Si recordara quién me lo dijo, no lo desvelaría, pero lo cierto es que no lo recuerdo.
Tuvo que ser algún periodista o asimilado que trabajara o colaborara con Mediapro, el gigante audiovisual entre cuyas patas encontramos una pequeñita llamada originalmente Gol y que desde hace algún tiempo, puesto que ha desempolvado El equipo A, Walker Texas Ranger, Los vigilantes de la playa y otras joyas audiovisuales de décadas pretéritas, se denomina Gol Play.
«Salta a la vista qué programas se hacen en Barcelona y qué programas se hacen en Madrid», me dijo la olvidada fuente. Sé que él o ella intervenía en los de Barcelona, porque la frase me sonó en el momento a superioridad, no tanto moral como periodística. Según su visión, las tertulias en suelo catalán eran de etiqueta, con un esfuerzo de los participantes por mostrar objetividad –o al menos aparentarla–, mientras que las producidas en la meseta eran más chabacanas, puro choque de bufandas para el consumo rápido.
En su momento, pese a esa mirada por encima del hombro, pensé que llevaba razón y se la di. Allí la mayoría de opinadores dejaban a un lado sus preferencias y se ceñían al rol de periodista reflexivo que ve los partidos, trata de explicar su punto de vista con más o menos acierto y deja hablar a los demás, rebatiendo pero sin tratar de quedar encima a toda costa. Poco que ver con la fórmula que plantea cada sobremesa Manolo Lama en El golazo de Gol: tres invitados (uno del Madrid, uno del Barça y uno del Atlético o más o menos neutral) sometidos a preguntas maniqueas, cuando no tóxicas, que deben despachar en intervenciones breves y directas para que las rebata el siguiente.
De un tiempo a esta parte, no sé si por influencia de Chuck Norris, cada vez encuentro menos diferencias entre El golazo y las otrora reputadas tertulias barcelonesas. La semana pasada, el circo tocó techo con la participación de Víctor Lozano, reportero de Onda Cero en Barcelona y uno de los discutidores más agresivos del panorama patrio, lo cual tiene indudable mérito. Basta recordar su alegato contra la vitrina europea del Real Madrid, en el que se refirió a las primeras Copas de Europa como «ánforas manchadas de sangre». Qué buen rollito.
Con semejante historial, a los legos en la materia les puede costar entender que haya medios que inviten a Lozano y periodistas que, por la tarifa de una colaboración, estén dispuestos a mezclarse con él. Gol Play lo hizo para el análisis (?) del Real Madrid-Union Berlin, resuelto con un gol de Jude Bellingham en el último suspiro. Lozano, al que nadie había invitado para explicar el dibujo de Ancelotti en el mediocampo, cumplió con lo que se esperaba de él.
«Este sujeto tendría que explicar por qué ha añadido cinco minutos», dijo en alusión al árbitro. «No hace falta, ya lo explico yo: los árbitros cagones, sinvergüenzas como este, son sumisos al Bernabéu. […] Es una vergüenza que este tiparraco haya adulterado la competición añadiendo cinco minutos. No ha habido para añadir cinco minutos. Es una vergüenza, el enésimo atraco europeo en el Bernabéu. […] Es un golfo, un sumiso y un cagón».
A estas alturas, no nos sorprende que los medios españoles den cancha a personajes así. Al contrario, lo tenemos tan interiorizado como que el plan de Hannibal Smith va a salir bien al final del episodio. Quizá nuestros programas deportivos sean eso: una mala reposición, unos personajes definidos a brochazos, con una fórmula requetegastada y totalmente previsible que en este caso ni siquiera nos despiertan cierta nostalgia. A Michael Knight, al menos, le concedes dos o tres minutillos para ver si llama a KITT. Si no, enseguida cambias de canal. O mejor aún: apagas la tele.
Miguel, puede ser que en El Partidazo de anoche no mencionasen ni en un breve muy breve la imputación de Vilda y Luque?
Es de largo la noticia más relevante de la semana, y “casualmente” está bien tapada y oculta en muchos medios…