Christian Vieri ha repasado su carrera este año en el canal de la Serie A y en otras entrevistas y ha reconocido que se arrepiente de haber dejado el Atlético de Madrid. El motivo de su marcha dice que fue la nostalgia, después del Mundial quiso volver a Italia, pero ahora considera que fue un error porque estaba disfrutando de la ciudad. Le encantaban sus horarios flexibles y una obsesión que comparte con otros italianos que pasaron por España: «Hay jamón ibérico».
Por eso. «Si me preguntas por qué me fui, no lo sé, me daría martillazos en la cabeza». Al expresarlo, de hecho, pone cara triste. Alessandro Alciato, el periodista, le repregunta si fue mala la experiencia, a lo que él contesta «el problema es que fue excelente».
Es algo que contrasta con otras declaraciones hechas hace tres meses, en H3ro of the week, donde le preguntan si pudiera jugar hoy, en qué equipo le gustaría hacerlo, y contesta: «En el Inter o en el Real Madrid». Pero eso parece que va en la naturaleza del personaje, que cambió de clubes a una velocidad impresionante.
Lo que no fue agradable y no olvida de su experiencia rojiblanca fue un resultado histórico de la Liga española. Parece que lo tiene grabado a fuego por cómo se expresa en la entrevista. Se trata del 5-4 en El Helmántico contra el Salamanca de Txetxu Rojo. Vieri marcó cuatro goles aquella tarde, pero Edu Alonso, en el 89, logró anotar el gol de la victoria.
Fue el partido con más goles ese año y Vieri lo celebró destrozando el vestuario, lo reconoce: «Marqué cuatro goles y nos metieron en un contraataque cuando íbamos 4-4… Tiré las sillas contra las paredes, fue demasiado, nunca había estado tan enfadado en mi vida, era rabia pura».
Vieri considera que el fútbol español es «el mejor que hay en Europa, el más divertido, es un fútbol en el que realmente te diviertes jugando». Fue el máximo goleador de la liga, la afición le adoraba, recuerda, y sin embargo tomó la decisión de marchar.
Radomir Antic le preguntaba «¿pero por qué quieres irte, si eres el rey de España, aquí puedes hacer todo lo que quieras? Si te vas a Italia, para marcar un gol te vas a volver loco, allí es todo más difícil, más defensivo, aquí jugamos al ataque». De hecho, Vieri no recuperó su registro goleador como rojiblanco hasta cinco años después, en la 2002-2003, con el Inter, en la que igualó la cifra de 24 goles.
No consigue olvidar ese paso en falso: «España se me ha quedado dentro, es un fútbol fenomenal, bonito de jugar, fue un error. Si pudiera volver atrás… sí, fue un error irme del Atlético de Madrid». Otro recuerdo que tiene es para la vida nocturna de la ciudad, aunque de eso dio cuenta en todas las ciudades en las que estuvo.
Ya en sus tiempos en Ravenna, en Serie B, recuerda, descubrió la discoteca Pineta. Ahí empezó la prensa a relacionar su nombre con la noche y las mujeres, algo que nunca le abandonó. De hecho, en una entrevista reciente en Prime Video Sport IT dice que fue a firmar con el Atlético habiendo pasado la noche anterior en una discoteca.
También es interesante escucharle contar que él forzó su marcha al Atlético de Madrid. Había llegado a la Juventus ilusionado, su padre (que se llama Roberto y también jugó en el Torino, motivo por el cual a Vieri le apodan Bobo, que era el mote de su padre) le dijo «esta camiseta pesa, así que cállate y entrena, no hables nunca». Así aguantó luego las broncas de Marcello Lippi, sin abrir la boca, hasta que finalmente lo hizo y, tal y como cuenta en Prime, le contestó, Lippi le dijo que no le respondiera y estuvieron a punto de llegar a las manos.
Pero lo que realmente no pudo soportar fueron problemas en el contrato, que no especifica, pero que le hicieron insistir en irse: «Moggi le dijo al abogado de Agnelli ‘Vieri nunca irá al Atlético de Madrid’, al día siguiente me presentaron con la camiseta del Atlético’, el Atlético me quería a cualquier precio».
Allí lo que se le quedó grabado fue coincidir con Zidane, del que recuerda:
«Zizou hablaba poco. Cuando llegó, todo despeinado, pensaba para mí: ‘¿Pero quién es este?’ Luego, después del primer entrenamiento dije: ‘¡Ah, vale, ya he entendido quién es!’ Tiene una calidad increíble. Durante el primer entrenamiento pensaba: ‘Este, este… ¿de dónde ha sacado esta técnica? ¡Es buenísimo!’ De hecho, durante los primeros meses no lograba arrancar, y pensaba: ‘No es posible, porque en los entrenamientos se veía que era increíblemente bueno»
No obstante, en su siguiente equipo, el Lazio, logró levantar la última Recopa que se jugó, precisamente, ante un equipo español, el Mallorca. En ese once excepcional, con Marcelo Salas, Dejan Stanković y Sinisa Mihajlovic, su ídolo era Roberto Mancini. A quien solía reprocharle la distribución del balón: «Maldita sea, has hecho que metan gol todos menos yo, a mí no me haces marcar, no me has dado ni una bola en todo el año».
Vieri es recordado esos años por cambiar de equipo una vez al año. Ese mismo verano se fue al Inter. Dice que porque quería jugar junto a Ronaldo «el jugador más fuerte que había, no hay comparación con nadie, en esos tiempos era increíble». Nada más llegar al entrenamiento, le dio la mano y eso fue lo que le dijo: «He venido aquí para jugar contigo». Luego cuando lo vio entrenar, pensó «podría jugar el solo».
Sabe que dejó a los hinchas del Lazio «destrozados», pero San Siro era también su estadio favorito, lo que no quita que le amedrentase de entrada. Cuando vio que iba a debutar ante setenta mil personas le entró miedo escénico. Había sido el fichaje más caro y tenía que marcar un gol a las primeras de cambio. Como a Mbappé estas últimas semanas con el Madrid, le obsesionó empezar anotando cuanto antes porque si no «empiezan mil polémicas». Afortunadamente, lo consiguió, pero en todos sus entrenamientos previos solo se concentró en marcar. «No inventes nada, Bobo, solo marca un gol», se decía.
Ronaldo y él se hicieron muy amigos y se dedicaron a su afición favorita, la gastronomía. Cada vez que iban a un restaurante, la gente se ponía de pie y les aplaudía. «Parecía que éramos un grupo de rock», recuerda. Pero aquello acabó en tragedia deportiva, porque se lesionaron ambos. En su caso, Materazzi cayó sobre su rodilla y, por su parte, Ronnie, se destrozó la suya. Mientras estuvieron juntos, recuerda Vieri, hasta los árbitros les decían lo buenos que eran como dupla.
Lo curioso que revela es que Ronaldo no se quería ir al Real Madrid. «Moratti lo vendió contra su voluntad», dice. El problema estuvo en que no se llevaba bien con Héctor Cúper. «Estaba destrozado cuando lo vendió, todos estábamos destrozados, porque le estábamos esperando, éramos un grupo, todos juntos, se fue contra su voluntad, le decíamos [a Moratti] que no lo vendiera, pero ya ves, las cosas fueron así y, luego, tras cuatro partidos, despidieron a Cúper».
Vieri llegó a llamar a Moratti y le dijo «No lo vendas, no vendas a Ronaldo. Esperamos un año, vende todo, pero no lo vendas a él». Al final: «Dejó un vacío, porque Ronaldo era el mejor del mundo y era el símbolo del Inter. Todos estábamos con él, incluso el presidente lo vendió contra su voluntad».
Sobre sus continuos cambios de equipos, Vieri dice que acabas siendo hincha de donde estás, ya fuese el Inter o la Juventus, pero que nunca quiso del Inter, fue en el que más se implicó.
Recuerda que lo dio todo por el equipo para conseguir un scudetto que nunca llegó «siempre nos faltaba algo», pero «me dejé la piel, jugué muchos partidos que no debí jugar, jugué cuando no me mantenía en pie, pero no me importaba, lo hacía. Jugaba infiltrado, fueron muchas inyecciones, pero me daba igual. Aunque no pudiera ni caminar, me ponía una inyección y jugaba. Así soy yo, porque sentía que el Inter era mi equipo».
Lo gracioso es que, pese a ser tan interista, cuando salió de allí fue para irse al Milan. En este punto, Viere confiesa que lo primero que quiso tras el Inter fue volver a España:
«Le dije a mi representante ‘oye, si necesitan en Madrid, díselo inmediatamente. Lo primero que dije es que quería volver al Atlético, pero Miguel Ángel Gil me contestó ‘no, no necesitamos a nadie’ o no sé si lo que quería decir era ‘no, no lo quiero más porque me volvió loco el año que estuvo aquí’, entonces vino Galliani y me preguntó si me iría con ellos. Dije que sí en el acto, quería estar en un buen equipo, sabía que la afición del Inter se iba a enfadar, pero solo estuve seis meses».
Allí, un goleador nato como él, estaba ya devastado física y lo peor, psicológicamente: «no conseguía marcar, lo hacía todo mal delante de la portería, quería tanto marcar que no lo lograba. Hice un gol ¡con la oreja! en Empoli que me desgarró la mitad de la oreja».
Como entrenador, el que fue clave para él fue Emiliano Mondonico, que le tuvo en el Torino y luego se lo llevó al Atalanta. Él le explicó que con sus condiciones, lo que tenía que hacer era trabajar hasta la extenuación: «Grábalo en tu mente, recuérdalo, me dijo, ‘tienes que correr 90 minutos en cada partido, sufrir, siempre esforzarte, porque al final el trabajo duro siempre será recompensado. Eso siempre se me quedó en la cabeza. Siempre lo tuve en alta estima. Cuando me hizo debutar, me hizo llorar, porque me quería mucho».
Finalmente, sobre sus orígenes, Vieri recuerda que el Marconi Stallions australiano (su familia vivió allí por un fichaje del padre por el equipo de Sidney, de hecho, el hermano pequeño de Vieri, Max, fue internacional por Australia en 2004) empezó de lateral izquierdo, «como Roberto Carlos», pero pidió él que le pusieran delante.
Su abuelo le llevó a hacer pruebas con clubes profesionales, algunos como Genova o Fiorentina, pero no le cogieron «decían que era tosco, que no servía». Algo que coincide con los periodistas españoles que, tras las primeras tres jornadas sin marcar en el Atlético de Madrid, le llamaban «tronco».
Pues supongo que más de uno dirá que se fue en el momento justo viendo lo que ocurrió después. El Atleti en los 90 era un equipo pésimamente gestionado, un esperpento en una época en la que había donde elegir.