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Chema de Lucas: «No quiero que el baloncesto sea un deporte futbolizado, pero envidio el fenómeno tertulia»

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Chema de Lucas

Chema de Lucas (Guadalajara, 1985) es un personaje muy querido en el periodismo baloncestístico. Muy personaje también, claro. Ahora ha publicado un libro «suyísimo» llamado Subiendo el balón (editorial Libros.com) en la que, a través de las numerosísimas noticias que ha adelantado estos años en distintas plataformas, cuenta también su vida.

Decía José María García que no creía en las primicias, que creía en el trabajo. Mentira piadosísima del «pope», uno de los grandes obsesos del periodismo contemporáneo (quizás no tan contemporáneo ya) en dar una noticia antes que la competencia, casi al precio que sea. Legendario es ahora todo eso que entonces se calló porque era imposible ir contra el jefe de las ondas: o me lo filtras o atente a las consecuencias. Qué distinto es el «método De Lucas», más centrado en darle la brasa a las fuentes y tratarlas con amabilidad y cercanía. Lo que se llama “cuidarlas”. El resultado está en un libro que alucina por lo minucioso. Charlamos con él en modo promo.

¿Qué te empuja a publicar el libro?

Sinceramente, nunca pensé escribir un libro. Era el tiempo de pandemia, y nos lanzamos a hacer 2contra1, un canal de YouTube con Ignacio Ojeda y Rodrigo Flandez. Fue este último el que me dijo algo como: «Todo el mundo escribe libros y tú, ¿no has pensado en hacerlo?».

Ahí me empezó a rondar la idea de hacerlo. En paralelo fue Libros.com la que se puso en contacto conmigo, concretamente Iván, y me lo sugirió y nos pusimos manos a la obra. Lo difícil fue recordar tanto, menos mal que Elon Musk me dejó recuperar el historial de Twitter, ahora X, sino habría sido imposible.

Es vía crowdfounding, ¿no?

Sí, cuando me llegó ese contacto de la editorial me dijeron cómo funcionaban ellos. Me gusta ser honesto y no miré ni hablé con nadie más. Me pareció buena idea: si salía adelante era porque la gente quería leerlo. Si no cumplíamos los requisitos del crowfunding pues es que a la gente no le apetecía leer mi intrahistoria. Salió adelante y por eso el libro es una realidad.

¿Qué destacas de lo que has conseguido plasmar?

Lo primero, que es un libro que refleja una trayectoria profesional en paralelo a una de vida, de cómo los sueños de un chaval que primero sólo jugaba al baloncesto, fuera de las grandes urbes, consiguen cumplirse y dedicarse profesionalmente al deporte.

Después, que no es un compendio de noticias, pero sí creo que era el momento por el protagonismo que tienen en nuestro baloncesto algunos de los nombres propios que aparecen en el libro. Sí he tratado de trasladar no sólo situaciones y lugares donde puede surgir la noticia sino la sensación de darla, el miedo al error, la incertidumbre… y demostrar que en este tipo de periodismo de baloncesto hay mucho de investigación y poco de filtración. Encajar piezas y picar piedra básicamente.

¿Cuentas muchos secretos?

Más que secretos, que sí, alguno que otro hay, creo que sí cuento intrahistorias, anécdotas, y cómo funciona este mundo entre bambalinas. Y eso es lo que va a sorprender al lector medio.

Y te callas algunos…

Sobre todo me callo muchas fuentes porque, evidentemente, no puedo revelarlas. Aunque sé que leyendo el libro muchas de ellas se sentirán identificadas y sabrán reconocerse. Me siento un afortunado en este sentido. No sé por qué algunas de ellas me han escogido a mí o han confiado en mí porque, realmente, poco les he podido ofrecer a cambio.

¿Qué es lo más importante para tener tantas fuentes?

La honestidad. Creo que ir de frente es clave. Demostrar que tienes un criterio, que no eres un vendido y que, con tus errores y aciertos, tienes una identidad propia. También creo que generacionalmente muchas de ellas están en una horquilla de edad que empezaron desde abajo como yo cuando yo lo hice. Y eso ayuda. Por poner un ejemplo, entrenadores ACB como Vidorreta o Fisac yo les he visto dirigir en LEB-2, ahora LEB Plata, o a Splitter, al que ahora se le retira la camiseta en Baskonia, le vi debutar en nuestro país con 17 años.

¿El mundo del periodismo baloncestístico es muy competitivo?

Las redes sociales han hecho más competitivo el periodismo de cualquier tipo, el baloncestístico también. Sobre todo porque, con esa democratización (cualquiera, entendido en el buen sentido, puede dar noticias) hace que sea un arma muy potente para recabar información o para disparar bulos.

Además, el periodismo de baloncesto creo que es muy globalizado, date cuenta que un equipo puede fichar un jugador norteamericano que cuente que se va a España en una radio local o periódico de Estados Unidos. Eso lo hace más competitivo aún. Esas sinergias entre clubes de procedencia-destino, entre continentes… incluso, sin ir tan lejos, con la afinidad de los medios locales, de cercanía, con los clubes. Es algo natural. Pero a mí siempre me ha gustado la competencia y la competitividad, lo que llevo peor es lo de las citas.

¿Con qué te quedas de cada etapa? Solobasket, dos en Gigantes, Eurohoops, Movistar+…

De Solobasket con la posibilidad de conocer tanta gente de lugares tan dispares que formábamos una auténtica familia y de muchas horas de desvelo en las que me cuestionaba si de verdad iba a poder dedicarme a esto o estaba perdiendo el tiempo.

De Gigantes, una mili o un master en la que el baloncesto dejaba de ser un hobbie o afición a un trabajo con una gran responsabilidad y del esfuerzo inmenso de trabajar en los cierres del mensual de papel.

De Eurohoops, una situación muy intensa pero corta en el tiempo, con un win-win para las dos partes que acabó de ser el espaldarazo en el mercado europeo.

De Movistar+, la adrenalina del directo y de ser capaz de demostrar que el informador también puede salir de su encasillamiento y ser analista, y del agradecimiento a la gente que ha apostado por mí tanto en las transmisiones como en formatos de plató que nunca soñé que podría hacerlo.

¿Te gusta que te comparen con Woj a nivel nacional?

Me gusta en el sentido de que creo que valoramos poco el trabajo que hay detrás para adelantar una noticia o una primicia. Y creo que los clubes y las competiciones aún no son conscientes de nuestro papel. Este trabajo no es fastidiar un anuncio oficial. Este trabajo se basa en generar expectativas, conversación y hype. Siempre digo que a nuestro deporte, a nuestro baloncesto especialmente europeo, le falta más salseo.

No quiero que el baloncesto sea un deporte futbolizado no, pero me da envidia sana el fenómeno de tertulia y de sacar más punta a situaciones que se dan. Creo que eso engrandecería al basket y que haría que se hable más de él: a veces tengo la sensación que acaba una jornada y hasta la siguiente parece que nos olvidamos de que existe.

¿A quiénes consideras referentes?

Trabajar con César Nanclares, al que yo envidiaba por esas primicias que me levantaba, o a Quique Peinado, al que yo leía cada semana en Gigantes y luego en Marca, fueron dos referentes importantes si a lo que primicias nos referimos.

Si hablamos de comentar en televisión, creo que tanto Daimiel como Maldini son referentes como analistas demostrando que no tienes por qué haber sido jugador o entrenador para ser capaz de transmitir. Y así lo demuestran otros como Andrés Monje.

¿Cómo fue la experiencia trabajando para Scariolo en la Virtus?

Si algo he echado de menos desde que salí de Guadalajara es pisar parquet. Soy más de personas que de pantallas aunque me comunique a través de ellas. Por eso, poder volver a trabajar en un club a la vez de inesperado fue gratificante. Sergio es una sorpresa continúa. Su capacidad de trabajo es increíble y así son los desafíos que te propone. Nunca te aburres.

Mi papel era primero ayudar a la confección de la plantilla, algo que he hecho durante tres temporadas y con el gran desafío de arranque de la presión de devolver al club de la Euroliga a un año vista ganando la Eurocup; estar preparado para cualquier contingencia surgida en el día a día en modo de altas y bajas y luego echar una mano en situaciones deportivas del día a nivel de enfrentamientos y rivales. Y luego, lo deportivo se juntó con lo emocional de aquel primer recuerdo baloncestístico europeo claro de la primera Final de la Euroliga ganada por la Virtus.

¿Qué te ves haciendo en el futuro?

Baloncesto. Creo que no soy una persona que busque perpetuarse haciendo una cosa dentro del basket, que sabe cuando tiene que pasar página, cerrar ciclo y abrir otro nuevo. Esperar al proyecto ideal ya sea deportivo o periodístico, que me motive de verdad.

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