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Xavi convierte al Barça en esclavo de su promesa y no soluciona nada

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Xavi Hernández (Foto: Cordon Press)
Xavi Hernández (Foto: Cordon Press)
A 27 de enero de 2024, Xavi anuncia que deja el Barça al acabar la temporada. Las valoraciones hay que hacerlas en tiempos de calma, no afectados por la emoción de una derrota o una victoria -como bien dijo Bielsa-, sin embargo Xavi asegura que se irá justo tras perder dos partidos en tres días.
Lleva meses diciendo que la directiva y él creen en el proyecto, pero el Barça es eliminado de la Copa por el Athletic -en un partido que pudo ganar- y cae 3-5 en Liga ante el Villarreal -en un partido que pudo ganar- y Xavi se sentencia en la rueda de prensa posterior al partido. «Antes de que me pregunten, me gustaría anunciar que el 30 de junio no seguiré como entrenador del Barça. Es una decisión que he tomado con el presidente, con Rafa Yuste, con Deco y con Alejandro Echevarría». Y dijo que se irá pase lo que pase: «Aunque gane la Champions, me iré».
Efectivamente, entre lo que puede pasar está que el Barça gane la Champions. Es difícil pero lejos está de ser imposible, habida cuenta de que las circunstancias -el sorteo, el pase en dos partidos- siempre mandan en Champions. Sin ir más lejos, un Madrid con el vestuario amotinado contra Heynckes levantó la Champions en 1998, tras medirse a Leverkusen y Dortmund en eliminatorias y despertarse sus futbolistas mejor que los de la Juventus el día de la final.
La plantilla está con Xavi, según afirma De Jong, y de momento el Barça juega contra el Napoli, equipo que habita un estado similar al suyo. Además, para octavos hay clasificados no menos de siete rivales con calidad de plantilla claramente inferior a los azulgranas (Leipzig, Real Sociedad, Porto, PSV, Lazio, BVB y Copenhague), así como varios con nivel similar (Atleti, Inter, Arsenal). Pasar rondas es del todo posible.
Pero también es probable que el Barça no gane la Champions y, dado su devenir en Liga, hasta puede darse que no se clasifique para ella cara al siguiente curso. Esto último da vértigo, sobre todo por la situación económica del club, lo que hace entendible cualquier decisión radical, como debería considerarse sustituir al entrenador a mitad de temporada. Entonces dice Xavi que «este partido contra el Villarreal es un ejemplo de que necesitamos un cambio de rumbo porque ha sido desgraciado y es un momento para cambiar esta dinámica».
Las palabras de Xavi, en sintonía con la situación, indican que lo adecuado para el equipo sería dejar el banquillo inmediatamente. Que si el problema está en lo anímico o en lo técnico, sea otro quien pueda enderezarlo. Pero cabe preguntarse si es un remedio asegurar hoy que te vas a final de temporada, o por contra es una equivocación. Hay casos en la historia que indican lo segundo.
En el propio Barça sucedió algo parecido en 1997. Aquel febrero, los dirigidos por Robson obtuvieron malos resultados en Liga, que los alejaron del Madrid. La afición clamaba el cese del entrenador y la directiva acordó con Van Gaal un contrato para la siguiente temporada. Luego los de Robson se acercaron al liderato y ganaron otros tres títulos contra pronóstico.
«Más que ningún entrenador en Europa», apuntó Robson con sorna. Quien amplió: «En algún momento confié en que seguiría y si no sigo no es por decisión mía, sino del club, de Núñez». El Barça ganó y entonces el culer se desdijo: «Se mascaba desde hace meses [pero] Robson se irá con un balance deportivo que desaconsejaría su cese», se leyó en la prensa catalana. Y Núñez tuvo que sacarle un puesto al británico en el organigrama para que no acabase su relación.
Mourinho. Robson y Ronaldo (Foto: Cordon Press)
O también pasó en el Madrid, con distintos matices pero similar en la esencia. Fue cuando Antic firmó en marzo de 1991 para recuperar un equipo que ni Toshack ni Di Stéfano hacían rendir, mientras Mendoza cerraba con Maturana su llegada al equipo en junio. «Hablé con Maturana y llegué con él a un compromiso moral. Luego nos encontramos con Antic. El equipo ha funcionado bien en estos meses y he querido el informe de los técnicos Ramón Martínez y Vicente del Bosque. Ellos han sido los que han decidido proponer a la junta directiva el nombre de Antic. He hablado con Maturana para agradecerle su comportamiento».
Sucedió que con los mismos futbolistas un Madrid aparentemente hundido ganó nueve de sus diez partidos finales y el presidente tuvo que rectificar. Dijo Mendoza que Maturana entendió su decisión, pero el colombiano aseguró más tarde sentirse traicionado, así como Antic confesó también que el presidente le propuso ser secretario técnico para apañar el asunto manteniendo un mínimo de decencia.
Hay cientos de casos en los que un equipo con buenos futbolistas no funciona como debería en un momento determinado y tres días después parece la conjunción perfecta. Y el Barça de Xavi, que ganó una Liga en mayo de 2023, aún tiene buenos futbolistas. Anunciar a cinco meses vista que dejas el banquillo al final de temporada sólo convierte a todos los implicados en esclavos de las promesas, de una manera u otra. Sin solucionar gran cosa. O nada.
«Xavi me comunicó que al final de temporada marcharía del Barça pero que quería acabar la temporada. Y es una fórmula que acepto porque es Xavi, una leyenda del barcelonismo, quien me la propone», dice un Laporta que, en su habitual sensatez, no lo ve nada claro.
Seguramente no se dé, pero si el Barça acaba por remontar hasta hacerse con la Champions y el siempre interesado culer -como ser humano que es- grita la renovación de Xavi, ¿qué pasará con la palabra del técnico y con la del club hacia el nuevo entrenador -dígase el actualmente liberado Mourinho, a quien Laporta tiene en alta consideración?

Y lo más importante: ¿cuál será la realidad, esa que pervertimos emitiendo juicios pasionales en momentos oscuros, de un proyecto hecho a base de remiendos –cesión de descartes, salidas traumáticas, fichajes veteranos, canteranos prematuros- que en dos temporadas habría ganado, dirigido por Xavi, la Liga, la Supercopa y la Champions?

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