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Miguel Gutiérrez (La Libreta): «Los periodistas que peor se toman La Libreta los conoce todo el mundo, también hay buenos encajadores»

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¿Debe ganar ganar La Libreta un Ondas con un podcast en el que apenas mete un párrafo de su cosecha en cada episodio? La respuesta es SÍ.

En octubre de 2023 nos dejó el crítico de cine Carlos Pumares, todo un personaje que no sobreviviría ni cinco minutos en el actual panorama mediático. Y no solo por su insistencia en que si la película se desarrolla por la noche no se ve a los actores negros, o la creación de un club informal de radioyentes dedicado a juzgar a las actrices por su físico y les perdonaban la vida en función de lo «ricas» que estuvieran. También por algo que citó en su despedida Sergio del Molino: Pumares sólo tenía sentido «en un mundo donde no todos creían saberlo todo y las películas no se valoraban por votaciones masivas de espectadores sin criterio».

Recordando su figura ha nacido el podcast «Sí, buenas noches, ¿dígame?», en el que Miguel Gutiérrez, alias ‘La Libreta’, recoge para Cinemanía algunos momentos chanantes de Pumares, en una experiencia tan nostálgica como embriagadora. En aquel programa de «Polvo de Estrellas» que convirtió a Antena 3, en sus propias palabras, en «la emisora más erótica, porque comenzaba con El primero de la mañana, de Antonio Herrero, y terminaba con el Polvo de estrellas».

Durante años, La Libreta se ha hecho conocida en los ambientes futbolísticos, por lo que sus críticos consideran como un ejemplo claro de «Perro come perro». Pero siempre ha sido más sutil que esto. Miguel no es apenas perro. Y si lo es, es un perro juguetón, uno que se divierte fingiendo ser otra cosa en los espejos del callejón del Gato. Porque, como escribió Valle-Inclán, «el sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada».

En sus nodcast para Radio Marca, que antes vinieron precedidos por un blog, siempre se ha limitado a dejar que los personajes se retraten. No tiene que hacer gran cosa más que grabar a la gente y dejarte el corte, contextualizado, para que el personaje se defina a sí mismo. Solo en algunos momentos salta para opinar sobre cosas en las que tiene una opinión muy clara sobre lo que debe ser el buen periodismo.

Después de años preguntándome si no podríamos tener a una Libreta en el mundo de la política, ahora su amor por la radio de la noche nos ha traído a Pumares. Y lo hace con un podcast en el que recoge momentos estelares de su humanidad y sus famosas respuestas a los oyentes. Gente de la calle que llamaba con respeto y capacidad de asombro, que respetaba su auctoritas y se dejaba guiar. Nada que ver con el amateur sabelotodo que hoy le chista las bromas a Andrés Trasado.

La Libreta nos responde a algunas de las dudas que nos surgen después de echarnos unas buenas risas, tras escuchar unos primeros episodios desternillantes.

¿Por qué Pumares y por qué ahora? ¿Algo que ver con su cercanía a José María García, a quien siempre agradeció la audiencia que le llevaba?

Yo debo de ser uno de los pocos que no le conocieron por García, sino por las primeras emisiones de Antena 3 Televisión en 1990. Cuando empecé a escuchar la radio deportiva a medianoche, no mucho después, ya lo ubicaba. Tras conocer su muerte, escribí un tuit diciendo que, si tuviera material de sus programas, le dedicaría un #Nodcast, que es como llamo yo a los montajes sonoros que hago, pegando cachitos de aquí y de allá e intentando que tengan gracia.

Cuando lo escribí, no pensaba realmente en la posibilidad de hacerlo, pero varias personas me dijeron que, si me animaba, en Internet había material. Eché un ojo y encontré unos 40 programas. Al escuchar el primero ya me entró el picorcito y enseguida supe que tenía que ponerme a ello, pensando simplemente en publicarlo en los canales de podcast de La Libreta, para aquellos suscriptores a los que les pudiera interesar.

Cuando le comenté a Carlos Marañón lo que estaba haciendo, me dijo que le interesaba para Cinemanía y acabé dividiéndolo en episodios y hasta haciendo reels para venderlo en Instagram.

En el Podcast apenas metes baza, salvo para contextualizar. Es todo Pumares. ¿Por qué esa elección?

Yo intento intervenir poco en mis podcasts, de hecho, cada vez lo hago menos. Antes lo hacía para dar réplica a alguna barbaridad o algún dato incorrecto, pero ahora intento solucionarlo con algún extracto de una película o, sencillamente, dejándolo correr porque casi todas las tonterías hablan por sí mismas y acaban dejando en evidencia a quien las dice.

Mi mayor intervención es silenciosa: decidir qué cortes preseleccionados entran luego en el montaje final, que es algo bastante subjetivo. En el caso de «Sí, buenas noches, ¿dígame?», se trata de escucharlo a él. Me imagino qué podría yo decir en mitad de cada episodio y ni se me ocurre. Cualquier cosa solo serviría para estorbar. No tengo afán de protagonismo ni necesito recordarle a la gente que estoy ahí. Se trata de recuperar un documento y contextualizarlo mínimamente.

¿Llamaste alguna vez a Pumares de joven?

Ni se me pasó por la cabeza. Yo le escuchaba de forma casi clandestina, a horas a las que se suponía que tenía que estar durmiendo. Y además, tampoco es que tuviera grandes curiosidades. Me bastaba con escuchar las de los demás.

¿No sorprende escuchar a oyentes tan modositos y respetuosos? Es, con diferencia, lo que más me está fascinando de todo esto.

Yo creo que la audiencia de Polvo de estrellas conocía de sobra a Pumares y sentía por él un gran respeto, mucho temor y a veces las dos cosas. Una palabra mal escogida al plantear la pregunta y estabas condenado.

También me sorprende el conocimiento enciclopédico que demuestra. Con BDFutbol o IMDB es todo más fácil…

Sí. En el podcast aparece una oyente que le comenta cierto rumor, de gente que decía que hacía el programa con un ordenador delante. Y como él mismo le respondió, los ordenadores de entonces eran muy lentos, además de que no existían esas bases de datos y, sobre todo, que él tampoco fue nunca un entusiasta de la informática.

Tengo dudas sobre si estas memorias enciclopédicas irán desapareciendo en los medios, ahora que podemos obtener cualquier dato en cuestión de segundos y no hay tanta necesidad de retener la información. Sería lo normal y me entristece un poco.

Una duda que me queda del segundo episodio. Habla de cómo no le gustó La Niebla y menciona a Stephen King. Por las fechas, entiendo que se refería a The Fog, de 1980, en la que Stephen King no tenía nada que ver.

A saber. Es verdad que, fuera del cine clásico, Pumares ya no parecía tan fiable. En otro momento del podcast le preguntan por Amsterdamned y él se empeña en que se trata de Aferhours, o sea, de Jo, qué noche. Entre eso y que la mayoría de los oyentes andaban un poco perdidos y no se atrevían a llevarle la contraria, a veces la cosa desembocaba en un diálogo de besugos.

De hecho, el propio Pumares reconoció que su programa era víctima de las redes. «Ahora existe internet y ya no hay lugar a mi memoria» es una frase preciosa. Habiendo seleccionado los audios, y seguro que dejando fuera mucho material, ¿cuáles son las películas que más gustaban a Pumares, además de 2001? ¿Y cuáles las que menos?

Yo diría que tenía gustos bastantes convencionales. Admiraba a los grandes directores: John Ford -su favorito sin duda-, Billy Wilder, Alfred Hitchcock, Howard Hawks… Y Casablanca, claro. Se le notaba una predilección por el cine de aquellas décadas y que el contemporáneo le entusiasmaba menos. Defendía que las películas debían ser ante todo entretenidas y no tenía el menor problema en decir que determinados directores de prestigio en círculos intelectuales eran «una lata». Insistía en que a él, cuando llegaba a casa a las cuatro y pico de la mañana, le apetecía ver una de Van Damme, no una de Woody Allen.

Te centras mucho en la parte de las preguntas y respuestas. Fuese en sus programas de llamadas o en sus famosos especiales, ¿hablaba en alguna ocasión de sus experiencias como guionista o distribuidor? ¿Era algo de lo que presumiese?

No que yo recuerde. Admitía que le encantaría dirigir películas o series, pero desconozco si hizo algo por dirigirlas o simplemente se dejaba querer así. Lo que sí hacía de vez en cuando, a principios de los noventa, era mencionar que estaba escribiendo guiones para «los ingleses». Daba a entender que les había gustado lo que les había enviado y que le habían pedido más, pero imagino que aquello quedó en nada. Al menos yo no tengo conocimiento de que cristalizara de alguna manera.

En muchas ocasiones lamentaba las restricciones de su programa y que le planteasen simples listas a las que responder «sí» o «no». ¿Crees que habría disfrutado de un público más avanzado o le habría costado no ser siempre el más listo?

Yo creo que él disfrutaba mucho esas conversaciones más avanzadas o simplemente distintas, con temas más novedosos. No era lo más habitual, pero el oyente debía respetar esa distancia que él se empeñaba tanto en marcar. Algo así como: «Eres tú el que ha llamado para hablar conmigo, así que no pretendas ir de listo ni saber más que yo». En cuanto creía detectar que querían pillarle en un renuncio o vacilarle, les cortaba y daba paso al siguiente.

En una entrevista, Pumares decía que tenía una lista con los oyentes más pesados. «No los volvíamos a llamar en mucho tiempo. Eran como clientes. Y yo decía que eso no podía existir: el cliente no puede existir en un programa de radio. Y los aparcábamos». ¿Hubo alguna llamada del Fibergran antes que la mítica llamada del Fibergrán? ¿Alguna joya parecida y que también se compare con la receta del arroz con leche?

La llamada del Fibergran fue ya en su etapa en Onda Cero o Radio Voz, no recuerdo bien, cuando hacía el programa en horario de tarde-noche. Ya no era el mismo programa, el cine se difuminó. Tenía mucho peso la medicina natural y hasta llegó a tener a una tarotista. Paradójicamente, he dejado fuera del podcast la que es quizá la llamada más famosa en la historia del programa. Un oyente llamó para insultar a Pumares, que ese día no estaba en la emisora. Le preguntó por la película El rey pasmado y le dijo: «En esa película aparece mi personaje favorito, el Conde-Duque de Olivares, que lo encarna el maricón de Pumares». El técnico no estuvo atento, no cortó la llamada y el momento se prolongó más de lo necesario. En YouTube es fácil de encontrar. Por supuesto, fue uno de los oyentes cuyo número de teléfono dio Pumares en antena. Algo así como echarle a alguien a sus followers encima con un retuit, con décadas de adelanto.

No dejo de fantasear en lo que habría sido ver a Pumares mano a mano con Juan Gómez Jurado y el resto de Todopoderosos.

No sé. Creo que en general Pumares mezclaba mal, tenía demasiada personalidad. José Luis Garci le invitó una vez a «Qué grande es el cine» y Pumares no salió muy contento. Es cierto que en Antena 3 también participaba en «La tertulia», programa que yo no escuchaba, pero me cuesta imaginármelo como el quinto miembro de esa mesa, ciñéndose a un 20% de tiempo y de protagonismo. Por cierto, que en un «Todopoderosos» sobre placeres culpables o algo así, Rodrigo Cortés recordó Polvo de estrellas y admitió que en algún momento había llegado a pensar lo que decían muchos oyentes en sus llamadas: «Don Carlos, si yo fuera un productor, le daría a usted lo que le hiciera falta para hacer una película».

¿Crees que él se imaginó alguna vez que alguien pudiese llegar a hacer lo que has hecho tú? Porque la clandestinidad de la noche le permitía hacer cosas que quizá para él no iban a tener nunca un rescate posible. Pensaba que tenían una caducidad y tú las has resucitado.

Me gusta pensar que quien escuche este podcast podrá comprobar todas las cosas que han cambiado en estas tres últimas décadas. No creo que ninguno de nosotros, a comienzos de los noventa, pudiésemos imaginar algo ni remotamente parecido a Internet, las plataformas de podcast o las bases de datos y, sobre todo, lo accesible que iban a resultar tanto la información como las herramientas de edición y difusión del contenido.

Lo de que las palabras se las lleva el viento era más cierto entonces que ahora, que todo queda grabado y al alcance de cualquiera mínimamente interesado. Ojalá hubiera tenido más archivo para hacer este podcast, como me encantaría tenerlo de García o De la Morena para perpetrar cosas parecidas.

En una ocasión, Pumares le dijo a una chica en un cine, que andaba con el móvil, que apagase «de una puta vez» el teléfono. Se hizo viral. En muchos cortes que reflejas, muestra su amor por la experiencia de ir a la sala. Habla de cosas como «la fila de los mancos», que son de otra época.

Sí, él sostenía que el cine debe verse en la sala. Como buen cinéfilo, añado yo. Siempre despotricaba de las películas en televisión y en vídeo —se refería a los videoclubs como «las tiendas de los horrores»—, aunque por supuesto él veía muchas así. De hecho, viajaba a los festivales en coche y llevaba varios reproductores con él para alternar con las novedades que veía en Cannes o Berlín. La mayoría de críticos dicen siempre que los festivales son un empacho de cine, pero está claro que no para él. Era insaciable.

Recientemente ha surgido una polémica con El Jueves y las viñetas de Ivá o el Profesor Cojonciano. ¿Es justo usar nuestras varas de medir con personajes que funcionaron en un contexto totalmente distinto? Me refiero, por supuesto, a toda una serie de expresiones que hoy resultarían inaceptables.

Yo creo que no es justo. Por eso no he tenido problema en incluir momentos que escuchados hoy resultan sonrojantes, inaceptables, como las evaluaciones a las actrices candidatas a ingresar en «El club» o la llamada de un oyente que le pregunta por Morgan Freeman, a lo que Pumares responde: «Ese es negro». ¿Por qué íbamos a obviar que en aquel momento esas cosas sucedían con absoluta normalidad? Al contrario, se trata de subrayar cosas como esta.

En el programa de Radio Marca con David Sánchez (lunes a las 10:00am) has hecho crecer el formato. Va más allá del podcast y parece que has encontrado a una pareja de baile perfecta. Alguien que cree en el periodismo de periodistas y que no sólo te da bola, sino que ha impulsado otras vías como «El enganchón».

Llevo cuatro temporadas en Radio Marca. En la primera, con Raúl Varela, estuve muy a gusto. Pero a partir de la segunda he encontrado en David al cómplice perfecto. No se me ocurre nadie mejor. Somos dos personas y dos periodistas muy distintos, pero tenemos una serie de puntos comunes, de cosas que a los dos nos hacen mucha gracia —generalmente maldades—, donde brota esa complicidad que hace que el programa le llegue más al oyente.

Y los enganchones son una de ellas. A mí personalmente me gustan porque retratan a mucha gente que anda sobrada de ego pero carente de sentido del humor.

¿No te ves volviendo a sacar la pata del tiesto y entrando en otros periodismos?

Cuando me preguntan esto, suelo responder que escucho ofertas, pero en realidad no sé si es más complicado que lleguen o que me puedan interesar. Mucha gente cree que me gano la vida con La Libreta, pero tengo un trabajo «serio» y estas cosas las hago en mis ratos libres, así que el tema me tiene que interesar mucho. No tendría ni tiempo ni motivación para hacer un podcast sobre política u otras cuestiones de actualidad que no domino.

También tienes otro formato, Saber y Empatar, con Antonio Pacheco y Carlos Marañón, en el que haces un poco de MC y siempre traes invitados de relumbrón. Estáis acabando la tercera temporada. ¿Tienes la lista de los Reyes Magos de invitados para la cuarta?

Cuando acabe la tercera, quedaremos a cenar los tres, con cargo a la monetización del canal, y elaboraremos una lista de futuros invitados. Así lo hicimos al acabar la segunda y luego no hemos invitado ni a la mitad, porque se nos van ocurriendo otros que nos apetece más. Lo mejor es que hemos tenido un par de ofrecimientos muy sorprendentes, de periodistas deportivos muy conocidos que querían venir de invitados, aunque por distintos motivos no hemos podido grabar con ninguno.

Te quejas recurrentemente de que nunca te invitan a los eventos de podcasting en España. ¿A qué crees que se debe? ¿Se deberá todo a que dijiste desde el principio que lo tuyo no era un podcast sino un «nodcast»?

Si no saben que existo, cómo van a estar al tanto de la broma esa. Por lo que me explicó una persona que conoce el mundillo, parece que es un tanto cerrado y umbilical, como tantos otros. No es que yo esté vetado ni nada, por supuesto.

En todo caso, yo lo digo con cierta perplejidad, porque entiendo que un proyecto que existe desde hace ya casi ocho años, que es influyente entre la profesión periodística, que ha generado una comunidad importante alrededor, que ha reforzado la marca personal de su creador, sacando un dinerillo con él y emitiéndolo por una radio comercial…

Si esta experiencia poco corriente no merece ser contada en esos foros, pues yo no entiendo nada. Pero tampoco tengo ningún interés especial en que me llamen, que bastante ocupado estoy ya y tampoco creo que paguen.

Está claro que Pumares no puede responder a lo que haces, aunque diría que está hecho con un gran respeto hacia él. ¿Cómo son quienes sí pueden decirte algo? ¿Qué periodistas se toman mejor o cuáles peor lo que haces en La Libreta?

Los periodistas que peor se lo toman los conoce todo el mundo, son los que han mandado algún dardito en público, normalmente por el lado personal, al contrario de lo que hago yo, y una vez hasta inventándose cosas sobre mí. Será que no encuentran otro flanco para atacar, qué le vamos a hacer. Pero también hay buenos encajadores, como Felipe del Campo, Diego Torres o Juanma Castaño.

Real Madrid TV está recibiendo muchas críticas por su política de publicar muchos vídeos con lo que ellos consideran que son errores arbitrales. Dicen que así influyen en las decisiones de los colegiados. ¿Crees que hay periodistas que se controlan para no salir en La Libreta o que trabajan activamente para hacerlo?

No creo que nadie se controle, pero sí es verdad que desde que empecé a subrayar que la expresión «a día de hoy» colocada en mitad de una presunta noticia es un indicio inequívoco de que estamos ante una más que probable milonga, he notado que varios de los que utilizan la fórmula se esfuerzan por darle una vueltecita y matizarse mucho a sí mismos.

Antes que a Pumares siempre pensé que le dedicarías un podcast a Gonzalo Miró, el personaje más ubicuo de la prensa deportiva y otra de tus obsesiones habituales. ¿Tienes alguna relación con él?

Hablé una vez con él en antena, porque los dos colaboramos en «Marcador» de Radio Marca. Pablo Juanarena, que es amigo de ambos, nos cruzó apenas un minutillo. Miró estaba en el estudio comentando un partido y yo en mi casa. Le dije que le había visto esa tarde ya en La Sexta y que esperaba que, al acabar el partido, pudiera verle de nuevo, esta vez en «Estudio estadio». Y me confirmó que sí, que al acabar en la radio se iba para la tele.

¿Qué podemos hacer para que te inviten al Masters el próximo año? Porque David Sánchez al final ha pillado…

Quizá el Mutua Madrid Open no pueda competir en glamour con los congresos de podcasting, pero para esto sí me dejaría querer un poco más. Con pase VIP, eso sí. Ya que vamos…

¿Por qué crees que Saber y Empatar ha calado tan hondo? No es que tenga audiencias enormes, pero os invitan los equipos a hacer programas en directo. El claim del libro en el que se basa era «Compedio de conocimiento absurdo sobre fútbol». ¿Era Pumares un compendio de conocimiento absurdo sobre cine?

Saber y empatar es ante todo una reunión de amigos, lo que pasa es que lo grabamos en vídeo y lo subimos a YouTube, por lo que al final mucha gente se acaba sintiendo parte de ella. Somos unos enfermos no ya del fútbol sino de toda la cultura pop alrededor y mucha gente se identifica con nuestras obsesiones, porque normalmente tampoco tiene a mano a mucha gente con las que compartirlas.

Además, me parece un programa muy generacional. Haber hecho el programa con público en San Mamés, en Anoeta o en el COAM han sido experiencias increíbles y muy divertidas.

Juan Antonio Alcalá, de COPE, tuvo una «salida voluntaria» tras manipular unos audios. ¿No te pesa a veces la responsabilidad de no equivocarte en los cortes?

Tengo muy claro que no merece la pena cortar un audio, por divertido que pueda ser el resultado, si al oyente se le priva de algo fundamental que altera todo el sentido y no se le explica. Por supuesto, no estoy libre de cometer errores y algún día puedo equivocarme, pero la norma es esa. El mayor patrimonio que tengo es mi credibilidad y no voy a ponerla en juego de una manera tan tonta.

¿Qué ha sido lo más sorprendente de la carrera de La Libreta hasta ahora? Hay quien te acusa de ver los toros desde la barrera y estar al fallo del compañero, pero has tenido una trayectoria profesional larga y variada, y desconocida fuera de lo que sabe todo el mundo de ti. ¿Cuáles han sido los profesionales y las experiencias que más te han marcado?

Sí, yo cuando tratan de ningunearme me pregunto cómo es posible que opinen sobre mi carrera profesional personas que no la conocen en absoluto. Igual se creen que vivo de criticar en Twitter la portada de un diario deportivo.

A finales de 2024 se cumplirán veinte años desde que publiqué la primera entrada en el blog de La Libreta y lo más sorprendente es todo lo que ha venido desde entonces. Yo no tenía ninguna pretensión, jamás pensé siquiera que fuera a leerme nunca algún periodista, así que imagina contarle a mi yo de 2004 que eso de La Libreta iba a convertirse en una especie de marca tras la que vendrían libros, podcasts, viajes, radio, un poco de tele…

Como experiencia profesional en el periodismo, al margen de la actual en Radio Marca que la disfruto muchísimo, me quedo con haber sido redactor jefe de Sportyou y haber trabajado con periodistas veteranos, que conocieron el oficio cuando era muy distinto: Elías Israel, Iñaki Cano o Julián Ávila, con los que he discutido en infinidad de ocasiones pero que me han marcado mucho, pese a no parecernos demasiado. Lo noto en pequeñas cosas, como en la forma de estar en una redacción o de hacer una llamada.

¿Crees que La Libreta ha impedido estar entre esos comentaristas y opinadores? Porque tus compañeros de Saber y Empatar todos hacen sus pinitos. ¿Te gustaría hacerlo?

En su día me ofrecieron participar en alguna tertulia y recientemente también comentar partidos, pero yo en esas cosas no me veo. No creo que pueda aportar comentarios interesantes a un partido, al menos desde un punto de vista convencional: que si la presión es buena, que si hay que hacer cambios…

Y sobre las tertulias, creo que parten de una base equivocada porque no se puede poner a cuatro o cinco personas a hablar de todos los temas, porque con suerte dominarán alguno, y no siempre. Así que yo sería un impostor más, o aún peor, ya que desde hace muchos años ni siquiera ejerzo el periodismo deportivo. Otra cosa es que me ofrecieran escribir en más sitios, que eso creo que se me da bien.

¿Con qué piensas llenar las próximas páginas de La Libreta? Porque entiendo que lo de «de Van Gaal» ya hay que matarlo del todo…

Sí, pero va a ser complicado. Tampoco me preocupa mucho. Ideas siempre hay, lo que me falta es tiempo. Estoy escribiendo una cosa a medias con un amigo, de momento no puedo decir más. Pero mientras que pueda y me apetezca, seguiremos dando guerra.

4 Comments

  1. Wil E. Coyote

    Como oyente habitual de Pumares en su época, me parece fascinante la percepción de los jóvenes sobre él. Sí participaba habitualmente en la tertulia de las tardes de Antena 3, con Miguel Ángel García Juez, Luis Ángel de la Viuda y Gerardo Iglesias, y el papel que jugaba era habitualmente el de cascarrabias del grupo. Y era conocido también por sus fobias hacia directores de «arte y ensayo» de prestigio: los ejemplos más claros eran Buñuel y Antonioni. También diré que presté atención por primera vez a Juanma Bajo Ulloa gracias a la reseña entusiasta que hizo de su primera película, «Alas de mariposa», en el festival de San Sebastián.

    • Miguel Ángel Uriondo

      Muy interesante. Gracias. En realidad, responde a una de las preguntas que planteaba en la entrevista sobre cómo hubiese funcionado en un formato más colectivo. Da gusto recibir respuestas argumentadas y que aportan.

  2. ¿Alguien sabe cuál es ese trabajo «serio» al que se dedica?

  3. Menudo elemento

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