Maratón

Bobbi Gibb y K. V. Switzer corrieron el maratón de Boston

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MARATHON

Una zancada.

Y luego otra zancada, y otra, y otra, y otra más. Hasta que ya no puede contarlas. Hasta que ya no golpean al ritmo de los latidos. Hasta que dejan de doler. Hasta que desaparecen.

Gibb

Es 19 de abril de 1967 y Bobbi Gibb sonríe, siempre sonríe cuando corre. Hace bastante que ha dejado de oír lo que tiene alrededor y dentro de su cabeza, en el paladar, en cada fosa nasal y en la parte más profunda de la garganta solo escucha el bombeo amplio y liviano de su respiración.

Inspira. Exhala.

El oxígeno entra y sale de los pulmones dando combustible a unas extremidades largas y fibrosas; un cuerpo enjuto, casi epitelial: el físico delgado y fuerte de los fondistas. Sonrisa al frente, mira de reojo el empeine de sus Adidas azules; al otro lado de su mirada, las suelas repiquetean leves mientras arden y a la vez queman el asfalto. No hace mucho que las compró, apenas un par de meses, pero ya están deformadas por kilómetros de entrenamientos. Por 1000 zancadas campo a través y otras 1000 por el borde del río Charles, por el campus de Harvard en Cambridge, por la Soldiers Field Road, por los parques de Emerald Necklace y por el resto de las calles de Boston.

Hace solo dos semanas que el reverendo Martin Luther King ha congregado a 3000 personas en la Riverside Church de Manhattan para decirles que la guerra de Vietnam es un «enemigo de los pobres», acusando al gobierno de los Estados Unidos de ser «el más grande proveedor de violencia en el mundo». The Who están de gira por Norteamérica y en poco más de un mes el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band reventará el mundo de la música. Un hombre para la eternidad acaba de ganar seis Oscars de la Academia y Elizabeth Taylor se ha llevado el de mejor actriz por ¿Quién teme a Virginia Woolf? En Estados Unidos ha salido a la venta el Chevy Camaro mientras que en Europa, la Ford presenta su modelo Escort.

Faltan apenas dos años para que Neil Armstrong dé una zancada —otra zancada— a 384.000 kilómetros de la Tierra.

Son ya casi tres horas de carrera y Gibb sigue sonriendo. Enfila por Beacon St. y gira por la Commonwealth Ave. junto a Yawkey Station y Fenway Park, el viejo estadio de los Red Sox. Sabe que está haciendo un tiempo estupendo, posiblemente menos de tres horas y media. A su alrededor corren tipos con marcas de 3h30’ e incluso 3h20’. Para cuando llega a la Prudential Tower tiene la seguridad que bajará el tiempo del año anterior. Un último esfuerzo, una última zancada, una última inspiración y una última exhalación.

Gibb cruza la meta en Copley Square e inmediatamente mira su reloj de pulsera. Sonríe. Sonríe incuso más que durante la carrera: ha hecho un tiempo de 3h27’. Su cuerpo está exhausto y su mente limpia. Se abraza con otros corredores que acaban de terminar, le toman algunas fotografías y le felicitan efusivamente. Gibb sonríe. Esos abrazos y esas fotografías y esas palmadas anónimas es lo único que se llevará a casa, porque su nombre no figurará en ninguna lista ni en ningún palmarés y el comité organizador no homologará su tiempo. Porque al igual que el año anterior, a Bobbi Gibb no le han permitido inscribirse en el Maratón de Boston y ha tenido que correr sin dorsal.

Switzer

El ritmo de K.V. Switzer es bastante más lento, casi una hora más lento; y no lleva el fino pantalón corto y la camiseta sin mangas de Gibb, sino que viste un sobrio chándal gris. En el pecho porta un trozo de tela con un número: el 261. Switzer sí se ha inscrito y sí lleva dorsal.

Su trotar es pesado y algo fatigoso, pero gracias a los ánimos de Tom Miller y otros amigos que corren a su lado, Switzer tiene completamente decidido que va a llegar a la meta. El codirector de carrera Jock Semple no opina lo mismo.

No soporta a la gente que se burla de la distancia de Filípides, «¡esos excéntricos!, ¡esos bichos raros!, ¡esos tipos del MIT y de Harvard!» no iban a reírse de la Maratón de Boston. De su maratón. Como ya hizo en 1958 cuando sacó a empujones de la ruta a un joven que corría con aletas y esnórquel de submarinista, evitará a cualquiera que intente saltarse las normas.

Ya ha recibido noticias de ese dorsal 261 y por eso, cuando ve aproximarse a Switzer, no puede permitir que continúe y no va a hacerlo. Se atraviesa en su paso e intenta arrancarle el dorsal. «¡Lárgate de mi carrera y dame esos números!», grita.

Kathrine Virginia «Kathy» Switzer aguanta como puede la embestida de ese hombre mayor con chaqueta azul que aprieta los dientes mientras corre tras ella. Tom Miller, su novio de la Universidad de Syracuse, se interpone en el camino de Semple, le agarra y le lanza violentamente al borde de la calzada.

Las fotografías dan la vuelta al mundo.

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Semple, que a sus 64 años ha sido masajista y fisioterapeuta de los Bruins y los Celtics, y que él mismo ha participado en varios maratones, está seguro de que, tal y como afirma la Amateur Athletic Union (AAU), el cuerpo femenino no está preparado para recorrer los 42 kilómetros y 195 metros sin sufrir daños, incluso severos. En el fondo, cuando intenta evitar que Switzer termine la carrera, cree que lo hace por su bien. En el fondo, quizás muy en el fondo.

Pero es 19 de Abril de 1967 y no va a poder evitarlo. Switzer cruza la meta en un tiempo de 4h20’.

La Boston Athletic Association (BAA), organizadora del maratón, la descalifica de inmediato alegando, entre otras razones, que les había engañado al inscribirse bajo el nombre neutro de «K.V. Switzer» ocultando así su condición de mujer. No homologará su tiempo y no hará ninguna referencia a su nombre.

La BAA tampoco dirá que Roberta «Bobbi» Gibb fue la primera mujer en terminar el Maratón de Boston en 1966, ni que fue la ganadora de la edición de 1967 en categoría femenina. Porque en 1967, el Maratón de Boston no tenía categoría femenina. Porque el cuerpo femenino no lo podía soportar. Porque sufrirían desvanecimientos y quién sabe si daños, incluso severos. Janis Joplin canta Intruder en California y en Boston no se permite correr a mujeres. Es por su bien.

Pero pese a que no aparecieron en la lista oficial, el dorsal de Switzer y la sonrisa de Gibb corrieron el Maratón de Boston.

maratón boston 2

El maratón de Boston

A raíz del incidente con Switzer, la AAU prohibió la participación de mujeres en cualquier carrera con atletas masculinos, so pena de perder el derecho a competir.

En 1972, cinco años después y tras numerosas peticiones por parte de asociaciones atléticas de todo el país, la BAA permitió la inscripción de corredoras en el Maratón de Boston.

En 1984, los Juegos Olímpicos de Los Ángeles acogieron la primera edición del maratón en categoría femenina.

En 1974, Kathy Switzer ganó el Maratón de Nueva York con una marca homologada de 3h07’29’’. En 1977 fue nombrada Corredora de la Década por la revista Runner’s World Magazine. En 2011 fue incluida en el National Women’s Hall of Fame.

En 1996, la BAA reconoció oficialmente a Bobbi Gibb como la ganadora del Maratón de Boston de 1966, 1967 y 1968. Se le concedió una medalla y su nombre fue inscrito en el Boston Marathon Memorial de Copley Square junto al de todos los demás ganadores. En 1982 había sido incluida en el Hall of Fame de la Road Runners Club of America. En 2009 fue incluida en el Hall of Fame del Museo del Deporte de Nueva Inglaterra.

Tras la admisión de las mujeres como corredoras de pleno derecho en los maratones, Jock Semple fue uno de los más firmes partidarios de la expansión y el desarrollo del atletismo femenino de larga distancia en Boston y en el estado de Massachusetts. En 1973 se reconcilió públicamente con Switzer en la salida de la prueba. En 1985 fue incluido en el Hall of Fame de la Road Runners Club of America, tres años después de la mujer a la que intentó parar. Murió de cáncer de hígado y páncreas en 1988. La BAA concede un premio anual con su nombre a aquellos atletas locales que «hayan provocado un especial impacto en la carrera bien a través de su cualidades técnicas, de sus cualidades físicas o de su rendimiento». En 2011, dicho premio fue otorgado a Roberta «Bobbi» Gibb.

En el Maratón de Boston de 2012 se inscribieron 11.488 mujeres, algo más del 43% del total de participantes. 8.966 terminaron la prueba.

En 2013, el Maratón de Boston, la carrera popular más antigua del mundo, que nació en 1897 y que se celebra cada año en el Día del Patriota; la carrera que en 1967 fue elevada a categoría de símbolo por Bobbi Gibb, K.V. Switzer y de alguna manera también por Jock Semple, se convirtió en otro símbolo. Las razones fueron bien distintas y sus repercusiones también lo serán.

Quizá esta sea una historia que deba ser contada en otra ocasión.

One Comment

  1. Juan Manuel Balakuniec

    Felicitaciones a esa mujer que tuvo la valentía de priorizar su derecho a las restricciones de entonces … nos está costando salir de las cavernas.

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