Sí, ya sé que ahora son muchos los que estaban convencidos de que la Real iba a terminar entrando en la Champions. Lo sé. Pero me gustaría haberlos visto en agosto, cuando a Oyarzabal le quedaban meses para recuperarse de su lesión y el Newcastle acababa de pagar la claúsula de Isak. O cuando, dos semanas después y con el mercado de fichajes ya cerrado, Sadiq se lesionó para toda la temporada. Que ya sabemos cómo somos los guipuzcoanos y que, incluso teniendo a Imanol en el banquillo, parece que nos cuesta estar tranquilos y confiar en que todo va a ir bien.
Y mira que Imanol ha hecho méritos para que los aficionados realzales tengan fe en el equipo. Que ya no es sólo el título de Copa logrado hace dos años, que son también las cuatro temporadas seguidas clasificándose para competición europea. Y sí, es cierto que la afición le adora, que habrá pocos trabajadores en este país que tengan el puesto más asegurado que el de Orio, pero de vez en cuando tiene que levantar la voz y poner las cosas en su sitio. Sea a su hijo y, en extensión, a toda la afición de la Real, por sufrir más que disfrutar los partidos de la Real o sea a la prensa de Barcelona para dar un golpe encima de la mesa y recordarles que, para él, la Real Sociedad es el equipo más grande y, de paso, garantizar que, el año que viene, Zubimendi va a jugar la Champions, pero con la Real.
Por eso había que creer en él, igual que en Labaka y el resto del cuerpo técnico. Porque, a pesar de que las lesiones han perseguido al equipo a lo largo de la temporada, ellos sabían del potencial de la plantilla. Porque Roberto Olabe había hecho los deberes durante el verano y, aunque muchos se sorprendieron con el rendimiento mostrado por Brais Méndez durante el otoño, el director deportivo sabía muy bien a qué jugador había fichado. Igual que sabía que se podía confiar en la cantera, en los Navarro, Guevara o Turrientes, cuando las lesiones obligaron a parar a los Oyarzabal, Merino, Silva y compañía. O cuando la Real se enfrentó al Manchester United y Pacheco salió de titular para frenar a Cristiano Ronaldo, habiendo jugado únicamente dos minutos aquella temporada. Y el chaval de la cantera secó al portugués con un trabajo fundamental para que la Real ganara en Old Trafford por primera vez en su historia. Una victoria de prestigio. De esas que hacen que se hable de ti en toda Europa.
Claro, también de esas victorias que disparan la euforia entre la afición. Que no todos los días viaja uno a Manchester a ver a su equipo y se vuelve con una victoria. Pero ahí, la plantilla demostró que sabe dónde está y cuáles son sus objetivos. Por eso fueron capaces de encadenar ocho victorias seguidas y, más tarde, nueve más. Porque ya no importaba el rival o si la Real jugaba con un 4-3-3 o con un 4-4-2. Que, si Oyarzabal no se había recuperado de su larga lesión, jugaban con un rombo en medio campo y Silva aprovechaba para regalar alguna lección de fútbol. Y si faltaba el canario o eran Merino o Brais los que no podían jugar, el equipo salía con tres delanteros, Kubo empezaba a hacer diabluras por la banda, Sorloth ganaba partidarios de pagar la opción de compra de su contrato y Barrenetxea empezaba a demostrar que las lesiones no le han hecho olvidarse del fútbol.
Pero, aunque es cierto que la Real es un equipo que juega con alegría y que resulta muy agradable para el espectador, hay que reconocer que la labor de la defensa ha vuelto a ser fundamental. Por eso, cuando en febrero y marzo, el equipo entró en un bache y parecía que marcar un gol costaba más que lograr la unidad de la izquierda, fue el trabajo defensivo el que amortiguó la caída y, aunque perdieron la tercera plaza en los resultados de La Liga Santander a favor del Atlético de Madrid, se mantuvo la distancia con el Villarreal y el Betis y ese colchón ha resultado definitivo en las últimas jornadas, cuando los amarillos han presionado más.
En ese momento, se notaron los años de ir consolidando un bloque defensivo. Se notó que, a sus 27 años, Remiro ha completado ya cuatro temporadas en Primera División. Se notó el oficio que ha ido adquiriendo Gorosabel o la garra tan necesaria de Aritz. También el alto rendimiento de Aihen Muñoz y la consolidación de la pareja de baile Le Normand – Zubeldia. Y se notó tanto, que lo valoraron hasta en Moncloa y le concedieron la nacionalidad española al defensa francés. Así de extravagante ha sido esta temporada por Anoeta.
Pero, al final, con todas sus buenas rachas y sus baches, con las lesiones y los estados de gracia, con los partidos que quedarán grabados en la memoria y las derrotas incomprensibles, la Real llegó a las últimas jornadas en el cuarto puesto y con un margen de dos partidos de ventaja con el Villarreal. Y ahí volvió a demostrarse que Imanol tenía razón y que había que disfrutar en vez de sufrir. Pero ¿quién puede estar tranquilo cuando tiene la Champions tan cerca? ¿Quién puede estar tranquilo cuando habían sido tantas las jornadas en puestos de privilegio, que parecía que era más lo que se podía perder, que lo que se estaba a punto de ganar? Y es por eso que, el día de la derrota en el Metropolitano, a nadie le importó haber perdido, porque, la derrota del Villarreal en Vallecas, aseguraba la clasificación de la Real para la Champions del año que viene. Y se celebró en el mismo estadio del Atlético de Madrid y también, una semana más tarde, en Anoeta, con toda esa afición que ya había dejado de sufrir. Y, por un momento, la fiesta se convirtió en un homenaje a Illarra, que debutó con la Real en Segunda División, trece años atrás y se marcha dejando al equipo en Champions.
Y esto último detalle resulta extraño hoy en día, pero sí, sólo han pasado trece años desde que la Real volvió a Primera División. Trece años en los que la directiva de Aperribay le ha dado un cambio al club, que no lo reconoce ni la madre que lo parió. Por eso había que creer en Imanol cuando, a principio de temporada, el proyecto se tambaleó. Porque el trabajo de la Real es serio y mira a largo plazo. Y esta temporada ha sido la clasificación para la Champions; la temporada que viene ya se verá.
Para los que la Real es nuestro segundo equipo da gusto estas últimos temporadas.