Economía

Keir Starmer, contra la Superliga y ante la necesidad de repartir los ingresos de la Premier

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Keir Stamer en un acto en el estadio del Tamworth Football Club (Foto: Cordon Press)
Keir Stamer en un acto en el estadio del Tamworth Football Club (Foto: Cordon Press)

La llegada de un nuevo gobierno en Inglaterra ha tenido su impacto en el fútbol, la Ley de Gobernanza del fútbol se quedó paralizada por las elecciones. No obstante, el primer ministro electo, Keir Starmer ya manifestó en su día que era vital «proteger» la Premier League. De hecho, una de las promesas del Partido Laborista era no introducir un impuesto del diez por ciento a los fichajes de la máxima categoría del fútbol inglés, algo que la anterior secretaria de Cultura y Deportes, Thangam Debbonaire, había sugerido que pensaban llevar a cabo.

Sin embargo, persiste la duda sobre la citada ley. En principio, la idea era introducir un regulador independiente para el fútbol inglés. Los conservadores habían presentado un libro blanco que pretendía afrontar problemas como la enorme brecha que hay entre la Premier y la segunda, la English Football League Championship. Los clubes de la EFL (segunda, tercera y cuarta) exigen una nueva redistribución de los ingresos que les permita ser competitivos y sostenibles financieramente. Grandes clubes históricos, como el Macclesfield Town no han conseguido sobrevivir. Y ahora mismo, el que está temblando es el Middlesbrpough.

A través del regulador independiente actualmente paralizado, lo que se pretendía es fiscalizar la actividad económica de los clubes y dotarle de herramientas para garantizar la viabilidad financiera de los clubes de divisiones inferiores. Por ejemplo, podría multar con un 10% de sus ingresos anuales a los clubes que incumplan normas relativas a la evasión u ocultamiento de información y, en casos extremos, podrá vetar cambios en la propiedad y dirección de los clubes.

Ese posicionamiento laborista con los aficionados más clásicos se ha visto también reflejado en la postura de Starmer sobre la Superliga. El primer ministro declaró a Sky News que el fútbol inglés es el mejor del mundo y que se compromete a trabajar para que así sea. Palabras y palabras, cuando lo que hay es un conflicto entre la Premier y el resto de categorías. En este caso, el dinero se queja de las «consecuencias indeseadas» que puede tener para la reputación de la Premier en el mundo tener que financiar a categorías inferiores.

De hecho, Starmer en este punto ha destacado por su ambigüedad. Cuando el Newcastle fue comprado por un fondo de inversión saudí, eludió abordar la cuestión y emplazó las decisiones que se tuvieran que tomar al respecto a un futuro regulador, que es lo que se quiere establecer ahora con la nueva ley que está paralizada por el cambio de gobierno.

Una de las acusaciones que ha recibido Starmer por su poco comprometida postura en este caso es que, como fan del Arsenal, le conviene el actual sistema de financiación. Su equipo, por ejemplo, recibe dinero del estado ruandés a través de un patrocinio. El primer ministro, en cambio, considera que si se ponen trabas a la inversión extranjera en empresas del Reino Unido, podría afectar a otros deportes, como el rugby, donde son varios los clubes en la órbita de fondos saudíes.

Sin embargo, con lo que sí que es visceral es con la Superliga. El Partido Laborista fijó una posición clara al respecto: «Nunca se permitirá que una liga cerrada de clubes selectos sea extraída de la pirámide del fútbol inglés». En el país del Brexit la unidad mundial del fútbol la tienen clara. El nuevo regulador propuesto, además, podría vetar la participación de clubes ingleses en una competición europea de estas características.

Mitin de Keir Starmer en el estadio del Gillingham FC (Foto: Cordon Press)
Mitin de Starmer en el estadio del Gillingham FC (Foto: Cordon Press)

Otra de las medidas controvertidas era la de consagrar el derecho de los jugadores a negarse a llevar logotipos de empresas de apuestas en su equipación por motivos éticos o religiosos, e imponer que los fondos obtenidos a través de patrocinios de casas de apuestas sean destinados al fútbol base. También se preveía la asistencia a apostadores que pierdan más de 600 euros al mes. No obstante, todas estas reformas tienen más en vilo a otros deportes, como las carreras de caballos, que dependen totalmente de las apuestas.

Al fin y al cabo, Starmer a lo que se enfrenta es a tener que elegir entre un reparto del negocio más equitativo, que toque a más clubes, y a poner coto a la penetración de las apuestas y del dinero de países donde no son efectivos los Derechos Humanos. No habrá mucho lugar a la duda. Son medidas que o se toman o no se toman.

A Rishi Sunak, mientras duró, no se le dio bien el asunto deportivo. Le preguntó a unos aficionados galeses qué expectativas tenían en esta Eurocopa, para la que no estaba clasificada su selección. Además, Starmer visitó varios campos de la EFL y dio mitines en los bares de estos clubes durante la campaña electoral para presentar su plan de gobernanza para el fútbol y, al final de los comicios, solo uno de los 92 clubes de fútbol más importantes de Inglaterra estaba en un distrito electoral en el que habían ganado los conservadores.

Esta apuesta de Starmer por el fútbol no debe ser casual, sabe comunicarse con los aficionados. Pese a su extensa carrera política y sus 61 años, sigue jugando al fútbol con un nivel de obsesión propio de adolescentes. Dijo el Guardian que como su padre no le dejaba ver la televisión de niño, al día siguiente en clase en lugar de hablar de lo que habían echado, se limitaba a jugar al fútbol. Así, hasta hoy.

Encima, se permite el lujo de hacer chistes sabiendo lo que dice. Antes del partido de Inglaterra contra Países Bajos, hizo chanza en la cumbre de la OTAN con el hecho de que, desde que han ganado los laboristas, Inglaterra no ha fallado ningún penalti.

 

Un comentario

  1. Murcielago

    Aquí también se tendría que repartir los ingresos de la liga equitativamente. Siempre el Madrid y el Barça se llevan todo.

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