Fútbol Femenino

Nuestra primera final de un Mundial, o de cómo vamos a superar el año más duro de nuestra vida

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Salma Paralluelo y Aitana Bonmati (Foto: Cordon Press)
Nos gusta el fútbol porque es como una guerra en la que se sufre pero no se muere. O se muere, pero poco. En este deporte, que depende de quién lo juegue es más bello o no, te las apañas para, en 90 minutos, convertirte en la vergüenza o la gloria de todo un país. Gente que no te conoce se deja la voz en un grito de gol o los nudillos contra la madera de una mesa si no llegas a taparlo. Es una movida esto del fútbol, este sinsentido por el que hace un año creíamos que todo se acababa y hoy celebramos nuestra primera final absoluta.
La celebramos, sí, porque no podía ser de otra manera. Porque cuando se dice que parte de la prensa y aficionados quieren ver a esta selección fracasar, se miente. Porque lo que queríamos, por lo que hemos luchado y empujado desde que en 2015 se puso la primera piedra para hacernos respetar, era solo esto: celebrar. Ver reconocido el dominio de las categorías inferiores. Que se entendiera que la selección tiene que ser tratada como un equipo profesional. Que nadie nos cuestione cuando se cuenta lo que nos impedía estar aquí hoy.
Mariona Caldentey (Foto: Cordon Press)
Vamos a jugar la final de un Mundial con el poder del amor, la magia del número 23, la cero negatividad y la energía del universo. Pero también vamos a jugar una final de un Mundial porque se cambiaron metodologías de entrenamiento, se aumentó el staff, de obligó a las rotaciones y se invirtió en mejoras para las jugadoras. Vamos a jugar la final de un Mundial porque se puso en jaque a una Federación que gastó más en comunicación que en medios, que insistió en la línea continuista y a la que le salió bien porque los pesos pesados volvieron para poner su grano de arena y aquellas a las que el mismo que hoy se viste de héroe no quería en su selección, le salvaron el culo cuando las 15 aún eran 15 y tuvo que tirar de ellas.
Llegar a una final tiene doble sabor cuando se viene de un año tan duro. Sabe dulce, porque se peleó y mereció tanto que no puede saber de otra manera. Sabe a juventud, a éxito, a frescura. Y tiene después un sabor reposado, maduro y amargo que se te pega al paladar y te dura un rato. Es el sabor añejo, intenso y con un matiz que se desvanece, que pocos perciben pero sin el que no sería el trago que es: uno del que te acuerdas tiempo después, años. Uno de esos por el que preguntas «dónde estabas el día que España jugó su primera final», «con quién te abrazaste en el gol de Olga», «qué pensaste cuando sonó el himno y faltaban nombres para levantar una copa». Todo, todo lo que pase en los 90 minutos que quedan tiene un sabor dulce con reposo amargo. Y nadie puede alegrarse por ello. Qué año tan duro nos ha tocado vivir, y por más que pese repartir culpas, qué culpables somos todos de ello.
Olga Carmona (Foto: Cordon Press)
Vamos a jugar una final por el trabajo incansable de muchas y muchos para que este deporte se haga respetar en nuestro país. Porque hubo unas mujeres que decidieron que en España daban igual las prohibiciones, que se jugaron a su familia y a sus amigos para poder ser futbolistas. A ellas, gracias. Vamos a llegar a la final porque hubo grupos de mujeres, y de hombres valientes, que se opusieron a todo para formar una competición en la que pudieran crecer clubes que dieran un lugar y una casa a las niñas que querían jugar al fútbol. A ellos, gracias. Vamos a jugar la final de un Mundial porque en la época más oscura de nuestro fútbol, 23 mujeres alzaron la voz y derrocaron al tirano. A ellas, gracias. Vamos a jugar la final de un Mundial porque cuando más piedras había en el camino, una mujer decidió oír a los que de verdad querían apostar por el fútbol femenino y nos dió una liga profesional. A ella, gracias. Vamos a jugar la final de un Mundial porque hay clubes que dejaron de tratarnos como un anexo al masculino, porque le dan a las jugadoras lo que piden, lo que merecen y lo que necesitan para ser futbolistas profesionales y nada más. A ellos, gracias.
Cuando se hable de esta final, y de este Mundial que vamos a ganar -porque lo vamos a ganar – que nadie se olvide de la verdad: llegaron ahí ellas. Las que se quedaron para achicar agua, las que volvieron para remar, y las que tuvieron que saltar para salvarse. Era un bote sin capitán, siempre lo ha sido y mientras siga, lo será. Cuando bese su medalla, que nadie olvide que esto se gana a pesar de él, por él nunca.

6 Comments

  1. Conviene no olvidar todo lo que ha pasado el fútbol femenino en España para llegar hasta aquí, pero la verdad es que también agota, el odio a Jorge Vilda que desprende cada artículo de esta articulista. Ya sabemos todo lo hay que saber de él. ¿De verdad hasta ganando no puede nadie en este país tener la fiesta en paz nunca? ¿Siempre ante toda situación hace falta dejar claro quiénes son los buenos y los malos?

  2. Estos artículos rezuman rencor y bilis en cada palabra,la verdad es que ya cansa. Por mucha «negatividad cero» y » poder del amor» que comente. Disfrutar del momento sin ajustar cuentas continuamente creo que es mucho más sano, es solo una opinión.

  3. Menéndez está medio celebrando, pero muy seria y apretando los puñitos

  4. Florence

    Estamos a nada de que se diga que la MVP del mundial es alguna de las que no han ido.

  5. ¿Qué le pasa a esta mujer? ¿Por qué ese frenesí víctimista?
    He revisado las alineaciones del equipo y no está en la lista, ni ha jugado ningún partido. No ha sido seleccionada.
    Esa confusión entre periodismo y toma de partido, llena de una pasión exagerada y teatral, solo contribuye a la división de las seguidores y los seguidores de la selección.
    No, estos artículos hacen mucho daño y no dan nada. Casi parecen que se pretende un nuevo amotinamiento ninguneando al seleccionador.
    Qué pena que está maravilla publicación, le dé Foz a gente que busca la hostilidad y el enfrentamiento.
    Jot Down merece un poco mas de respeto.

  6. Pingback: Aitana Bonmatí: del «sin botas pero con el alma» a su primer Balón de Oro en 2023

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