No tenemos ni idea de fútbol: El Madrid iba a abrir brecha y terminó con el Barça más cerca

Hay quien se empeña en explicar el fútbol como si fuera una ciencia exacta, como si se pudiera predecir lo que va a pasar en un partido a través de una pizarra con muchas flechas, varias figuras geométricas y unas estadísticas. El fútbol, claro, suele poner a cada uno en su sitio y esta última jornada es la prueba de que a menudo no sirven de absolutamente de nada los sesudos análisis en las previas. Todo este rollo viene a cuento porque, en teoría, ésta iba a ser una jornada propicia para el Real Madrid, una mala para el Barça y el Atlético empezaba a meter miedo. Pues no hemos acertado ni una, oigan.

Comenzó el Atlético pinchando ante Las Palmas el viernes y el sábado el Barça las pasó canutas en San Sebastián para terminar ganando con un gol de Araujo al final de un encuentro horrible de los culés. La primera parte podría haber terminado 4-0 tranquilamente, la Real borró del mapa a los de Xavi, incapaces de dar pie con bola. La involución del juego azulgrana es palpable, visible. El técnico se impuso deberes a principios de temporada, jugar mejor al fútbol y nada, que no hay manera.

Un dato lo explica todo: Lamine Yamal salió en la segunda parte y no tocó un balón hasta doce minutos después porque su equipo era incapaz de pasar del centro del campo. Xavi fue muy crítico después, calificó la primera mitad de inaceptable, confesó que les había preguntado al descanso a sus jugadores si estaban cansados y achacó el desastre grupal a falta de intensidad. Y aunque sea cierto que la energía no fue la adecuada, lo que más se echa de menos es el juego, que es penoso. El gol de Araujo fue un alivio, sobre todo para los que pensaban que después de perder el Clásico el Barça podría acabar la jornada a siete puntos del Madrid porque temían el choque en Anoeta y daban por segura la victoria de los de Ancelotti en casa ante el Rayo. Pues agua. Ni una cosa, ni la otra.

El Real Madrid empató a cero y ni siquiera pueden argumentar que el resultado es injusto. Un rival ofensivamente nulo, que no disparó ni siquiera a puerta, sólo tuvo que ordenarse bien para secar a los blancos. Dimitrievski tampoco fue el héroe aunque tuvo buenas intervenciones a disparos de Valverde y Joselu y el Madrid demostró que depende totalmente de Vinicius y Bellingham. El primero no paró de intentarlo, pero le falta chispa; el segundo se pegó un buen susto en el minuto 9’ cuando cayó, se hizo daño en el hombro izquierdo y siguió jugando con molestias, ayudando siempre en defensa, dejando detalles técnicos exquisitos como una jugada en el 43’ en la que terminó disparando fuera después de un gran control y una exhibición de coordinación con las dos piernas, pero renqueante, a medio gas.

El bajón para los madridistas es importante: de creerse que podían abrir brecha con el Barça a terminar a dos puntos en la tabla y con el Girona como líder en solitario. A los de Michel se les sigue mirando con condescendencia, se repite el «ya caerán», pero no caen. No por ahora, e incluso hay quien comienza a verle cara de Leicester, aunque sea aún demasiado pronto para aventurar qué terminará pasando. Sobre todo cuando está comprobado que cada vez que creemos tener una certeza, llega un gol en el último momento de Araujo o el Rayo Vallecano para demostrarnos que no tenemos ni pajolera idea.