Si alguien es capaz de entender a este Barça, por favor que me lo explique. Salió a San Mamés después del empate del Madrid en Valencia y de la derrota del Girona ante el Mallorca. Es decir, que salió sabiendo que si ganaba podía enchufarse al campeonato acercándose a seis puntos de los blancos.
Ernesto Valverde, con la final de Copa en el bolsillo, hizo nada menos que siete cambios y parecía una ocasión única de meter presión al líder y colocarse segundos en la tabla, pero la última imagen del partido, con 0-0 en el marcador, fue la de los jugadores azulgrana pasándose el balón en horizontal en el centro del campo esperando a que el árbitro pitara el final. Increíble, pero cierto.
¿Otro dato? En toda la segunda mitad el Barça no disparó ni una sola vez a puerta. La total ausencia de ambición, de nervio, de alma, maridó perfectamente con un juego ramplón, impreciso, mediocre. Y como guinda encima se lesionaron De Jong y Pedri; el primero se hizo daño de nuevo en el tobillo derecho, el segundo otra vez en el cuádriceps y a la espera de pruebas los dos pintan mal. Con la baja de Gavi para lo que resta de temporada, el centro del campo culé se queda en cueros, tiritando, con Gündogan como único superviviente, a nueve días de jugarse el pase a cuartos en la Champions frente al Nápoles. Mal asunto.
La tan esperada reacción del equipo al anuncio del adiós en diferido de Xavi no se vio por ningún lado en Bilbao y esta vez el técnico no tiró de excusas y admitió el fiasco. «No hemos estado al nivel que requería el partido. Es una oportunidad perdida en cuanto a juego y sensaciones. Hemos fallado», declaró.
Lo peor no fue el resultado, sino el bajón anímico, la depre, la frustración, después de comprobar una vez más que no se puede contar con este Barça, que no dan más de sí, que lamentablemente esto es lo que hay.
Los que soñaron con una posible remontada después de ver flaquear y perder los nervios al Madrid en Mestalla, se han vuelto a despertar de golpe y un día después ya ni siquiera parece tan importante lo de Gil Manzano.
El árbitro se metió él solito en un lío tremendo, otorgó munición a los conspiranoicos y carnaza a Real Madrid TV para seguir haciendo el ridículo, pero los de Ancelotti pueden dormir tranquilos porque en LaLiga nadie por ahora supone una amenaza y de seguir así el título terminará cayendo como fruta madura tarde o temprano.
El Atlético, el único de los de arriba que sumó los tres puntos tras ganar al Betis (2-1), está a nada menos que a 11 puntos de distancia, el Girona a siete, el Barça a ocho, así que más les valdría a los blancos centrarse en lo suyo en lugar de en los árbitros. Se ahorrarán energía y disgustos innecesarios.
La culpa del gol anulado la tendrá el Real Madrid
Como todo el mundo sabe, Gil Manzano es madridista. Confabulado con el propio club, pitó lo que pitó el sábado para dinamitar la credibilidad de los árbitros, dar carnaza a Real Madrid TV para seguir haciendo el ridículo, favorecer al RM y adulterar todavía más la competición a favor del club blanco.
Es incomprensible como este articulito, más propio, por su parcialidad proculé, del diario Sport o de El Mundo Deportivo, tenga cabida en este medio.
JDS: batallitas, refritos y culés biliosas como Gemma Herrero.
Estáis acostumbrados a los artículos de dirección única de la prensa deportiva y claro, os ponen una redacción objetiva y os explota la cabeza.
Un artículo muy bien escrito donde nos deja a los del Barcelona donde estamos de verdad ( un pozo sin fondo) y a los del Madrid les pide que dejen de llorar que ya cansan. Felicidades por el artículo.
Hombre habrá derecho a señalar la realidad, no? Porque el hombre el otro día se esforzó a tope. Primero pita una penalti que solo ve él. Luego el VAR le corrige, no amonesta a Duro que parecía que le habían disparado desde la grada (no hay nada que de más asco en un campo que un payaso que se revuelca sin motivo) y no le habían tocado. Y luego pita el final, a dictado del mismo Duro, con el balón por el aire.
En lo que tienes razón es en que su esfuerzo cae en saco roto porque no estáis para nada.
Se te ha olvidado comentar la amarilla que perdonó en el minuto 30 a Vinicius por pegar una patada por detrás a Pepelu sin posibilidad de jugar el balón. Y esa junto con la otra que sí que vio supon roja por lo que no fue expulsado. Eso sí, ha mejorado ya que el año pasado por dos agresiones solo vio una roja y luego el comité se la quitó.
También se te olvida comentar que alargó la primera parte un minuto por cada gol, dos por lo de Gayá y otro para que el Madrid marcará. Y luego alargó otro minuto pero finalizó la primera parte cuando Sergi Canós tenia la pelota en el área del Madrid.
Del resto, nada que objetar si eres un ultra madridista sin capacidad de crítica o análisis. Eso sí, el resto del mundo vimos como el árbitro indicó claramente que el partido se acababa con la jugada del corner. Y así lo hizo.
Ya. Con Vinicius tenéis una obsesión muy chula. Pero vais mejorando y este año y comparado con el akelarre racista del año pasado la cosa ha bajado bastante los decibelios.
El hecho es que el árbitro iba a pitar, o eso dice, al sacar el córner pero luego se lo pensó con el rechace (que nunca se sabe) y acaba pitando cuando el balón va por el aire y termina con el balón dentro.
Y nadie lo entiende. Bueno sí. Los fanáticos antimadridistas . Aunque hay que entender que no hay tratamiento y sufrís lo vuestro.
Es curioso que digas que te dan asco los jugadores que se tiran y revuelcan sin motivo y sin embargo idolatres a Vinicius que es un piscinero histroiónico. Piscinireo y además agresivo. Como digo, el año pasado golpe en la cara a Duro después de intentar pegarle una patada por la espalda a un jugador del Valencia que estaba en el suelo. Este año patada por detrás a Pepelu en el minuto 30 que el árbitro no pita ni falta. Y al final del partido en medio de todo el lío empujon a Sergi Canós sin venir a cuento.
Un buen jugador (tampoco tanto como él se cree, que el otro día metió dos goles pero una cantada suya permitió al Valencia meter el primero) pero un asco de persona además de un mal profesional que agrede a compañeros de profesión y deja a su equipo en inferioridad más veces de las que debería.