La peor portada de la historia

Generalmente, Marca nos ha hecho retorcernos de dolor con sus juegos de palabras en la portada. Cómo olvidar su Cholo ante el peligro o la archifamosa Vamos a jubilar a Zidane, línea que pudo tener tintes trágicos en Sudáfrica con Hoy le ponemos la estrella a nuestra camiseta antes de la final contra Holanda. Motes irritantes, como Cristianator, El Gato con botas… Por no mencionar los fichajes fallidos que ya están hechos, cuya lista excedería la extensión de esta columna. Algo que iría en el mismo lote de los tripletes que estaban al caer, siempre por parte del mismo equipo, curiosamente. O las faltas de respeto a profesionales sin tacha, como a Manuel Pellegrini dirigiéndose a él como Manolo o Manolazo si ganaba. Le pasó lo mismo a Emmanuel Adebayor, que fue Manolito.

El bombardeo de humor barato, ocurrencias simplistas, profecías fuera de la realidad y fichajes inventados ha sido tal que para no pocos aficionados el Marca es un diario de humor, algo de lo que no dejan de ser conscientes en el periódico, al menos en lo que a su portada se refiere. Un fanzine corrosivo como era el TMEO parodió una llamándolo Diario Maraca. Poca gente puede quedar que vibre con una portada de este periódico, aunque sea adictivo mirar a ver qué han puesto. Es un guilty pleasure.

Sin embargo, ayer se superaron los límites por indecentes. Si bien hay que decir que el diario estaba en sintonía con el ambiente de chulería que se vive en las redes, pasto cada vez más del extremismo financiado y voluntario, la portada que publicaron era impropio incluso de su show diario.

Si uno abría el periódico por la mitad, sin atender a la ilustre portada, se encontraba que la página 4 estaba dedicada a Carvajal. Las declaraciones eran: «Mi círculo cercano sabe todo lo que supone para mí llevar ese brazalete», «Como capitán no tengo nada especial. Trato de ser un ejemplo» y «El Balón de oro par un defensa es difícil, pero soy feliz de que exista esa opción». Correcto.

Luego, en la página 10 venían las declaraciones de Vinicius en la CNN tan comentadas ayer todo el día. Decía: «Hasta 2030 hay margen para la evolución. Espero que España pueda evolucionar y entender lo serio que es insultar a una persona por su color de piel. Si en 2030 las cosas no evolucionan, creo que debería cambiarse de lugar».

En esta página 10 volvía a salir a colación Carvajal. Decía que la entrevista a Vini había «copado la atención» en la concentración de España. Y ojo, «Dani Carvajal se mostró conciliador». Y unas declaraciones en un tono totalmente neutro: «Nosotros vamos en contra de cualquier situación de racismo. Sé lo que sufre. Se va mejorando contra esos energúmenos. España no merece que se le quite el Mundial, es un país con mucha diversidad cultural».

Sin embargo, en la portada iba «España no es un país racista» y una fotografía muy de un tono muy «conciliador». Carvajal llevándose un dedo a la boca, con la camiseta de España, mandando callar a Vinicius. Como por arte de magia, Rafa Cabeleira había titulado su columna el día anterior con un irónico, pero profético «¿Por qué no te callas, Vini?».

No hace falta emplear un tono moralizante para explicar que la portada de Marca parece salida de una fosa séptica. Vinicius recibe insultos racistas cada vez que aparece ante los focos. Como jugador o como persona, podrá tener el carácter que considere oportuno, que los insultos racistas nunca serán la forma de censurárselo. Es un espectáculo bochornoso que demuestra que en España sí hay racismo. Serlo, desde luego que no lo es, en tanto en cuanto sus leyes y su Constitución lo persiguen, pero si cuando el individuo, protegido en el grupo o en la masa, lo que saca de sí son insultos racistas, eso es porque hay racismo en España.

Negarlo es tan racista como corto de miras. Hacerlo con un jugador enfundado en la camiseta de la selección mandándolo callar, es el colmo del ridículo. Sobre todo porque el futbolista en cuestión no tenía esa intención. Los autores de esa portada no se diferencian mucho de un niño de cinco años puesto de Dalsy con una pistola. O no, porque los niños tan pequeños no mienten alegremente y lo único que se deducía de esa portada era una mentira presentada con una mentira.