En muchas ocasiones los ultras de equipos de fútbol han trascendido su papel de animar en la grada. Conocido es el caso de los ultras en la exYugoslavia, que pasaron a engrosar las filas de voluntarios en las guerras de desintegración de la federación y, años después, siguen relacionados con la faceta más oscura de sus gobiernos y el tráfico de drogas. Otros casos han pasado más desapercibidos, pero tuvieron una importancia aún más crucial, como el protagonismo de los ultras del Al Ahly SC en Egipcio, los Ahlawy. En la Revolución de 2011 se enfrentaron a las fuerzas de seguridad en los estadios y fueron importantes en el derrocamiento de Hosni Mubarak.
El Al Ahly SC es considerado «el club del pueblo» en Egipto. La palabra Ahly significa «nacional», «del pueblo». Se fundó con un objetivo ex profeso: la igualdad entre los egipcios. Su gran posicionamiento simbólico era que permitía a los egipcios ser socios del club, algo que el resto de equipos no permitían, eran un espacio exclusivo para la elite europea y los ciudadanos británicos.
Los egipcios estaban marginados en su propio país. Esa especie de apartheid hizo que el fútbol creciera en este lugar como un espacio de resistencia y autoafirmación. El deporte del balón no solo era un pasatiempo, sino una forma de expresar su identidad y, de paso, desafiar a las instituciones coloniales.
Cuando ganaban a clubes británicos, aquello era una locura desatada. De esta manera, el club no tardó en convertirse en un foco de actividad nacionalista. Los sindicatos de estudiantes empezaron a utilizar el fútbol como protección para organizarse. En la Revolución egipcia de 1919, ahí estaban ya los aficionados del club luchando contra la autoridad impuesta, en este caso la dominación británica.
Uno de esos aficionados politizados fue Saad Zaghloul, líder del movimiento nacionalista Wafd, que acabó siendo años después primer ministro de Egipto. Londres rápidamente contraatacó y entendió que la guerra se estaba librando por todos los medios. Su salida fue la fundación del Faruq Club, en alusión al rey títere de los ingleses, que posteriormente se denominaría Zamalek Sporting Club, diseñado para rivalizar con el Al Ahly, pero dominado, como la sociedad, por la elite europea. De un lado, las clases populares, los pobres, etc. del otro, la clase media liberal burguesa. Divisiones que siguen existiendo hoy.
Así nació el Derbi de El Cairo, que ha sido considerado por The Guardian como el más violento del mundo. En los años 70 en una ocasión se tuvo que cancelar la liga entera. Luego los partidos tuvieron que pasar a disputarse en un estadio neutral. Se llegó a tener que traer árbitros extranjeros para pitarlo.
En el reportaje, un taxista le dijo al reportero que los aficionados podrían cambiar antes de religión que de club de fútbol. La descripción de la masa social del Al Ahly no se la pudieron dar más clara: «El aficionado medio del Ahly es un tipo que vive en un apartamento de una habitación con su mujer, su suegra y cinco hijos. Y le pagan el salario mínimo y su vida es una mierda. Lo único bueno de su vida es que durante dos horas los viernes va al estadio y ve al Ahly. Por eso es una obligación ganar todos los partidos. Hace que la gente se sienta feliz».
La anécdota es que uno de sus jugadores más emblemáticos, Hussein Hegazi, padre del fútbol egipcio, que logró jugar en el Fulham y el Dulwich Hamlet y marcó en los JJ. OO. de París 1924, cuando su selección derrotó a la de Hungría, jugó en los dos. Y varias veces. Entre 1915 y 1919, en el Al Ahly; entre 1919 y 1923, en el Zamalek; entre 1923 y 1928, en el Al Ahly y, finalmente, entre 1928 y 1931, en el Zamalek de nuevo.
En el verano de 1929, el Al Ahly realizó una gira europea en la que se enfrentó al Fenerbahçe, Galatasaray, BFC Preussen, 1860 Munich, Schalke, Levski Sofia y Slavia Sofia. Fueron sus mejores años y en los que alcanzó una gran relevancia. Poco después, en 1943, realizaron una gira por Palestina, aunque el presidente de la Asociación de Fútbol Egipcio se lo había prohibido e intentó revocar sus pasaportes.
Allí les llevó uno de sus símbolos, el capitán Mahmud Mukhar al-Titsh. Palestina entonces todavía estaba bajo dominio británico y el Al Ahly se plantó allí para defender su independencia. Tras la guerra de los Seis Días, en 1967, el club facilitó entrenamiento militar para los miembros voluntarios del ejército. La relación con el islamismo existió años después, pero solo entre algunos de sus seguidores, no como una línea institucional del club.
Durante la época de Nasser, se inauguró el Estadio Internacional de El Cairo y fueron los años del colaboracionismo. Se compartía terreno de juego con el Zamalek y la instalación servía para celebrar mítines del gobierno y todo tipo de ceremonias tan propias del socialismo de aquellos tiempos.
Con toda esta historia a sus espaldas, el grupo ultra se fundó en 2007, era relativamente reciente, pero en Egipto los estadios han estado siempre altamente politizados. Su historia es bastante habitual y exportable, han estado a la gresca con las autoridades que han pretendido controlar el deporte, detestaban la comercialización del fútbol.
En esta ocasión, los Ultras Ahlawy también tenían un fuerte sentimiento antiestatal, estaban hartos del estado policial en el que vivían. Durante años, se habían enfrentado a la policía usando tácticas de guerrilla urbana. Sabían actuar bajo presión y defenderse de las cargas policiales. Su lema es «somos Egipto».
El grupo movilizaba a amplias capas de adolescentes entre la clase trabajadora y clase media, la aludida masa social del club. Según la académica Frances S. Hasso, su lucha estaba totalmente orientada a impedir que se separara la calle de la grada. Señala que son unos de los ultras más politizados del mundo, pero no tienen relación con los partidos políticos. A ella le recuerdan a los tifosi italianos de izquierda de la década de los 70.
En enero de 2011, la Primavera árabe se desató como una oleada de protestas y manifestaciones que desestabilizó toda esta área de influencia. En Egipto, se exigía el final de la dictadura de Mubarak, que ya iba para casi tres décadas. Como es conocido, la Plaza Tahir de El Cairo fue el centro de las protestas, allí se reunió la inmensa mayoría de la gente que estaba protestando, entre ellos, los Ultras Ahlawy.
En un principio, se mantuvieron distanciados de las movilizaciones, pero acabaron involucrándose por el cariz que estaban tomando los acontecimientos, especialmente, cuando miembros del grupo murieron en batallas callejeras, como Hussein en Alejandría o Muhammad Makwa en Suez. El Viernes de lra, 28 de enero, cuenta Ronnie Close en Cairo’s Ultras, los ultras se volcaron.
Con sus contactos, redes de comunicación y presencia en redes sociales, llegaron a reunir a miles de aficionados que simpatizaban con la causa en los momentos clave de la revolución. Luego, en la plaza ayudaron a la gente a desplegar tácticas para defenderse de los gases lacrimógenos, balas de goma y, en algunos casos, balas reales que les estaban cayendo encima. Llegaron a establecer puntos de control para el acceso a la plaza y así controlar a los posibles infiltrados. Y también crearon líneas defensivas para poder colocar detrás de ellas a las personas más vulnerables, como las mujeres y los ancianos.
Esta vez, no hubo rivalidad con el Zamalek. Los ultras trabajaron codo con codo con los Ultra White Knights, hooligans del gran rival. Según el activista y bloguero Alaa Abd al-Fattah: «Los ultras han jugado un papel sobre el terreno más importante en la Revolución Egipcia que cualquier grupo político». En la Batalla de los Camellos, el 2 de febrero de 2011, la policía cargó contra la multitud subida en camellos y caballos.
Según cuenta Mikaël Correia en Una historia popular del fútbol, cuando cargaron sobre la multitud en el puente Qasr al-Nil que da acceso a la Plaza Tahir, los ultras, todos con su camiseta roja con un águila negra, tiraron al agua una por una todas las granadas de gas lacrimógeno y alguna se la devolvieron a la policía en una batalla de cinco horas contra las Fuerzas de Seguridad. Eso fue lo que permitió que pudiera ocuparse la plaza.
Cantaban: «¡Eh, Gobierno! / Mañana las manos del pueblo te purificarán. / ¡Eh, régimen idiota! / Cuándo entenderás que lo que te pido / ¡es la libertad, la libertad, la libertad!».
Al final, cuando cayó Mubarak el 11 de febrero de 2011, tras 18 días de protestas, los Ultras Ahlawy se habían ganado el respeto de sus compatriotas. De hecho, en los siguientes años, las protestas continuaron y los Al Ahly no fueron la excepción. Ahora luchaban contra el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que seguía dominando el país.
Sin embargo, el ascenso no duró mucho. En 2012, en un partido en Port Said, hubo un enfrentamiento en la grada seguido de una estampida en la que murieron 72 seguidores del Al Ahly. Al final del partido, los hinchas del Al Masry invadieron el terreno de juego y se lanzaron a por los Ultras Ahlawy, que intentaron escapar. Desgraciadamente, alguien había cerrado todas las puertas.
Los Ultras Ahlawy, en esa situación, fueron atacados con cuchillos, palos y estacas de madera. No solo hubo muertos, también un millar de heridos. Y mientras todo ocurría, la policía miraba cruzada de brazos. En 2013, el presidente Abdel-Fattah el-Sisi lanzó una campaña contra amplios sectores de la población, entre ellos los ultras de fútbol.
Hay quienes consideran que fue un suceso organizado por las Fuerzas de Seguridad como venganza por el papel que habían desempeñado en la revolución. El proceso por este incidente se saldó con 21 condenas a muerte. Cientos acabaron en prisión y otros tantos, en la clandestinidad o huidos de Egipto. Cuando hacen publicaciones en facebook, tienen que tapar las caras den las fotos menos cuando el personaje está muerto o preso. En 2015, todos los ultras fueron designados organización terrorista y en 2018 fueron disueltos, aunque siguen activos parcialmente, especialmente en el extranjero y su presencia se hace notar cada vez que su equipo juega fuera de sus fronteras.