo y a todos.
Tus crónicas son el espejo de la decadencia del periodismo deportivo, ora chiricirco, ora jucios de valor; en este caso lo segundo, un batiburrillo de frases condescendientes que apestan a superioridad moral y dejan claro que usted nunca ha amado ni comprendido este bello deporte.
El Madrid como pez en el agua en su competición. Lo de Valverde no es nada, se ha sacado de quicio un puñetazo. Creo que ha hecho más la prensa hinchando el golpe. Lo del Barça y Negreira parece que es peor que pagar a los árbitros, parece que se pagaba para desviar hacia ellos mismo el dinero. Si es así, debería dimitir hasta el que cuida el césped.