En la última semana hemos visto llorar públicamente a Vinicius denunciando el racismo, detenerse un Getafe-Sevilla por los gritos racistas -«mono»- hacia Acuña y xenófobos -«gitano»- hacia Quique Sánchez Flores y se ha suspendido un partido, el Sestao-Rayo Majadahonda, por los gritos racistas provenientes de una grada al portero senegalés Cheikh Sarr que respondió increpando a un aficionado, al árbitro, fue expulsado y al que le pueden caer ahora un mínimo de cuatro partidos de sanción y un máximo de ocho. Al mismo tiempo también hemos visto, escuchado y leído las diferentes reacciones a los hechos.
Y si, según como afirman muchos, no somos un país racista, hay que convenir que desde luego tenemos una gran tolerancia hacia las actitudes y comportamientos racistas que deberíamos revisar ya. Cuanto antes. Urge.
¿Ejemplos? Sobre Vinicius, más de lo mismo: el foco en su comportamiento y no en lo que denuncia. Al parecer los cánticos llamándole mono, los gritos y gestos racistas, el muñeco colgado de un puente de la M-30, no le legitiman lo suficiente para denunciar el racismo porque él no es un deportista ejemplar, modélico, no cae bien.
Señores blancos, blanquísimos, le han dado lecciones desde espacios donde apenas hay personas racializadas, en entornos mayoritariamiente blancos, sobre cómo debe de actuar recomendándole, sobre todo, que se calle, el silencio.
Ese silencio sobre el que Audre Lorde advirtió que no le protegerá; ni a él ni al resto de personas oprimidas que no se ajustan ni someten a un sistema, una estructura, que se revuelve negando la mayor y ofendiéndose una barbaridad cada vez que se le señalan las grietas por las que se les cuela el racismo, la xenofobia, la misoginia, el machismo o la homofobia que hacen la vida tan difícil a otras tantas personas que no ocupan puestos de mando en instituciones, gobiernos, consejos de administración, federaciones deportivas y/o medios de comunicación de forma tan mayoritaria como los hombres, blancos y heterosexuales.
Vinicius no es un negro ideal según sus estándares, no es calladito ni sumiso y monta pollos día sí y día también con los rivales y los árbitros, así que no les sirve como ejemplo por mucho mono que le canten. Periodistas, escritores, opinadores, políticos, incluso filántropos y distinguidos activistas según sus propia definición sobre sí mismos -ejem-, se atreven a aconsejar a Vinicius que cierre el pico y deje de dar la calda desde sus tribunas de privilegio blanco que jamás se han cuestionado porque les debe sonar a Ku Klux Clan y esto ya lo tienen superado, hombre.
¿Más? Iglesias Villanueva detuvo el juego en la segunda mitad del Getafe-Sevilla debido a los insultos racistas hacia Acuña, insultos que el árbitro recogió en el acta del partido tales como: «Acuña eres un mono» y «Acuña vienes del mono».
¿Y cuál ha sido la reacción del Getafe? Silencio. Este domingo la cuenta oficial del club en la red X -antes conocida como Twitter- publicó once tuits -incluyendo uno sobre que a las dos de la madrugada serían las tres- y ninguno, cero, sobre lo sucedido en su estadio y que está recogido en el acta arbitral. En la página web del club tampoco hay ni rastro. Lo sucedido no se merece ni siquiera un comunicado lamentando o condenando los hechos. Nada.
¿Más? Venga. El partido Sestao-Rayo Majadahonda fue suspendido después de que el equipo madrileño se negara a seguir jugando porque a su portero, Cheikh Sarr, le gritaron insultos racistas desde la grada. Él se encaró con un aficionado y posteriormente con el árbitro, que lo recogió en el acta. El Sestao calificó de «percance» en un primer momento lo sucedido en las redes sociales y posteriormente emitió un comunicado.
Eso sí, su presidente, Ángel Castro afirmó más tarde: «No ha habido ningún cántico a coro de la afición del River. Ellos juran que de ahí no ha salido nunca un grito racista. Seguro que el jugador lo está pasando mal, pero los gritos están por demostrar».
Mientras, el presidente de la Federación Vizcaína de fútbol, Iñaki Gómez Mardones, también puso en tela de juicio que hubiese insultos racistas en declaraciones a El Correo: «Lo pongo en duda porque jamás he escuchado insultos racistas en Las Llanas. A mí estos incidentes me parecen muy tristes que se puedan dar en un campo de fútbol, yo soy un asiduo a esa instalación y jamás he escuchado ningún insulto racista hacia ningún jugador ni hacia nadie, por eso me extraña sobremanera».
Es decir, que como ellos, desde el palco, a metros de distancia, no los han escuchado, dudan de la palabra de Sarr, que les tenía justo detrás y su posterior reacción es vaya usted a saber por qué, una mala noche quizás, un cruce de cables, porque ellos no han oído nada y hasta que no se lo demuestren con luces, sonidos e imágenes en alta definición eligen no creer al jugador negro que los denuncia.
Si no somos un país racista, de verdad que últimamente lo parecemos un montón, pero habrá que estar todos muy atentos a la próxima vez que Vinicius salte al campo para ver si saluda al utillero o se comporta exactamente como se supone que debe hacerlo una víctima del racismo. Y si no, a por él otra vez. A ver si así aprende y se calla.
Habrá que decir algo sobre la responsabilidad que han tenido la mayoría de los colegas de Gemma Herrero en la prensa deportiva en esta situación, los de la bancada antimadridista. Porque ellos son los que comenzaron excusando el racismo contra Vini «porque él también provoca», «porque el Madrid es el equipo del franquismo y no puede dar lecciones», por esto y lo otro.
Recordemos que antes de Vinicius ya hubo algún incidente racista con jugadores negros de otros equipos y éstos sí provocaron una condena unánime, sin debates sobre el comportamiento del jugador. No muy en alto porque, en general, la forma de gestionar los problemas en la Liga de Tebas siempre ha sido barrerlos bajo la alfombra, pero sí se condenaba sin matices. Hasta que ha sido un jugador del Madrid el que ha salido respondón.
Da la impresión de que gran parte de los colegas de Gemma Herrero, puestos a elegir entre apoyar a un jugador negro del Madrid y excusar el racismo, han preferido hacer lo segundo, y eso han estado haciendo durante el último par de años. Estos días hemos visto el resultado.
La propia Gemma Herrero, sin ir más lejos, aunque ahora se rasgue las vestiduras, tiene su cuota de responsabilidad. No hay más que mirar sus primeros artículos sobre el tema.
La base de todo este asunto es que para muchos asistentes a los estadios la entrada o el abono da derecho a insultar a los jugadores. La variedad de insultos va desde el Ronaldo maricón, a mono para Vinicius , pasando por el hijo de p… o «Fulano (quién sea) muérete». Siempre entendí a Eric Cantona cuando pateó al tipo que le insultaba desde la grada.
Puedo «aceptar» el insulto a un deportista relativo a su juego: que malo eres, vete a jugar a regional, etc.. pero el resto no.