Mientras Luis Rubiales sigue en la República Dominicana haciendo negocios de resorts de lujo y pidiendo paciencia a la jueza que instruye el «caso Supercopa» a la que ha dejado indicaciones de dónde están las llaves de su casa para que no le tiren la puerta y la FIFA se lleva las manos a la cabeza después de que la RFEF fuera registrada -no vaya a ser que su imagen se vea empañada después de celebrar mundiales de fútbol en países como Rusia y Qatar con el escándalo de los sobornos y compra de votos y voluntades-, hay quien se pregunta dándose fuerte golpes en el pecho si este es el fútbol y la Federación que merecemos.
Al parecer, se acaban de caer del guindo ahora y ni siquiera el hecho de que Pedro Rocha, mano derecha de Rubiales, siga actuando como si no pasara nada y estuviera presente en Londres en el amistoso de la selección española masculina es motivo suficiente para que el Gobierno actúe y meta mano en una casa que es privada, pero que representa al Estado y lleva el nombre de Real justo antes de Federación.
Lo tienen todo tan bien montado desde hace años que es complicado moverles de la silla para que dejen de meter las zarpas y hagan y deshagan a su antojo con su sistema clientelar y feudal, sus favores, sus negocios, sus comidas, sus viajes, sus despachos de abogados, sus pelotas, sus normas y sus votos.
Ese sistema tóxico que señalaron las jugadoras a las que se calificó de chantajistas y caprichosas en los mismos medios de comunicación que alababan la gestión y modernización de Rubiales, que hasta le ponían como ejemplo y que incluso compraron el discurso del mandamás del pueblo llano cuando aseguraba que se llevaba la Supercopa a Arabia Saudí «por el bien de las mujeres», ese, esos.
Qué cuquis aquellos publirreportajes no tan lejanos sobre la apertura del régimen saudí al mundo y lo mucho y bien que íbamos a ayudarles a ser más democráticos, más libres, menos rancios y por supuestísimo menos autoritarios. No se notaba nada, pero nada de nada, vamos, la lavada de cara. Eran todos así de ingenuos y bienpensados. Una panda de angelitos.
La única pregunta que se me ocurre es qué más tiene que pasar para que la RFEF deje de ser un cortijo de señoros con la derivada de cuánto hay que esperar exactamente. Por hacernos a la idea y armarnos de paciencia, que no hemos venido al mundo a sufrir y ya sabemos que no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista, pero que esta peli nos empieza a resultar pelín larga y el cupo de vergüenza ajena hace rato que se ha desbordado.
A ver, céntrense, que la final de la Copa del Rey está a la vuelta de la esquina y si nadie lo remedia Rocha estará en el palco en el mismo estadio en el que se está investigando a su ex jefe y amigote por chanchullos, que si nadie lo remedia a este paso terminará presentándose a las elecciones y siendo elegido, verás. Que de verdad, ya está bien, ¿no?
Cuando un presidente, de la federación que sea, se presenta a la reelección siempre gana. Bueno, creo que una vez hubo uno que perdió, aunque no estoy del todo seguro. O todos los presidentes de federación son maravillosos, o hay algún problema con el sistema de elección. En el caso de jurgol hay decenas de miles de jugadores, miles de entrenadores, clubes y árbitros, pero al presidente lo eligen entre 140 personas, el cortijo está garantizado. Vale que hace 50 años había que usar ese sistema asambleario, pero estamos en el siglo XXI, se puede hacer una votación directa (con voto ponderado si se quiere) perfectamente. Es como lo de la FIFA, en la votación que decidió el mundial en Qatar participaron 23 personas, necesitabas «convencer» a 12. Cada voto valía, literalmente, miles de millones.