En su Preámbulo, la Carta Olímpica atribuye al historiador francés Pierre de Coubertin la fundación de los Juegos Olímpicos modernos, celebrados por primera vez en Atenas en 1896. A iniciativa suya, el Congreso Internacional Atlético de París se reunió en junio de 1894, quedando constituido el Comité Olímpico Internacional ese mismo mes. Catorce años más tarde se aprobaba el Annuaire du Comité International Olympique, conocido desde 1978 como Carta Olímpica, en el que se recogen los principios fundamentales y valores esenciales del olimpismo, los estatutos del COI y las normas que rigen la organización, la acción y el funcionamiento del movimiento olímpico, incluyendo las condiciones bajo las que se deben celebrar los juegos.
Se distingue en la Carta entre deportes, disciplinas y pruebas, englobando los primeros a las segundas y estas a las terceras. Por ejemplo, dentro de la natación nos encontramos con la disciplina de natación sincronizada, una de cuyas pruebas es la competición por equipos. Para que un deporte, una disciplina o una prueba puedan ser incluidos en el programa de los Juegos Olímpicos deben cumplir a priori una serie de requisitos, como por ejemplo haber adoptado el código mundial antidopaje. Entre estas condiciones se encuentra la exigencia de que los deportes y las disciplinas sean «ampliamente practicados en un mínimo de setenta y cinco países y cuatro continentes por hombres y en un mínimo de cuarenta países y tres continentes por mujeres». En el caso de las pruebas, estas deben haber figurado «por lo menos dos veces en campeonatos del mundo o continentales» y además tienen que practicarse «en un mínimo de cincuenta países y tres continentes por hombres y en un mínimo de treinta y cinco países y tres continentes por mujeres».
Y esa es precisamente la razón por la cual muchos de los mejores deportes, disciplinas y pruebas históricos han desaparecido de los Juegos. Porque somos tan zoquetes que, como nos sucede con los bufés libres, creemos que cantidad es sinónimo de calidad. Así fue como el rugby, que es sin duda uno de los deportes más nobles, distinguidos y delicados del panorama deportivo mundial, dejó de ser olímpico en 1924 porque solo se jugaba en tres países. Algo similar a lo que le ocurrió al golf, que abandonó los Juegos en el año 1904 y no ha regresado hasta Río 2016. Los deportes —vamos a llamarlos así para abreviar— que han sido apartados del programa olímpico a lo largo de la historia han sido muchos, pero entre todos ellos hay doce que debieron haber sido indultados. Por su belleza. Por su espíritu olímpico. Por su significación sociocultural. El COI nos ha privado de tesoros como el roque o el tiro al pichón y debería convertirse en nuestra meta como seres humanos intentar recuperarlos.
Soga-tira
El juego de tirar de la cuerda, tan típico de colegios y campamentos, fue uno de los deportes más aplaudidos de los inicios del olimpismo moderno. Se integró en el programa en el año 1900, en los Juegos de París, y permaneció en él durante seis Olimpiadas, hasta 1920, incluyendo los Juegos intercalados de 1906.
Las reglas eran complejísimas. Cada equipo, formado por ocho hombres, se colocaba a un extremo de la cuerda y tiraba de ella hasta que conseguía desplazar al otro seis pies. Si esto no se producía, los jueces concedían un tiempo extra de cinco minutos y nombraban vencedor al equipo que más hubiese desplazado a su rival en ese plazo. Para que luego hablen del béisbol.
Inglaterra, con dos oros y una plata, es el país con más éxitos en la historia del soga-tira olímpico. Su equipo utilizaba una técnica imbatible que consistía en estar formado por ocho aguerridos miembros del cuerpo de policía de Londres con zapatos muy pesados. Semejante destreza no está al alcance de cualquiera.
Tiro al pichón
Cómo no. Qué tendrían de olímpicos unos juegos si no se disparase a cosas. Y si estas cosas son animales vivos, pues muchísimo mejor. El tiro al pichón solo fue admitido como deporte en los Juegos de París del año 1900. El belga León de Lunden logró el oro abatiendo veintiuna aves. La plata fue para el francés Maurice Fauré, con veinte pichones derribados. Y el bronce para el australiano Donald MacIntosh, con dieciocho. En total se mataron trescientos pájaros, lo que convirtió la prueba en un escenario lleno de cadáveres, sangre y plumas. Olimpismo puro y duro.
Natación con obstáculos
La natación no es un deporte sencillo. Para empezar, si lo haces mal, te hundes y te ahogas. No es como el atletismo o el fútbol, donde como mucho te caes al suelo y te das un buen golpe. No. Aquí está en juego tu propia vida. Como no sepas mover las manos y las piernas, por ejemplo, tienes muchas probabilidades de terminar en el fondo.
Pero supongo que esta disciplina surgió por el mismo motivo por el que hay gente que se aburre de su coche y le pone un alerón. Alguien creyó que si la natación no era lo bastante entretenida, con unos obstáculos se solucionaba el problema.
La natación con obstáculos solo se disputó en el año 1900. La prueba se realizó en el río Sena y los participantes bucearon bajo los barcos, se arrastraron sobre su cubierta y se subieron a un poste. ¿Cuánto habrían tardado en recorrer aquel tramo de río sin hacer todas esas gilipolleces? Nunca lo sabremos.
Natación sincronizada individual
Pero, vamos a ver, si es individual, ¿con qué o quién se sincroniza el que está en el agua haciendo aspavientos? ¿Con un amigo que está en la grada? ¿Con un pokemon? Según sus defensores —y los hay en la actualidad: esta disciplina formó parte del programa olímpico de Los Ángeles 1984, Seúl 1988 y Barcelona 1992—, el nadador se sincroniza con la música. Bueno, ¡es que solo faltaría! Si además de ser una persona sola la que está moviendo brazos y piernas en el agua, lo hace a contratiempo, es para lanzarle tomates. En cualquier caso, arrítmico o no, yo siempre pensaría que es un tipo que se ha lanzado al agua, no sabe nadar y se ha quedado en el medio de la piscina braceando como un loco para pedir auxilio.
Duelo de pistolas
En una encuesta realizada en Australia justo antes de la celebración de los Juegos de Sidney, el 32% de los consultados se posicionó a favor del regreso del duelo de pistolas al programa olímpico. Y lo extraño es que no fuese un 100%. Quién no querría ver a dos hombres espalda con espalda, echando a andar hacia su destino, contenido en una bala.
Sin embargo, el duelo de pistolas, que solo se celebró en los Juegos de 1906, consistía en realidad en disparar desde una distancia de veinte o treinta metros a un maniquí con levita. Es decir, mucha denominación asombrosa pero, en la práctica, muy poca chicha. Eso ni es un duelo ni es nada. Es como pedir que te lleven a ver un combate de boxeo y terminar en uno de WWF. No me extraña que solo durase unos Juegos.
Trepar la cuerda
Se celebró entre los Juegos de 1906 y 1932, hasta que poco a poco fue dejando de ser un deporte olímpico para convertirse en una prueba de la clase de educación física de cualquier instituto norteamericano.
Consistía en trepar por una cuerda y llegar arriba en el menor tiempo posible usando solo los brazos y las piernas. De ahí que la victoria en los Juegos de 1904 del estadounidense George Eyser, quien tenía una pierna de madera, llamase tanto la atención. Por un lado estaba en desventaja física con sus rivales. Por otro, era mucho más ligero. A los jueces no les importó. Se llevó la medalla de oro.
Malabarismo con mazas
De ser un deporte olímpico en 1904 y 1932 a convertirse en una curiosa forma de llamar la atención delante de los coches en los semáforos.
Es significativo cómo han evolucionado estas disciplinas. El malabarismo con mazas fue progresando con otros deportes circenses hasta derivar en la gimnasia rítmica. Hoy en día estos deportistas suelen explicar que, a diferencia de futbolistas o tenistas, cuando termina su carrera deportiva no tienen una gran estabilidad económica. Exactamente igual que en 1932. George Roth se llevó el oro en malabarismo con mazas en aquellos Juegos. Cuando recibió la medalla, se fue a su casa haciendo autostop.
Salto de altura sin impulso
Formó parte del programa olímpico durante cinco Juegos, entre 1900 y 1912, incluyendo los intercalados de 1906 en Atenas. No había mucha diferencia con el salto de altura actual. Sencillamente, en lugar de coger carrerilla antes de saltar, se hacía desde una posición estática. Ray Ewry ganó tres veces la medalla de oro y fue récord mundial con un salto de 1,65 metros en los Juegos de 1900 en París. Extrañamente, durante su niñez pasó mucho tiempo en una silla de ruedas debido a la polio. Como años más tarde diría la madre de Forrest Gump, la vida es como una caja de bombones, nunca sabes qué te va a tocar.
Tiro al ciervo
Más disparos. Sin embargo, como ocurría con el duelo de pistolas y a diferencia del tiro al pichón, en esta disciplina no se acribillaban animales. Se utilizaban unas figuras de plástico con forma de ciervo a las que se les pintaba una diana en el cuello para que no hubiese duda de que, aun no pudiendo usar ciervos reales, la intención sanguinaria estaba ahí. Fue deporte olímpico entre 1908 y 1924, regresando en los Juegos de 1952 y 1956. Después se dieron cuenta de que dejando la diana y quitando al ciervo la cosa tenía el mismo flow.
Motonáutica
O sea, carreras de lanchas motoras. Carreras de lanchas motoras a través del Támesis en los Juegos Olímpicos de Londres de 1908. Después de la Primera Guerra Mundial, el COI decidió que los deportes a motor no tenían cabida en el olimpismo, por lo que en el medallero de la motonáutica permanecen intactos desde entonces los nombres de los ingleses Thomas Thornycroft, Bernard Redwood y John Field-Richard y del francés Émile Thubron. Y no parece que eso vaya a cambiar a corto plazo.
Zambullida de distancia
Mi favorito. No alcanzo a comprender por qué no regresa al programa olímpico este deporte aunque no cumpla las condiciones. Se practica en todas las piscinas municipales del mundo. Y en las no municipales, también. Eso debería ser más que suficiente.
Consiste en saltar de cabeza a la piscina. Lo de toda la vida, vamos. El buceador se tira, coloca los brazos hacia delante, y gana el que más distancia recorra sin mover un solo músculo debajo del agua durante sesenta segundos. O bien hasta que salga a respirar. Potencia física y técnica no requerirá demasiada, pero no me negarán que es divertidísimo.
Solo formó parte del programa olímpico en 1904 y el oro se lo llevó Estados Unidos. Conviene remarcar que solo participó Estados Unidos.
Sóftbol
El COI, sabiendo lo mucho que la humanidad lo demandaba, nos hizo un regalo en 1996 incluyendo el sóftbol en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Lo mantuvo en Sidney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008, lo retiró en Londres 2012 y ahora nos dice que lo reintegrará de nuevo en el programa en Tokio 2020. Por favor, señores del Comité Olímpico Internacional, no nos hagan sufrir más. No jueguen con nuestros sentimientos. Pueden ustedes marearnos con el tenis, con el fútbol, incluso con los 100 metros lisos. Supriman el atletismo si quieren o el waterpolo, pero no nos toquen el sóftbol. He leído que están considerando convertir los bolos en un deporte olímpico. Me parece muy bien. Hagan el idiota todo lo que quieran. Pero dejen el sóftbol en paz, se lo ruego. Que es sagrado.
Son doce deportes que todos querríamos ver en los juegos. Hay muchos más que en su día fueron olímpicos, como la pelota vasca, el ciclismo en tándem, el salto de longitud a caballo, el cricket, el croquet o el roque —que, aunque parezca mentira, no son lo mismo—, pero al menos estos doce deberían ser considerados de nuevo por el COI. Aunque solo sea por volver a ver mil pichones sobre el cielo de alguna ciudad y observar cómo la mitad caen a plomo escopetazo a escopetazo. Honestamente, yo no sabría decir qué es el olimpismo, pero juraría que consiste exactamente en eso.
Tendrían que poner otro deporte muy británico: el balconing
«Ahora nos dice que lo reintegrará de nuevo en el programa en Tokio 2020». Huy, un refritito de verano que nos han colado los chavales de JotDown.