Hay futbolistas desconocidos que para detectar su verdadero nivel necesitas verlos jugar no menos de veinte partidos en detalle. Pongamos como ejemplo a Güler, quien goza del beneplácito general desde que llegó hace más de un año porque se le ven maneras, aunque aún no haya tenido impacto real en un Madrid que necesita centrocampistas de su perfil. Y hay otros que juegan cinco minutos y te sobran cuatro para saber que su calidad está a la altura del equipo al que representa. Dentro de estos, Endrick es de los que va para crack.
Endrick juega las migajas de los partidos porque no es un futbolista contrastado y está en el Real Madrid. Es delantero centro y compite con los dos mejores y más reputados delanteros del mundo. Ancelotti sabe que retirar a Vinicius o a Mbappé antes de tiempo para ingresar a Endrick es causar malestar en las vedetes, entonces el equipo se resentirá, y uno no llega a estar entre los mejores técnicos de todos los tiempos desaprovechando a los grandes futbolistas de su época, sino apañándoselas para todo lo contrario.
Aun así Endrick es capaz de, a base de migajas, elaborarte un menú. Si al centrocampista se le pide unir, el delantero vive de definir. Endrick no ha jugado más de un cuarto de hora en lo que va de temporada y golazo ante el Valladolid y golazo ante el Stuttgart. Nada de empujarla y que le llamen oportunista. Uno inventándoselo en una baldosa y con su pierna mala, otro conduciendo y con la propina de no pasársela a los desmarcados Vinicius y Mbappé.
Para marcar época en el Madrid entre los mil ingredientes necesarios está lo de que no se te caiga la personalidad en el campo, tengas la edad que tengas. Lo demostraron Raúl o Vinicius y ahora Endrick va derecho a ello. Mientras Güler puede preguntarle a Ødegaard si en el Madrid el tiempo espera a la calidad.
Dijo Ancelotti que «Endrick es muy efectivo, con un golpeo muy fuerte y muy rápido. Tiene el don de la efectividad», tras el partido ante el Stuttgart. «Y en esa jugada tuvo huevos», añadió. Los halagos siempre son bienvenidos, pero el brasileño parece gritarle, a modo de contestación: «¡Ey, aquí estoy, míster, aquí!», al menos en el entretiempo, desde las profundidades del banquillo.
Hablemos de Vallejo y la zaga
Perder al breve Alaba por lesión eterna y luego perder al eterno Nacho por el dineral saudita resulta dramático para el Madrid. Que en lugar de Nacho se haya quedado Vallejo es anecdótico, habida cuenta de que no va a jugar ni medio minuto serio, como cualquiera que conozca a Ancelotti sabe y se demostró en la primera fecha Champions. Ancelotti no es uno de los mejores técnicos de la historia por asumir riesgos extremos como el de poner a un central sin el mínimo nivel exigible en un partido de verdad, sino por buscar otras soluciones a tales problemáticas.
Esta vez, la solución pasó por mover a Carvajal. Militao salió tocado del duelo contra la Real y por precaución fue suplente ante el Stuttgart. Entonces, con Carvajal de central, el agujero estuvo en la derecha, donde entró Lucas Vázquez. Cuando la confección de plantilla es deficiente salen goteras cada poco y en cada techo. Lucas cumple cuando el central de ese sector es de máximo nivel, pero si junto a él tiene que jugar Carvajal la cosa no se sostiene.
De igual modo, Carvajal como central tiene en sí mismo inconvenientes naturales. Van más allá de su estatura. Una de las potencias de Carvajal es su excelente interpretación posicional de las jugadas ofensivas. No es un futbolista que atienda a la táctica de manera ortodoxa, sino que aparece en lugares imprevisibles para recibir el balón y así poder aprovecharlo.
Algunos lo llaman inteligencia. Jugando de central, este tipo de movimientos son más delicados, ya que un fallo del pasador desguarnece el área propia de manera incorregible. Lucas duró media parte ante el Stuttgart porque Carvajal escaló en dos ocasiones para enmendar una salida de juego errática, movimientos que el lateral no supo leer correctamente, fallando dos pases cortos que sólo el desorbitado nivel de Courtois evitó que acabaran en gol.
Así las cosas, si faltan Militao o Rüdiger el problema del Madrid será mayúsculo porque, según corroboran las estadísticas, es un equipo que por lógica juega y va a jugar muy replegado. Y que también juega mal.
Hablemos del Vinicius-Mbappé
El Madrid jugó mal contra el Stuttgart. No controló el partido un solo momento y recibió numerosas ocasiones de un equipo muy inferior en calidad individual, toda vez que se llevó la victoria por fallos concretos de un defensor y el portero rivales. Todo eso en el Bernabéu.
Llevamos una década diciendo que el Madrid no juega a nada, pero eso es falso. Lo decimos porque sabemos de fútbol lo justo y porque desde «el impacto Guardiola» llamamos jugar mal a todo lo que no sea presionar intensivo y acaparar la posesión. Pero el Madrid derrotó varias veces al City, al Bayern y al resto de mejores equipos de Europa precisamente por su riqueza futbolística, superior a la de los demás y que no atiende a modas. Porque a ratos te ganaba con el balón y, otros, sin él.
Por aprovechar así las cualidades de todos sus grandes jugadores, sin limitarlos a una única vía. No existen los milagros, no te creas ese argumento. Por eso la única verdad es que, fuera cual fuese la sensación, el Madrid casi siempre jugó mejor que todos, hasta ganar Champions tras Champions.
Pero contra el Stuttgart sí jugó realmente mal, en lo que va de Liga ha jugado mal y probablemente juegue mal lo que resta de curso. Aunque jugar mal con ese nivel de futbolistas suponga ganar cinco partidos de siete, no perder ninguno y levantar la Supercopa de Europa. Y va a jugar mal sencillamente porque su actual plantilla no le permite dominar las distintas fases del juego, limitándolo como equipo.
Y el problema nada tiene que ver con el Mbappé-Vinicius, como se está escuchando, ya faltaría. Cuando llegó el francés se habló mucho del Madrid de los Galácticos, mientras en este mismo medio alguien escribió que “el merengue puede estar tranquilo con la futura unión de Mbappé, Vinicius y Rodrygo, ya que atrás el Madrid dispone de Militao, Rudiger, Alaba o Tchouaméni [en aquel Madrid atrás jugaban los Pavones, futbolistas sin nivel, el verdadero problema del equipo].
Sólo habrá de preocuparse cuando la marcha de Kroos o Modric quiera ser cubierta de manera que no sea fichando en su lugar a otros grandes futbolistas creativos, dignos acompañantes de Valverde, Bellingham y el resto de Galácticos. Algo que no parece que esta vez, con el astuto Florentino ya escarmentado, vaya a suceder.
Pues sucedió. El Madrid no sustituyó a Kroos, descuidando así la complementariedad, y el juego actual del equipo es fiel reflejo de esa ausencia. Ese es el verdadero problema. Con Kroos se podía jugar a todo, con un relevo adecuado se hubiera podido jugar a mucho y sin ninguno sólo se puede jugar de una manera. E incluso esa es manera es defectuosa. Veámos.
Hablemos del juego del Madrid
El Madrid no tiene salida de fondo porque Courtois, Rüdiger, Militao y Mendy son los mejores defensores pero fallan con balón. Esto lo solucionaba Kroos -o Modric hasta los 36 años, en su defecto-, el mejor volante constructor del mundo hasta el mismo día de su retirada, retrasándose a la zaga y encontrando las siguientes líneas con eficacia.
En la última fecha liguera, la Real presionó bien los inicios del Madrid, que lógicamente no conseguía salir. Con ello dejaba espacios a la espalda de su zaga fácilmente aprovechables para Mbappé, pero el Madrid, sin Kroos -ni Alaba, en su defecto-, no tiene lanzadores válidos para ejecutar esa jugada directa con garantías. Se trata de otra vía de ataque agotada.
No dominar la salida de fondo dificulta la jugada metros adelante, sin embargo, un equipo puede funcionar de otros modos si tiene futbolistas capacitados para dar fluidez al juego. Puede partirse desde ganar un envío largo o desde recuperar la posesión en el centro del campo, por ejemplo. No obstante, para ganar la segunda jugada se han de tener duelistas aéreos de los que el Madrid carece, mientras que para que circule el balón son necesarios jugadores de virtud combinativa.
Ancelotti, tras el empate ante Las Palmas, dijo que «el equipo no tiene un buen equilibrio, no somos rápidos en la circulación del balón (…)». Sucede que Bellingham es un centrocampista conductor y llegador, Valverde es similar y Tchouameni está ahí para intentar mantener el equilibrio defensivo, porque su pase no es clarividente. La labor de Tchouameni es la que hizo de Casemiro un gran jugador cuando estaban a su lado Kroos y Modric, permitiendo que Florentino lo vendiese caro a un United que no pudo encontrar en él el organizador de juego que Ten Hag pretendió y Casemiro nunca fue.
Ninguno de los grandes mediocampistas del Madrid tiene disposición para el toque, ni virtud para controlar los tiempos. Toda vez que Camavinga y Ceballos siguen lesionados y, como en el citado caso de Güler, aún han de demostrar nivel para llevar el centro del campo de un Madrid que, conviene recordar, aspirar a eternizarse como mejor equipo del mundo.
Por otra parte, cierto es que se puede asfixiar al contrincante sin necesidad de disponer del balón, aunque el único debe del Madrid reciente ha sido el de no poder presionar intensivo la salida rival porque entre sus delanteros está Vinicius. Cualquiera sabe que Vini es el mejor atacante pero también el que peor presiona, tanto por falta de concepto como por la vanidad de la estrella. Y ahora tiene también a Mbappé, que dile tú que se deje el alma presionando después de haber tenido toda Francia a sus pies, que a mí me da la risa.
Y Vinicius y Mbappé están condenados a entenderse porque no hay otros delanteros de su nivel en el mundo y porque, si a Ancelotti se le ocurriera confeccionar un once tipo sin la presencia de ambos, Florentino prescindiría de él pasado mañana mientras se fuma un puro. Así que el Madrid seguirá sin presionar alto de manera sostenida, y precisamente esto lleva a la única vía fiable de ataque que puede alcanzar actualmente: el repliegue y contragolpe.
Un Madrid ceñido al contragolpe no es un gran Madrid
Al respecto, en el post del partido contra el Stuttgart, explicó Ancelotti que «hay que elegir entre construir fútbol o jugar vertical. Hay momentos en los que tienes que construir y otros en los que tienes que jugar directo porque tenemos delanteros muy rápidos. La responsabilidad es del entrenador, que elige jugar vertical».
Eso son palabras, la realidad es que Ancelotti ya no puede elegir uno u otro estilo. O lo que es peor: tampoco puede alternarlos según las potencias y defectos del equipo rival o según el estado del partido, como sucedió en los años precedentes. Este no es el Madrid que yo he conocido, entonces.
Dice Bellingham que «la pérdida de Kroos fue enorme, en términos de nuestro ritmo y forma de jugar. Tenemos que encontrar formas diferentes (….)». Estas palabras si son certeras. Sin nadie que presione arriba ni ningún volante que marque el ritmo con balón, el equipo ha de acularse y jugar vertical por obligación. Y aun así, para contraatacar con garantías alguien tendrá que activar primero a los conductores. Aceptada la primera premisa, en estas se encuentra Ancelotti, variando el centro del campo partido tras partido, a la espera de que emerjan sociedades que a priori parecen imposibles.
A juzgar por su carrera, no cabe duda de que el italiano volverá a sacar el mayor rendimiento posible al equipo, pero sí existen sobre si un buen funcionamiento del Madrid 24/25 será suficiente para arrebatarle la Liga al Barça, que ha encontrado su ritmo con la base ofensiva de los españoles campeones de Europa. O la Champions al City, que además de tener a Rodri se ha reforzado gratis con Gundogan, la clase de futbolista con la que Mbappé hubiese conseguido media centena de goles y Ancelotti hubiera ampliado la colección de títulos del Madrid sin despeinarse.
Nos hace falta un Kroos. Traería a Musiala. Y a Xabi como entrenador. La delantera es la mejor del mundo.
Madrid, Madrid, Madrid, Madrid, Madrid, Madrid, Madrid, Madrid, Madrid…
Desde que el Barcelona hace pleno en la liga, ni un artículo sobre el equipo de Flick desde que comenzase la liga. Ni de ningún otro equipo tampoco, dicho sea de paso.
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Hablemos de Hendrick y su «no roja» por la alevosa patada a Moriño. Cada partido, el equipo que juega contra el Trampas sale malparado.
La Liga de la Pandemia, y la de la temporada pasada, van a ser nada comparadas con la de este año. Está siendo algo tremendo.
Está muy cerca de la que ganó Mourinho. Les regalaban partidos y el portugués hablando del Barça. Sin prensa, Sánchez A. Caja Madrid y árbitros bajan a segunda.
-48 horas menos de descanso
-Doble partido en casa para el Madrid
-Sanción perdonada a Bellingham por insultar al árbitro
-Roja perdonada a Endrick
-Segunda amarilla perdonada a Vinicius
Contra todo y contra todos, el domingo Atlético de Madrid